• Saltar al contenido principal
  • Saltar a la barra lateral principal
logo-final
  • Inicio
  • Sobre mí
  • Servicios
  • Regalo
  • BLOG
    • ALIMENTACIÓN Y EJERCICIO
    • DESARROLLO PERSONAL
    • MIS VIAJES
  • Equipo
  • Contacto

viaje

FINDE EN COLOMBO: VOLVER A LA CIVILIZACIÓN

2 noviembre, 2016 por taniacarrasco 4 comentarios

Con el subidón de energía del maravilloso día de playa, nos levantamos temprano para coger un bus a la capital, Colombo.

El motivo principal es encontrarme con un amigo al que llevo años sin ver. Alberto, madrileño que vivía en Bristol, conoció a una guapa srilankesa, y decidió dejarlo todo por amor…

¿De qué me suena a mí eso?…No sé, sigamos.

Llegamos a la estación de bus y localizamos el nuestro. Nada más entrar, las cinco barritas de incienso colocadas al principio te dejan sin conocimiento. Si había algún olor o algún espíritu maligno, ambos han sido aniquilados. Y de paso, los pasajeros nos sumergimos en una especie de sopor que nos deja ko todo el viaje…¡mis ganas!

Cuando detrás de la humarea consigues ver algo, observas que toda la parte del conductor está forrada de un pelo azul muy chic.

Por las paredes, encajes y adornos varios, todo en el mismo azul del pelo antes mencionado.

Los asientos, plastificados claro, tienen en el cabecero una cenefa dorada muy molona que da a entender que no estás en cualquier autobús.

Cuando eliges el asiento SIN aire acondicionado (ósea el de la ventanilla rota) eres consciente de que puedes morir allí. Pero nada te importa porque acabas de darte cuenta de que hay tele y podrás ver muchas pelis en las 8 horas que dura el viajecito.

Pones el culete en el asiento y te preguntas…

“Si mi culo no coge aquí…¿dónde meterán su culo los demás?”

Pero los demás realmente tampoco te importan, vas en un bus molongui y has conseguido asiento. Nos veíamos como el otro día todo el trayecto de pie y nos daban ganas de ir andando.

Cuando aquello se pone en marcha te das cuenta de que en la parte delantera pone: “semiluxury” (semilujo) ?  Me parto y me mondo.

Calla que empieza la primera peli…

Sale en la tele un niño de pelo raro cantando lo que parece pop srilankés, me doy cuenta que es un videoclip y, a falta de peli, me engancho a la historia.

Después de ese videoclip vienen otros 5. Y cuando acaban esos 5…

¡Te los vuelven a poner! 

¿Os he dicho ya que el viaje era de 8 horas?

No voy a proferir insultos ni a hacer más comentarios, será mejor que intervengan las naciones unidas porque esto puede considerarse tortura, seguro.

Olvidamos la tele, que la tenemos a 1 metro y está a mil decibelios, y decidimos disfrutar del paisaje.

Esas carreteras secundarias donde hay dos carriles pero cogen al mismo tiempo 3 coches, 1 tuktuk y 4 motocicletas, mientras se pasean las vacas, los perros se tumban y la gente cruza tranquilamente.  Que sales de una curva a 80 invadiendo el carril contrario y viene otro bus de frente pero ¡no pasa nada!

Así que elige,  o miras la tele y mueres de angustia o miras por la ventana y mueres de ataque al corazón.  Eso si no nos estrellamos antes claro.

Son las 14:30 del medio día, el bus salió a las 8:50 y no ha parado ni una sola vez. 

Cuando llega a cada parada reduce la velocidad para que unos salten parriba y otros salten pabajo. Si estás avispado y vendes fritanga o whatever, en una de esas te cuelas y haces el agosto, porque llevamos más hambre que los pavos de manolo.

¿Nadie se ha preguntado cómo he podido estar tantas horas sin hacer pipí? Lorenzo se lo ha preguntado seguro ?

Mi cuerpo se está acostumbrando a soltar líquido por el resto de poros de mi piel. Primero lo reabsorbe y luego lo expulsa tó de golpe y me deja como recién salida de clase de spinning.

Cuando casi llegando a las 3 de la tarde al conductor le da hambre, para 5 minutos en un bar de carretera que estaba petado de gente a que compremos algo de fritanga para el body.

Yo que necesito ir al baño, ya más por costumbre que por ganas, bajo del bus en estado de minusvalía por contractura importante del glúteo derecho fruto de llevar 6 horas sentada, y casi caigo al vacío en una zona fangosa.

Consigo restablecer la bipedestación propia de mi especie y me dirijo al baño del que sale un lagarto verde muy gracioso. Cojo aire y padentro.

Cuando estoy orinando en ese agujero en el suelo rodeada de un charco y rezando para que ningún mosquito me pique en zonas complicadas, tengo una revelación.

Os cuento…

Llevo ya varios días orinando en sitios como este: agujero en el suelo y al lado un grifo y un cubito de plástico.

Como desde hace unos días he cogido la nueva costumbre de llevar siempre papel higiénico encima, cuando acabo mis cositas, a falta de cisterna, echo el paeplito en el cubito. ¡Pues no!

Ese cubito está ahí para que después de tirar el papelito al agujerito, llenes el cubito de agüita de ese grifito y hagas tú de cisterna viviente. Dilema resuelto.

Manué compra algo de comer que no lleva arroz y volvemos al bus que casi se va sin nosotros.

Ya no queda mucho para llegar a Colombo.

De repente empezamos a ver que la carretera tiene 3 carriles en un sentido y tres en el otro. Vemos también un cartel de pizza Hut, tiendas de marcas conocidas, gente vestida normal y nos sube por el cuerpo un “no sé qué que qué sé yo” que parecemos Paco Martínez Soria la primera vez que pisó Madrid.

El autobús nos deja a 2 horas caminando del albergue que habíamos reservado para dormir por primera vez en habitación compartida de 10 personas. Toda una aventura para nosotros.

Manué aboga por coger un tuk tuk pero después de ir 8 horas en el bus lo que me pide el cuerpo es andar, con la mochila y todo.  Que también es una forma de conocer la ciudad oye.

Al cabo de media hora ya se me han pasado las ganas de andar, pero por no darle la razón a Manué que dice que voy cansada, me empeño en terminar el trayecto caminando.

Cuando llegamos al albergue llevamos a las espaldas 8 horas en un bus de “semileches” y 2 horas de caminata al sol con las mochilas.

Habitación con 10 personas y baño compartido…????????

“Hola mira, tenemos reserva en habitación compartida, ¿te queda alguna doble con baño.”. 

Estos días nos hemos duchado en cada sitio que cuando vemos ese baño con su ducha y su mampara casi nos echamos a llorar. Luego el agua se salía igual que si no tuviera mampara, pero oye, allí estaba la tía.

Después de darnos una súper ducha, buscamos sitio para cenar algo que no lleve arroz ni sea frito y nos topamos con otro de los platos típicos de Sri Lanka: el kottu.

Lo probamos con miedo…nos miramos…¡qué delicia! Realmente rico si tenemos en cuenta lo que hemos estado comiendo hasta ahora claro.

Nos acostamos satisfechos y nos levantamos descansados.

Hemos quedado con mi amigo para pasar el día. Nosotros con nuestras pintas de mochileros y ellos con sus pintas normales, de gente que tiene ropa normal,  come en sitios normales y se ducha en duchas con mampara.

Tania y Alberto en Colombo

El día transcurre tranquilo, incluso asistimos a una clase de salsa dada por un asiático que no lo hacía nada mal.

Y aunque ha estado divertido, nos hemos salido del presupuesto así que hoy, sí que sí, toca habitación compartida. 

Os escribo desde mi litera, mientras Manué y las otras 3 personas que hay por aquí ya duermen.

La habitación no está nada mal, el baño bastante pasable y ninguno de los compis ronca, así que voy a intentar dormir yo también, si los que están de cubatas en el patio me dejan.

Mañana hace una semana que llegamos y hemos dormido ya en 4 sitios diferentes. 

Temprano cogeremos oro bus hacia Kandy y ya serán 5.

Volvemos a hablar pronto.

Si os gustan mis relatos y creéis que pueden gustarle a alguien más podéis compartirlos por redes sociales o recomendar a la gente que entre al blog.

Besos, abrazos y todo lo mejor

 

 

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: colombo, sri lanka, viaje

DÍA 5: NOS ENCANTA LA PLAYA DE TRINCOMALEE

29 octubre, 2016 por taniacarrasco 12 comentarios

Han sido días de adaptación y largas caminatas, así que ¡vamos a descansar a la playa!

Parece ser que los vahos han hecho su efecto y me levanto muchísimo mejor de la sinusitis, así que el día empieza a lo grande. 

Además,  como va a ser mi quinto día sin evacuar (que la última vez fue en Barajas por dios), mi amol me da un masaje intestinal (aptitud de este hombre que yo no conocía todavia) y por lo menos me lleno de esperanza.  No va a ser todo aloz.

Manué sin embargo está un poco enfadado porque cuando llegamos ayer al albergue, muertos de todo el día, vimos que estaban en obras. Como necesitábamos descansar, sobre todo yo con lo malita que llegué, preguntamos si por la mañana harían ruido.

El muchacho muy simpático, nos dijo que no,  que mañana ya era fin de semana (viernes) y que ya no trabajaban.

Pensé, «mira, otro de los míos» ?

Sin embargo, no eran ni las 7 de la mañana cuando han empezado a aporrear justo encima de nosotros.

Así que hemos decidido cambiarnos de albergue a otro que daba a la playa. Y por el mismo precio tenemos una cama mejor, agua caliente y acceso directo a la arena, restaurante y lavandería.  

Pero para qué queremos el restaurante y la lavandería cuando podemos lavar a mano y volver a comer…¡premio!: arroz con cosas.

Y diréis pero porqué…Easy,  muy sencillo: ¡somos mochileros!, los restaurantes son para los turistas que vienen de guay. Nosotros hemos venido a gastar la mínimo y a fundirnos con el entorno, hasta que se nos hinchen las narices al menos.

Antes de bajar a la playa vamos a buscar comida y volvemos con plátanos, coco, galletas de chocolate y arroz con cosas, que parece que a Manué le está sentando bien.

Para los que estáis preocupados por mi enfermedad (no el catarro con sinusitis sino «el estreñimiento de la viajera») y me repetís que el arroz estriñe…¿qué os parece el tema plátanos?.

¡Muy heavy el asunto!

Dejamos el arroz con cosas y el coco para después y nos inflamos de plátano y galletas.

Aquí los plátanos te los tienen que comer de 5 en 5 si quieres matar el gusanillo porque tiene tamaño de pene asiático  (por lo que dicen eh, que yo ni idea).

Y cuando estábamos en la habitación preparándonos para bajar a la playa…contra todo pronóstico…noto un leve retortijón…

Ay…¡que viene, que viene! Aplausos aplausos ?

Le he pedido matrimonio a Manué…no quiere…?

Voy a tener que aprender a darme los masajes intestinales yo solita…

A pesar de la negativa,  mi felicidad era máxima.  

Ahora estaba genial del catarro, podía respirar y ¡pesaba un kilo menos!

¿Se puede ser más feliz?

¡Pues sí, sí que se puede!

Cuando llegas a la playa en un día caluroso,  playa enorme de arena fina.  Playa larga, ancha y limpia. Playa vacía, prácticamente estábamos solos. Te metes en el agua y lloras de felicidad porque te acuerdas de tus amigas (el agua está igualita que en Gandía) y de tu suegra (que no se mete en ese caldichi ni loca).

Paseas por la playa, miras el horizonte, te quemas a pesar de que has comprado crema protectora para cargar un poquito más la mochila, te revuelcas en la arena…

Y cuando estás de arena hasta el cielo de la boca te vas a dar otro baño.

Que guay las olas, jajajajajjjajaja,  ay que viene una, jajajajajjjajaja,  ay que viene otra pero no se lo digo a mi cari y no se da cuenta…

Y la ola derriba a la cari, que soy yo, le hace una voltereta, la estampa contra el cuelo,  se mete en su boca…y el otro cari, en babia (o como se diga).

El caso es que está siendo un día tan genial que me hace hasta gracia tener la espada desollada porque una ola me ha arrastrado.

Disfrutamos mucho de la playa y al rato nos subimos a duchar que tengo ganas de escribir.

Y es ahora cuando experimento uno de los momentos de mayor felicidad. Es ahora cuando cumplo otro de mis sueños:

Os escribo desde una mesa frente al mar, con los pies metidos en la arena y con todo el tiempo del mundo para disfrutar del momento.

Mientras, Manu corta el coco que compramos y lo comparte conmigo y con los cuervos  (aquí hay infinitamente menos que en Negombo, así que resultan hasta simpáticos).

Tania escribe frente al mar

Después, se va a hacer las fotos que luego cuelgo para vosotros.

Al mismo tiempo, no puedo dejar de pensar en lo afortunada que soy en este momento. 

Nos vamos a dar una vuelta al anochecer y pasamos por una iglesia, que parece una discoteca por la luces de la fachada, y donde al parecer están dando misa.

Nos acercamos por curiosidad y experimentamos una sensación un tanto extraña.

Observamos una multitud de gente arrodillada, con los brazos en alto cantando «aleluya aleluya» al mismo tiempo que el cura, durante al menos 10 minutos...¡y nos emocionamos! Nosotros que nos es que estemos demasiado cerca de la iglesia católica.

Manu: «cari, ¿por qué nos habremos emocionado?.                           Tania: «pues por el mismo motivo que nos hubiésemos emocionado si pedimos arroz con cosas y nos ponen tortilla de patatas».

Cómo tiran la tierra de uno y sus costumbres…

De vuelta al albergue comienza a llover, pero da igual, vamos cantando de alegría.  Hasta que nos acordamos de que ¡hemos dejado la ropa tendida!

Como era de esperar habrá que tenderla dentro a ver si se seca por la noche,  porque a pesar de haber hecho un día de playa espléndido, ahora está cayendo un tormentón de los buenos.

Mañana salimos muy temprano rumbo a la capital, Colombo. Viaje de bus de 8 horas…no queremos ni pensarlo como no pillamos asiento…

Pero lo de mañana ya se verá mañana, hoy estamos felices de narices. 

GRACIAS POR ACOMPAÑARME ?

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: feliz, Playa, trincomalee, viaje

DÍA 3: RUMBO A DAMBULLA

27 octubre, 2016 por taniacarrasco 9 comentarios

DEJAMOS LA SUCIA NEGOMBO EN BUSCA DE OTROS HORIZONTES…

Nos levantamos temprano en nuestro tercer día en Sri Lanka y nos preparamos para echarnos la mochila al hombro. Nos ponemos el protector solar para no seguir aumentando el moreno albañil, repelente para no parecer coladores y de la mano, calle arriba, nos disponemos a hacer más de media hora de caminata a todo el solitrón para ahorranos el tuktuk.

Le echamos un par de narices pensando que cuanto menos gastemos ahora, más podremos gastar cuando nos vayamos a un resort a acabar el viaje, dentro de unos meses.

Muchos son los taxistas que intentan que sucumbamos, pero me sumerjo en mis rezos matutinos y voy en silencio agradeciendo al universo lo afortuada que soy, ajena a lo demás. Cuando, de repente, se para un tuk tuk para ofrecernos sus servicios ¡gratuitos!

Como es normal no le creemos, le damos las gracias con amabilidad y seguimos nuestro camino. Pero iba en serio y nos insiste al grito de «free free» (gratis gratis). Nos acabamos subiendo un tanto recelosos y nos explica que lleva en el vehículo las mochilas de unos alemanes, así que tiene la carrera pagada y no le importa llevarnos. ¡¡¡¡¡Oleeeeeeeeeeeee!!!!!

Llegamos al bus después de darle una propinilla al tuktukero y nos subimos…

Bus rumbo a Dambulla

La de veces que he leído que por estos países los buses son incómodos, van llenos de gente y hace mucho calor.

Nada más entrar al bus saqué el pañuelo gigante, regalo de mi querida Montse, que reservo para cubrirme al entrar a los templos, y rogué a Buda por favor que me protegiese de los pingüinos y los osos polares.

Nos sentamos donde nos dio la gana porque no había casi nadie y disfrutamos de un viaje a ritmo de música maquinera srilankesa.

Al llegar a Kurunegala, donde teníamos que bajarnos para coger otro bus, decidimos comer antes del siguiente viaje.

Después de varias vueltas por la ciudad, cargando con la mochila y a 31 grados con un «demasiado porciento» de humedad, encontramos un «restaurante».

Inciso culinario: aquí hay un plato típico estupendo que se puede comprar muy barato por las calles y que ellos llaman «rice and curry», y yo llamo «arroz con cosas». Llevamos tres días aquí y hemos comido arroz con cosas 5 veces.

Cuando entro al restaurante y me dice el camarero que si quiero «rice and curry» se me pone cara de halloween y casi salgo corriendo. Así que mientras Manué se come su sexto plato de arroz con cosas, con la mano para no parecer extranjero, a mi me traen una bandeja llena de fritanga (que yo llamo «fritanga con cosas»).

Para hacer el manjar más llevadero se me ocurre pedirme un refresco de cola (si la marca esta tan conocida quiere que la mencione en mi blog que me pague por la publicidad). Bueno pues me la sirven calentita…y a ver quien es la lista que después de llevar 3 días lavándose los dientes con agua mineral para que el agua del grifo no penetre en mi organismo, se pide un vaso con hielo…

De las 10 piezas de fritanga con cosas que me han puesto me como 3, y decidimos preguntarle al camarero si hay que pagarlas todas o sólo las que te comas, ya que me habían traído las que ellos habían considerado y se pagaban por separado.

El camarero nos dice que no con la cabeza, así que las pedimos para llevar y vuelve a repetir el gesto…y así estamos un rato, perplejos, hasta que recordamos que cuando mueven la cabeza en señal de «no» ellos quieren decir ¡sí!. Vaya par de panolis estamos hechos.

Volvemos a la estación de bus y buscamos el nuestro, esquivando autobuses por todos lados en un intento claro de suicidio.

Lo encontramos y este sí que es de los autóctonos. Desde antes de entrar ya te chorrea la espalda, pero ya cuando te sientas en esos asientos forrados con plástico lo flipas «amazing energy que te cagas». La música es mejor que en la ocasión anterior pero cuando eso se empieza a llenar y tienes que sacar la cabeza por la ventanilla para no asfixiarte, la música pasa a un segundo plano.

Llegamos por fin a Dambulla y salimos del bus al borde de la deshidratación. Yo, que tengo un catarro del quince y voy por el último clínex, voy pendiente de encontrar una farmacia a ver si hubiese suerte (puesto que en los supermercados no hemos encontrado tal producto).

Pasamos a la farmacia y les señalo el último clínex, con un número mayor de usos de los que recomienda sanidad. Me sacan toallitas de culete. Les digo que no, que lo que yo llevo, aunque no lo parezca, es de papel. Entonces me sacan un paquete de servilletas…

¿Que por qué venden servilletas en una farmacia donde venden refrescos y chocolate? Pues ni idea chica…

Como no me queda más remedio, sigo reutilizando el clínex que me queda, y vamos en busca de albergue.

Después de algunos antros llegamos por casualidad a un sitio donde el precio es inmejorable y en la habitación nos espera una lagartija.

Supongo que es Nagual, comprobando que todo va según lo esperado y lo interpreto como una señal para que nos quedemos.

No tardamos mucho en descubrir que en nuestra habitación no sólo vive Nagual sino que hay un montón de amiguitos cuyas especies desconocemos en su mayoría. Las ingnoramos y nos damos una ducha. Es entonces cuando comprobamos que tenemos ducha y jacuzzi en un sólo producto (el baño se inunda como tardes en ducharte más de dos minutos), y con un grifo que va sólo en una dirección…Que no hay agua caliente vamos…

Después de ducharnos y lavar la ropa (que con esta humedad se secará para el mes que viene), decidimos buscar un sitio para cenar, algo que no sea arroz con cosas. Y acabamos cenando harina con cosas saladas y harina con cosas dulces…nada que puedas encontrar en un bar cualquiera de España.

El caso es que a todo el mundo le preocupaba mucho la diarrea del viajero oye, y yo, que tengo que desentonar siempre he contraído otra enfermedad que he bautizado como «el estreñimiento de la viajera». Así que entre aguantarme el pipí para no usar los baños públicos y el atasco de tuberías mayores que tengo, el día que salga todo y me pille por ahí de excursión verás que diver.

Os escribo debajo de la mosquitera de este estupendo hotel de lujo lleno de bichitos, más constipada que una mona y oliendo a repelente por los cuatro costaos.

P.D: me escribís much@s por si voy publicando novedades día a día, pero hay varias cosas a tener en cuenta: habrá veces que yo quiera escribir y no pueda por el tema wifi. Habrá otras veces que no tenga mucho tiempo o simplemente considere que no tengo nada divertido que contar (no quiero que os aburráis). Así que voy a intentar programar el blog para que a los suscriptores se os avise por mail con cada nueva entrada, ok?

¡A suscribirse y avisadme si os llegan los mails please!

MUCHAS GRACIAS POR ESTAR TAN PENDIENTES. OS QUIERO

Hoy nos comen seguro…

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: Dambulla, mochila, negombo, viaje

Barra lateral principal

Copyright © 2022 · Genesis Sample en Genesis Framework · WordPress · Acceder

Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros para recopilar información estadística sobre su navegación y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias, generada a partir de sus pautas de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Acepto Leer Más
Política de cookies

Privacy Overview

This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necessary
Siempre activado
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Non-necessary
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.
GUARDAR Y ACEPTAR