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thailandia

LA VIDA EN EL PARAÍSO DE KO KOOD

26 enero, 2017 por taniacarrasco 4 comentarios

Eso de que la segunda cosa que veas cada mañana sea el mar…¡es un lujo enorme! ¡Me encanta Ko Kood!

La primera cosa que veo nada más abrir la puerta de la habitación es un descampado.

Lo segundo es el mar ?

Le das la vuelta a la habitación y ¡allí está!

Que digo yo que podían haber puesto nuestra habitación orientada para el otro lado.

Pero es sólo una idea tonta que se me ha ocurrido vaya.

Esta isla es muy especial.

Lo sabes desde el momento que llegas y ves el cartel de:

«isla libre de drogas y crimen».

A mi me parece un crimen que mi habitación tenga la puerta en el lado equivocado, pero supongo que se refiere a robos y esas cosas…

Con el resort en la playa estamos flipando.

Todos los días nos cambian las toallas, nos dan papel higiénico y agua, y cada dos días nos limpian la habitación.

En los hoteles españoles te limpian la habitación todos los días, pero aquí eso no es lo normal.

Aquí te la limpian cuando lo solicitas y sino, no te la limpian.

Esta mañana que he madrugado más de la cuenta, he comprobado que las mismas personas encargadas de limpiar las habitaciones, también madrugan mucho para limpiar la playa.

¡Qué gente más apañá!

Espero que al limpiar la habitación no hayan espantado a nuestras mascotas.

Tenemos dos lagartijas preciosas con nosotros.

Ayer sorprendí a una de ellas en la cama de Manu, y hoy en su mochila.

Si ya te digo yo que este muchacho tiene algo con los bichos.

A la que seguimos sin cogerle el punto es a la dueña del resort.

Los primeros días era una seta. Y aunque poco a poco se va ablandando, tiene cosas de juzgado de guardia.

Hoy que queremos volver a coger la moto, se lo comunicamos porque tiene que llamar a la empresa que lo lleva para que nos la traiga.

La moto nos costó 300 bats por un día, ¿vale?

Como era muy temprano y la moto tarda un ratito hasta que la traen, nos ofrece la moto que tiene ella.

«Si no queréis esperar podéis coger mi moto, pero va muy despacio y es muy vieja», dice la señora.

«Bueno, no pasa nada, pero por cuánto me la dejas», le pregunta Manu.

«Por 300 bats», dice la cachonda.

Manu se ha empezado a reír a carcajadas.

Pretendes que cogamos un cascajo de moto por el mismo precio que podemos tener una decente, y nos lo ofreces con todo el morro del mundo.

Para que luego digan que aquí la gente siempre te quiere engañar.

Esta señora va tan de frente que tiene que tener la cabeza llena de chichones.

Parece que también tiene un gran sentido del humor y una gran cuenta en el banco.

Porque sino no se entiende…

Es ella misma la que nos recomienda que mejor se la cojamos al muchacho del otro día, porque puede que nos la deje en 200.

Bien…

Eran las 9 de la mañana y le decimos que la necesitamos para las 11.

A las 11:45, cansados de esperar, volvemos a la recepción a preguntarle a doña seta.

«Vuelve a llamar» a la empresa que te decía. Se supone que por segunda vez ?

Cuando cuelga nos dice que no sabe cuándo podrán venir, que esperemos.

Pero que de todos modos, ella nos puede dejar una moto por 250.

¿Ahora nos la quieres rebajar?

¿No decías que era mejor que se la cogiésemos a la otra empresa?

Le sugerimos que nos la deje en 200 y se niega otra vez.

Que no es que nos queramos aprovechar de nadie, que no es eso para nada.

Es simplemente que vamos a estar aquí 3 semanas, comemos todos los días en tu restaurante y no eres capaz de bajarte del burro en ningún momento.

Así que como hemos supuesto que nos estaría haciendo esperar para que acabásemos cogiendo su moto, nos hemos ido a alquilarla a otro sitio.

¡Pues no tenemos la cabeza dura nosotros ni nada!

Es curioso que para alquilar moto en esta isla, no te piden ni el pasaporte ni ningún tipo de depósito.

¡Nos encanta este detalle!

Lo de alquilar la moto en otro sitio no ha sido fácil.

Los 3 primeros lugares en los que hemos preguntado ya no tenían existencias.

Por eso tampoco tienen necesidad de hacerte ninguna rebaja en el precio, porque se las quitan de las manos.

En la tienda donde la hemos alquilado, se supone que tampoco tenían.

El muchacho llevaba toda la mañana esperando a una chavala que le había asegurado que vendría a alquilarle la única moto que le quedaba.

Como eran las 12:30 del medio día y aún no había venido, ha decidido alquilarnosla a nosotros.

¡Lo que nos ha venido genial!

Hemos podido dar un gran paseo por la isla y descubrir sitios que el otro día no tuvimos oportunidad de ver.

¡Ya sabemos porqué las playas estaban vacías el otro día!

¡Está todo el mundo en la playa que hemos descubierto hoy!

 

Buscando en el mapa un lugar secreto que nos había recomendado el italiano, y que supuestamente no conocía nadie, hemos llegado a esta playa.

Tampoco te pienses que había mucha gente.

Podíamos ser como mucho unas 15 personas. 

La playa y los alrededores eran absolutamente espectaculares. 

 

Después de un gran baño, hemos iniciado la vuelta a casa.

Por el camino, he tenido que parar a echarle una foto a uno de estos altares que hay en cada esquina.

Te los encuentras en las ciudades y, por lo visto, también en mitad de la selva.

En dichos altares, la gente deja ofrendas.

Pues siempre, siempre, entre las ofrendas podrás encontrar botellas de fanta, con su correspondiente pajita ?

altar en Ko Kood

¿Fanta de fresa con pajita, como ofrenda en un altar?

Creo que por más que me lo explicasen no lo entendería.

A parte de para descubrir esta playa, necesitábamos la moto para comprar víveres.

Montones de botellas de agua, a ver si no duran hasta el año que viene, y algo de frutita.

Se nos está acabando el repelente, y eso también es muy pero que muy necesario.

Y sino…mirad el tamaño que tienen esos bichos aquí…

 

Te pican a traición con repelente, pues sin repelente no me lo quiero ni imaginar.

Nada más sentarme a escribirte me he puesto el repelente.

¡Pues ya me han picado 3 veces!

Te dejo con una puesta de sol preciosa que pudimos ver ayer. 

Qué pena lo diferente que es un paisaje en directo respecto a una fotografía…

Sobre todo si la fotógrafa es penosa…?

 

¡Que la disfrutes tanto como yo!

4. Ya me han picado 4 veces ?

UN ABRAZO ENOOOORME

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: el viaje de mi vida, Ko kood, la mochila de tania, mar, paraíso, playas de thailandia, resort, S.Beach Resort, thailandia

RESORT DE PLAYA PARADISÍACA ¡OLE!

24 enero, 2017 por taniacarrasco 4 comentarios

Jamás imaginé que estaría tan cerca de una playa paradisíaca de Thailandia, pagando tan poco.

Hemos dormido en nuestra nueva habitación, acompañados de algunas hormigas, pero nada a lo que no estemos acostumbrados ya.

Ko Kood es una de las islas menos explotadas de Thailandia. 

Estamos prácticamente en la selva.

De hecho, sólo llevamos aquí un día y ya hemos convivido con todo tipo de insectos, de lagartijas y de serpientes.

El desayuno frente al mar ha sido algo que tampoco esperábamos para nada.

Aunque no es precisamente barato, no está del todo mal.

Tenemos tortitas. Nada de chocolate y nata, eso sí, pero tortitas al fin y al cabo.

¡Riquísimas, por cierto!

Tenemos tostadas con mermelada y mantequilla.

No pienses en fiambre. Fiambre tampoco hay.

Tenemos zumo de naranja, con hielo.

También puedes prepararte un café con agua caliente, café soluble, leche en polvo y azúcar blanca.

Hay fruta. Puedes comer fruta para quitarte el sabor del café.

Y luego te pasan un papelito para que elijas entre: sopa, huevo frito con salchicas, huevos escalfados y otra cosa que no recuerdo, pero que seguro que lleva huevo.

Podría ser peor, te lo aseguro.

¡Los huevos escalfados están de muerte y vienen con ensalada!

Aquí tienen problemas con varias cosas: con el término «buffet» y con Peter Pan. 

Hoy hemos alquilado moto para recorrer la isla y tantear la posibilidad de encontrar un alojamiento más barato, y que también esté en la playa.

A pesar de comprobar que eso es totalmente imposible, al día de moto siempre le sacamos mucho provecho.

Volviendo a lo de Peter Pan…

Hemos encontrado un resort que se llama «Peter Pan», otro que se llama «Wendy», otro que se llama «Campanilla», otro que se llama «Capitán Hook» y otro que se llama «El País de Nuncajamás».

Le hemos dado vueltas al tema, sin encontrarle solución.

Peter Pan era mi película infantil favorita. No había demasiadas princesas que vestían de rosa y los niños no querían crecer.

¿Me habré quedado chiquitilla por eso?

Nos hemos llevado un sorpresón al entrar a preguntar en un resort de lujo.

Por curiosidad más que nada.

Ya estábamos allí y queda feo entrar y salir sin saludar.

Hotelazo en la playa, con spa y villas privadas en la misma arena.

De esos que entras, todo huele a caramelo y te reciben las muchachas más encantadoras y uniformadas de la isla.

Las villas privadas en la arena cuestan…

¡80€ la noche! ¡Con el desayuno incluído!

¿Hola por favor, me estás vacilando?

«Podéis reservar por internet, tomad una tarjeta. Nos vemos mañana», nos dice la muchacha encantadora de la recepción.

Pues no venimos mañana porque me pillas sin ingresos habituales, que si no…

No me digas que no es para pensarse lo de tener una villa privada en la playa, por 80 euros la noche con desayuno.

¡Aunque sea un par de noches!

Lo vamos a dejar para la luna de miel, que nos hemos quedado con las ganas. 

Estuvimos preguntando en otro lugar, donde el señor era súper majo.

Cuando le dijimos dónde nos alojábamos, a qué precio y que estábamos buscando algo más barato, ¡se echó a reír!

«¿Qué queréis más barato en la playa?

¡Imposible!»

Esas no fueron sus verdaderas palabras, pero algo así quería decir.

Después de recorrer la isla (que tiene poco más de 20 km) y mirar en casi todos los hoteles de playa, nos quedó claro.

Estábamos en un lugar privilegiado por un precio muuuuy bajo.

¡13 euros la noche! Desayuno a parte…

Como vamos a quedarnos aquí varias semanas, se nos ocurrió que quizá nos podían hacer algún tipo de rebajilla.

Encontramos un NO rotundo, de la «simpática» dueña.

Entonces, lo intentamos de otra manera y le propusimos dar clases de Yoga o Pilates, o lo que a ella le vinieses bien.

«Everything no», nos dijo ella tan maja.

¡A todo que no!

O lo que es lo mismo: «que paguéis lo que os digo y os dejéis de tonterías que no tengo el chichi pa farolillos»

Y se quedó tan tranquila.

Pues nada mujer, así te pasa, que tienes un resort espectacular en la playa y mientras los demás hoteles están llenísimos a ti te sobran habitaciones.

No puedes encontrarla en booking, ni en agoda, ni en ninguna página de las que se suelen usar para buscar hoteles.

Tiene una visión comercial un tanto peculiar, o que está enterrada en billetes y le da igual. No sabemos…

Nos han dado ganas de mandarla a Parla en más de una ocasión, pero después de darnos cuenta de que no vamos a encontrar nada mejor, tendremos que llevarnos bien.

Tampoco sabemos el tipo de vida que ha tenido esta señora, ni lo que la lleva a comportarse tan agriamente con sus clientes.

Así que vamos a sonreírle mucho a ver si le contagiamos algo.

Estoy convencida de que funcionará.

Otra de las cosas que hemos hecho en nuestro primer día en el paraíso ha sido comer.

Siiiii, como todos los días, pero esta vez nos hemos salido del tiesto.

Había que ir al restaurante del hermano del compi de Manu y pagar la novatada.

Este señor tiene un restaurante italiano aquí desde hace casi 10 años.

Se casó con una thailandesa, tuvieron una niña preciosa y aquí se quedaron.

Entre pizza y pasta, nos ha contado algunas anécdotas y nos ha aconsejado algún que otro sitio para visitar.

No se ha marcado ni un chupito de cortesía, pero nos ha regalado un mapa de la isla ?

Después de comer, hemos seguido recorriendo la isla.

Hay unos cuantos resorts de lujo de esos que quitan el conocimiento.

Nos hemos tenido que conformar con verlos desde la playa.

Playa Ko Kood

Y ya de paso, hemos hecho alguna fotillo.

Nos ha resultado muy raro un detalle.

Hemos encontrado varias playas preciosas, casi todas con resort cercano.

No hemos visto más de 10 personas en ninguna playa.

 

Si los hoteles están llenos y aquí no hay mucho más que hacer a parte de estar en la playa…

¿Dónde está la gente?

Una cosa muy rara…

He llegado a casa con el culo hecho polvo de tanta moto.

La carretera principal está medio asfaltada, pero para acceder a los resort de la playa los caminos suelen se intransitables.

Hemos dado más botes que un tonto.

Si tuviésmos hielo me sentaría encima.

Pero no, lo que tenemos en la habitación es un asador de pollos más que otra cosa.

Menos mal que tenemos un «fan» en la pared (ventilador).

De esos que cuando los pones para que se muevan suenan como si estuviesen despegando 200 aviones de combate.

¡De esos!

Hoy nos hemos movido de lo lindo.

Vamos a descansar que estoy deseando que llegue otra vez la hora del desayuno ?

 

UN ABRAZO MOCHITER@

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: el viaje de mi vida, Ko kood, la mochila de tania, peter pan, playa paradisíaca, resort, thailandia

¡NUESTRA PRIMERA AMIGA THAILANDESA!

5 enero, 2017 por taniacarrasco 2 comentarios

Nunca había tenido una amiga thailandesa. ¡Conocer gente agradable es lo que más me gusta de viajar!

Manu se va por la mañana temprano a su curso, a ritmo de frenos desgastados, y yo me quedo en el hostal pegada a la tablet.

Queremos que nos cambien de habitación porque la nuestra no tiene muchan luz, quizá mañana sea posible.

Mi cariño está muy contento con su curso, está conociendo gente interesante y los profes son muy buenos.

Está aprendiendo mucho y muy rápido, son dos semanas y hay que exprimirlas al máximo.

En mi caso, trabajar en el blog, hacer algo de ejercicio y comer, son las tareas que me ocupan el día.

Cuando me quiero dar cuenta, ¡ya ha vuelto Manué!

Hoy no he hecho amigos. Intento no darle conversación a nadie porque eso me distrae de mis tareas y me baja los niveles de concentración.

Pero los amigos vienen a mí y entonces no sé cómo evitarlo.

Si noto que alguien me saluda con interés, dibujo una pequeña sonrisa en mi cara y sigo mi camino.

Antes, cuando escuchaba a alguien hablar español, me lanzaba a saludar.

Ahora, sonrío para dentro, pongo cara de nepalí y evito cualquier distracción.

No es que me haya vuelto estúpida, es que quiero aprovechar la ausencia de Manué para ponerme al día con las cosas que había dejado para más adelante.

Ha llegado el momento «más adelante».

Hoy hemos probado un sitio nuevo para cenar.

La sopa de noodles contenía unas bolas sospechosas, que parecían de carne, y unos trozos de no sé qué, que se ha tenido que comer Manué porque yo no los podía ni masticar.

De vuelta a casa, parada obligada en el 7eleven a comprar yogures naturales, para que Manu se meta algo más en el estómago.

Lo más interesante del día es que nos ha escrito una chica que conocímos hace poco, aquí en Thailandia.

Te hablé de ella en el post de los primeros días en Chiangmai.

Es una nena que trabaja en uno de los mil hostales que vimos, antes de decidirnos por el que tenemos.

Nos cayó genial, nos hizo una oferta muy buena y nos ayudó a buscar alojamiento cuando fuimos a Pai.

No pudimos quedarnos en el hotel donde ella trabaja porque a pesar de la gran oferta que nos hizo, se nos salía bastante del presupuesto.

Sin embargo, mantuvimos contacto con ella vía mail, nos dimos los teléfonos y nos ha escrito.

Dice que le gustaría vernos mañana para cenar, así que es posible que mañana tengamos una velada interesante.

Ja O, que se llama la colega, es thailandesa. A esta no vamos a tener que llamarla Chen, su nombre es más sencillito.

Aunque es de las pocas thailandesas que hemos encontrado con un inglés fluído, sigue siendo inglés-thai, y a toda velocidad.

El inglés-thai es un inglés diferente. Chapurrean cuatro palabras, las mezclan todas y pretenden que te enteres de algo a través de la lectura de su mente. 

«Silter» quiere decir «sister», hermana en castellano. «Epénsif», quiere decir «expensive», caro en castellano. «Same same», que quiere decir «igual multiplicado por 2», lo usan para todo.

Aún no sabemos a qué se refieren cuando lo utilizan.

Y así una lista interminable de pronunciaciones extrañas que me hacen parecer a mí la más lista de los tres. 

Manu se defiende muy bien cuando el inglés es bueno, cuando el inglés es malo, la que primero se entera soy yo.

El problema con esta chiquilla es que no nos enteramos mucho ninguno de los dos, porque habla a toda castaña.

Como no lleve intérprete a la cena tendré que usar la táctica que utilizo con las personas pesadas: las miro, sonrío, asiento con la cabeza y, mientras, hago la lista de la compra o lo que sea que tenga en mente.

Al día siguiente, nos cambiamos de habitación.

Me dejan comprobar antes si es cierto que tiene más luz que la anterior, por si no me interesa el cambio.

No sólo tiene más luz sino que los colchones parecen mucho mejores. Y eso, la verdad, es un gran punto a favor.

Cambio todas las cosas de una hacitación a otra y cuando acabo, me doy cuenta de otro punto a favor.

La puerta del baño está decorada con un cartel muy educativo, que hace que no pierdas la perspectiva y no metas la pata en temas delicados.

 

Que viene a decir algo así como:

«- El condón le dice al tampón: tú me dejas sin trabajo una semana al mes».

– A lo que el tampón responde: cuando tú no haces bien tu trabajo, yo pierdo el mío durante 9 meses».

Ahí la tienes…¿No me dirás que no es educativa?

Cuando vuelve Manué, me comunica que finalmente hemos quedado con la chica thailandesa para cenar.

Nos ponemos nuestras mejores galas, las mismas que en nochevieja, y cogemos un taxi al lugar indicado.

Manu me explica que hemos quedado con ella en la puerta de un banco, cuyo nombre lleva escrito en el móvil.

Cuando llegamos a la calle, ninguno de los bancos que nos encontramos tenían ese nombre, pero seguimos caminando tranquilos porque vamos bien de tiempo.

¡Ya lo encontraremos!

Llevávamos paseando un rato cuando escucho que alguien me llama gritando…

«Tanyiiiiiiaaa, Taníaiiiii».

Me doy la vuelta porque alguien grita, pero tampoco tenía claro que estuviesen gritando mi nombre.

Y ahí estaba Ja O, corriendo detrás de nosotros, porque nos habíamos pasado el punto de encuentro.

El punto de encuentro no era un banco, era un restaurante con nombre de banco cuyo letrero se escondía entre árboles…

¿Cómo íbamos a encontrarlo?

Porque nos vio ella que sino aún estamos dando vueltas…

Ja O abre los brazos siempre que nos ve. A mí me saluda con un gran abrazo, largo y cariñoso. Con Manu es más prudente.

Habrá leído la historia de la azafata que se quedó sin ojos por intentar ligar con él, en un avión con barra libre.

Ja O nos hace varias propuestas para cenar, pero pensamos que lo mejor es que decida ella.

Primero vamos a un sitio con una gran cola en la puerta. Lo llaman «restaurante de comida NO thailandesa». Les gusta pensar que Chiangmai tiene su propio tipo de comida.

Pero Ja O nos confiesa que es comida thailandesa, sin más.

Aunque por la cantidad de gente que hay esperando en la puerta, tiene que ser buena comida.

Preguntamos y delante de nostros hay 30 personas esperando…

Si la idea fuese desayunar allí, nos daría igual, pero para cenar quizá sea demasiado tener que esperar a 30 personas…

Nos vamos a otro sitio, también conocido por nuestra nueva amiga.

Un restaurante birmano que a ella le encanta.

Como nosotros no hacemos ascos cuando se trata de comida y nos encanta probar cosas nuevas, aceptamos sin pensarlo.

Nos comenta que aunque el sitio tiene mala pinta, la comida es muy buena.

¡Justo los sitios que nos gustan a nosotros!

Al llegar, comprobamos efectivamente que buena pinta no tiene.

Pero no peor que muchos de los sitios donde hemos comido estos meses.

Al menos las moscas no eran más grandes que nosotros.

Dejamos que la anfitriona pida lo que quiera para los 3. En unos segundos tenemos la mesa llena de cosas, para echárselas ¡al arroz!

Conclusión: da igual que el restaurante sea srilankés, indio, nepalí, thailandés o birmano, ¡el arroz con cosas es el plato estrella!

Nos ponemos morados, sobre todo Manu, al que le encanta que Ja O sea persona de poco comer. Así quedará más para él.

Consecuencia: salimos de allí rodando y cuando llegamos a casa…¡cagalera!

La comida empieza genial. Nada más sentarnos en la mesa, Ja O mete la mano en su bolso y saca un par de regalitos.

Amiga thailandesa

A Manu le trae un artilugio de madera para dar masajes y a mí una carterita, hecha a mano por una amiga, ¡diseño exclusivo!

Sólo se hace una igual, así que tengo una carterita thailandesa hecha a mano ¡única en el mundo!

Es muy probable que cuando llegue a Ibiza este verano me encuentre alguna igual. Todos sabemos que en Thailandia, otra cosa no será, pero diseños e imitaciones a cascoporro.

¡De todos modos, me hace la misma ilusión!?

Artilugio para dar masajes y carterita exclusiva=2 regalos para mí ?

Nos la comemos a besos, ¡no se puede ser más encantadora!, y empezamos con la comida.

Cuando estamos al borde de la explosión, Ja O nos pregunta si queremos pedir algo más.

Ella tiene el plato medio lleno aún y a nosotros nos falta comernos los cubiertos.

Es el momento de pedir la cuenta y ella se ofrece a pagar.

¡Ni hablar! Nos va a salir por un ojo de la cara pero qué menos que pagar nosotros.

¡Qué sopresa nos llevamos al comprobar que es súper barato!

¡Nos gusta esta chica!

Como su novio está trabajando fuera y está sola en casa, le apetece que demos una vuelta, no tiene prisa.

¡Qué rara la gente con esto de evitar la soledad!

¡Con lo que me gusta a mí disfrutar de la casa cuando me quedo sola!

Paseamos un rato con la intención de hacer algunas comprillas.

Confieso que necesito un pantaloncito vaquero corto y nos lleva a un mercadillo.

¿A qué otro sitio si no?

Algo raro tiene esta gente con los mercadillos.

En la plaza a la que nos dirimos, hay un espectacular centro comercial donde seguro que puedes encontrar lo que quieras.

Sin embargo, rodeando a éste, un inmenso mercadillo evita que se te pase por la cabeza lo de entrar al centro comercial, por muy bonito que esté decorado.

Prueba tú en España a montar un mercadillo rodeando Xanadú, a ver qué pasa…

Me pruebo varios pantalones, pero ninguno me convence.

Cuando por fin encuentro uno que me queda medio bien, salgo a que me vean para darme el visto bueno.

Me queda perfecto de todos sitios pero me aprieta de la barriga.

Intento convencerme a mí misma que el motivo por el que no puedo respirar es porque estoy ovulando. Sabemos que en esos días esa zona puede hincharse un poquito.

Hago público mi problema con el botón del pantalón y Ja O me dice que estoy muy sexy. Le digo que no, que es que estoy algo rellenita…

¿Cuál ha sido su respuesta?

Que no es que esté rellenita, ¡que soy fuertecita!

¡Fuertecita que me ha llamado!

¡¡¡¡¡Uy lo que ma dichooooooooooooo!!!!!

Porque te tengo que querer que sino…

No me malinterpretes mochiTer@, que no es que me considere una persona «rellenita», es sólo que comer arroz todos los días durante más de dos meses, pues se tenía que notar en algo.

No iba a ser el único efecto que se me estén rasgando los ojos…

La velada fue genial, pero cuando empezó a llover la dimos por concluída.

Hemos quedado en vernos otra vez para ir a bailar salsa. Eso puede estar muy bien.

Sobre todo porque ella no sabe y quiere que la enseñemos.

Los que bailáis sabéis que eso de ir a bailar con alguien que quiere que le enseñes ¡es una faena!

Enseñar mola mucho cuando te van a pagar por ello. Cuando sales a una disco a bailar y tienes que enseñar a alguien, se te ha jodido la noche.

Menos mal que viene Manué y le va a tocar a él practicar con la novata.

El caso es que la chiquilla se lo merece. Se merece que la enseñemos a bailar y que pongamos su nombre en una calle, si hace falta.

Nos vamos a casa muy contentos.

Manu se pone a hacer los debéres del curso antes de dormir. Yo le espero leyendo.

Seguro que los nuevos colchones nos permiten dormir a pata suelta.

¡Que te lo has creído!

Primero a Manu se le metió en la cabeza que había un mosquito gigante en la habitación.

Después de un rato buscando al mosquito, desiste y se mete en la cama.

Iba yo a coger el sueño, cuando llegan los vecinos de la habitación de al lado.

No sé si es que en lugar de personas son caballos, pero daban golpes a diestro y siniestro.

Me levanto a por los tapones de los oídos. Manu ya los tiene puestos y no está escuchando a los caballos.

Cuando me vuelvo a meter en la cama, me acuerdo del mosquito.

Si se me acerca, al tener los tapones puestos, no le voy a escuchar.

Me quito los tapones.

Me vuelvo a meter en la cama y pienso en cosas bonitas:

«Qué bonito el viaje, qué simpática nuestra nueva amiga, mañana voy a probar una clase de Chikung maravillosa, quiero matar a los vecinos…»

Nada de nada. ¡Los ojos como platos!

¡Si es que no tenía que haber comido tanto arroz!

BUENAS NOCHES Y ¡A DEJAR LOS ZAPATITOS EN LA CHIMENEA!

P.D: vale que estoy lejos pero se aceptan regalos de reyes. Yo dejo el número de cuenta y arreglado ?

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: amiga thailandesa, chiangmai, el viaje de mi vida, la mochila de tania, thailandia

UNA NOCHEVIEJA DIFERENTE

2 enero, 2017 por taniacarrasco 4 comentarios

Estás deseando saber cómo ha sido la nochevieja por aquí, lo sé. Ahora mismo te lo cuento.

El día 31 nos levantamos en el hostal y tuvimos que hacer las «maletas» para irnos al hotel de la piscina.

Desayunamos tranquilos y nos fuimos andando.

Llegamos antes de tiempo, la habitación no estaba lista y tuvimos que esperar en la terraza que tienen al lado de la piscina.

 

El día está algo nublado, pero seguro que mañana podemos celebrar el nuevo año dándonos un buen baño.

Cuando por fin podemos subir a la habitación, nos damos cuenta que la habíamos idealizado.

No está mal, pero algo viejita.

Llegué a esa conclusión, cuando me quedé con la mosquitera del balcón en la mano.

 

También ayudó que tengamos el baño encharcado por una gotera y que la televisión tenga ese culo.

Salimos a comer pronto, intentando decidir dónde iremos esta noche a darle la bienvenida al 2017.

Yendo a comer, descubrimos un parque muy chulo, donde montones de extranjeros estaban repartidos por las zonas verdes haciendo diferentes cosas.

Unos con el acro-yoga haciendo acrobacias por parejas, otros enganchando una goma entre dos árboles para subirse encima e intentar mantenerse…y los thailandeses, mirando.

Parecía un zoo aquello oye.

Especímenes extraños haciendo cosas raras mientras la gente del propio país les observa con curiosidad.

Les faltaba echarles cacahuetes.

La comida fue buena pero escasa, como siempre en Thailandia.

Lo mejor fue que nos encontramos por la calle con un amigo y pasamos un rato muy ameno.

 

Aunque no pudimos hablar mucho con la familia, tuvimos la suerte de poder hablar con nuestra amiga María Luisa y su Iván.

Esa conversación me dejó preocupada…

Dice mi amiga que porqué que salimos en las fotos con vestimentas tan horteras…

Voy a intentar aclararlo por si alguien ha tenido la misma sensación.

A parte de que en la mochila cabe lo que cabe y no me iba a traer mis mejores galas a un viaje de este tipo, nos está empezando a importar un rábano eso de combinar e ir bien arregladito.

¡Qué desgaste de energía!

Y qué felicidad levantarse cada día y no tener que pensar en lo que te pones, porque ¡no tienes otra cosa!

Si tienes 4 pantalones y 4 camisetas, eso es lo que hay y combínalas como puedas.

¡Es un descanso tremendo!

Después de hablar con mis queridos y maravillosos padres, nos vamos a empezar con nuestra fiesta de nochevieja.

Nadie nos ha sabido explicar claramente cómo se celebra aquí tal acontecimiento.

Paseando por la ciudad hemos visto algunos carteles sobre una «fiesta de la cuenta atrás» y hemos pensado acercarnos por allí.

Nos recomiendan darnos una vuelta por una calle concreta, que es por donde está todo el mundo.

Suponemos que será la típica calle llena de bares y pubs.

Nos ponemos nuestras mejores galas:

Manué: pantalón vaquero largo, camiseta informal y chanclas de piscina. Para combinar las chanclas, la mochila plegable de decathlon.

Tania: leggin vaquero, vestido rosa arrugado hacia arriba tipo camiseta larga, chanclas de hacer el camino de Santiago en agosto y pañuelo rojo y verde cortesía de mi amiga Montse.

Tuve que sacar el vestido de la mochila por la mañana y, aún así, tenía tantas arrugas que era vergonzoso.

¿Y qué hice? ¡Pues ponérmelo! ¡Qué-más-dá!

Eso sí, me puse brillo rosita en los labios para que me diese un toque distinguido.

Pero pensaba: «verás cuando tengamos que meternos en algún sitio a cenar o tomar algo y esté todo el mundo de gala…» «Tendremos que cenar en la calle…» «¿Habrá puestecillos callejeros hoy, donde cene la gente que no tiene más que 4 camisetas y 4 pantalones?».

Al llegar a la calle que nos habían dicho…¡otro mercadillo gigante nos estaba esperando!

mercadillo de Nochevieja

Así celebran aquí la nochevieja…¡y todo!

Domingo: mercadillo.

De lunes a viernes: otro mercadillo.

Por la noche: el mercadillo nocturno.

Nochevieja: mercadillo de nochevieja.

Y así se divierten.

Te plantan un mercadillo de 5 kilómetros y entre que vas y vuelves ya has echado la noche.

La idea del mercadillo nos hace ilusión porque pasamos totalmente desapercibidos.

Allí cada uno va como quiere, no hay mucha gente arreglada y hay tantos puestos de comida que no vamos a tener problema con la cena.

Según vamos caminando, vemos a lo lejos, en el cielo, los farolillos típicos thailandeses que se ven en las películas.

La gente los enciende, pide sus deseos para el año 2017 y los suelta para que vuelen y llenen el cielo con su luz. 

Como mi hermana Irene me había advertido que eso era lo típico en Thailandia y que lo tenía que hacer, seguimos a la masa hasta que llegamos al lugar de donde estaban saliendo los farolillos.

Una plaza grande, abarrotada de gente, se preparaba para el año nuevo lanzando sus buenos propósitos y sus mejores deseos, al aire.

El espectáculo era precioso.

A pesar de que no me gustan las aglomeraciones, porque sólo veo sobacos, nos quedamos un rato a observar.

Manu se empeña en que compremos un farolillo, y yo, diga mi hermana lo que diga, preferiría gastarme ese dinero en un gofre de chocolate…pero bueno.

Muy motivados, compramos el farolillo y nos damos cuenta de que no llevamos mechero para encender la mecha.

Le preguntamos al muchacho al que le hemos comprado el farolillo y se le ha acabado el gas en el mechero.

Como estábamos viendo que algunos farolillos los lanzaban mal y quedaban atrapados en los árboles de la plaza, nos alejamos de dichos árboles.

Cuando encontramos una zona fuera de peligro, pedimos un mechero y esa misma chica nos hace algunas fotillos.

No sé a qué se dedica esta muchacha, pero espero que no sea fotógrafa porque en ese caso tiene los días contados.

Voy a subir la foto porque no me queda más remedio, no hizo ni una en condiciones…

 

Encendida la mecha y hechas las fotos, nos miramos, enumeramos nuestros deseos (la gente los escribía en el farolillo pero tampoco llevábamos boli) y yo suelto el farolillo.

Manu, que le ha cogido el gusto, lo sujeta otro rato y camina con él.

Cuando decide soltarlo…

Manu sigue al farolillo con la mirada y las piernas, yo siguo a Manu con la mirada y sin las piernas y…

Ahí está nuestro farolillo…

 

Sí, sí, en el árbol enganchado.

Esperamos un poco a ver si salía volando otra vez, pero nada.

Nuestro farolillo no quería volar y Manué estaba triste, como cuando a un niño no le traen los reyes lo que había pedido.

Es inevitable pensar que por culpa de ese farolillo atrapado, tus deseos no se van a cumplir.

?????

A nosotros nos da igual, prácticamente todos nuestros deseos eran dirigidos a la familia y amigos así que…

¡los que lo tienen jodido son ellos!

Aún así, Manué quiere comprar otro farolillo y a mí me parece innecesario. ¿Qué pasa con mi gofre?

Sin embargo, veo que no se le pasa la tristeza y le animo a que lo compre.

Podía hacer 15 minutos desde que compramos el primer farolillo y ahora ¡nos quieren cobrar el doble!

A lo mejor por eso nuestro farolillo no volaba bien, porque era de los baratos ?

Al final nada, ni farolillo ni leches.

No pago «guan jandres» (100bats pronunciado en inglés-thai) por un farolillo.

Cuando la vendedora nos dijo que valían «guan jandres» estuvimos por decirle, vale, a Andrés cóbrale lo que quieras pero a mí la mitad, como antes.

Íbamos a empezar a ponernos en marcha para ir en busca de mi gofre cuando…¡llegaron los bomberos!

¡El árbol donde se había quedado nuestro farolillo estaba empezando a arder!

«Vámonos cariño que las cárceles thailandesas no tienen buena fama».

Desde que mi amigo David me dijo: «Dile a Manu que tenga cuidado con las thailandesas que casi todas tienen más rabo que él», andamos con mucho más cuidado.

 

Para que veáis que no os miento, ahí tenéis al señor bombero, a lo lejos, con su mangera, mientras los demás salimos corriendo para no acabar empapados.

Así que no sólo no pudimos hacer volar el farolillo sino que casi quemamos la ciudad.

Manu, decía: «parece que lo hacemos a posta para que tengas cosas que contar», ¡pero no!

Es la pura realidad.

Después de eso, no supimos elegir bien el postre.

Aún no entendemos bien qué les pasa aquí con las cantidades (si alguien lo sabe que me lo explique por favor) pero el gofre de nutella llevaba dos gotitas de nutella, muy bien esparcidas por todo el gofre.

Cuando sugerimos que nos echasen un poquito más, la buena señora se pasó otro rato extendiendo las mismas dos gotitas que ya había extendido antes.

Salimos del bullicio, camino de la plaza donde vimos el cartel de la cuenta atrás.

Teníamos intención de comprar uvas pero al final desistimos.

¡Si no me las tomo en España, no me las iba a tomar aquí!

Al llegar a la plaza, una mujer vestida de negro encima de un escenario, cantaba baladas en thailandés.

Algunas decenas de personas, también de negro, estaban sentadas escuchando el concierto.

Parecía que en cualquier momento iban a parar la música e iban a empezar todos a cortarse las venas.

¡Claro! ¡El rey!

Enseguida nos dimos cuenta de las fotos del rey esparcidas por todas partes y entendimos que aquello era una especie de homenaje y que allí ¡no habría fiesta ninguna!

Nos quedó mucho más claro cuando vimos este cartel…

 

¡Zona de no alcohol, dice!

¿Y qué zona es esa?

Delimítamela no vayamos a tener problemas.

¿Ahora qué hacemos?

No es que nosotros seamos los reyes de la fiesta, ni mucho menos, pero hombre, una copita hoy tiene que caer.

Nos alejamos de la zona de no alcohol, y buscamos un bar normalito donde poder tomarnos un mojito.

Llegamos al «Garage» y el dj está mezclando hiphop comercial.

¡Hay que quedarse aquí!

El pub está lleno de gente de todo tipo, la música es total y absolutamente maravillosa y estamos al aire libre.

¡Aquí con tanto extranjero hay cuenta atrás seguro!

Mi mojito de fresa no tiene nada que ver con un mojito de fresa, pero…de repente…empiezan a sonar los NˋSync, después Britney Spears, luego las Spice Girls, a continuación me ponen a los BackStreet Boys y trás esto es cuando me desmayo. 

¡¡¡¡¡¡No puede seeeeerrrrrr!!!!!!

¡Estoy alucinando, gritando, emocionada y a punto de saltar a la pista!

Vaya, qué pena que me falte alcohol todavía…

Bailamos y observamos cómo la gente se emociona igual que yo cuando suenan tantas canciones.

O el dj se está marcando una sesión «remember» o allí todavía tienen club de fans de Gary Barlow.

¡Qué hombre, eh Sonyas!

A pocos minutos de las 12 de la noche, hacemos especulaciones sobre cómo será aquí lo de la cuenta atrás…

No esperamos mucho más que un corte de música y toda la gente chillando del 10 al 0, para poner después una gran canción, mientras la gente aplaude y se viene arriba.

A las 23:59, ponemos el móvil en marcha para grabar un vídeo para familia y amigos. 

De repente se baja la música y el dj empieza a contar desde el 7, mientras algunos ya aplauden, otros se felicitan, otros empiezan con el 10 y otros se comen las uvas…

¡Un desastre!

Un desastre que encima ¡no está grabado!

Se nos olvidó darle al botoncito oye…

Nos quedamos con cara de tonticos…¡esperábamos mucho más!

Pero con el musicote que estaban poniendo a mí no me hacía falta mucho ya.

Fue muy gracioso observar a la gente del bar.

Los había muy borrachos, muy enteros, de todas las partes del mundo, arreglados, sin arreglar, en chándal, gente de todo tipo y de todos los sexos. Algunos con varios sexos.

Bailaban todos juntos, con un buen rollo brutal, pero…la cuenta atrás…

¡Un mierdón!

Con lo bien que lo hace Ramón García…

El 2017 ya está aquí y para los thailandeses es un día más.

Para nosotros, es una noche especial, diferente, para recordar, porque no hemos hecho mucho, pero estamos juntos viviendo experiencias ¡y eso es muy grande!

Espero que tu entrada de año haya sido genial.

BESAZOOOOOSSSSS ?

 

 

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: 2017, chiangmai, cuenta atrás, el viaje de mi vida, entrada de año, la mochila de tania, mercadillo, nochevieja, thailandia

PAI Y ALREDEDORES: DÍA DE TURISMO

28 diciembre, 2016 por taniacarrasco Deja un comentario

¡Cómo nos gusta coger una moto y dar vueltas por todos lados! Es un día muy bien aprovechado.

Nos levantamos muy temprano porque el sitio donde queremos alquilar la moto es muy barato.

Hay que llegar pronto no vaya a ser que cuando lleguemos ya no haya vehículos.

Además, queremos ver muchas cosas hoy y sino el día se nos queda corto.

Desayunamos con el alba, con los gallos y con los impertinentes de los vecinos que hablan a grito pelao desde primerísima hora de la mañana.

Nos abrigamos bien, porque para ir en la moto por carreteras de montaña hace un poco de frío.

Al llegar a la tienda de alquiler de motos, vemos que tienen montones aparcadas en la puerta.

No nos vamos a quedar sin moto, a no ser que queramos llevar 15 cada uno.

Nos explican cómo funciona lo del alquiler, podemos hacer seguro contra daños y contra robo y ¡nos piden el pasaporte de nuevo!

A ver cómo te lo explico…

¡Cómo te dejo yo el pasaporte cuando tengo a Inma tan preocupada con el tema!

Que le voy a tener que llevar carros de mermelada de piña para compensarle el disgusto ?

Si tú me das tus órganos y los congelo mientras tú te quedas con mi pasaporte, yo te dejo el pasaporte sin problema.

Ya si eso, cuando tú me devuelvas el pasaporte, yo te vuelvo a implantar todos tus órganos en el sitio exacto del que los hayamos extraído. ¿Qué te parece?

Mal, ¿vedad?…Lo suponía…

¡Pues eso! ¡Que no te dejo el pasaporte!

Ya me veía, otra vez, pateándome toda la zona sin descanso, por falta de vehículo.

Pero debe ser que no somos los únicos a los que les entra cagalera cada vez que nos piden tal documento y lo tienen todo previsto.

Si no queremos dejar el pasaporte original, podemos dejar una copia y 2.000 bats de depósito.

Nos vamos entendiendo.

Digamos que 2.000 bats son algo más de 50€, así que si vuelvo sin moto la pérdida no sería muy alarmante.

¡Toma los 2.000 bats bonita!

Dudamos un poco entre si hacer sólo el seguro por daños o si hacer también el seguro por robo.

Finalmente nos decidimos sólo por el de daños ¡y nos dan la moto más hecha polvo de todas!

Si me hubiesen enseñado antes la moto, hace el seguro por daños quien yo te diga.

Pero lo mejor es cuando nos pidieron un depósito de 200 bats por los cascos.

Nos pareció entendible hasta que fuimos a elegir los cascos.

No había ni uno, ¡ni uno!, que no estuviese roto.

Por no mencionar que tampoco había ninguno de moto.

Todos los cascos eran de bici o de patinete, o de vete tú a saber qué. Y encima, ¡rotos todos!

Estuvimos a punto de solicitar la devolución del dinero para marcharnos a otra tienda, pero al final accedimos, le hicimos un nudo al enganche del casco, y a la carretera.

 

Lo primero que queríamos visitar eran unas cuevas: Lod Cave.

No es que seamos muy amantes de las cuevas, pero era de las primeras cosas que todo el mundo nos recomendaba.

Aunque dichas cuevas nos pillaban a más de una hora de moto, no nos lo pensamos dos veces.

Cogimos la carretera de montaña de curvas pronunciadas con nuestra motaca y casi nos tenemos que parar a empujar en las cuestas.

El día acompañaba con un sol radiante y como íbamos casi solos por la carretera, nos dió por cantar.

Yo hago que canto en falsete y Manu parece que está atropellando a todos los gallos del distrito.

Si no es por Elvis, mejor que no cante.

Tengo un vídeo de muestra para que quede constancia de lo que digo, pero si lo enseño puedo morir asesinada.

Igualmente lo voy a guardar, por si algún día tengo que utilizarlo en un juicio.

Nos partimos de la risa bastante rato, hasta a Manu le hace gracia escucharse.

Podría parecer peligroso pensar que vamos conduciendo una moto por una carretera de montaña llena de curvas, mientras cantamos y vamos grabando vídeos.

Pero si os digo que teníamos que ir moviéndonos hacia delante y hacia atrás todo el rato para que la moto pasase de los 20 km/h ya no os parece tan peligroso, ¿a que no?

Nos advierten que hemos llegado a las cuevas, los montones de turistas y la cantidad ingente de puestos de comida.

Leemos un cartelito donde nos explica que no podemos entrar sin guía. Así que no nos queda más remedio que pagar.

¡Pagar para ver una cueva!

¡Qué pereza!

Pero bueno, ya que hemos venido hasta aquí…

Pagamos y nos adjudican de guía a una señora de avanzada edad, flaquita y con cara angelical.

Si esta señora es la que nos va a guiar, no será la cosa muy difícil.

Nos mira, nos saluda, coge una lámpara de aceite para iluminar el camino y comienza a andar.

Nosotros la seguimos sin mediar palabra y a los pocos minutos llegamos a un lago donde se abre la cueva.

Lod cave en Pai

La señora se para e intenta encender la lámpara, que no sé lo que pesará pero es más grande que ella.

Al cabo de un rato, cuando consigue encenderla, comienza a andar de nuevo y entramos a la cueva.

¡Quedamos impresionados con la magnitud del orificio!

 

Pensábamos que era una cuevita y que nos estaban sacando el dinero, pero para nada.

Allí hubiese sido imposible moverse sin llevar a alguien que conociese el terreno.

La cueva, con 1,5 km de largo, está atravesada por un río. La visita no se hace sólo a pie sino que parte del recorrido es a través del río, en balsa de bambú.

 

En su interior, además de miles de murciélagos y peces gigantes, puedes encontrar formaciones rocosas de todo tipo.

La cantidad de estalagtitas, estalagmitas, formaciones de carbono y figuras singulares, es exagerada.

No llevábamos mucho rato caminando cuando la señora empezó a respirar más acelerada de la cuenta.

Percibimos que le costaba demasiado trabajo llevar la lámpara y que subir escaleras se le hacía un mundo.

Le preguntamos si se encontraba bien y se echó la mano al pecho.

Como a esta señora le de un chungo dentro de la cueva a ver qué hacemos…

Para evitar posibles incidencias, Manu se ofreció a llevarle la lamparita. Ella, agradecida, no dudó un momento en soltarla y cedérsela a él.

Nos encantó la visita.

Las dimensiones de la cueva eran impresionantes.

Pasear a oscuras por un río en una barca de bambú no es algo que puedas hacer todos los días.

Pasear a oscuras por un río en barca de bambú y tener que ponerte la capucha porque sientes a los murciélagos muy cerca, tampoco te pasa todos los días.

Pasear a oscuras por un río en barca de bambú, mientras peces del tamaño de tu pierna acorralan la barca con la boca abierta, tampoco te pasa todos los días.

Resulta que una de las cosas más normales durante las visitas a esta cueva, es llevar alimento para dárselo a los peces.

Así que allí tenéis a los peces más felices de toda Thailandia, con un tamaño que da miedo y listos como ellos solos.

Ven una barca y allí que se lanzan con la boca abierta.

Como les sigan alimentando así, algún día volcarán las barcas y se comerán a los ocupantes. Que era justo lo que estábamos temiendo que nos pasase a nosotros.

La mejor parte de todas fue cuando tuvimos que entrar a la última cueva.

Una escalera de madera larga y empinada nos señalaba el camino.

Los escalones diminutos te obligaban a agarrarte a la barandilla, si no querías pegarte una buena leche.

Esa barandilla…negra y blanca…no porque hubiesen pintado la madera, ¡no!

¡Negra y blanca porque no había ni un milímetro que no tuviese caca de murciélago!

Sube parriba, sin manos, rezando para que el equilibrio no te falle, con los pies de lado porque a penas te caben en los escalones.

Y piensas: ¿si a mi no me caben los pies que tengo un 35, cómo lo hacen los demás?

¡Ya lo tengo!

¡Los demás tienen las manos llenas de caca de murciélago!

No hay otra.

Acabamos la visita sin incidentes.

Nuestra guía seguía viva, la lámpara de aceite la llevaba Manué, los peces no nos habían comido vivos, los murciélagos no nos habían atacado y la cueva nos encantó.

Habíamos caminado lo suficiente para que nos diese hambre, así que lo siguiente es buscar sitio para comer.

En el pueblo de al lado, paramos en un restaurante que nos da buenas vibraciones.

 

Ahí tenéis a la dueña cocinando.

Como no hablan nada de inglés, hay que señalar lo que queremos en las fotos que tienen en la pared, o mirar lo que están comiendo los demás y pedir lo mismo.

Ni con esas conseguimos que nos entendiesen.

Habíamos pedido dos sopas diferentes y un arroz con cosas y nos trajeron: una sola sopa y un arroz con cosas, con doble ración de arroz blanco en un plato a parte, por si queríamos repetir.

 

Nada más ponerlo en la mesa, la cocinera nos advirtió que era una comida picante.

Las guindillas flotando en la sopa nos lo dejaron claro.

Como no quería que mi chico se pusiese malo otra vez o le diese un ataque de sudoración, como le pasaba en la India, fui retirando una a una las guindillas para que desaparecieran de la sopa.

Nos alegró comprobar que el arroz con cosas no picaba tanto.

Nos confiamos…

De repente veo que Manu empeiza a resoplar, las gotas de sudor ya le caen por la frente. No puede hablar, ni cerrar la boca, ni pestañear.

De vez en cuando decía: «no puedo, no puedo».

A mí me da un ataque de risa y la camarera se da cuenta de lo que pasa.

¡El arroz con cosas tenía una guindilla escondida y no nos habíamos dado cuenta!

Corriendo, le trae otra sopita que se supone que calma el picor.

Recién salida del fuego, la pone en la mesa.

Manué, con el ansia del que quiere apagar un fuego, bebe de la sopa ¡y se quema!

Yo ya no daba más de mí…

Dudaba entre seguir partiéndome de risa o ir a buscar un extintor.

Sabía que con agua, lejos de mejorar, la cosa empeora, así que lo único que podíamos hacer era esperar.

Finalmente conseguimos acabarnos la comida y retomar la marcha.

Siguiente parada: las cascadas de Mo Paeng Namtok.

Es otro de los sitios más visitados por los turistas y que más recomiendan.

Puesto que en el norte de Thailandia la playa queda lejos, es un lugar ideal para refresacarse. O eso dicen…

Lo más interesante del camino fue que cada 100 metros alguna señora nos daba el alto para vendernos marihuana.

¿Tendremos cara de porretas?

LLegamos al lugar y bajamos por un caminito, hasta que llegamos a una charca.

 

¿Estas son las cascadas?

Unos cuantos chorrillos de agua, acabados en varias charcas marrones, eran suficientes para atraer a los turistas.

Unos cuantos jovenzuelos en traje de baño, disfrutaban de alguna que otra cerveza, mientras el sol empezaba a retirarse.

Nada más empezar a subir piedras, me atizo en el dedo gordo del pie con una de ellas y aquello empieza a sangrar.

En cuanto paro la hemorragia, sigo subiendo piedras.

¿Qué otra cosa podía hacer?

No estuvimos mucho tiempo allí porque el lugar no daba para más y Manué no se había recuperado de su indigestión de guindilla asesina.

Nos quedaba una parada aún: el poblado chino de Pai.

Dudamos si ir a verlo porque, después de las cascadas, no sabemos si merecerá la pena.

Y cuanto antes lleguemos a casa y nos pongamos otra vez con el agua con limón, ¡mejor!

Al final, como nos pilla de camino, hacemos una paradita.

Nos soprende gratamente.

 

Aunque el poblado chino de Pai está construído única y exclusivamente para atraer turistas, está bien montado.

A este pueblo, llegaron unos cuantos chinos refugiados por temas políticos que es establecieron allí definitivamente.

A partir de eso, montaron una simulación de un entorno chino para hacer honor a su exilio.

El poblado chino de Pai es un entorno verde, en un pueblo de montaña con maravillosas vistas.

 

Los puestecillos de tiro con arco y la noria humana, fue lo que más llamó nuestra atención.

 

Dimos un pequeño paseo, hicimos muchas fotos y para casa.

Devolución de moto sin incidencias, compra de tarta de queso para cenar y ya hemos hecho todo lo que queríamos hacer.

Mañana en nuestro último día en Pai.

¿Será otro día de reláx?

UN ABRAZO MOCHITER@S

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: cuevas de pai, el viaje de mi vida, lod cave, pai, Pai waterfalls, poblado chino de Pai, thailandia

INTOXICACIÓN/NOCHEBUENA, PIZZA/NAVIDAD

27 diciembre, 2016 por taniacarrasco 2 comentarios

¡Hoy es noche, noche buena y mañana Navidad, cógete una intoxicación y a la cama a descansar! Ande, ande, ande…

Ponedle ritmillo a eso que conocéis la canción de sobra.

Estamos regular nada más y hoy es Nochebuena.

Nos vamos a tener que meter en el Río del Amor con un buen cargamento de agua y limón.

Al entrar en la habitación me vuelvo loca…

 

¡Y me cargo a los cisnes!

 

Esta noche no quiero pajarracos de ningún tipo por aquí. Ni gallos, ni cisnes, ¡ni nada!

Y cuando entro al baño…¡Me encuentro con este lavabo!

 

¿No es cuqui?

El plan para hoy es: no comer nada y no moverse mucho.

Suerte que aquí eso de la Navidad no es como en España y esperamos que no se monte mucha fiesta por los alrededores.

Nos jode la vida intentar poner la tele y que todo salga en thailandés, pero para eso tenemos la maravillosa tablet que me regalaron mis niñas y podemos ver lo que queramos.

El día pasa sin pena ni gloria, aunque estamos rodeados de un entorno precioso.

 

Desde primera hora de la tarde de aquí y primera hora de la mañana de allí, nuestros teléfonos se vienen arriba con cantidades de mensajes de felicitación.

¡Gracias de corazón a tod@s!

Lo mejor del día sin duda es poder hablar con la familia y recibir todos esos mensajes de amigos de todas partes.

La que primero nos llama es mi hermana Irene con la joya de la familia en brazos. Mi pequeño bebesote, que ya pesa más que su tía, nos alegra el día sólo con verle en la pantalla del teléfono. Echamos en falta al cuñi Juan.

Más tarde, mis padres, mi pequeña Nú y mi grande Sergio, junto con el abuelo, luchan por escucharnos desde el otro lado del mundo.

¡Qué bonito es verles aunque no sepas lo que están diciendo!

Justo después, los abuelos paternos de Manué, la tita Luz y las primas Gema y Rocío, nos llaman también y tenemos el placer de hablar un ratito con todos ellos.

¡Qué alegría inesperada!

El día va pasando, en el cuerpo llevamos sólo agua con limón y el más mínimo olor a comida nos recuerda que tenemos hambre.

«Quieres que salgamos a comer algo, cariño», me dice Manué.

«Yo por tí, eh, que yo no voy a comer nada», añade después ?

¡No se lo cree ni él!

Hacemos el intento de cenar ligerito y buscamos un sitio barato, pero decente.

Caminando por la calle, pasamos por un restaurante donde una señora sentada sola en una mesa, degustaba una pizza gigante que hace que Manu se pare en seco.

Se le abren los ojos como platos y no puede dejar de mirarla.

Hasta que no tiro de su brazo para que siga caminando y deje de incomodar a la señora, no reacciona.

A punto estuvo de sentarse allí con ella y esperar a ver si le sobraba algo.

Me parece que en cuanto nuestro estómago vuelva a su ser, este va a ser el primer sitio que vamos a visitar.

Finalmente, nos sentamos en una terracita a degustar nuestra cena de Nochebuena.

Manué se pide un arrocito blanco con tortilla francesa y yo una sopita de verduras.

 

Tenemos miedo a que igual que entra la comida, salga después.

¡Pero no!

Parece ser que nos sienta bien y nos calma un poco la sensación tan rara que teníamos en el estómago.

¡Y esa es nuestra cena de nochebuena!

De vuelta al Río del Amor, volvemos a ver a la bailarina profesional que os comentaba en al anterior post.

Hoy, una leve sonrisa se dibuja en su cara. ¡Será que es Navidad!

Va vestida peor de lo que iba ayer, si es que eso es posible.

Sus movimientos no han mejorado nada desde la  última vez y aún así, se permite el lujo de pararse de vez en cuando a limpiarse la roña de las uñas.

Según nos acercábamos un poco más a ella, percibíamos algo extraño…

Llegamos a la conclusión de que esa señorita no era una señorita.

Casi seguro que era un señor…

¡Que da igual! Eso no explica nada.

Sólo lo añado como dato.

Ya en la habitación, buscamos una peli que amenice nuestra velada y damos con «Resacón en las Vegas, ellas también».

La versión femenina de la peli esta de machotes que causó tanto furor.

La verdad que yo no pensaba que era tan graciosa hasta que la ví, y a Manu le encanta.

Aún así, pone pegas para ver la versión femenina.

Entonces me sale la vena feminista y no le queda más remedio que ceder.

Así que acabamos viendo, enterita, un mojón de película por pura cabezonería sexista.

Al final teníamos hasta curiosidad por saber cómo terminaba.

El día se acaba y no hemos podido hablar con el resto de la familia de Manu, pero mañana también se reúnen y podemos intentarlo.

La cama es tan fabulosa que dormimos genial.

Nos levantamos descansados y con la tripa en orden, mientras en España aún está empezando la fiesta.

Parece que puedo ver a mis amigas por un agujerito, cantando canciones de hace millones de años y haciendo alarde de una amistad que crece con el tiempo.

¡Os echo de menos!

Nada más abrir los ojos, enciendo el móvil y casi saltan chispas.

Los mensajes, los vídeos y las fotos de felicitación inundan nuestros móviles.

¡Gracias papi por esas fotos de la cena familiar!

A ritmo de canciones de navidad de Elvis Presley, nos vamos entonando.

Hace poco que descubrí que cuando suena Elvis ¡mi cari se transforma!

Le sale tupé, se le agrava la voz y de las piernas le nacen movimientos extraños combinados con gestos faciales inimitables.

¡Me encanta el espectáculo!

Esta noche le saco al mercadillo nocturno, le pongo un cestito delante y ¡a hacer caja!

A las 11 de la mañana viene el señor Huevo Frito a recogernos en el Río del Amor, para devolvernos a su resort.

Hace un día maravilloso y queremos recuperarnos un poquito más, antes de salir esta tarde a devorar una pizza gigante, como la de la señora de ayer.

Nos hacemos un desayunito rico y pasamos el día en el resort, cada uno a sus cosas.

Habíamos leído que de 16:00 a 18:00 las pizzas gigantes estaban a mitad de precio. ¡No veíamos el momento de que llegasen las 4!

A las 3:30 ya estamos recogiendo para plantarnos en el restaurante a degustar nuestra comida-cena de Navidad.

 

Empezamos con un cervezote mientras llega la pizza. Casi ni hablamos del hambre que tenemos.

¡No podemos pensar en otra cosa!

comida-cena de Navidad

¡Y llegó por fin!

¡Era gigante y tenía un pintaza…!

Nos pareció tan grande que le preguntamos a la camarera si era posible llevarse las sobras.

Además, en el restaurante tenían unas vitrinas llenas de postres que no iba a poder resistirme a probar.

Empezamos a nuestro despacio, degustando cada bocado, ¡hasta que nos la terminamos!

Ganó Manué con un 5-3 y, aún así, no fui capaz de pedir postre. 

Preferí pasear un rato por el mercadillo para bajar la pizza y poder pedirme un crepe en algún puestecillo ?

Volvimos a casa más felices que unas perdices. Con el estómago bien lleno y a la mitad de precio.

Lo mejor del día de Navidad, a parte de la pizza, fue poder hablar por fin con el resto de la familia de Manué. 

Sus papis y mis suegris, la abuela Carmen, la tita Mary, la tita Tere y Antonio, Almudena y Juan Andrés y la pequeña Julia, que ya no tiene nada de pequeña.

Nos faltaron la tita Noni, Paco, Tania y Adrián, y también nuestra otra tita Tere Moreno. ¡Ojalá en otra ocasión!

Del mismo modo que me hubiese encantado poder ver a todos mis tíos y todos mis primos juntos en la cena de nochebuena. Al menos mi madrina Mary, mi tía Tere y mi prima Ana, se acordaron de felicitarme de forma especial. ¡Graciaaaassss!

Y con todos los que no pudimos hablar:

¡Os echamos de menos también! ¡A todos!

Fue muy gracioso cuando le contamos a la abuela Carmen que aquí los mosquitos son enormes y los vuelos en avión son muy caros y rápidamente lo arregló.

¡Pues subíos a un mosquito y volved a casa ya!

Después de todo esto, nos apetecía ver una peli y meternos en la cama.

Os recomiendo a todos el documental sobre Aaron Swartz. Murió en 2013, a los 26 años, de una forma trágica pero dejando un gran legado.

¡Y ni siquiera me sonaba su nombre!

Supongo que a vosotros tampoco. ¿Por qué?

Merece la pena hacerse esa pregunta y muchas otras después de verlo, os lo aseguro.

Mañana toca día de turisteo total. 

Cogeremos una motillo de esas que tanto nos gustan y recorreremos todo lo que tenga algún interés.

Eso, si no tenemos que dejar el pasaporte claro…

DESEO QUE ESTÉIS PASANDO UNAS FIESTAS GENIALES

????

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: intoxicación, navidad, nochebuena, pai, pizza, thailandia

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