• Saltar al contenido principal
  • Saltar a la barra lateral principal
logo-final
  • Inicio
  • Sobre mí
  • Servicios
  • Regalo
  • BLOG
    • ALIMENTACIÓN Y EJERCICIO
    • DESARROLLO PERSONAL
    • MIS VIAJES
  • Equipo
  • Contacto

hostel 9

LOS CHINCHES SE COMEN A MANUÉ

10 enero, 2017 por taniacarrasco Deja un comentario

Creíamos que iba a ser una noche tranquila y apacible, en una habitación recién limpiada…

Justo cuando estaba escribiendo la última entrada del blog, la que leíste ayer, Manu pegó un gritito.

¡Acababa de encontrar otro chinche entre las sábanas!

Sí, entre las sábanas limpias que nos acababan de poner, en la habitación que nos acababan de limpiar ?

Lo que había sido un día estupendo, iba a acabar con una noche no tan agradable.

 

¡No podíamos quedarnos en esa habitación ni un minuto más!

Y por supuesto, tampoco podíamos mudarnos y ya está, llevando nuestras cosas con nosotros como si no pasase nada.

No hemos encontrado el foco de chinches, así que ¡hay que lavarlo todo!

No sólo hay que lavarlo todo, sino que hay que meterlo en la secadora. De este modo, los chinches que sobrevivan al lavado, deberían cascar en el secado.

Esta actividad no es tan simple como parece.

Lavarlo todo, teniendo en cuenta que son las 9 de la noche, implica muchas cosas.

Implica tener que lavar toda la ropa, implica tener que lavar también las mochilas, implica tener que revisar una a una, por dentro y por fuera, todas nuestras pertenencias.

Implica también que no podemos entrar a nuestra nueva habitación hasta haber lavado la ropa que llevamos puesta.

Implica que tenemos que quedarnos fuera de la habitación y despiertos, controlando cuándo acaba la lavadora, para poner la secadora, más otra lavadora y otra secadora, y así hasta acabar lavándolo todo.

Mientras lavamos la ropa que no llevabamos puesta, tenemos que esperar en el salón común del hostal.

Si la lavadora tarda una hora y la secadora tarda tres, nos espera una noche muuuuuuy larga ?

Por lo menos, el dueño del hostal nos deja lavar y secar todo gratis.

¡Que faltaría más!

Hay cosas que no podemos meter en la lavadora, como las botas y el saco de dormir, porque nos quedaríamos sin ello.

Así que coge la linterna e inspecciona, milímetro a milímetro, las dichosas botas y el dichoso saco.

La noche del sábado al domingo ha sido esta.

Lavar, secar e inspeccionar hasta pasadas las 3 de la mañana.

Menudo panorama tuvimos…

Primero pusimos una lavadora.

Mientras tanto, fuimos llevando a la nueva habitación las cosas que no había que lavar como: cables, comida del frigo, objetos electrónicos y alguna cosa más.

Con el consiguiente peligro a que hubiese algún chinche por ahí escondido y no lo hubiésemos visto.

Al mismo tiempo que se lavaba la ropa, nos comíamos el chocolate que habíamos comprado esta tarde y veíamos la tele, como si nos importase la peli.

Cuando la lavadora acaba, hay que poner la secadora y volver a meter otra lavadora.

Pero todo esto lo hacíamos a trompicones.

La opinión del dueño, que nos había dicho que lavásemos y secásemos todo sin problema, chocaba frontalmente con la opinión de su novia.

Esta señorita, que también quería lavar y secar cosas por la noche, nos paraba la secadora antes de tiempo, para meter ella lo suyo.

¿Qué pasaba con esto?

Pues que la ropa salía húmeda, sin una hora y media de calor los chinches no mueren, y había que meterla otra vez.

No sabíamos si darle las gracias al dueño, matar a la novia o largarnos de allí directamente sin dar más explicaciones.

¿Pero dónde íbamos sin asegurarnos antes de que los chinches no se venían con nosotros?

No nos quedaba otra que ir lavando y secando la ropa poco a poco, como nos fuesen dejando, aunque nos diesen las 7 de la mañana.

Cuando ya llevábamos una horas con el ritual, le compré una cerveza al dueño y me salí al patio con él.

Cada noche, esta gente se pone hasta las botas de comida y bebida.

No faltan las litronas, ni las botellas de wisky.

Nos pusimos de conversación un buen rato, hablando de todo un poco.

Fue un gusto comprobar que me entendía y que podía mantener una conversación medianamente normal.

Quizá fue mi cerveza y su wisky…

Lejos de darnos sueño, teníamos los ojos como platos, preocupados con la sitaución.

Yo no paraba de mirarle el lado positivo al asunto: gracias a los chinches, habíamos encontrado la tarjeta de móvil perdida e íbamos a lavar toda la ropa a máquina.

Son ya muchos días lavando a mano y ya sabes que la ropa no se queda igual.

El miedo era la secadora…

¿Podríamos volver a utilizar nuestra ropa sin enseñar el ombligo? ?

En el caso de Manué, no es tan fácil mirar el lado positivo cuando estás lleno de picaduras por todo el cuerpo.

Creo que las picaduras de chinches no tienen nada que ver con las de los mosquitos, son mucho más molestas.

El pobre ya no sabía qué echarse para no tener picores.

Pasadas las 3 de la mañana, decidimos que ya era el momento de acostarnos ?

Aunque el día siguiente era domingo, estábamos reventados de todo el día de turismo.

No habíamos podido terminar con todo, nos quedaba pendiente lavar la ropa que llevábamos puesta y las mochilas.

Tuvimos que dejarlo fuera para que no entrase ningún chinche a la nueva habitación.

La nueva habitación no era precisamente una suite.

El hostal estaba completo y nos tuvieron que dar un dormitorio.

Los dormitorios son habitaciones con 4 camas literas, sin frigo ni tele, sin espacio para dejar nada y teniendo que dormir separados.

Estábamos tan sensibles que decidimos dormir juntos en la misma cama.

Una cama bien pequeña, donde ponerse boca arriba era deporte de riesgo.

Miramos bien en las sábanas, no hubiese chinches también por allí.

De hecho, nosotros somos gente de sueño sensible, pero incluso dejamos la luz encendida por mayor seguridad.

Si notábamos algo raro sólo tendríamos que abrir los ojos.

A pesar de la tensión, la incomodidad y la luz encendida, caímos rendidos. 

Dormimos pocas horas pero bastante profundamente.

Yo ni siquiera me di cuenta de que Manu estaba a mi lado.

Nos despertamos temprano y nos hicimos el desayuno.

Queríamos dejarlo todo lavado cuanto antes y marcharnos a buscar otro hostal.

Pero los propietarios del hostal seguían usando la lavadora y no nos dejaron usarla hasta bien entrada la tarde.

Y porque nos pusimos muy pesados ?

Después de tanta cordialidad y tantas buenas palabras, parecía que les molestaba que tuviésemos que lavarlo todo.

Como si nosotros tuviésemos la culpa de que tengan chinches en las habitaciones.

Llegamos a pensar incluso que a lo mejor los habíamos traído nosotros.

Pero no podía ser porque no veníamos del campo, veníamos del mismo hostal, pero de otra habitación diferente.

No sabíamos que pensar. Ellos decían que era la primera vez que les pasaba.

¡Y un mojón!

Nos pusimos a mirar en internet los comentarios de otros viajeros respecto a nuestro alojamiento, y no éramos ni mucho menos los primeros que encontraban chinches allí.

¡Qué mentirosos!

Y cuando conseguimos poner la última secadora y nos devolvieron la ropa húmeda, por poco incendiamos el hostal…

Nos guardamos el cabreo para nosotros, sin perder la educación ni la cordialidad en ningún momento, pero era para haberlos mandado a la m…..

Manué que estaba comidito vivo por los bichejos, ya no sabía por dónde empezar a rascarse, y aunque yo intentaba animarle, él si que hubiese matado a alguien si hubiese podido.

chinches

Otro día más, buscando alojamiento por todos lados.

No sabíamos que sigue siendo temporada alta, pensábamos que eso acababa con la navidad, así que casi todo lo que encontrábamos era muy caro.

Para un sitio barato que vimos, al mirar los comentarios en internet se nos quitó la idea de la cabeza rápidamente.

La nota media que le daban al sitio era de 3,9, sobre 10.

Y yo ya no me meto en ningún sitio que baje de 8. Lo siento.

Los chiches son de estas cosas que todo viajero te cuenta pero que piensas que nunca te va a pasar a tí.

Lo raro es que la primera que se encontrase un chinche fuese yo y a mí no me haya picado ninguno.

Además, los primeros que encontramos eran bien grandes, así que ya se habían estado alimentando de bastantes víctimas.

A lo largo del día, buscando nuevo alojamiento, encontramos uno que tampoco estaba mal de precio, pero donde no pudieron eseñarnos las habitaciones porque estaba completo hasta el día siguiente.

De todas formas, como en el hostal de los chinches (9 hostel) teníamos pagado hasta el domingo, nos quedaríamos esta última noche.

Nos habían vuelto a cambiar a una habitación doble como la que teníamos antes, pero con el baño encharcado y olor a humedad.

O quizá es que ya nos parece todo mal en este sitio.

Casualmente, en el Chinda hostel, que es este que te comento que no pudimos ver la habitación porque estaba lleno, se aloja un compañero de Manu del curso de masaje.

Pensamos en avisarle para que nos eseñase su habitación hoy mismo y ya ir sobre seguro al día siguiente.

Eso hicimos, y la habitación no nos acabó de convencer. 

Habrá que volver mañana a ver cuál sería la que nos pensaban ofrecer a nosotros.

La decisión final ha sido la siguiente: dormir el domingo en nuestro hostel puesto que está pagado, cambiarnos a primera hora de la mañana del lunes a uno que hay al lado que es bastante caro, pasarme yo a media mañana a ver el Chinda (porque Manu tiene que irse a su curso) y en función de lo a gusto que estemos en el caro y lo que me guste la habitación del Chinda, ya decidir si nos quedamos en el caro o nos volvemos a cambiar.

Estamos un poco hasta los huevitos de tanto hostal.

En el primer sitio que nos guste la relación calidad-precio, compramos una habitación y nos quedamos allí a vivir ?

A pesar de los tropiezos, me mantengo en la línea de buscarle el lado positivo a la situación, y al día de hoy en concreto.

Hemos podido visitar el Sunday Market, otro mercadillo muy famoso por aquí y ¡por fin he encontrado los pantalones que llevaba semanas buscando!?

Vale que tienen un Mickey Mouse en el culo, pero ¡me han costado menos de 2 euros!

Ha sido en ese momento «pruébate pantalones», cuando me he dado cuenta de que al volver a España tendré que renovar mi fondo de armario ?

Los pantalones en los que debería haber entrado, ni siquiera me abrochaban.

Otra de las cosas positivas del día ha sido que gracias a que hemos tenido que quedar con el compi de Manu para que nos enseñase su habitación, hemos encontrado un sitio nuevo para cenar.

No comimos nada del otro mundo, una sopita cada uno, pero estaba tan rica que volveremos seguro.

Al volver al hostal, aún nos queda por lavar las mochilas.

Como queremos irnos de aquí mañana temprano, no hay más remedio que esperar a que se despeje la secadora para poder meterlas.

Si hoy no se duerme, pues no se duerme, pero mañana nos vamos de aquí con todo lavado y sin chiches.

Aunque no tardamos mucho en poder usar la secadora, había que espera dos horas a que terminase.

A pesar de que la noche anterior no habíamos dormido mucho y estábamos cansados de buscar alojamiento, me costó convencer a Manu de que se metiese en la cama.

Cuando normalmente es él el que tira de mí para irnos a dormir, esta vez estuvo retrasando el momento hasta que se nos caían los ojos a pedazos.

Me hizo volver a dejar una luz encendida y, al mismo tiempo, encendía la linterna del móvil cada dos por tres para comprobar que no había ningún bicho a su alrededor.

Si encontraba una mota de polvo, la analizaba de arriba a abajo por si era un chinche disfrazado de mota de polvo.

Pero no me extraña, yo en su lugar estaría igual. ¡Paranoica perdida!

Aún así, no quiero cerrar el post sin repetir las cosas positivas.

Todo en la vida, y cuando digo todo quiero decir TODO, ¡esconde una enseñanza y tiene un lado positivo!

Cosas que hemos aprendido:

  • No volveremos a quedarnos en ningún hostal sin mirar los comentarios en internet previamente. El problema es que algunos hostales no aparecen en internet.
  • Cada vez que cambiemos de habitación, la inspeccionaremos lo mejor posible por si hubiese chinches.
  • Si en algún momento nos volvemos a encontrar con estos horribes bichejos, nos cambiaremos de alojamiento rápidamente. Si no está pagado, mejor ?
  • Si por motivos como estos tenemos que alojarnos en sitios un poco más caros de lo que nos gustaría, nos podemos ajustar en otras cosas con tal de estar a gusto en un sitio. Por ejemplo, podemos dejar de comer…?

Cosas positivas que ha provocado esta situación:

  • Al tener que sacar todas nuestas cosas de la mochila para lavarlas, hemos encontrado la tarjeta del móvil.
  • Hemos podido lavarlo todo a máquina y secarlo. Lavándolo hemos conseguido que esté mucho más limpio y secándolo hemos conseguido que mi ropa haya vuelto a su tamaño normal (de lavar a mano había ido ensanchando).
  • Hemos encontrado un sitio nuevo para cenar, con unas sopas deliciosas.
  • Y por último, y lo más importante: HEMOS SALIDO REFORZADOS, MÁS FUERTES, CON MÁS EXPERIENCIA Y MÁS CAPACIDAD PARA AFRONTAR ADVERSIDADES QUE PUEDAN SURGIR A LO LARGO DEL VIAJE. 

Carmina, Puri, no sufráis que estamos bien.

Mamá, sé que tú no estás sufriendo, no finjas ?

¡Yo de mayor quiero ser como mi madre!

GRACIAS MOCHITER@S. MUCHÍSMOS ABRAZOS 

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: aprender de lo positivo, chinches, el viaje de mi vida, hostel 9, la mochila de tania, lado positivo

VUELTA A CHIANGMAI, A RECIBIR AL 2017

30 diciembre, 2016 por taniacarrasco 10 comentarios

Ya, ayer no escribí nada, fue un día ajetreado. Pero ahora mismo os lo cuento todo.

El último día en Pai fue tranquilo y de resistencia, no queríamos marcharnos.

Antes de venir a este pueblo ya nos lo advirtieron.

El caso es que al llegar tampoco nos cautivó pero, después de pasar unos cuantos días, la cosa cambió.

Pai es un sitio donde te sientes a gusto, muy a gusto.

 

A pesar de los gallos, a pesar de las motos, a pesar de la cantidad de turistas…

No sé qué tiene, ¡pero engancha!

Lo peor es que no nos ha dado tiempo a probar todos los tipos de comida del mercadillo nocturno. Eso ha sido lo peor.

¿Por qué nos marchamos entonces?

La razón principal es que con motivo del año nuevo todos los alojamientos están carísimos.

Sabiendo que en Chiangmai tenemos una habitación súper barata esperando, nos da rabia pagar 5 ó 6 veces más para estar tan sólo un par de días.

Así que nada, recibiremos el año nuevo en Chiangmai, que tampoco está nada mal.

Una de las mejores cosas del día fue que el gallo maléfico que canta a todas horas, me dejó fotografiarle.

Llevaba varios días intentando hacerlo y no había manera.

¡Me he sentido toda una paparazzi, persiguiendo a un famoso!

 

Aquí tenéis al culpable de mis desvelos y a la única cosa que no echaremos de menos de Pai.

Pero sin duda lo mejor del último día en Pai fueron ¡los 300 bats que nos encontramos por la calle!

Al cambio no son ni 10€, pero con ese dinero tenemos para pegarnos una buena comilona y que nos sobre.

Además, como Manu no acaba de recuperarse del todo de la barriga, eso me da a mí para comer durante 3 días.

 

Nos dijeron que no hacía falta reservar el bus para la vuelta porque salen cada hora. 

Sin embargo, cuando nos presentamos a las 10:30 de la mañana en la estación, no les quedan billetes hasta las 4 de la tarde.

Así que nada, lo compramos y nos vamos a dar vueltas cuando…

¡Manu se da cuenta de que no le han dado la vuelta al pagar los billetes!

¡700 bats ni más ni menos!

Como es un hombre que pierde cosas habitualmente, le pido que busque por todos sus bolsillos, pero ni rastro del dinero.

¡Dios nos regaló ayer 300 bats y hoy nos quita 700!

Este señor era de letras, como yo, y las cuentas las lleva regular.

Nos volvemos a acercar al mostrador de la estación y, sin mediar palabra alguna, la chica extiende la mano y saca los billetes.

Puso una cara que le faltó sacarnos un ojo. ¡Encima que se quería quedar con nuestro dinero nos asesina con la mirada!

Contentos por la recuperación del dinero perdido, nos pasamos el día de bar en bar esperando al momento de la salida de nuestro bus.

Estábamos tomando una infusión cuando le sugiero a Manu que llame al hostal para asegurarnos de que nos están guardando la habitación.

Vamos a llegar a Chiangmai de noche y no va a ser momento de ponerse a buscar nada.

Llamamos y nos dice que lo que antes eran 250 bats ahora son 1000.

Manu cuelga corriendo pensando que se ha equivocado de número, ¡pero no!

Nos pasaremos por allí directamente, en cuanto lleguemos, que seguro que ha habido un error.

Cuando llegamos al hostal, la supuesta habitación que nos estaban guardando está ocupada y nos quieren meter en otro sitio donde la cama es un colchón en el suelo.

¡Tú estás flipando!

¡Qué falta de aptitudes empresariales!

Estás perdiendo a unos clientes que te querían reservar la habitación durante 2 semanas.

¡Inepto!

Como era una cosa que ya nos esperábamos, resignados, volvemos a nuestro ritual de patear calles para buscar habitación.

La diferencia es que normalmente lo hacemos durante el día y ahora ¡son ya las 8 de la tarde!

Otra diferencia importante es que estamos en navidad y va a ser muuuuy difícil encontrar algo decente, a la par que barato.

Después de llevar un rato buscando y dándonos cabezados contra la pared, nos recomiendan un hotel muy barato pero con muy buena pinta por dentro…nos dicen.

Cuando entramos en esa habitación…

Mejor os voy a enseñar una foto para que os hagáis una ligera idea.

el teléfono de Gila

¡Ese teléfono! ¡Ese teléfono que usó Gila por última vez, para intentar arreglar una guerra, antes de que yo hubiese hecho la primera comunión!

Esta noche toca sacar la sabanita que cogió prestada Manué en la India porque yo no me echo esa manta por encima ni harta de vino.

Al día siguiente, nos levantamos muy temprano para no pasar más tiempo en ese sitio y volvemos al hostal aquel donde estuvimos unos días (ese que tenía frigo y tele en la habitación). Hostel 9, se llama. 

Después de la cagada del señor que no nos ha guardado la habitación, hemos decidido quedarnos en el Hostel 9, mientras dure el curso de Manu.

Lo malo, que no tenían habitación hasta el día 2. 

Sin embargo, nos pasamos por si acaso. Vaya a ser que alguien les haya cancelado alguna reserva.

Al llegar, la señora nos reconoce rápidamente. Pero, para nuestra desgracia, sólo tiene habitación para el día 29 y 30.

Estamos otra vez como en nochebuena: sin alojamiento y con todos los hostales de los alrededores completos para estas fechas.

Al día siguiente, no nos queda más remedio que alquilar moto y ponernos a buscar alojamiento.

Bien.

Empezamos la búsqueda a las 9 de la mañana y no exajero nada si os digo que vimos ¡más de 30 sitios!

¡Más de 30!

Estaba todo llenísimo.

En algunos hoteles, cuando entrábamos y hacíamos la pregunta:

«Estamos buscando habitación para el día 31 y 1»,

directamente se partían de risa.

A las 4 de la tarde, sin haber comido ni nada parecido, íbamos camino de uno de los últimos sitios que habíamos visto.

Era un hostal con muy buena puntuación en internet donde sólo les quedaba una habitación.

Les quedaba una habitación doble, sin baño (con el baño compartido) y sin ventana por…¡900 bats!

Vale que teníamos desayuno, vale que la muchacha era un encanto, vale que podías beber agua y café gratis todo el día, pero es que donde estamos tenemos el baño dentro, tele y frigo ¡y pagamos 400 bats!

Para amortizar eso tendríamos que estar bebiendo café durante una semana.

Renegados, porque no nos convencía nada de lo poquísimo que habíamos encontrado, aparece de repente un hotel en una calle por la que no habíamos pasado. 

Paramos por parar, sin mucha esperanza, y ¡les queda una habitación!

Cuando nos dicen que la habitación cuesta 800 bats, que está incluído el desayuno tipo buffet y vemos la pedazo de piscina que tienen…¡no nos lo podemos creer!

Lejos de alegrarnos, nos miramos y comentamos:

«¿Dónde está el truco? ¿A ver cómo es la habitación?»…

¡Alguna pega tiene que tener este sitio!

Subimos a ver la habitación y al pasar por otra que estaba abierta, observo que dentro hay 3 mujeres limpiando.

¡3!

Otro punto muy importante.

Cuando el recepcionista mete la llave en la cerradura, yo no quiero ni mirar.

¡Dios! ¡La habitación está bien!

¡Todo muy limpio!

¡Cortina en la ducha!

¡Terraza!

Intentamos disimular la emoción pero nos sale alguna que otra risita nerviosa.

Cuando hacemos la reserva, salimos a la calle a por la moto y nos alejamos unos metros…

¡Aaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhh!

No nos hizo falta ponernos de acuerdo porque nos salió natural, al unísono y a voz en grito.

¡Estábamos taaaaaaaan contentos de haber encontrado algo decente por fin!

Caro, sí (21 euros la noche), pero teniendo en cuenta que es la noche de fin de año en la segunda capital del país ¡está muy pero que muy bien!

¡Ahora a comer y a casa a darnos una ducha por favor!

Después de la ducha, ya que tenemos la moto, queremos aprovechar para acercarnos al famoso mercadillo nocturno, del que todo el mundo habla.

Dicen que es gigante y que en él puedes encontrar de todo.

Al llegar a la zona, nos sorprende el tráfico. Hay demasiado.

Aparcamos la moto y entramos, guiados por la música, en una especie de placita.

Unos cuantos puestos de comida y bebida, rodean las mesas en las que cenan montones de turistas.

El sitio es muy chulo y todo lo que tú quieras, pero no nos cuadra con las descripciones que teníamos.

Se suponía que era un mercadillo gigante, con montones de puestos de todo tipo…

Cuando comprobamos que la comida es más cara que en otros sitios, abandonamos el lugar desilusionados.

Al salir a la calle y caminar unos pasos…

¡Se abre ante nosotros otro mundo!

Cantidades abrumadoras de puestecillos abarrotan las aceras, montones de plazas como la anterior, pero el cuádruple de grandes, se esconden tras corredores que aparecen entre el bullicio.

Caminamos y caminamos y aquello no tiene fin.

Allí puedes encontrar de todo lo que te imagines, además de poder sentarte a escuchar música en directo y tomarte una copa.

No vamos a mencionar la cantidad de puestos de marisco con gambas del tamañao de Manué.

 

¡Menos mal que a nosotros no nos gusta el marisco! ?

Dimos un buen paseo y decidimos salir de la aglomeración para buscar un sitio más barato para cenar.

Ya en la moto, según se iba acabando el mercadillo, otra plazoleta repleta de puestos de comida, nos hace parar en seco.

La música no era en directo y estaba muy alta, pero los puestos de comida tenían una pinta que hacía imposible resistirse a su llamada.

Nos damos una vuelta, incapaces de elegir la cena entre tantas opciones.

Finalmente optamos por comprar un sándwich frito como entrante, una especie de empanada de marisco y un pedazo de pescado a la barbacoa, que si estuviese vivo me podía comer él a mí.

Lo del sándwich frito era un capricho que teníamos de hace días, cuando lo vimos por primera vez en Pai.

No lo probamos entonces porque pensamos que un sándwich frito tampoco tenía que ser nada del otro mundo.

Pero eso está…¡para perder el conocimiento!

La empanada de marisco fue lo que menos nos cautivó.

El sándwich nos había bloqueado el sentido del gusto para un buen rato.

Pero el pesacado a la barbacoa estaba exquisito también.

 

Masticábamos al ritmo de los éxitos pop del momento, porque la única mesa que había libre estaba al lado del altavoz.

Una fanta de naranja con sabor a otra cosa y un poquito de agua, remataban el menú.

Cuando acabamos con el sándwich frito, la empanada de marisco y el pesacado gigante…¡fuimos a por otros dos sándwich fritos!

¡Un día es un día!

¡Así me estoy poniendo!

A pesar de los gofres, los crepes, los helados y demás manjares que nos hubiésen ayudado a dar el colofón final a nuestra cena, decidimos que había sido más que suficiente.

Discutimos a ver quién se comía el último trozo de sándwich, porque ya no podíamos más.

¡No, ese trozo para ti! ¡No, para tí!

A Manu le cuesta entender que no podemos comer lo mismo.

Siempre se empeña en repartirlo todo a partes iguales y voy a acabar teniendo que sentarme de lado en la moto.

Creo que van a ser las primeras navidades, en muchos años, en las que voy a coger peso.

Menos mal que aquí lo que se lleva es la ropa hippie y ancha, que tanto favorece a las lorcillas de más.

Señor Reyes Magos de Oriente:

Ya que estoy en Oriente y este año os tendréis que desplazar menos para traerme los regalos, espero que todo llegue en orden.

Quiero:

  • Unos pantalones cagaos. En India los llaman «de elefante», cosa que no entiendo, y aquí los llaman «pantalones de yoga», que todavía lo entiendo menos. ¿Alguien ha probado a hacer yoga con esos pantalones? ¡Complicado!
  • Una camiseta molona y que no sea de lycra. La lycra se me pega al cuerpo y me marca los sándwiches fritos.
  • Una cinta chuli para el pelo. No me da la gana ir a la peluquería y algo tendré que hacer con esta melena.
  • Pero lo más importante, el regalo más caro y más sencillo a la vez: QUE TODOS MIS SERES QUERIDOS ESTÉN BIEN.

¡Y eso te incluye a ti querid@ mochiTer@!

MILES DE ABRAZOS

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: 2017, chiangmai, el viaje de mi vida, hostel 9, la mochila de tania, mercadillo nocturno, pai, recibir el año

Barra lateral principal

Copyright © 2023 · Genesis Sample en Genesis Framework · WordPress · Acceder

Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros para recopilar información estadística sobre su navegación y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias, generada a partir de sus pautas de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Acepto Leer Más
Política de cookies

Privacy Overview

This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necessary
Siempre activado
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Non-necessary
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.
GUARDAR Y ACEPTAR