• Saltar al contenido principal
  • Saltar a la barra lateral principal
logo-final
  • Inicio
  • Sobre mí
  • Servicios
  • Regalo
  • BLOG
    • ALIMENTACIÓN Y EJERCICIO
    • DESARROLLO PERSONAL
    • MIS VIAJES
  • Equipo
  • Contacto

varkala

CAMBIO DE PLANES: ¡NOS LARGAMOS DE INDIA!

2 diciembre, 2016 por taniacarrasco 6 comentarios

Hemos tenido que volver a cambiar de decisión. No podemos arriesgarnos a seguir en la India.

En nuestro quinto día en Varkala, preguntamos al propietario del hostal, dónde podemos comer que no sea de turistas.

Nos estamos dejando demasiado dinero en restaurantes con vistas al mar, porque tampoco hemos encontrado otra posibilidad.

Nos habla de un restaurante nuevo alejado de la zona turística. Vamos a desayunar allí antes de ir a buscar la tarjeta para el móvil.

En efecto, pagamos 100 rupias por un desayuno indio, cuando llevábamos gastándonos más del cuádruple en los desayunos de estos días atrás. ¡Más de cuatro veces el precio de hoy!

Nos alegramos mucho, porque ya que hemos decidido quedarnos en la India, está bien aprender estas cosas para seguir gastando poquito.

Seguimos las indicaciones que nos han dado para llegar a una tienda de móviles donde poder comprar la dichosa trajeta.

Por el camino, descubirmos toda una parte de la ciudad que no sabíamos que existía.

En la playa, un montón de indios en altares hechos con la arena, donde la gente se acerca para hacerles ofrendas y a rezarles. Nos cuentan que son como curas a quienes acude la gente que ha perdido a algún ser querido.

Por lo visto, piensan que cuando alguien muere su alma va al mar. Haciendo ofrendas a esos curas que se colocan en la playa, consigues que recen por ese alma y faciliten su descanso.

 

Al llegar a la tienda…cerrado.

Otra cosa que aprendemos es que no sólo tenemos la opción de caminar para no pagar tuktuk, también podemos coger autobuses.

Son súper baratos y tardan lo mismo que el taxi.

Así que cogemos un bus para llegar al centro de la ciudad y buscamos la tienda.

No tardamos demasiado en encontrarla. Nos piden fotocopia del pasaporte, de la visa y foto de carnet.

A pesar de que traemos miles de fotos de carnet, a mi cariño se le han olvidado en la habitación.

Eso le hace experimentar cómo se siente el hijo de un fotógrafo cuando se hace fotos en una tienda que no es la suya.

Y a mí me hace darme cuenta de que vine a Asia con Manué y ahora estoy con Mohamed.

 

Pagamos las correspondientes rupias y ya que estamos en el centro y nos quedamos en la India, vamos a sacar algo de dinero.

Recorremos cajero trás cajero, algunos vacíos y otros con enormes colas. No conseguimos sacar nada y nos preocupamos. Tampoco contamos con mucho efectivo y aún tenemos que pagar el alojamiento.

Cuando nos empezamos a desesperar, recordamos que la úlima vez sacamos dinero cerca de la estación de tren.

Caminamos hasta allí y ¡por fin!, no muy lejos, conseguimos sacar 2000 rupias.

La decisión de quedarnos se tambalea…

Ya que estamos cerca de la estación de tren, pasamos y compramos un billete a la ciudad con el aeropuerto más cercano, para mañana mismo. Por si acaso…

Aunque habíamos decidido comer y cenar en el mismo restaurante en el que hemos desayunado, por ahorrarnos dinero, ¡acabamos en el Abba!

Allí tienen wifi y podremos mirar qué es lo que pasa con el dinero en este país.

Pues pasa que al primer ministro se le ha ido la olla.

En su lucha con la corrupción, se ha puesto a retirar billetes sin reponer los nuevos y no hay dinero en los bancos.

La gente no puede sacar efectivo, los sitios no aceptan tarjetas y los turistas se están largando.

¡Y nosotros sin enterarnos!

Así que ya no hay más que hablar.

Nos da mucha pena tener que irnos de aquí porque no hemos podido ver casi nada, pero no hay necesidad de pasar calamidades.

Me niego a estar en un sitio con la incertidumbre de si voy a poder pagar los gastos a la semana siguiente, de si me voy a encontrar con una huelga o ¡quién sabe!

Además, los lugareños te dicen que el tema ya se está solucionando pero las noticas hablan de meses de problemas.

Disfrutamos de nuestra última comida en nuestro restaurante favorito. Para despedirnos como dios manda, pedimos de postre tarta de chocolate y banana.

Como podéis comprobar, la desgustamos con mucha pena…

 

Mañana temprano cogemos el tren a Kochi y de ahí, ya veremos…

Aún no hemos reservado el billete porque Manu ha considerado que es mejor tirarse al suelo a hacer estiramientos.

Tenemos el billete de tren a la ciudad con aeropuerto pero no tenemos el billete de avión para salir de la India.

Cuando queramos reservarlo se irá la conexión…

¿Qué os apostáis?

Bueno, Manu ha acabado con los estiramientos y parece que ya tenemos nuevo destino.

La realidad es que es una decisión relegada hasta el último momento porque no nos queremos ir.

cambio de planes

Muy temprano cogemos un tren a Kochi y llegamos sobre las 9 de la mañana.

Sin embargo, hasta las 8 de la tarde no sale el avión que nos llevará a Nueva Delhi, a coger otro avión.

Por esa razón, vamos a dar un paseo por la ciudad, después de preguntar cómo llegamos de la estación de tren al aeropuerto.

En la taquilla de la estación nos dicen, después de hablar entre unos y otros, que a las 14:40 sale un tren directo por 10 rupias.

¡Genial! Llegaremos con tiempo de sobra a coger el avión.

Damos un paseo por esta ciudad fea, maloliente y caótica, donde cuesta hasta respirar.

Comemos arroz con cosas, muy rico. Todo hay que decirlo.

Llegamos a la estación de tren antes de las 14. Con tiempo más que suficiente para coger el tren de las 14:40 que nos habían dicho.

Cuando llegamos a la taquilla el señor nos dice que son 60 rupias y que el tren nos deja a 5 km del aeropuerto.

¿Perdona?

Intentamos que nos explique porqué sus compañeras nos dijeron otra cosa esta mañana, pero no hay forma.

Llegamos al andén y miramos el billete para comprobar los datos.

El billete ponía como hora de salida las 13:37 y eran las 14:07. Corremos a la taquilla y nos dice que no nos preocupemos que su hora de salida es ahora…

Buena hora esa.

Al final el tren que salía a las 14:50 e iba directo al aeropuerto, salió pasadas las 3 y nos dejó a tomar por culo.

Cuando bajamos del tren, preguntamos en la estación cuál es la mejor forma de llegar al aeropuerto.

Nos dicen que no hay buses directos, que tendremos que coger un taxi. ¡Ya!

Preguntamos a un tuktukero por curiosidad y nos dice que como son 14 km nos saldría por 250 rupias.

Como ya sabíamos que era unos 7 km (puesto que lo habíamos mirado con el gps previamente), nos cagamos en él en castellano y con una sonrisa, por mentiroso, y vamos a la estación de tren.

Menos mal que allí, un revisor muy majo nos dijo que había un bus directo que saldría enseguida y se encargó de estar pendiente para que no lo perdiésemos.

¡14 rupias nos costó el bus! Frente a las 250 que nos quería cobrar el mamón del tuktukero.

Entrar al aeropuerto fue curioso porque estaba tomado por montones y montones de musulmanes, vestidos todos de la misma forma, como en una especie de peregrinación.

Cientos, de verdad. La gente les hacía fotos porque ellos solos ya llenaban todo el aeropuerto.

 

Tomamos una cena carísima y asquerosa antes de embarcar, para luego recenar en el avión.

¡Esto de las comidas en los aviones lo tenían que avisar!

Nos hubiésemos ahorrado la cena aquerosa del aeropuerto y hubiésemos disfrutado mucho más la cena asquerosa del avión.

Pasadas las 23:00 llegamos a Nueva Delhi para coger el avión definitivo que nos sacará de India.

Tendremos que pasar la noche en el aeropuerto porque hasta las 7:20 del día siguiente no salía nuestro avión.

Descansamos más bien poco porque todas las hamacas esas tan cómodas que ponen para que eches un sueñecillo, estaban ocupadas. Y cuando por fin quedaron algunas libres se las cedimos a una familia.

Justo cuando encontramos un hueco para reclinarnos un poquejo, nos toca al lado una morsa durmiente que roncaba en alta definición.

Pasamos por el duty free para gastar las rupias que no nos ha dado tiempo a gastar y ¡sorpresa!: ¡encuentro galletas de jengibre!

Os había echado de menos compañeras.

En el avión, de esos divididos en 3 asientos para un lado y 3 asientos para otro, nos sientan justo al lado de otro español.

Enseguida entablamos una conversación sin fin, donde nos relata sus viajes.

Marco (Agustín) es un arquitecto de 50 años, que después de ganar mucho dinero y comprar algunas propiedas, decide pasarse la vida viajando.

Nos da miles de claves y nos cuenta miles de historias. No podemos dejar de escucharle.

Qué casualidad que él perdió su avión ayer y le recolocaron en el nuestro. Y justo nos ponen juntos a los 3 españoles.

Todo pasa por algo.

Estoy tan atenta escuchando a nuestro nuevo compañero, que no me doy ni cuenta de que son las 9 de la mañana (el avión tenía que haber salido a las 7:20) y aún no hemos despegado.

Las condiciones no eran muy buenas porque la niebla no dejaba ver nada, pero sobre las 9:15 despegamos y llegamos a nuestro destino sin problema.

¡¡¡¡Siiiiiiii, ya voooooyyy!!!!

Queréis saber dónde estamos, ¿verdad??

 

ABRAZOS DESDE KATMANDÚ

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: cambio de planes, el viaje de mi vida, katmandú, nepal, problemas de dinero en india, varkala

SIN DORMIR NO SE PUEDE PENSAR BIEN

1 diciembre, 2016 por taniacarrasco 4 comentarios

Sin pegar ojo y con la preocupación de cuál será nuestro siguiente destino.

Ninguno hemos dormido mucho esta noche.

No sólo porque nos hayan acribillado los mosquitos, ni porque las almohadas estén rellenas de cemento, ni porque hiciese un calor infernal, ni por el ruido de fuera…

No hemos dormido sobre todo, porque no podemos quitarnos de la cabeza la mejor manera de salir de aquí. 

En lugar de coger la mochila y buscar alojamiento, como ayer, lo hacemos al revés que igual es más práctico.

Nos levantamos temprano y visitamos algunos sitios que aún no habíamos visto.

Entramos en un callejón de los que da a la playa, por el que ya estamos hartos de pasar.

Uno de los señores que estos días de atrás nos había ofrecido habitación, nos la vuelve a ofrecer.

Me llevo una sorpresa cuando Manu, que nunca quiere ver las cosas que nos ofrecen sino las que buscamos por nosotros mismos, accede a verla.

Cuando vemos la habitación y nos dicen el precio, Manu lo pregunta varias veces pensando que no ha oído bien.

La habitación está bastante cerca de la playa, tiene una cama enorme con sábanas limpias, un baño muy decente, una pequeña terracita y unos dueños que nos recuerdan a Indi y Videhé.

¡400 rupias!

Lo mejor que hemos visto en todos estos días en relación calidad-precio.

Comprobamos que el wifi tampoco es para tirar cohetes pero tenemos el router justo encima de nuestra terraza. Eso tiene que ayudar.

No podemos dejar pasar la oportunidad. 

Es nuestro cuarto día en Varkala y es la tercera habitación a la que nos mudamos. Creo que hemos visto unos dos millones de hostales…

Muy contentos con nuestro logro, nos vamos a celebrarlo con un buen desayuno, antes de mudarnos.

 

Con la barrigota llena, llegamos a nuestro nuevo hogar y nos encontramos con nuestras nuevas vecinas.

Ellas vienen de Goa, que era donde queríamos ir nosotros ahora. Pero nos reafirman en nuestra idea de marcharnos de India cuando nos advierten de que por allí los turistas se están largando, porque tampoco pueden sacar dinero de los cajeros.

Nos pasamos unas horas mirando por Internet qué podemos hacer. ¿Dónde podemos ir??

Para refrescar nuestras ideas nos vamos un rato a la playa.

En la playa de Varkala siempre hay bandera roja.

Normalmente los blanquitos estamos en un lado y los morenitos en otro.

Por alli vigilando, dos señores con pantalón corto y camisa azul, más un silbato al cuello.

Estos señores tienen dos misiones:

  1. Silbar cuando algún turista se mete a más de 10 metros de la orilla.
  2. Silbar cuando los jóvenes indios ataviados con su pareo se acercan a la zona de los turistas.

Entiendo el punto 1, el mar parece que está en calma pero de repente se forman olas importantes y te van chupando mar adentro, sin que te des cuenta.

El punto 2 tiene varios flecos sueltos…

¿Dónde van estos señores de barrigas pronunciadas con el pareo y los calzoncillos debajo? Sobre todo cuando los calzoncillos son negros y el pareo blanco. ¡Un espectáculo para los sentidos!

Y por otro lado, ¿por qué les pitan si se acercan mucho a la zona de turistas? ¿Por llevar calzoncillos o por combinarlos con el pareo?

No sé…tendré que preguntar…

Al ratito volvemos a casa, hacemos algo de ejercicio para no perder la costumbre y nos vamos a cenar ¡al Abba!?

¡¡¡¡Bravoooooo!!!!

En este restaurante da igual lo que pidas, todo está terriblemente bueno.

De regreso a «casa» para seguir con nuestra misión de huir de India, nos topamos con un concierto acústico en directo.

En el recinto, un muchacho con una guitarra y un micrófono y dos espectadores. ¡Dos! Ni uno más ni uno menos.

Al principio me da pena el chaval, ahí solito con su guitarra.

Luego me doy cuenta que estamos al lado de casa y que como no se calle pronto no voy a poder dormir, otra vez.

Tenemos que seguir buscando la forma de irnos, así que uno con el móvil y otro con la tablet…

pies de manu

¡Sin wifi!

Tiene que ser una broma.

Si no podemos mirar cómo irnos, ¿cómo cojo «pi pi pi» nos vamos?

Como a las dos horas, parece que pillamos algo de wifi y yo aprovecho para ponerme con el blog.

Me dispongo a pasar las maravillosas fotos que hacemos con la maravillosa cámara regalo de los suegris cuando…

¡Hemos jodido la tarjeta!

¡Hemos perdido todas las fotos desde que llegamos!???

Chachi piruli Juan pelotilla.

Al poco rato, cuando volvemos a perder el wifi, Manu coge su libro electrónico, regalo de su cuñada Nú,  y se pone a leer.

No me preguntéis cómo, en una de estas se sienta encima y parte la pantalla.

Ni wifi, ni fotos, ni libro ¡ni ostias!?

A tomar por saco, ¡nos quedamos en India!

Se nos han agotado las fuerzas para nada más hoy.

Manu se queda durmiendo enseguida, pero yo me meto en la cama más cabreada que una mona y con el concierto a la vuelta de la esquina.

Si el cantante, con sólo dos fans, llevaba 3 horas de concierto…¿qué hubiera sido de mí si llega a tener algo más de público?

Cuando me levanto a buscar los tapones para los oídos, me doy cuenta de que si enciendo el ventilador del techo, el ruido de avión despegando neutraliza el del concierto…

Pongo el ventilador y me vuelvo a meter dentro de la mosquitera.

Cuando estoy dentro, busco el interruptor de la luz y está al otro lado de la habitación.

Vuelvo a salir de la mosquitera, camino hasta el interruptor, lo apago, me meto en la mosquitera, me pongo los tapones…¡aaaaaaaaachús!

Enciendo la linterna del móvil, me quito los tapones, salgo de la mosquitera, paso al baño a por papel higiénico, me sueno la nariz, me meto en la mosquitera, apago la linterna del móvil.

Empiezo a buscar la postura y una luz azul me distrae de mi cometido?

El móvil de Manué se ha quedado cargando y la lucecita azul que te lo recuerda me molesta para dormir.

Enciendo la linterna del móvil, me quito los tapones, me cago en el del concierto mientras salgo de la mosquitera, cojo una camiseta, se la pongo encima al cargador, entro en la mosquitera de nuevo, me pongo los tapones, apago la linterna del móvil y ¡quiero dormir yaaaaaaaaaa!

Qué será de nosotros mañana…

Tenemos que ir a buscar una tarjeta de móvil para poder llevar internet encima, porque está claro que la que hicimos cuando llegamos a India ya no va a funcionar.

No estaría de más preguntar qué puede haberle pasado a la tarjeta de la cámara de fotos.

Deberíamos sacar dinero porque no recuerdo en qué momento hemos decidido seguir en India, como estaba previsto desde un principio.

Aguantaremos un par de días más en Varkala y después iremos subiendo hacia el norte en tren, como sea.

Me da en las narices que no va a ser tan sencillo…

OS SÚPER QUIERO MOCHITER@S

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: el viaje de mi vida, India, mochileros, sin dormir, varkala

ATRAPADOS EN VARKALA

30 noviembre, 2016 por taniacarrasco 4 comentarios

Varkala nos gusta, sí. Pero la idea era ver mucho sitios más y queremos salir de aquí ya.

Aunque Varkala tiene playa, un montón de tiendas hippies, escuelas de yoga en cada esquina y comida exquisita, tenemos sitios en mente mucho más interesantes para visitar.

Lo primero que toca hacer hoy es volver a organizar el petate y salir en busca de alojamiento, otra vez. Tenemos que encontrar una habitación a la mitad de precio y relativamente decente.

Es muy importante que tenga buena conexión a Internet. Si no la tiene, ni puedo escribir en el blog ni podemos buscar la manera de movernos a otro sitio.

A las 10 de la mañana y después de desayunar unos cuantos plátanos, nos ponemos la mochila a las espaldas y a patear.

Hace unos días, cuando cogimos el avión para la India, nos dio por pesar las mochilas en el aeropuerto.

¡Llevaba un mes cargando el mismo peso que Manué!?

Como su mochila es más grande y él tiene más fuerza, se suponía que se encargaría de llevar las cosas más pesadas. No nos habíamos dado cuenta de que el reparto no estaba siendo el correcto.

Un mes para arriba y para abajo con la mochila, llevando el mismo peso que él…

Hemos solventado el problema y la verdad es que lo noto. Ahora puedo subir y bajar escaleras con la mochila, a mucha más velocidad que antes…?

Vimos muuuuuchas habitaciones esa mañana.

Hay diferencias abismales entre unos alojamientos y otros.

Al principio, cuando entras a un sitio donde te reciben indios, piensas que la habitación será más barata pero más sucia.

Si te reciben blanquitos, piensas que la habitación será mas limpia pero más cara.

Y aquí de nuevo otra vez los prejuicios.

Hemos encontrado de todo, no se pueden hacer esas distinciones.

De hecho, no me gusta alojarme en habitaciones de blanquitos porque son más caras siempre y no hay posibilidad de negociación. ¿Más limpias? Pues a veces, pero no necesariamente.

Teníamos dos ofertas muy buenas: una habitación, separada del resto del hostal, con terracita con vistas al mar y otra en el interior, un poquito más barata, sin vistas pero más amplia y luminosa.

Agobiados con la decisión y con la cantidad de horas que llevamos buscando, nos sentamos a comer antes de decidirnos.

Con el estómago lleno se ve todo de otra manera?

Aunque son las 13:30, nos pedimos un desayuno de esos que resucitan a un muerto y disfrutamos de las vistas.

atrapados en varkala

 

Después de más de 3 horas con este calor, la mochila y sin parar de ver habitaciones, necesitamos reponer fuerzas.

Al mismo tiempo que nos ponemos finos de comida, intentamos tomar una decisión.

Tenemos dos opciones: habitación con vistas al mar por 500 rupias la noche y habitación sin vistas pero más amplia y luminosa por 400 rupias la noche.

Como aquí cada rupia cuenta, nos acabamos decantando por la más barata y vamos a por ella.

Cuando llegamos, la que nos gustaba estaba alquilada y la que quedaba nos la ofrecían por 500 ?

¡Mierda, nos teníamos que haber quedado con la que tenía vistas al mar!

Como estamos más que hartos de dar vueltas, nos quedamos allí.

Lo dueños parecen simpáticos y la habitación no está nada mal.

Tiene una cosa curiosa, muy habitual aquí, que a Manu le encanta: la ducha encima de la taza del váter. 

 

Hay que tener en cuenta que la foto no está en su tamaño real y se ve ensanchada. En realidad, la ducha está bastante más encima del wc.

Cuando se mete a duchar Manué, dice: “cariño, los que construyen las casas aquí, antes de decidir dónde poner la ducha, escupen al aire y donde caiga ahí que la enchufan. Bueno, así puedo cagar mientras me ducho”.?

Perdonadme las expresiones pero ponerle sinónimo a eso no me resultaba tan gracioso.

Cuando por fin soltamos las mochilas, me pongo a colocar la ropa de ambos.

Abro la mochila de Manu y me encuentro: un montón de jabones ayurvédicos y un juego de sábanas…

Sí, se las había “cogido prestadas” a Santos, de ese armario que descubrí poco antes de marcharnos.

Le regaño entre risas, porque cuando me doy la vuelta me está mirando con una cara de niño malo travieso que es para comérselo.

En realidad nos lo hicieron pasar tan mal con lo de los pasaportes que por unas sábanas y unos jaboncitos tampoco pasa nada.

Me recuerda a una historia de mi padre y unas aceitunas…?

Duchados y aseados, necesitamos ir al centro a buscar un cajero y a preguntar en la estación de tren.

Aún no hemos decidido cuándo ni dónde iremos pero queremos saber las posibilidades que tenemos. 

Buscamos un tuktuk que nos pide 100 rupias por llevarnos. Se acaban quedando en 70.

Pero cuando te subes al auto y lees un cartelito que pone que el kilómetro es a 10 rupias, te gustaría atizar al conductor.

¡Nuestro trayecto es de 3 kilómetros mamonazo!

Sacamos dinero después de hacer la correspondiente cola.

Está habiendo muchos problemas en India con el tema de sacar dinero de los cajeros, pero hasta el momento nosotros hemos podido sacar, casi siempre.

Tras esto, vamos a la estación de tren a mantener una conversación surrealista con el señor de las taquillas. 

Dice que no se puede reservar el billete. Que si el tren sale a las 10:30 de la mañana te tienes que venir a las 8 y esperar a ver si hay asiento.

¡Esto es que te meas!?

Anonadados, pasamos por un par de tiendas de móviles a ver si solucionan lo de la línea de Manu. Compró una tarjeta que debería llevar activa 3 días y no hay manera.

Nadie nos sabe dar una solución, así que caminito para casa que tenemos mucho trabajo buscando la forma de salir de Varkala.

Como ya sabemos lo que nos tiene que costar el tuktuk, por no ser muy cutres nos ponemos 50 rupias de presupuesto, aún sabiendo que tendrían que ser 30.

Nos para un señor tuktukero y cuando le decimos lo que le vamos a pagar, arranca sin mirarnos ?

Manu: “Nos va a tocar pagar más cariño”.

Tania: “No, lo que nos va a tocar es andar más”:

Entiendo que tenga que pagar un poquito más por la gracia de ser turista, pero que me engañen en mi cara sin ninguna educación, ¡perdona pero no!

Así que caminamos, que no es más de media hora y como todo pasa por algo, durante el trayecto nos encontramos con un grupo de españoles muy majos.

Están en Varkala formándose como profesores de yoga.

Fue un encuentro rápido pero en el que nos dieron algunas claves interesantes de este país y sus costumbres.

Creo que el día de hoy ya ha dado de sí todo lo que tenía que dar, pero nos queda uno de los mejores momentos…¡la cena!

Hemos descubierto que el restaurante Abba nos encanta. Nos ponemos morados de comida india y rematamos con tarta de zanahoria.

¡Ay mamá, qué tarta de zanahoria!

Manu que no quería tarta de zanahoria y que no es muy dulcero, por poco me deja sin ella.

Todo espectacularmente rico. ¡Inauguramos el Abba como nuestro nuevo restaurante favorito!

Nos vamos pronto a casa para seguir mirando dónde irnos y, cuando intentamos conectarnos a Internet, ¡la conexión no va!

Encima, mañana hay huelga, así que no podemos comprar otra tarjeta para el móvil de Manu.

Nos queremos cortar las venas.

¡Mañana nos volvemos a cambiar a un hostal con buen wifi, hasta que tengamos narices de encontrar la forma de salir de aquí!

ABRAZOOOOSSSSS?

 

 

 

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: atrapados en varkala, el viaje de mi vida, India, la mochila de tania, varkala

QUEREMOS SALIR DE INDIA ¡YA!

29 noviembre, 2016 por taniacarrasco 8 comentarios

Nos hemos equivocado con este país. Aquí no vale la improvisación. ¡Necesitamos salir de India!

Nos levantamos muy descansaditos y buscamos un restaurante sobre el que había leído Manu buenos comentarios.

En busca del restaurante, descubrimos la zona de playa que no habíamos visto ayer.

La playa de Varkala tiene mucho encanto y los hostales y tiendas de la zona llenan todo de color.

playa de varkala

Nos apretamos un desayuno de esos para el recuerdo y cuando salimos del restaurante damos un paseo por las tiendas.

 

El acoso al que te someten para que pases a comprar algo demasiado.

Como los pantalones de elefantes de Manué hubo que tirarlos porque el agujero de la entrepierna ya no era un agujero sino un boquete, vamos a comprarle otros pantalones a este hombre.

Además, llevo días intentando que se compre alguna camiseta porque se le ha ocurrido traerlas todas blancas…

Eran blancas hace un mes, ahora no sabría especificar el color.

Resulta que quiere unos pantalones de esos cagados tipo yogui, de los que no le gustaba que me pusiera yo cuando le conocí.

Cuando me aficiono a las mallas y tiro todos mis pantalones cagaos, mi chico se hace hippie y se los compra él.

Pasamos por una tienda y no soportamos la insistencia de la muchacha, así que pasamos.

Le enseña varios pantalones por 350 rupias, varias camisetas por 250 y le promete un precio mejor si se lleva dos prendas.

Después de regatear, salimos de la tienda con un pantalón y una camiseta por 600 rupias.

¡Echad cuentas!

Eso es, nos la han vuelto a colar.

Mientras mi novio el yogui maldice a la dependienta, que tiene bastante más calle que nosotros, nos encontramos con Martin y con Gina.

No nos han querido decir lo que estaban pagando por su hotel pero cuando les hemos dicho lo que estábamos pagando por el nuestro a Martin se le han puesto los ojos como platos.

Desde nuestro punto de vista, igual no es necesario derrochar el dinero. Pero oye, que si lo tienes me parece más que perfecto.

Hablamos con ellos de nuestro siguiente destino: Goa.

Todo el mundo habla de Goa. Es una zona muy turística de visita obligada si vienes a la India, el problema es cómo llegar.

Martin consiguió billete de tren pero Gina está como en una especie de lista de espera.

Cuando nos despedimos de ellos nuevamente, nos damos un baño en la playa pero no podemos disfrutarla.

Estamos un poco preocupados porque nos queremos ir mañana y aún no nos han devuelto los pasaportes.

Cuando llegamos a «casa» encontramos a Santos. Nos vuelve a pedir el dinero y le volvemos a pedir los pasaportes.

Dice que los trae enseguida y ya llevamos esperándole 2 horas de reloj. Este niño quiere morir…

Por no hablar de que le pedí papel higiénico ayer y todavía lo estoy esperando.

Nuestra preocupación va en aumento.

Cuando viajas de mochilero el pasaporte es tu vida. ¡Sin pasaporte estás perdido!

Ellos lo saben y vamos nosotros y se lo damos.

¡Tontos, tontos y más que tontos!

Por otro lado, estamos realmente nerviosos porque no vemos posibilidades que nos gusten para seguir moviéndonos por la India y hemos barajado la posibilidad de salir a otro país.

Como tenemos visado para 6 meses podemos volver más adelante.

Nos hemos dado cuenta que India es demasiado grande y demasiado complicada, en lo que al transporte se refiere.

Deberíamos haberlo traído todo planeado porque los trenes están reservados desde hace meses…

Con esto de practicar la espontaneidad y la improvisación se nos ha ido de las manos.

Mientras esperamos a Santos buscamos vuelos a otros países para tener algo en lo que pensar. Necesitamos olvidarnos de que ahora mismo somos unos indocumentados.

Estábamos a punto de coger un vuelo a Kuala Lumpur (Malasia) cuando me da por mirar el tiempo.

Tormentas y precipitaciones toda la semana.

¡Nuestro gozo en un pozo!

Empezamos a sentirnos atrapados en la India.

Manu sale a la terraza medio millón de veces a ver si ve aparecer a Santos y entra cada vez más cabreado.

Planeamos la manera de asesinarle y poder seguir viajando sin problema, pero no lo vemos viable.

Justo cuando os escribía y dos horas después de lo previsto, ¡aparece el niño con los pasaportes!

Su incipiente bigotillo y su sonrisa inocente nos hacen cambiar de idea y le dejamos vivir. Al final no ponemos en práctica ninguna de las venganzas que se nos habían ocurrido.

La felicidad que nos inunda cuando volvemos a tener los pasaportes en nuestras manos es tal, que olvidamos que queremos irnos de aquí cuanto antes.

Miramos el tiempo en los países que entran dentro de nuestros planes y todo lluvias. Aquí en la India un tiempo de la leche.

Mientras Manu sigue buscando una posibilidad viable yo subo a ver qué hay en el tercer piso de nuestro hostal.

Encuentro una terraza grande y un armario en el pasillo.

De repente, escucho una voz que procedía del armario y que me decía: «ven y ábreme, ven y ábreme».

Yo que soy muy obediente cuando me da la gana, no pude pasar por alto esas súplicas y fui a abrir el armario.

Dicho mueble contenía sábanas, jabones ayurvédicos como los que me compra mi mami en Madridejos y…¡papel higiénico!

¡Será mamón el niñato!

Ni corta ni perezosa, teniendo en cuenta que no me gusta robar, cojo prestado un rollo.

Que oye, ellos no lo usarán pero para mí el pasaporte y el papel higiénico se han vuelto imprescindibles en mi mochila.

Bajo toda contenta a enseñarle a Manu mi descubrimiento y me dice que coja jabones y todo lo que pueda, como venganza al sufrimiento provocado por la falta de documentación. ¡Y cómo no también por la mentira!

El niño me dijo que allí no tenía papel higiénico y que tenía que ir a buscarlo…

Ya he dicho antes que no me gusta llevarme cosas que no son mías, vaya a ser que el karma se acuerde de mí más tarde. No estamos para jugárnosla. Así que no hago caso a Manué.

Además, sábanas no necesitamos y jabón de momento tampoco. Peso innecesario para la mochila. Con el papel higiénico tengo bastante.

Como no encontramos solución al problema de movernos de Varkala, decidimos al menos cambiar de habitación.

La que tenemos es genial, todo nuevo, la cama súper cómoda y una terracita para nosotros solos, pero no entra dentro de nuestro presupuesto y ya vamos a pasar dos noches aquí.

Como sabemos que podemos conseguir algo decente por la mitad de precio, aparcamos nuestros planes de huida para después de cenar y nos vamos a buscar restaurante.

En el acantilado que compone la zona con más encanto de Varkala, se encuentran todos los restaurantes y casi todas las tiendas.

Según vas paseando, te van atosigando los managers de todos y cada uno de los restaurantes para que elijas el suyo.

Después de un paseo corto, porque había hambre, nos decantamos por un sitio muy cuqui cuyas mesas están decoradas con flores esparcidas por toda su superficie.

Primera línea para ver el mar, que de noche es una tontería como un castillo pero que ahí lo tenemos delante, aunque no lo veamos.

En Varkala, todos y cada uno de los restaurantes, tienen a la vista los mostradores de pescado fresco para que puedas elegir lo que quieras y la forma en la que quieres que te lo cocinen.

 

Aún sabiendo que esta cena nos va a salir cara, no nos podemos resistir.

Empezamos con unos cócteles: un mojito para Manué y un daiquiri de mango para mí. ¡Qué rico!

Me chiflan los daiquiris de fresa pero el de mango es una pasada.

¿En qué país te puedes tomar un daiquiri de mango hecho con fruta natural por 2€?

 

Estábamos degustando nuestros cócteles cuando nos llaman por detrás…

¡Martin y Gina otra vez!

O esto es muy pequeño o el universo intenta decirnos algo…

Cuando llega el pescado, a Manu le entran los 7 males.

Nos ponen un plato enorme con ensalada, patatas fritas y un trocito de pescado del tamaño de mi mano.

¿Y cómo tengo yo las manos?

¡Muuuuuuy pequeñas!

Menos mal que cuando lo probamos aquello estaba tan rico que se le pasó la pena. Ya me encargué yo de darle un poquito de lo mío.

Y como era de esperar, nos sablaron pero lo degustamos con placer.

Estaba hecho con una salsita de ajo, limón y mantequilla que le daba un sabor especial al pescado, aunque a mi estómago le sentó regular y se me puso barriga de siete mesina.

Volvemos a casa con una mezcla de sentimientos enfrentados.

Por un lado, no nos apetece nada hacer 26 horas de tren para llegar a Goa (que era el siguiente sitio en India que queríamos visitar) donde todo será más caro al ser más turístico.

Por otro lado, irse a un país donde no para de llover cuando aquí tenemos un tiempo estupendo, tampoco tiene demasiado sentido.

Vamos a intentar descansar a ver si mañana encontramos una solución de nuestro agrado.

HASTA MAÑANA MOCHITER@S

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: el viaje de mi vida, India, salir de india, varkala

Barra lateral principal

Copyright © 2023 · Genesis Sample en Genesis Framework · WordPress · Acceder

Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros para recopilar información estadística sobre su navegación y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias, generada a partir de sus pautas de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Acepto Leer Más
Política de cookies

Privacy Overview

This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necessary
Siempre activado
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Non-necessary
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.
GUARDAR Y ACEPTAR