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el viaje de mi vida

LO PEOR DE MI VIAJE Y POR QUÉ NUNCA DEBERÍAS VIAJAR SI QUIERES SEGUIR TENIENDO UNA VIDA CÓMODA

6 julio, 2017 por taniacarrasco 12 comentarios

Viajar es un gran aprendizaje, eso es incuestionable, ¿no? Sin embargo, para tener una vida cómoda, mejor no viajes nunca. Te cuento mis porqués…

Hace un año ya que traspasé mi negocio con la intención de hacer un gran viaje y cambiar de vida. No porque mi vida fuese mala ni porque me encontrase en ninguna crisis existencial, sino porque eso era lo que me apetecía.

Cuando tienes la intención de hacer un cambio tan profundo en tu vida, buscas referentes, personas que ya hayan hecho locuras similares, y sólo encuentras historias grandilocuentes de viajes de en sueño, teñidos de palabras mayúsculas sobre lo maravilloso que es coger una mochila y perderte por el mundo.

Las cosas buenas tú también las sabes porque, al igual que yo, te habrás cansado de leerlas por todos lados…

Porque, aunque parezca que esto de cogerse la mochila y perderse por el mundo es una cosa muy poco común, es más habitual de lo que sueles pensar. Al menos yo me he encontrado muchísima gente así por el camino.

La cosa es que nunca sabes hasta qué punto algo es bueno o malo para ti, hasta que lo pruebas. Si no lo pruebas no tienes la capacidad suficiente para opinar y cuestionar a los que ya lo han hecho.

Justo hace unos días, hablaba con una amiga de mis primeros artículos sobre el viaje. Esta amiga me decía que al principio tenía la sensación de que todo lo que contaba era malo, cuando la intención de mis escritos era divertir a quien los leyese desde una perspectiva irónica de la situación. Como yo soy, vamos.

De hecho, lo malo nunca lo conté, sobre todo por no preocupar a la familia, para ya que estoy de vuelta puedo hablar abiertamente de todo. No tengo intención de engañar a nadie ni de maquillar las cosas que he vivido. Ha habido días buenos y días menos buenos, como en la vida de cualquier persona.

Cuando dejas una vida cómoda y feliz para adentrarte en un mundo de incertidumbre, aunque sea viajando por el mundo con tu pareja, nada de lo que pasa a continuación es tarea fácil.

Si quieres seguir teniendo una vida cómoda, desde luego ¡no viajes de mochilera!

Primero tienes que lidiar con las opiniones de la mayoría de la gente, que piensa que has perdido completamente la cabeza y que te vas a estrellar. Si yo fuese una persona miedosa, me hubiese echado atrás a la primera de cambio.

El inconveniente de no ser demasiado miedosa es que puedes convertirte en kamikaze. Aprovecho para recomendarte esta película tan estupenda.

Por lo visto, el término kamikaze data de la Segunda Guerra Mundial y se empleaba para nombrar a los aviones de la armada japonesa que se estrellaban contra ciertos objetivos. Desde entonces, utilizamos el término kamikaze para referirnos a todo tipo de ataques suicidas.

Suicida: persona que de forma deliberada se provoca la muerte.

¡Ahí lo llevas!

El problema es que este afán mío por provocarme la «muerte» no es nuevo y forma parte de una búsqueda incansable por alcanzar la vida que deseo, que no sé cuál es…sólo ando buscando, si no me muero en el intento…

(Este artículo lleva escrito un par de semanas, antes del suicidio de mi abuelo, y al leerlo me han dado ganas de borrar esta parte. Luego he pensado que no, que precisamente es este intento de evitar hablar las cosas con normalidad lo que nos hace estar más apegadas a ellas. Así que lo he dejado tal cual lo escribí).

Cuando consigues obviar las recomendaciones de la gente, desde un punto de vista conservador, como personas «normales» que quieren conservar su vida de la manera menos arriesgada posible, ¡pasas a la acción!

Igual después de escuchar mucho, te pones el chaleco salvavidas porque en realidad no quieres morir.

Al comienzo del viaje, todo era ilusión y ganas de comernos el mundo. Las cosas malas ni siquiera las barajábamos como posibilidades, pero estábamos preparados para cualquier cosa que pudiese pasar.

El simple hecho de despertarte cada mañana ya es un peligro, como decía Alejandro Sanz en alguna de sus letras, aquí y en la China.

Así que añadirle a despertarte cada mañana, la cantidad de incertidumbre que se genera cuando ni siquiera sabes dónde vas a despertar, era algo que daba vértigo.

Para empezar, ya justo antes de salir del aeropuerto de Madrid, un catarro que achaco al aire acondicionado de los sitios públicos empezaba a hacer aparición.

Los vuelos de ida fueron geniales porque no parábamos de pensar en la cantidad de aventuras fabulosas que viviríamos, la de gente interesante que conoceríamos y lo evolucionados que volveríamos después. Las expectativas puñeteras que siempre son muy altas.

 

 

LOS PRIMEROS DÍAS, DE MIERDA

¡Los primero días fueron una auténtica mierda para mi!

Tenía un catarro como pocas veces he tenido en mi vida, la primera ciudad que visitamos, Negombo (Sri Lanka), no podía parecernos más horrible. No encontramos un sólo alojamiento decente adecuado a nuestro presupuesto, llovía, los cuervos lo ocupaban todo, la comida era malísima y la gente, bueno, rara.

Sin embargo, Manu se había encargado de planear muy bien aquellos primero días, así que a pesar de las dificultades estábamos más tranquilos que nunca en nuestra vida. ¡Y eso que todo era una mierda!

Una semana después, cuando ya se me había pasado el catarro del quince que pillé, el viaje empezó a tener otro color.

Y es que no es lo mismo resfriarse en casa, en tu sofá con tu mantita viendo una peli, durmiendo en tu cama después de tomarte un caldo calentito que te ha preparado tu cariño, que:

  • ponerse mala en Sri Lanka,
  • la primera semana de tu viaje mochilero de bajo presupuesto,
  • durmiendo en habitaciones en las que no me metería nunca si estuviese en España
  • y comiendo malísimamente mal.

Pasado el problemilla, todo nos parecía mágico.

Disfrutábamos de cada detalle, de cada momento, de cada comida…Estábamos tranquilos, felices, la sonrisa no se nos quitaba de la cara.

Voy a tener que hacer un esfuerzo para recordar los momentos malos, que ha habido bastantes, pero ya a toro pasado y con la manía que tengo de quedarme sólo con las cosas buenas, te adelanto que no va a ser fácil.

 

COSAS MALAS DEL VIAJE DE MI VIDA

Como te digo, ha habido muchas cosas malas en este viaje, como en el de todo el mundo. Si me pongo realista por una vez en mi vida, quizá pueda contarte todo como lo viví en su momento.

Voy a hacerte una lista de todas las cosas malas, o menos buenas, de hacer un viaje de este tipo. Siempre, por supuesto, desde mi propia experiencia y opinión y sin desmerecer la experiencia de aquellas personas que no tienen nada malo que contar. Si es que las hay…

 

 

 

1. VIAJAR CON BAJO PRESUPUESTO

 

Para ponerte en antecedentes, tengo que decir que siempre he sido lo que llamamos «una niña bien», es decir, que nunca me ha faltado el dinero. Mis padres han tenido dinero y cuando yo me he empezado a ganarme la vida por mi misma he tenido trabajos que me permitían seguir siendo «una niña bien».

No te equivoques, ni yates, ni coches de lujo, ni mansiones en la playa, pero el dinero suficiente para estar tranquila y permitirme caprichos sin pensar mucho en cuánto bajaría la cuenta bancaria.

Traspasar mi negocio para irme a viajar, me permitía irme tranquila pero siendo consciente de que a la vuelta los ingresos iban a tardar en llegar, así que cuanto menos bajase la cuenta esta vez, mejor.

Es cierto, y no voy a ser cínica, que hemos ido con bajo presupuesto sólo por precaución, pensando en el futuro cercano. En ningún caso ha sido porque no nos lo pudiésemos gastar en ese momento. Pero hemos querido ser un poco más precavidos de la cuenta y marcarnos un presupuesto lógico, adecuado a nuestra situación incierta y sin perder la cabeza pensando que a la vuelta el dinero nos iba a llover de los árboles.

También es verdad que queríamos vivir una experiencia auténtica, estar en contacto con las costumbres locales, comer la comida local, alojarnos en sitios lo más baratos posible y usar el transporte público (o en su defecto, nuestras piernas) con tal de ahorrarnos unas pelillas.

Antes, podíamos gastarnos 2.000 euros en un viaje de cinco días a Lisboa y quedarnos tan panchos.

¡Queríamos cambiar el chip!

«Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo!

Y cambiar el chip implicaba que, si tratábamos de ajustarnos realmente al presupuesto, había que acostumbrarse a regatear, a buscar los mejores precios aunque en ello perdiésemos 2 horas, a recorrer hostal tras hostal hasta encontrar uno barato pero decente, a comer comida local por muy mala pinta que tuviese y a no comprar nada que no necesitásemos realmente.

A veces, estas cosas nos quemaban mucho.

No es lo mismo un viaje con un presupuesto bajo que un viaje económicamente relajado como los que hacíamos antes.

Aún así, sabemos de primera mano, que hay gente con presupuestos mucho más ajustados que saben estirar el dinero hasta límites insospechados. Pero nosotros éramos nuevos en esto y todo lleva su proceso de adaptación.

Había días, y esto es verídico, que si había que hacer un gasto extra prefería no comer para que el gasto extra no se notase tanto en el presupuesto. Es una tontería, pero te lo cuento para que veas hasta dónde llegaba a veces mi cambio de mentalidad.

Cualquier persona experta en la mentalidad de la abundancia me daría con sus libros en la cabeza.

 

 

2. VIAJAR SIN INGRESOS HABITUALES

 

Una cosas es viajar con bajo presupuesto porque el sueldo no te da para más y otra cosa es viajar con bajo presupuesto porque no tienes ingresos recurrentes. Y esto segundo era lo que nos pasaba a nosotros.

El dinero que salía no sabíamos cuándo lo íbamos a volver a recuperar, y si eres una persona que nunca ha tenido ese tipo de preocupaciones, este tema puede llegar a agobiarte mucho.

 

 

3. VIAJAR CON TU PAREJA

 

Tengo intención de escribir un artículo sólo para este punto concreto, así que no me voy a extender mucho.

Viajar con tu pareja tiene una parte negativa muy evidente: cuando quieres estar sola es complicado y cuando discutes por algo no te queda más remedio que estarle viendo el careto a la otra persona hasta que se te pase.

Le necesitas y te necesita…no puedes coger tus cosas e irte a casa de tus padres hasta que te relajes, ni quedar a tomar café con una amiga para contarle que tienes una novia que está insoportable…

Sólo te queda aguantarte.

 

 

4. VIAJAR DURANTE MUCHOS MESES

 

Recuerdo un día, estábamos entre el cuarto y quinto mes de viaje, que conocimos a una chica alemana que nos preguntaba sobre nuestro viaje, envidiando que pudiésemos viajar durante 7 meses mientras ella sólo tenía uno.

En ese momento le respondí lo que sentía: «pues no te creas, ya tenemos ganas de volver».

¡Se le pusieron los ojos como platos!

«Es la primera vez que conozco a alguien que está viajando y me dice que se quiere volver», me respondió la muchacha.

¡Porque la gente miente! ¡Mienten como bellacos! Hay muchísimas gente que está cansada, que ha viajado de más y que se quiere volver a su casa y no lo hace por diferentes motivos, sin atreverse a reconocerlo.

Igual que hay muchísimas gente feliz de la vida viajando todo el tiempo.

Nosotros no hemos conocido a nadie que llevase viajando tanto tiempo y que no nos haya reconocido que no le importaría volverse mañana mismo. Hay casos y casos.

Habría que preguntarle a esas personas con las que se iba encontrando esta muchacha:

  • ¿Cuánto tiempo llevaban viajando?
  • ¿Qué presupuesto tenían?
  • ¿Cómo era su vida antes de viajar?
  • Etc…

Si estás viajando para huir de una vida de mierda, ¡claro que no te quieres volver!

Pero ese no era nuestro caso.

Hacía más de cuatro meses que nos habíamos ido de casa y el viaje empezaba a hacerse pesado. Todo el tiempo regateando, todo el tiempo con la picardía de que nadie te engañe, cambiando de sitio cada dos por tres, despidiendo gente, encontrando gente nueva y teniendo que aguantar gente los días que te apetecía estar sola…

Nadie se atreve a admitir que está hasta las narices de regatear por 50 céntimos, de pelearse con el autobusero, de comer comida picante, de dormir en sitios llenos de bichos, de encontrarse con gente desagradable, de pasar calor, de llegar a países que no cumplen sus expectativas…¡La gente miente mucho y cuenta muchas milongas!

Hemos estado en sitios horribles, recomendados por las páginas de turno por los buenos comentarios, y que no había por dónde cogerlos.

¡La gente miente! Cada persona tiene que hacer su viaje y no engañar a los demás con el mundo rosa que se pinta entre los viajeros.

 

 

5. LA FAMILIA ESTÁ LEJOS

 

Y cuando digo familia englobo a todas las personas que quiero y que forman parte de mi vida de una forma especial.

Por suerte o por desgracia, la cultura española es una cultura muy apegada a la familia. Aunque yo no podría ser considerada una persona demasiado familiar, esto cambia cuando te alejas.

Ver fotos, vídeos o comentarios de mi familia, me producía una mezcla entre alegría y tristeza, difícil de explicar. Alegría por verles como si estuviese muy cerca y tristeza profunda porque si me apetecía darles un beso no podía.

Llegó un momento que pedí que dejasen de mandarme vídeos de mi sobrino porque me entraban unas ganas locas de coger el primer avión que saliese.

Por no hablar de bodas o acontecimientos sociales en los que te gustaría estar…

 

 

6. LOS DÍAS MALOS SE CONVIERTEN EN PEORES

 

Tú tienes días malos, ¿a que sí? ¡Yo también!

Ya ya, a veces parece que no, pero yo también.

Los días malos en tu casa, cerca de los tuyos, con dinero suficiente en el bolsillo, personal sanitario cerca por si te da un ataque de ansiedad, gente que entiende tu idioma sin esfuerzo, etc, son menos malos. Ese tipo de días cuando estás lejos de tu zona de confort, se pueden convertir en un auténtico drama.

No te he contado en el blog el día que me dio un chungo en el avión, pasando de la India a Tailandia. Y si no te lo he contado ha sido por no preocupar a la familia, por lo tanto, el resto de cosas «malas» que se supone que me han ocurrido, no habrían sido publicadas de pensar que mi familia se podría preocupar.

Viajábamos tranquilamente en un avión muy molón cuando me empecé a encontrar mal, me iba a bajar la regla.

Cuando eso me pasa, como no me gusta medicarme a lo tonto, mi Manué me hace un poco de Reiki y listo calisto. Ese día no sólo no funcionó sino que me debió dar un bajón de tensión y empecé a notar que perdía el conocimiento.

Todo esto sentadita en mi asiento sin moverme, cuando normalmente los mareos me dan de pie. La preocupación no era el mareo en sí, era que Manu nunca me había visto en una de las mías y ¡que estábamos volando!

Cuando me dan estos síncopes normalmente me descompongo entera, así que ya me imaginaba en el mini baño del avión, cagándome por la pata abajo, tirada en el suelo con la cabeza en el pasillo, mientras alguna azafata me limpiaba el culo.

Todo quedó en un pequeño susto que se me pasó a base de paños de agua congelada y un sobrecito de azúcar.

Si esto te pasa en tu casa, en tu país, o simplemente en tierra firme, ¡no es lo mismo!

Mejor no salir de casa en la vida, ¿no?

Así que ese día, descartamos lo de buscar hostal y nos pillamos un hotelazo por Internet, que teníamos bajo presupuesto pero tampoco para hacer el tonto en situaciones como esta.

 

 

7. UN VIAJE TE CAMBIA LA VIDA, O NO, DEPENDE

 

Un viaje te cambia la vida porque pasas tantas penurias que no te queda más remedio que levantarte del suelo y aprender. Por eso los viajes te cambian la vida.

¿O caso me cambió la vida cuando me gasté 2.000 euros en los 5 días de Lisboa? ¡Pues no!

Lo que me cambió en el viaje a Lisboa fue la cuenta corriente, que pegó un bajonazo que mejor no pensarlo.

Por mucho que me moleste la creencia mundialmente extendida de que para aprender hay que sufrir, es cierta como la vida misma. Aprendemos mucho más de las cosas malas que de las cosas buenas, es así.

Mantengo que es así, pero no siempre ni en todos los casos y me gusta presumir de que yo también aprendo mucho de lo bueno.

No necesito pegarme la ostia de mi vida para sacar conclusiones positivas, pero lo normal no es esto.

Ese es el motivo principal por el que viajar te cambia la vida, porque tienes tantos momentos malos diferentes que si no aprendes algo es porque eres una ceporra monumental.

 

 

CONCLUSIONES

Sí, me encantaría que hubiese próximo viaje, a pesar de todo lo «malo» que nos hemos encontrado.

A parte del chungo que me dio en el avión, no ha habido cosas que yo pueda considerar realmente malas. Si algo de lo que te he contado me hubiese parecido muy malo, no te lo habría contado. Repito: para no preocupar a mi familia.

Te lo hubiese contado a la vuelta, jejejeje, ¡eso seguro!

Pero está claro que si quieres seguir manteniendo la vida cómoda que te caracteriza, viajar con la mochila y ciertas restricciones no es tu camino.

 

Un viaje te hace crecer, aprendes tanto…que las cosas menos buenas no tienen relevancia (a no ser que sean muy graves claro).

Pero no me quiero despedir con el tópico este de que viajar es aprender, viajar te cambia la vida, bla bla bla, porque aunque es cierto no tiene por qué ser tu caso.

Hay gente que es muy feliz y no ha salido de su barrio en toda la vida.

Que nadie te diga si tienes que viajar o si no lo tienes que hacer. Vive tu vida a tu manera, lo que te pida el cuerpo. Y si tienes miedo: ¡HAZLO CON MIEDO!, como diría Hana Kanjaa.

¡TE ESPERO EN LOS COMENTARIOS!

Un abrazo fortísimo

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: cosas a tener en cuenta si viajas, el viaje de mi vida, lo peor de mi viaje, no viajes, viajar de mochilaro, viaje cómoda, viajes de bajo presupuesto

EL VIAJE DE REGRESO MÁS LARGO DE LA HISTORIA

1 junio, 2017 por taniacarrasco 12 comentarios

No ha sido un viaje de regreso del todo fácil…Me he prometido a mi misma que nunca más volveré a hacer un viaje con 3 escalas. ¡Me niego!

Como el taxi nos recogía a las 4:30 de la mañana, a las 3:30 ya estaba sonando el despertador. Duchita de agua fría, café del bueno y mochila a la espalda, para hacer el último trayecto de este viaje apasionante.

En el coche, vamos escuchando a Bruno Mars mientras miramos por la ventana, diciendo adiós a Bali y a tantos buenos momentos que nos ha regalado esta isla.

Nos hemos puesto nuestras mejores galas para la ocasión: Manu va con el pantalón vaquero que le regaló Iván y la camiseta azul que heredó de Isaac, y que Isaac había heredado de Lucas previamente. No es extraño que se haya querido poner esta camiseta porque desde que se la regaló su amiguito del alma no se la ha quitado casi ningún día.

¿Para lavarla dices? Si…eso sí…a veces se la ha quitado para lavarla…a veces…

Yo me compré un pantaloncito rosita muy mono, ancho para que me fuese cómodo el viaje y un poco más arregladito que de costumbre, para causarle buena impresión a mi madre.

 

Sé que está preocupada porque la última vez que hice un viaje de este estilo a la vuelta no me reconoció de lo cambiada que volvía. Curiosamente, esa vez también me dio por rizarme el pelo y por coger algunos kilillos.

Sin embargo, creo que este viaje me ha sentado mucho mejor y al menos vuelvo morena y con la piel estupenda.

Como sabes de sobra, sobre todo si eres mujer, nuestra «amiga mensual» siempre aparece en los momentos más inoportunos, así que me toca viajar combinando el rosa con el rojo (patada en el ojo).

El viaje de regreso va a durar unas 36 horas, si todo va bien, y va a constar de 4 vuelos diferentes con sus 3 escalas:

  • Bali-Kuala Lumpur
  • Kuala Lumpur-Teherán
  • Teherán-Estambul
  • Estambul-Madrid

La que hemos liado con las escalas por ahorrarnos unos eurillos…¡la próxima vez vuelo directo o me quedo a vivir en el aeropuerto!

 

1ER VUELO: BALI-KUALA LUMPUR

Llevamos bastante dinero indonesio encima, así que nuestra obsesión es llegar al aeropuerto con tiempo para gastarlo.

Pasamos los controles y nos damos una vuelta por el duty free. Hace tiempo que me di cuenta que lo del duty free era un timo manifiesto, y aún así ves mogollón de gente comprando regalos que fuera del aeropuerto le habrían costado menos de la mitad.

Nos dio por mirar, por curiosidad, el precio del café que llevábamos para regalar a nuestros padres y allí valí 3 veces más. Y eso que es duty free…si llega a ser duty fró hay que hipotecarse para comprar café. ¡Cómo nos engañan!

Después de la vuelta de rigor por las tiendas libres de impuestos, embarcamos sin problema, para hacer el primer trayecto Bali-Kuala Lumpur. Una vez allí, tenemos un trasbordo de 10 horas hasta poder coger el segundo avión.

¿Se te ocurre un plan mejor que pasar 10 horas en un aeropuerto? Ya…a mi tampoco…?

El viaje empieza bien…Según subimos al avión, a Manu le parece que el azafato es un poco grosero al decirnos que los compartimentos para las mochilas están llenos, así que le aconseja que por favor sonría y sea más agradable.

Claro, el azafato flipa con la sugerencia pero a partir de ese momento se convierte en el chino más feliz del mundo?

Nos pasamos las 3 horas de vuelo dando cabezadas e intentando no morir de hipotermia. Viendo que no lo estábamos consiguiendo, me levanto de mi asiento para pedir una manta: «lo siento señorita, las mantas son de pago», me dice el mismo azafato de antes, con una sonrisa de oreja a oreja…

Nada, me cacheo para entrar en calor y en un pis pas llegamos a Kuala Lumpur.

 

¡Menos mal que nos hemos puesto las botas de montaña para los momentos de frío extremo! Y porque no llevamos el plumas que sino…

Si en lugar de hacer ese trasbordo en Kuala Lumpur lo hubiésemos hecho en cualquier otra ciudad, saldríamos a la calle a que nos diese la luz del sol, pero en Kuala Lumpur es mejor que no te de para no morir desintegrada.

¡Nunca había estado en una ciudad tan calurosa! Sí sí, más que Linares.

Así que nos quedamos en el aeropuerto, tan fresquitos. Damos una vuelta por los pasillos para estirar las piernas, pasamos varias veces al baño para darle emoción a la espera, seguimos recorriendo pasillos, miramos el móvil, sacamos la tablet, hablamos con Tim (nuestro amigo malayo) que estuvo a punto de coger un bus y venir a vernos…y van pasando las horas.

A media mañana nos tomamos el último coco hasta no se sabe cuándo…

Aunque no fue el mejor coco de todos los que hemos probado estos meses, nos supo genial porque tenemos muy claro que esa es una de las cosas que más vamos a echar de menos.

Hacemos hora para comer sentaditos en unos sillones muy cómodos, nos quitamos las botas y yo me pongo a escribirte para que luego no se me olvide nada de nada.

Pasadas unas horas, pedimos varios platos típicos llenos de noodles (yo una sopa, por supuesto) y nos ponemos las botas, yo y mi pantalón rosa sobre todo.

Cada vez que un noodle se me escapaba del tenedor caía en el cuenco, como un deportista de salto de trampolín mal entrenado, y me salpicaba de arriba abajo mi «modelito para vueltas a casa».

Ahora coge el pañuelo que llevas al cuello, échale agua y restriega ahí hasta que el rosa palo vuelva a ser rosa palo. ¡Imposible!

Bueno, llevo un pantalón de lunares, no pasa nada, ya no soy la Tania de antes, ya no me importa parecer una cochina…Hago como que no me afecta y sigo comiendo y restregando, comiendo y restregando…sin ningún éxito.

La tarde se nos echa encima y aunque llevamos tiempo de sobra porque no tenemos que facturar, sí que tenemos que recoger la tarjeta de embarque en el mostrador.

El siguiente destino es Teherán (Irán), donde nos han advertido que me tengo que bajar del avión con el velo puesto en la cabeza y que suelen tardar bastante en darte las tarjetas de embarque.

No queremos imprevistos en el viaje, por ello, Manu se ha leído todo los foros del mundo y estamos tranquilos. Los españoles no necesitamos visado para hacer escala en Teherán y se supone que no debería haber ningún problema. Se supone…

Nos dirigimos a la ventanilla de Air Asia-Kuala Lumpur para recoger nuestras tarjetas de embarque y el chico del mostrador nos dice que si llevamos euros en efectivo…Tú eres un poco cotilla, ¿no?

Manu, que llevaba la mosca detrás de la oreja, pregunta por qué pero el chico no se explica muy bien. Dice no sé qué del visado y que sino le enseñamos 75 euros por cabeza no nos deja subir al avión.

Intentamos explicarle que hemos leído todo lo que había que leer sobre viajar a Teherán y que los españoles no necesitamos visado de ningún tipo para pasar por allí, pero insiste en que si no le enseñamos el dinero no volamos.

Manu pide la hoja de reclamaciones y el chico nos indica que vayamos a otro mostrador. En ese otro mostrador, el muchacho más serio del mundo mundial nos dice más o menos lo mismo: si no llevamos encima 150 euros no subimos al avión porque, aunque ellos también creen que no lo vamos a necesitar, si lo necesitásemos y no lo tuviésemos nos devolverían a Kuala Lumpur y la compañía aérea tendría que pagar una multa.

Una chorrada como una casa que a día de hoy seguimos sin entender…

Como no llevábamos esa cantidad de euros encima ni muchísimo menos, tuvimos que sacar moneda malaya en un cajero e ir después a una tienda de cambio de moneda a que nos lo cambiasen por euros.

Si llevábamos tiempo de sobra, ya no lo llevamos.

Corre por el aeropuerto y vuelve al mostrador a que te den las tarjetas de embarque, después de enseñarles el dinero a los simpáticos azafatos de Air Asia.

Mientras hacíamos la cola para recoger las tarjetas de embarque por segunda vez, observábamos cómo los demás extranjeros tenían las mismas reacciones de asombro que nosotros cuando los azafatos les pedían 75 euros.

Como veíamos a la gente agobiada, directamente les prestábamos nosotros nuestro dinero y lo íbamos pasando de mano en mano para enseñarlo en el mostrador, convencidos de que en Teherán no nos haría falta. Y más nos valía.

A las últimas chicas a las que quisimos prestarle nuestro dinero para que las dejasen embarcar, como eran inglesas les obligaron a llevar libras y tuvieron que ir corriendo a sacarlas con el tiempo demasiado justo. Quedaban 20 minutos para que cerrasen la puerta de embarque.

Como en los vuelos baratos ya no te dan comida y nos quedaba un viaje de 8 horas hasta llegar a Teherán, pasamos a una tienda a comprar sándwiches y dulces varios.

Estábamos pagando cuando empezamos a escuchar gritos que avisan de que el vuelo a Teherán va a cerrar su puerta de embarque ?

¡Otra carrerita!

Pagamos sin esperar a que nos devolviesen el cambio y echamos a correr como alma que lleva el diablo. Las mochilas nos daban en la cabeza y la gente nos achuchaba por el pasillo para que corriésemos más rápido.

Pero ese pasillo no se acababa nunca…

Yo alternaba carrera con marcha, porque ya no me daban las piernas. Pensaba: «que llegue Manu que seguro que consigue que me esperen sin problema», pero de repente me venía a la mente el día que me pasó algo parecido en un vuelo Londres-Madrid con mi prima Bea, y corrí tanto que ella casi se queda en tierra sola.

Allí no esperan por nadie.

Y en ese momento iniciaba mi carrera otra vez…sudando como un pollo y descojonada de la risa pensando en lo que se tenían que estar riendo los demás.

Cuando llegamos a la puerta de embarque, chorreando de sudor y con el morro torcido, allí estaba todo el mundo sentado tan tranquilo. ¡Aún no habían abierto la puerta de embarque los cabrones!

Nos dio la risa, del mismo modo que nos podía haber dado por asesinar, pero no nos apetecía pasar por una cárcel asiática…vaya a ser que no podamos volver a salir.

Manu se tuvo que cambiar de ropa de lo mucho que sudaba y yo, que llevaba mi modelito nuevo lleno de lamparones de sopa, intentaba tranquilizarme para que el sudor no me siguiese bajando por la espalda.

Finalmente conseguimos embarcar.

 

2º VUELO: KUALA LUMPUR-TEHERÁN

Siempre que me subo a un avión me surgen las mismas preguntas…¿por qué les toca ventanilla a las personas que se duermen antes de que el asiento les roce el culo? ¡La vida es muy injusta!

Voy al baño antes de despegar y…¡premio!…¡qué suerte!, ya no sólo tengo lamparones de sopa sino que ahora me he manchado el culete de sangre…

Dice Manu: «¿y eso lo vas a contar?»…Este niño no me conoce todavía, no tengo secretos para ti ?

Los días femeninos de este mes empiezan en el vuelo Kuala Lumpur-Teherán y tiran por tierra lo que la sopa de noodles no ha conseguido. Ya no tengo más remedio que cambiarme el modelito.

Por lo menos no me duele la barriga, que ya es un paso.

Voy preciosa con mi pantalón rosa palo lleno de lunares hechos con sopa de noodles y con una mancha oscura cerca de donde se sospecha que está uno de mis orificios más íntimos.

Lo cierto es que la mancha se ve más por dentro que por fuera, pero ahí está y yo ya no me siento una mujer decente. ¡Ay si la antigua Tania levantase la cabeza…!

Además, es que ir a los baños de los aeropuertos es muy curioso porque siempre te encuentras mujeres emperifollándose de arriba abajo. En esta ocasión había chicas incluso con el rizador de pestañas ahí dale que te pego, como si no hubiese un mañana.

Y yo…de mochilera pordiosera engullidora de sopa a 35 grados a la sombra y en mis mejores días del mes.

¡Como para rizarme las pestañas estaba yo! No sabía usar ese aparato antes pues imagínate ahora…

El vuelo de 8 horas rumbo a Teherán también pasó sin imprevistos y casi todo el tiempo estuvimos intentando dormir. Unas veces lo conseguíamos mejor que otras, pero al menos no se nos hizo muy largo.

¡Llegamos a Teherán!

Manu está preocupado por varias cosas: por el tema de que me tengo que poner velo, por el problema del dinero que supuestamente nos van a pedir y porque ha leído que con los iraníes no es muy fácil entenderse…

Cojo mi pañuelo y me lo planto en la cabeza. ¡Ahora sí que estoy total!

Pantalones rosas con lamparones de todo tipo, sudadera deportiva para evitar hipotermias, pañuelo de desigual lleno de colorines cortesía de mi amiga Montse para el cuello, y otro pañuelo en tonos azules para la cabeza. Este año me llaman de Cibeles seguro.

 

Ver a todas las turistas colocándose sus pañuelos resultaba entre gracioso y deprimente…Hay que decir que se notaba perfectamente quiénes éramos de allí y quiénes no.

A las iraníes no les falta detalle, tanto en las superficies de su cuerpo que muestran al exterior que las llevan bastante operadas, como en la elegancia con la que combinan los pañuelos de la cabeza con el resto de su indumentaria.

Las turistas parecíamos una mezcla entre mochileras pordioseras, vagabundas y locas de atar.

Había un par de nórdicas en pantalón de pijama, otra chica viajando sola que no llevaba pañuelo y había decidido que una camiseta de lycra con las mangas anudadas al cuello era la mejor opción, yo con mis lamparones, etc, etc, etc…

Al llegar a inmigración, tuvimos que entregar todos los pasaportes juntos para que un muchacho los recogiese mientras quedábamos a la espera de noticias.

Teníamos 5 horas de escala pero el tiempo pasaba y por allí no aparecía nadie para devolvernos nuestros pasaportes y darnos las tarjetas de embarque.

Era como estar perdidos en tierra de nadie, porque no hubo noticias en ningún momento. Estábamos todos tirados por el suelo, entreteniéndonos como podíamos. En mi caso, ir y volver al baño fue mi máxima distracción.

No, no me cambié de ropa aún…tenía pensado hacerlo antes de coger el último vuelo Estambul-Madrid, para tener el mínimo tiempo posible para volver a mancharme.

Al cabo de unas tres horas, aparece el chico que se había llevado los pasaportes y se pone a repartirlos, pero los nuestros no llegan.

Nuestra preocupación va en aumento, sólo han faltado unos cuantos pasaportes por entregar y entre ellos están los nuetros. ¡Estupendo! ¿Será por las pintas que llevo??

Nos indican que subamos unas escaleras y esperemos en otro lugar…Es madrugada en Teherán pero el aeropuerto tiene muchísimo movimiento de gente.

Miro la tienda de caviar iraní mientras pienso en las ganas que tengo de que se acabe el puñetero viaje…

Y no me refiero al viaje de 7 meses sino al viaje de vuelta a casa donde ya sólo piensas en pisar suelo español y abrazar a tus padres.

Seguro que están haciendo noche en el aeropuerto de las ganas que tienen de ver a su hija y a su yerno…¡JÁ!

Sólo queda media hora para que cierren la puerta de embarque de nuestro vuelo Teherán-Estambul cuando llega el muchacho con nuestros pasaportes y nuestras tarjetas de embarque ?

Ni hubo que pagar 75 euros, ni tuvimos absolutamente ningún problema para subir al avión. Si pudiese hablar con los azafatos de Air Asia en Kuala Lumpur me iban a escuchar.

 

3ER VUELO: TEHERÁN-ESTAMBUL

El tercer vuelo era sólo de 3 horas y media. Aunque nos tocó separados, al final pudimos sentarnos juntos porque Manu no tenía a nadie al lado.

Él se cogió la ventanilla y a mi me dejó en medio, al lado de un señor que era 3 veces mi padre de grande y que consiguió dormirse en vertical sobre su propio pecho sin dar ni una cabezada más.

Tronchó el cuello hacia delante y ahí se quedó durante todo el trayecto. ¡Qué facilidad!

El día que yo baje la cabeza y me toque el pecho con la barbilla será porque se me ha ido la pinza y me he puesto unas tetas como las de Yola Berrocal. Espero no llegar a ese extremo…

En este viaje también dormimos un poquito porque queremos llegar descansados para que no nos cueste tanto adaptarnos a los horarios españoles.

Antes de darnos cuenta ya habíamos llegado a Estambul, donde sólo teníamos que esperar unas 3 horitas. Estuvimos comiendo algo en un restaurante italiano y después nos metimos al baño, por turnos, para acicalarnos y ponernos ropa «limpia».

Esa manía de ducharse todos los días es una soberana gilipollez, lo siento. Con llevar un paquete de toallitas refrescantes encima es más que suficiente para sentirte aseada.

Vaaaaaaaale, no es suficiente, pero te ayuda a salir del paso en estas ocasiones ?

El caso es que yo me sentía la mar de limpia y de estilosa con mis mallas negras de decathlon, el top deportivo de Bárbara y la camiseta que más me había puesto durante estos 7 meses.

A tomar por saco las botas de montaña y vuelta a las sandalias para que el pie pueda respirar. Lo único que nos importa es llegar de una vez.

En la puerta de embarque de este vuelo ya predomina el viajero hispano parlante. ¡Qué alegría!, supongo…

 

4º VUELO: ESTAMBUL-MADRID

Sólo 5 horas nos separan de mi querido Madrid, de mis queridos padres y de mis queridos suegros. El viaje se nos estaba haciendo más llevadero de lo que pensábamos, hasta que subimos a este avión. El último trayecto se nos hizo eterno.

Fueron 5 horas, ya de día, sin sueño ninguno y con la emoción del regreso.

Se me pusieron las piernas como botellas de butano de tantas horas de viaje y tantos cambios de presión: duras, llenas de gas y a punto de explotar.

Como me tocó ventanilla y a Manu al lado de mi, hicimos levantarse al chico al que le había tocado el pasillo como medio millón de veces.

Si ya soy meona sin estar en mis días femeninos, cuando los tengo no te lo puedes ni imaginar. Pero el chaval aguantó como pudo sin protestar ni una sola vez.

¡Calla, calla que está hablando el piloto!

«Empezamos el descenso sobre Madrid».

La emoción nos embarga y a mi se me llenan los ojos de lágrimas.

aterrizando- viaje de regreso

Hace un día soleado precioso, se ve la ciudad perfectamente, nos cogemos de la mano mientras miramos por la ventanilla y susurramos: «Ya estamos aquí…», con una mezcla de alegría y nostalgia.

Bajamos del avión lo más rápido que podemos, he avisado a mi madre de que ya hemos aterrizado. Me la imagino impaciente detrás de la barrera, ansiosa por tirarse en mis brazos.

Recorremos los pasillos casi a la misma velocidad que cuando hemos tenido que correr para no perder el vuelo a Teherán. De hecho, nos pasamos la puerta de salida con tanta prisa.

Se abre la puerta y…me tengo que tirar a los brazos de mis suegros porque mis padres están fuera fumando tranquilamente, como si la cosa no fuese con ellos…¡Ay señor!?

No pregunto por mis padres porque sé perfectamente dónde están, así que salgo para afuera y me tiro yo a sus brazos sin otro remedio.

Mi padre no tiene muy claro si abrazarme un segundo o un segundo y medio, dice que no quiere que le peguemos los chiches…¿No es para coger otro avión?

¡Hogar, dulce hogar!

 

¿Pero cómo puedo querer yo tanto a esta gente?

Pues porque luego siempre lo arreglan y acabamos comiendo carabineros en una marisquería porque mi papi sabe que le encantan a su niña.

 

NO CREAS QUE ESTE VIAJE SE HA ACABADO

Aún tengo mil cosas que contarte y no te puedes perder nada, así que ten muy claro que pronto estoy aquí otra vez.

La vuelta al mundo real está siendo interesante…

 

ME ENCANTA SENTIR CÓMO ME LEES

Comenta para que me quede claro que sigues conmigo, eso me encanta ?

UN ABRAZO ENORME, ya desde España y sin mochila.

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EL FIN DE NUESTRA GRAN AVENTURA DE 7 MESES RECORRIENDO ASIA

29 mayo, 2017 por taniacarrasco 10 comentarios

Y ahora sí que sí…¡SE ACABÓ ESTA GRAN AVENTURA! Aunque me quedan muchas reflexiones por hacer y muchos artículos sobre el viaje que ya tienen forma en mi mente, la aventura en sí, ha llegado a su fin y quiero contarte las historias de estos últimos y emocionantes días.

Mientras escribo esto no sé si reír o llorar…pero como aún no te he contado cómo han sido los últimos días antes de volver para España, me voy a guardar la emoción y a hacer memoria, porque de esto ya hace días…

Después del reencuentro con Silvia e Isaac, volvieron a marcharse a bucear a Lembongan, mientras nosotros le esperábamos en Bali.

¡Qué a gusto estamos aquí!

Como te decía en el post anterior, estos días hemos acudido bastante al restaurante de David, el Jiwa Juice. Si pasas por Bali tienes que ir a comerte una hamburguesa, un gazpacho…¡lo que sea! Todo lo que probamos estaba riquísimo.

 

Estos últimos días quería habérmelos tomado más como unas vacaciones: levantarte cuando quieras, desayunar tranquilamente, playa, piscina, alguna cervecita y a la cama prontito para descansar. Lo malo es que me gusta mucho escribirte y no he podido estar sin hacerlo ?

Sin embargo, hemos ido a nuestra querida Karma Beach casi todos los días, hemos comido muy bien y hemos tenido el placer de compartirlo todo con buenos amigos.

Silvia e Isaac nos comunican que Barbara y Lucas (la otra parejita con la que estuvimos en Malaysia) también vienen para Bali.

¡Volveremos a estar los 6 juntos por última vez en este viaje!

 

Por supuesto, echando mucho de menos a Tim, que deja un hueco muy feo en la foto ?

Al día siguiente de estar todos juntos, Barbara y Lucas cambian de ciudad y Silvia e Isaac cambian de país. De los primeros nos despedimos anoche pero con Silvia e Isaac vamos a poder disfrutar todo el día. 

Al cuarteto, se ha unido recientemente Sabine, una alemana afincada en Barcelona que se trajo Silvia de Lembongan y que le pasa lo que a ella: habla con las piedras ?

Nunca había conocido a una alemana tan simpática y dicharachera, un encanto de niña la verdad.

El último día de «Sil-Sac» (Silvia e Isaac ya se hace largo) es nuestro penúltimo día y el cumple de la niña de Herman. Así que dejamos el estupendo alojamiento con piscina que teníamos para volver con el tito Herman que tan bien nos cuida.

Aunque en casa de Herman estamos fenomenal, nos costó un poco despedirnos de esta gente y este sitio, donde cada mañana las libélulas venían a hacernos compañía en la piscina, donde lo últimos que veíamos antes de dormir eran las estrellas…

 

Donde por la mañana te encontrabas ranitas en el cuarto de baño, como nos pasaba los días que estuvimos en la villa con María Luisa e Iván, donde con el desayuno tenías para todo el día, donde sólo el olor de las toallas ya te daba ganas de comprar ese lugar…

 

Pero queríamos pasar las dos últimas noches del viaje en el «20 Four 7» por el cumple de Joy, por estar con nuestros amigos Sil-Sac hasta el último momento y por estar en un lugar tranquilo para poner en orden nuestras emociones, antes del retorno.

Pasamos la mañana en la playa. Hemos descubierto que si vas a las 10:30/11 de la mañana, justo cuando la marea empieza a bajar, la playa se convierte en una piscina de agua cristalina y calmada. ¡Muy pocas veces hemos encontrado la playa así!

Pero sin duda, lo más importante del día es el cumple de la hijita de Herman y que esta vez nos despedimos de Sil-Sac sin saber cuándo nos volveremos a ver…

Estos días estoy como una moto. Tan pronto me pongo histérica como me da por reír, como por emocionarme o como por querer marcharme corriendo a España…

Después de la playa, de la comida y de la correspondiente ducha, nos vamos para casa de Herman. Hoy y mañana, antes de la vuelta, dormirmos allí, y además hoy hay barbacoa por el cumpleaños de Joy. 

Herman ha invitado a toda la familia, amigos, personal del hostel y a todos los huéspedes. ¡Qué mejor manera de despedirse de Bali!

El patio empieza a llenarse de gente, las mesas empiezan a llenarse de comida y los globos y las pancartas con la foto de Joy decoran toda la casa.

 

Han cocinado arroz, pescado y carne de varios tipos, salsas dulces, salsas saladas, verdura…Allí hay comida para 2 meses.

Lo mejor de todo fue el «pez gato», jamás lo había probado y me pareció exquisito. El sambal casero (salsa de tomate picante) también me chifla, pero el arroz no lo tocamos ninguno de los extranjeros que estábamos allí.

¡Estamos de arroz hasta…!

Justo cuando sacan la tarta y empiezan a cantar el cumpleaños feliz en varios idiomas, llega el taxi de Silvia e Isaac…Abrazos emocionantes y varios: «nos vemos en Málaga»…así que tendrá que cumplirse el deseo para que podamos recordarlo todo juntos, pero esta vez comiendo y bebiendo en condiciones.

Ya empezaba a resultar aburrido comer los 3 mientras Isaac sigue intentando alimentarse de aire. Espero que te guste el Kotu…?

Tras la despedida, nos quedamos un ratito más en la fiesta. Marco, el señor que cuida el hostal por las noches, sabe tocar la guitarra y se empeña en cantar el «bésame, bésame mucho…», luego lo intenta con el «bamboleo» del que sólo conoce una frase y al final terminamos mirando la letra de las canciones en internet para poder cantar algo decente.

fiesta de Joy- gran aventura

La fiesta estuvo divertida y la comida muy rica. La pobre Joy no estaba muy convencida de lo que era aquello pero ser portó fenomenal y la llenaron de regalos.

Nosotros le trajimos un peluchito con el alfabeto bordado, al que le hizo algo de caso al principio…Luego, vuelta a mirar la tablet que es mucho más divertida, claro.

Nos metemos en la cama cuando aún la fiesta no ha terminado. Hay mucho jaleo en el patio pero lo tomamos con paciencia y acabamos durmiéndonos.

¡Mañana es el último día de esta gran aventura!

¡No nos lo podemos creer!

 

«SÉ FINÍ…»: EL ÚLTIMO DÍA DE NUESTRA GRAN AVENTURA

Nos despertamos temprano, como siempre. Como el desayuno no me entra de lo nerviosa que estoy, ya se encarga Manu de comerse los dos platos de noodles con huevo que nos han puesto para empezar el día con energía.

Intento dedicarle unas horitas al blog antes de ir a despedirnos de la playa.

Aunque el día está cargado de melancolía, en la playa nos reímos bastante. Estábamos sentados en la arena tomando el sol cuando se me ocurre el «juego de la exfoliación».

Empiezo a restregarme la arena por todo el cuerpo, al mismo tiempo que invito a Manu a probarlo también. Nos frotamos los pies, las piernas, los brazos, pecho, espalda ¡y hasta la cara!

Cuando ya no quedaban zonas de nuestro cuerpo por donde frotarnos la arena, no nos quedó más remedio que meternos en el agua a limpiar aquello.

¿¡Tú sabes qué piel más suave se nos quedó!? ¿Cómo no se me habrá ocurrido antes?

7 meses sin usar una esponja para ducharme ¡y se me ocurre ahora este juego! Anda que yo también…

Menos mal que el último día tuve este momento de lucidez y nos quitamos todas las pieles muertas (por no decir roña) acumuladas durante estos 7 meses.

Que no es que nos hayamos puesto muy morenos, es que hemos acumulado muchas «pieles muertas»…

Nos despedimos de nuestra playa favorita, subimos las más de 300 escaleras y vamos a darnos un último homenaje al Jiwa Juice.

adiós karma beach- gran aventura

Por la tarde, la mayor parte del tiempo lo pasamos buscando algún sitio donde poder comprar tampones. ¡Qué difícil esto oye!

Sólo encontramos tampones en un súper bastante caro, a precio europeo y de una sola marca, nada de varias opciones para elegir…Aunque uso la copa menstrual, cuya utilización os recomiendo a todas, me siento más segura llevando tampones en el bolso, por lo que pueda pasar…

Por la carretera que separa la playa de la casa de Herman, pasamos por varios prados donde pastan las vacas, mientras los niños se reúnen allí mismo para jugar a volar sus cometas.

A cualquier hora que mires el cielo de Bali podrás observar montones de cometas que lo llenan de color y bailes majestuosos.

¡Voy a echar mucho de menos estas cometas!

Me resulta imposible no recordar un libro de Raimon Samsó que leí ya hace bastantes años: «El maestro de las cometas», y que seguro que te encantaría.

Volvemos al hostel y Herman se empeña en que cojamos su moto para dar una vuelta. Su moto no es una scooter cualquiera claro. Me tenías que haber visto de paquete, a 100km/hora con un pantalón muy corto de tela que a esa velocidad parecía más un paracaídas, y sin nada debajo.

A eso le añadimos que el seguro médico nos cumplió ayer y lo que menos me preocupa de ir a esa velocidad es que se me acabe viendo el culo vaya. Estaría gracioso tener algún percance el último día y estando ya sin seguro.

¡Manué tira pa casa!

Nos duchamos, preparamos el equipaje y nos bajamos a charlar con Heman. ¡Es más majo que las pesetas! Nos ha regalado una bolsa enorme llena de café de ese tan rico que nos hacen para desayunar y que a mi me gusta tanto. Si es que le tenemos que querer…

Mientras yo escribo un poquito Manu se pone a jugar a las damas con Herman. La segunda vez que gana Herman decidimos irnos a cenar: sopa de noodles para mi y arroz con cosas para Manu, que aún no ha escarmentado.

Es una noche rara…no hablamos mucho. Estamos pensativos, a veces tranquilos, a veces nerviosos…Creo que esta noche toca no dormir.

Nos metemos en la cama después de despedirnos de Herman y de que Manu jugase un rato al ajedrez con Marco. Contra todo pronóstico, aunque nos cuesta un poco, nos acabamos durmiendo.

A las 3:30 de la mañana suena el despetador…¡Empieza la vuelta a casa! 4 vuelos diferentes y 36 horas de aeropuertos nos separan de mi querido Madrid. Una de las escalas es en Teherán (Irán), donde me tengo que bajar del avión con el velo puesto. ¡Muy divertido todo!

Este viaje de vuelta puede ser muy interesante así que mantente a la espera que pienso contártelo con pelos y señales.

ABRAZOS MOCHITER@S, REVOLUCIONARI@S Y LLENOS DE EMOCIÓN

Me vienen muy bien tus comentarios en estos días con la sensibilidad a flor de piel.

¡Te espero abajo!???

 

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BUCEO EN TULAMBEN Y VISITA AL VOLCÁN

13 mayo, 2017 por taniacarrasco Deja un comentario

Tulamben es un pueblo que no tiene absolutamente nada más que centros de buceo.

He dicho pueblo, pero es una calle al ladito del mar, con establecimientos a los lados.

Aunque la habitación estaba plagada de arañas, hemos dormido muy bien, el desayuno no está nada mal y tenemos muchas ganas de ver qué esconde el fondo submarino de esta isla.

Llegamos al centro de buceo y el colgado del otro día no está en la recepción…¡Mierda! ¿Se estará cambiando de ropa para ser nuestro instructor?

Enseguida sale otro muchachito muy simpático y me responde a mi pregunta: no, el loco de la colina no será nuestro instructor, nuestro instructor será otro chico francés, muy agradable y con los brazos llenos de pulseras. Así no necesita ponerse lastres para bucear…muy buena idea.

Como ayer apuntaron nuestra talla para darnos la equipación adecuada, enseguida me sacaron un traje de niña, unos escarpines de niña y unas gafas de niña. Ellos dicen que son de niño, pero entiendo que están usando el puñetero género neutro a pesar de que están hablando conmigo, que tengo vagina. 

Corramos un estúpido velo…

Tengo que reconocer que con el traje acertaron esta vez, era de niña, muy pequeña. Me hice una herida en un dedo de tanto tirar del neopreno para que la parte de la entrepierna se juntase con mi cuerpo. No lo conseguí.

Y ahora me meo…vete al baño, bájate el neopreno y luego intenta volverlo a subir…Misión imposible.

Menos mal que Manu me ayuda con todo: él agarra mi neopreno, tira hacia arriba con fuerza y yo salto como un conejillo para ver sin la gravedad juega a nuestro favor.

Lo que vamos a hacer hoy no es meternos a bucear directamente. Como llevamos más de un año sin hacerlo, primero haremos un «refresh» para repasar y recordar conocimientos, y luego una pequeña inmersión para ir abriendo boca.

En un ratito con el instructor, nos enseñó bastante más detalles de los que aprendimos en España: ????✊☝????

¡Ay que lío!

Y en inglés, claro está…

Después de esta intensa explicación, nos vamos a la playa. Llevamos encima todo el equipo menos la botella de oxígeno, que ya la han llevado previamente para que no tengamos que cargar con tanto peso.

La playa estaba cerquita, a unos 5 minutos. Cuando llegamos al lugar donde estaban las botellas de oxígeno para acabar de equiparnos para la inmersión, observamos que las 3 botellas son iguales. Iguales de grandes, quiero decir.

De nuevo y contra todo pronóstico, porque hasta ahora habían entendido bastante bien mi problema de tamaño, me vuelven a poner una botella de oxígeno que es casi como yo de alta. 

Al instructor no parece sentarle muy bien tener que ir a por otra botella. ¡Qué culpa tenemos nosotros de que hayáis puesto a un colgado en la recepción! Le explicamos perfectamente que yo necesitaba una botella pequeña, pero estaba demasiado ocupado diciendo tontás y movimiéndose de un lado para otro.

Bueno, al final conseguimos equiparnos y meternos en el agua. La temperatura era perfecta y el agua estaba súper clara y súper limpia.

Nos ponemos las aletas dentro del agua, lo que no es tarea fácil al menos para mi, y vamos que nos vamos. 

Esta vez no hubo dolor de oídos, ni ningún percance extraño. El chaleco funcionaba como tenía que funcionar, el lastre que llevaba era el adecuado y yo me mantuve tranquila en todo momento.

Después de repasar los conocimientos técnicos, preparar el equipo y sumergirte, te queda hacer otros cuantos ejercicios con el profe, pero ya en el fondo del mar.

Por señas, nos va invitando uno a uno a recuperar el respirador en caso de pérdida, a usar el respirador de emergencia, a quitarnos las gafas y volverlas a poner, etc.

No es mi parte favorita, pero creo que es muy necesaria para poder hacer frente a cualquier problema que pudiese aparecer.

Después de esto, nos queda media hora para bucear, así que vamos aprovecharla. 

Se ven peces de todos los tamaños, formas y colores. Lo que más ilusión me hizo encontrar fue gran cantidad de estrellas de mar y un pez manta pequeñito, que Manu dice que era un lenguao.

Además, en la zona en la que estuvimos buceando, había ciertas figuras de piedra en el fondo, junto a un Buda tumbado, que todo lleno de musgo y rodeado de peces tenía un aspecto curioso.

Ni pasé frío, ni nervios, ni nada parecido, pero me cansé mucho. 

Me cansé tanto que cuando salí decidí que ya había tenido bastante buceo hasta el año que viene. Sin embargo, habíamos reservado 3 inmersiones más y no me dio tiempo ni a reaccionar.

Al ratito, después de bebernos un té, ya estábamos otra vez en el agua. 

La segunda inmersión fue un poco frustrante. Las gafas se me empañaban tanto que a penas veía y en el fondo de la zona de buceo había más buceadores que peces.

Es normal, teniendo en cuenta que debe haber unos 15 centros de buceo en la misma calle.

Esta sí que va a ser la última…por ahora…

Sin embargo, Manu no ha tenido suficiente, y le convencen para volver a bucear mañana a las 5:30 de la mañana. Muy buena hora esa para levantarse, pero yo me voy a quedar buceando en la piscina, que no me cansa tanto.

Después de la mañana de buceo, encontramos un sitio de estos locales y baratísimo para comer, pasamos la tarde en la piscina del hostal y nos damos cuenta de que somos los únicos huéspedes.

Eso nos gusta, no tenemos que compartir las zonas comunes ni los pipís de nadie en la piscina.

Nos llevamos una gratísima sorpresa cuando volvemos de bucear y nos percatamos de que nos han limpiado la habitación de arriba a abajo. ¡Oleeeeeeee! ¡Palmas, palmas!

A buenas horas mangas verdes, que mañana nos vamos. A lo mejor es algún tipo de chantaje emocional para que nos quedemos más tiempo…Casi picamos…

Pero no, al día siguiente seguimos nuestra ruta, queremos llegar al Monte Batur, a ver el lago Batur y acercarnos un poquito más al volcán que sirve de reclamo turístico en esa zona. 

 

No te va a extrañar que hiciésemos un trayecto de hora y media, por una carretera de montaña cuesta arriba, llena de curvas, con unos agujeros en el suelo magníficos para ir en moto y con el cielo amenzando tormenta.

Segurísimo que había otra forma de subir, pero ya sabes que los caminos fáciles no nos gustan. Y al gps tampoco. 

Se me había olvidado lo que era pasar frío…En esa zona debe haber microclima. Nosotros en ropa de playa y allí cayendo chuzos de punta.

Cuando conseguimos llegar al pueblito que hay en el valle, lo primero es buscar alojamiento. Por internet no hemos encontrado nada que nos haya convencido y preferimos ver los hostales en persona.

Los baratos no cumplían con las condiciones mínimas para dos personas que acaban de ser atacadas por chinches, y los caros no cumplían las condiciones mínimas para pagarles lo que pedían. 

Así que nada, ya hemos visto el pueblito, el laguito y el volcancito. Vamos a comer y seguimos con la ruta.

Tengo que contarte que, aunque parecía que los chinches sólo se habían cebado con Manué, varios días después están empezando a aparecer mis picaduras.

Sí, esto puede parecer inverosímil pero es cierto como que ahora me parezco a Nina la de OT.

Los chinches te pican y las picaduras pueden tardar varios días en aparecer. Suerte que las mías no molestan demasiado. La reacción que le provocan a Manué cuando le pican, nada tiene que ver con los efectos que me provocan a mi, que ni me entero.

Según subíamos por otro camino para salir del valle dirección a nuestra querida Ubud, nos paramos en un restaurante y aprovechamos para sacar las sudaderas.

Antes de sentarnos siempre miramos los precios de la carta para no llevarnos sustos. Este restaurante parece asequible y tiene vistas al lago y al volcán, así que nos quedamos.

La segunda vez que miramos la carta, dispuestos a pedir la comida, nos damos cuenta de que no habíamos visto que el 21% de tasas no estaba incluído en el precio. 

No nos queda otra que levantarnos e irnos.

En ese momento, llegan los camareros que nos habían atendido con mucha simpatía y les explicamos que nos tenemos que marchar porque con el 21% de tasas la comida se nos va de madre.

«¡No os preocupéis, os cargamos sólo el 10%, ¿vale?!», nos dice el que parecía el jefecillo.

Aceptamos. Habían sido muy agradables. 

Sin tener en cuenta que cuando nos han visto bajarnos de la moto con las pintas que llevábamos nos han preguntado si veníamos de hacer algún treking. No hijo no, no acostumbramos a hacer trekings en chanclas de piscina cuando de un momento a otro va a caer la del pulpo.

Manu dice que no va a llover, pero…¿qué te juegas?

lago Batur

Comemos divinamente y nos tomamos la libertad de pedir postre. Después, vuelta a la moto y camino de Ubud, a ver si encontramos un alojamiento en condiciones.

Esta vez, la carretera es buena y no hay demasiado tráfico, pero claro…a los 5 minutos empieza a llover con ganas. 

¡Lo sabía! No porque yo sea muy lista ni tenga habilidades especiales para predecir el tiempo, sino porque el cielo llevaba negro todo el día y hacía frío y viento. Blanco y en botella.

Lo cierto es que me importa un pimiento mojarme. Me gusta tanto la idea de volver a Ubud que voy muy contenta. 

Vamos a ver dos alojamientos que nos han gustado en booking y luego ya reorganizamos los planes para los próximos días.

En principio habíamos quedado en reencontrarnos en Lombok con Silvia e Isaak, pero no nos apetece mucho el tema barcos…Volver a reunirnos nos apetece mogollón, pero la decisión aún está en el aire.

¡Miss you guys!

 

Te sigo contando más pronto que tarde.

BESITOS Y ABRAZITOS VARIOS

 

 

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EL ÚLTIMO DÍA DE LA GRAN VISITA. BALI 2017

11 mayo, 2017 por taniacarrasco 2 comentarios

Me despierto en la villa y recuerdo que es el último día de la gran visita. ¡Mierda! Hay que despedirse de la villa…

De María Luisa e Iván aún podemos disfrutar durante todo el día pero la villa ya ni olerla.

El equipaje está recogido desde anoche. Hemos tenido la suerte de que nuestros amigos trajeron mucho espacio en sus mochilas para poder llevarse cosas nuestras, así que nos han quitado bastante peso para que podamos hacer la vuelta sin facturar.

El último desayuno con libélulas, en medio del arrozal, con buffet libre…?

una gran visita en Bali

Nos despedimos de la villa, con una mezcla de pena y agradecimiento, y nos montamos en el taxi. Los chicos van delante para dejar las motos y pagarlas.

Me bajo con Manu a despedirme de Jomán (o como se llame) que es el chico del hostal donde hemos estado siempre en Ubud y el mismo que nos había alquilado las motos.

El muchacho saca la calculadora para hacer las cuentas de los que le debemos y Manu, que ya las traía hechas, jura y perjura que eso es lo que le debemos.

Jomán no se queda muy convencido pero se fía de nosotros.

Ale, ya vamos los 4 en el taxi camino de Jimbaran, al hostal de Herman y a pasar el día en la playa.

Por el camino, María Luisa no decía ni una palabra. Yo pensaba que estaba durmiendo porque ni siquiera se movía. Suele marearse en los viajes y había olvidado tomarse la biodramina antes de montarse en el coche.

Nosotros tres íbamos charlando animadamente cuando suena el teléfono del conductor. Alguien le pregunta por Isabel, pero en el coche no llevamos a ninguna Isabel. Después preguntan por Manu y por mi y ya me hago una idea de lo que pasa.

¡Nos habíamos equivocado en las cuentas y Jomán nos llamaba para que le pagásemos lo que le habíamos dejado a deber!

¡Ay la leche!

Si es que somos de letras…¡los dos!

Por suerte, Jomán y el conductor se conocían y simplemente tuvimos que darle el dinero a él para que se lo diese a Jomán a la vuelta.

¡Qué vergüenza!?

Llegamos al hostal de Herman sobre las 11 de la mañana, la hora perfecta para coger las motos y aprovechar el día. Pero cuando abrimos la puerta para que baje María Luisa, prácticamente se desploma. 

Iba tan mareada que no podía ni andar…le costó un buen rato recuperarse. Entre Iván y yo la metimos en el hostal y la sentamos, le dimos agua y un poquito de azúcar, y poco a poco fue recuperándose.

Con el reiki que le hizo Manu y unas patatas fritas que le pidió Iván, empezó a ponerse mucho mejor todavía. Así que sobre las 12 ya estábamos camino de la playa.

Las motos que nos alquiló Herman dejaban mucho que desear…no le quedaban motos de las suyas y tuvo que pedirlas en otro sitio. En lugar de motos le trajeron dos cascajos, con lo que nos dijo que no nos preocupásemos si le pasaba algo a las motos, que estaban tan destrozadas que podíamos hacer con ellas lo que quisieramos.

No me preocupa que le pase algo a la moto, en todo caso que nos pase algo a nosotros o que a la poli le de por multarnos puesto que ni siquiera llevamos bien el faro delantero…En fin…

Llegamos a la playa, nos disponemos a bajar los 350 escalones y cuando vamos por el escalón 127, Iván se para en seco y pone cara de preocupación.

Cuando Manu pone esa cara el asunto suele ser grave…Veámos en qué acaba todo esto…

La cara de Iván se debe a que le viene a la cabeza, como un flash, la tarjeta de embarque, donde pone que se marchan el viernes y ¡van a coger el avión en sábado!

Yo me pongo tan contenta, con suerte su vuelo salió ayer y se tienen que esperar aquí unos días más hasta que salga un vuelo barato. Aunque creo que no tendremos tanta suerte…

Después de bajar los escalones que nos quedan y llegar a la playa, comprobamos que la marea está perfecta para darse un baño tranquilo.

Tranquilo, sin tener en cuenta que estoy en mis «días femeninos» y no se me ha ocurrido nada mejor que ponerme el bikini amarillo. Resultado: al cabo de un rato mi culo parece la bandera de España.

Fue muy gracioso, y muy higiénico, tener que cambiarme mis cositas en la arena, mientras Manu me rodeaba con la toalla, detrás de una piedra para que la gente del resort no se diese cuenta del espectáculo.

Sí, podía haber intentado bucar un baño, pero eso no habría sido tan divertido ?

Después de unas cuantas horas de playa, nos marchamos al mercado de pescado a darnos un merecido homenaje. Incluso nos permitimos el lujo de comprarnos una gambas para el aperitivo.

Estamos los 4 un poco apagadillos. Ellos porque se tienen que marchar y nosotros porque ellos se tienen que marchar.

Volvemos al hostal, nos duchamos, salimos a cenar, y cuando nos queremos dar cuenta ya estamos diciéndonos adiós con la mano, mientras el taxi se aleja.

Falsa alarma, el vuelo salía según lo previsto y todo quedó en un pequeño y bonito susto.

¡Qué bien lo hemos pasado estos días y cómo nos ha cundido!

Muchísimas gracias amigos por tomaos la molestia de gastar días de vacaciones para venir a visitarnos. ¡Ha sido un viaje inolvidable! Ya podemos ir buscando los billetes para el próximo destino ?

 

Nada más despedirnos, nos metemos en la cama porque estamos agotados. Hemos aprovechado los días tan bien que ahora nos van a hacer falta otro par de días para recuperarnos.

Es por ello que nos quedaremos en el hostal de Herman un par de días más, hasta que estemos preparados para subir al norte a bucear. Los precios de las inmersiones allí son muy baratos y no queremos irnos sin haber buceado durante nuestra aventura.

Bucear en sí, siempre es una aventura para mí, no he tenido ni una sólo inmesión donde no me haya ocurrido algo, pero me sigo empeñando en probar, una y otra vez. 

Tengo la cabeza como una piedra…

Herman no está muy contento con sus huéspedes esta vez. Nos cuenta que han venido dos españolas muy macarras con las que no consigue entenderse.

Al día siguiente, después de un sueño reparador, salgo al patio a escribir un rato antes de desayunar, cuando sale una chica rubia, totalmente despeinada y chapurreando en un inglés ininteligible.

¡Esta es una de las españolas seguro!

Le doy los buenos días en castellano y me saluda sorprendida. Estaba intentanto decirle a Herman que a qué hora era el desayuno. Eran las 9:55 y el desayuno acaba a las 10, así que a los 3 minutos las tenías a las dos sentadas en la mesa esperando su comida.

Por lo visto, ayer tuvieron un pequeño percance con la moto y tenían que pagar los desperfectos. Pero Herman, que es más majo que las pesetas, comprobó que el desperfecto de la moto era anterior y no les hizo pagar nada.

Se pusieron tan contentas. Era su primer día en Bali y no estaban empezando con muy buen pie.

Cuando se vayan las españolas, nos vamos a cambiar a su habitación, no sé por qué. Según Herman, la habitación que tenemos estaba reservada y tiene que cambiarnos a la de las chicas.

No nos importa porque el cambio es para mejor…o eso creíamos.

Estábamos desayunando los dos cuando sale otra chiquita que no habíamos visto ayer. Johana es una francesita rubia de ojos muy claros, que nada más verla te da buen rollo.

Habla con Herman a cerca del miedo que le da coger la moto a ella sola y Herman se ofrece a darle clases. Como Manu no tiene mucho que hacer hoy, a parte de verme trabajar, le propongo que le de las clases él mismo.

A Herman le parece bien, a Manu le parece bien y a la muchacha también, así que todos contentos.

Y esto es lo más interesante que hacemos hoy durante todo el día.

Bueno, no, se me olvidaba algo:

Al medio día, buscamos un sitio nuevo para comer y entramos a un restaurante muy pintoresco. Se me había olvidado llevarme la cajita donde meto el aparato de los dientes mientas como, y lo envolví en una servilleta que Manu se guardó en su riñonera.

 

Como después de comer íbamos en busca de un helado para dar el colofón final, pensé que ya me pondría el aparato después, pero a medio camino cambio de idea.

«Manu, ¿me das el aparato que me lo pongo?»…

«¡Pero cariño, si te lo he dado en el restaurante antes de salir!», me dice con los ojos como platos.

Imagínate dónde estará mi aparato, que se ha quedado envuelto en servilletas encima de la mesa de un restaurante.

Vamos a buscarlo pero ya no se puede hacer nada, ha pasado a mejor vida…

Lejos de lo que estarás pensando, ni me alteré, ni maté a Manu, ni maldije en ningún idioma, sólo me quedaban un par de días para cambiarlo por el aparato del mes siguiente y no era una gran pérdida.

Así que la vida siguió con «normalidad».

Pero te aseguro, que los próximos días van a ser movidos…¡no te los pierdas!

UN ABRAZO ENORME, SOBRE TODO PARA MALU E IVÁN, que han sido los protagonistas absolutos de estos días en el paraíso.

 

¡OS QUEREMOS! 

 

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: alquilar motos en Bali, Bali, disfrutar con amigos, el viaje de mi vida, Indonesia, jimbaran, karma beach, mercado de pescado, una visita inolvidable

CUANDO CAMBIAS HOSTALES POR UNA VILLA PRIVADA CON PISCINA EN MEDIO DE UN ARROZAL

1 mayo, 2017 por taniacarrasco 6 comentarios

No pego ojo en toda la noche pensando que nuestros amigos puedan tener algún percance.

Aunque bueno, algo de ojo si tuve que pegar porque cuando me escribieron para decirme que estaba todo bien no me enteré hasta que me levanté al baño a las 3 de la mañana.

Eso me permitió dormir un poco mejor pero, aún así, nos levantamos algo nerviosos. Llevábamos meses esperando esta visita y tenemos mucha ilusión puesta en ella.

Queremos que todo sea perfecto y que nuestros amigos disfruten al máximo. Realmente son sólo 5 días los que van a pasar aquí, y venir desde España para una visita tan corta tiene que ser bien aprovechada.

Como han llegado a Bali a las 11 de la noche, esta primera noche la han pasado en un hotel cerca del aeropuerto. Se supone que tienen que dejar el hotel a las 11 de la mañana, pero son las 10:15 y aún nos sabemos nada de ellos.

Estarán durmiendo como lirones porque un viaje de tantas horas te deja para el arrastre.

A los pocos minutos, se ponen en contacto con nosotros. Como yo pensaba, estaban durmiendo a pata suelta.

Les hemos recomendado que se cojan un uber (tipo bla bla car) para llegar hasta Ubud, pero la aplicación no les funciona y los taxis que paran por la calle les quieren cobrar un ojo de la cara.

Dan las 12 del medio día y aún siguen en Denpasar sin conseguir quién les traiga hasta Ubud.

Manu y yo nos desesperamos un poco. Tenemos tantas ganas de verles y de llegar a la villa que han alquilado, que hacemos las mochilas y nos vamos para allá directamente.

Como estos días vamos a necesitar dos motos, alquilamos otra en el mismo sitio donde alquilamos la nuestra.

¿Qué pasa con esto? Pues que Manu tiene que llevar una moto ¡y yo la otra!

Hasta ahora no me había atrevido a coger moto en todo lo que llevamos de viaje. Sí, cierto que tuve moto desde los 14 años, pero algún que otro piñazo que me he dado me han hecho cogerle cierto respeto.

Como suelo hacer con cada uno de mis miedos irracionales, me lio la manta a la cabeza y me subo en el bicho este ?

Al menos con esta moto me llegan los pies al suelo. Con la que tenía de jovencita a penas apoyaba la puntita de los dedos.

Inciso para la juventud: no comprarse una moto que no te permita apoyar los pies en el suelo completamente, habrá consecuencias.

Arranco la moto. Manu se pone detrás. El bicho empieza a moverse. Yo intento no moverme mucho para que no se enfade el bicho. La calle tiene 3 metros de ancho y por allí pasa todo dios: personas, coches, más motos, perros…

Mantengo la calma, no paso de 30 por hora. Compruebo que en todas las curvas hay mucha arena. Sólo en las curvas. Muy buena idea, sí señor. Me gustaría hablar con la persona que la ha patentado.

Por lo tanto, voy a 30 en las rectas y me paro en las curvas. Manu se baja a empujarme, me pitan tanto que me dejan sorda, las vacas mugen, los pájaros se me hacen sus cositas encima…

Esto último es broma, pero sí, tengo que reducir bastante la velocidad en las curvas al mismo tiempo que uso el pito por si alguien viene de frente.

Voy tan concentrada que no me doy cuenta de que me he pasado la villa. Mi sentido común prefiere ir recto que tener que girar la moto en ninguna dirección. 

Manu me pita desde atrás hasta que me doy cuenta de que tengo que dar la vuelta. El caso es que la doy bien. Apoyo mis piececitos en el suelo y voy girando el manillar despacito.

Si me ves desde fuera parezco segura y confiada. Nada que ver con la realidad. Pero tenía que hacerlo ¡y lo conseguí! Llegué sana y salva y…nunca más volveré a coger una moto ?

Cuando llegamos a la villa, pasamos a registrarnos en la recepción. A pesar de que saben que nosotros no vamos a soltarles ningún billete, nos ofrecen unas toallitas muy frías con las que no tengo ni idea de lo que tengo que hacer…

¡Pues me limpio las manos!

«¡Son para el calor cariño!», me dice Manué. Así que, después de lavarme las manos, me la paso por la nuca, por el pecho y por todas las zonas susceptibles de achicharrarse. 

Cuando terminamos de refrescarnos, nos cogen las mochilas para llevárnoslas a la villa.

«No, por favor, nosotros podemos», le decimos al botones, pero se niega a hacernos caso.

Hemos perdido totalmente la costumbre de que nadie se tome estas molestias por nosotros. 

Por fin llegamos a la villa…sin ni siquiera llegar a la puerta puedes disfrutar de un maravilloso paisaje con vistas a un enorme arrozal.

Al abrir la puerta…es que te quedas sin habla…desde el ventanal del salón se ve la piscina, con vistas a otro arrozal. Es todo verde, todo bonito, todo…¿limpio?

¡No me jodas que no han limpiado esto desde la última vez que vinimos!

Muy bien lo de la toallita, lo de llevarnos la mochila, pero ¿qué pasa aquí con los cepillos de barrer y las fregonas?

En un hostal barato, pasa que no esté todo muy limpio, pero en una villa privada con piscina que le va a costar una pasta a mis amigos, me niego a que lleguen y vean que está sucia.

Recomiendo al personal del hotel que limpien un poquito. A los 5 minutos llega un muchacho y decidimos salirnos fuera para dejarle hacer su trabajo tranquilamente.

Mientras tanto, nos damos una vuelta por la piscina común que tienen al lado del restaurante. Casi no nos da tiempo a sentarnos cuando observamos que el chico de la limpieza ya ha acabado su tarea.

Tardó unos 4 minutos en barrer y fregar toda la villa, que tiene un salón y dos habitaciones bastante grandes con su baño privado.

Nada oye, cojo la toallita refrescante que me han dado para el calor y paso el polvo a todas las superficies. 

No se le pueden pedir peras al olmo.

Igualmente, el sitio está espectacular: Manji Resort.

 

Dejamos las mochilas en el salón, queremos que sean nuestros amigos los que elijan la habitación que ellos quieran. Hay coca-cola en el frigo, café, té, 4 botellas de agua en cada habitación, otras 8 botellas en el frigo…no está nada mal.

Manu propone que nos demos un baño mientras esperamos, pero le prohíbo que toque nada hasta que no lleguen María Luisa e Iván. Al final consiguieron un taxi a buen precio y llegarán sobre las 2 de la tarde. ¡Justo a tiempo para comer!

Manu propone beberse una coca-cola. Se lo prohíbo también. Está muy feo no esperar a los dueños ?

Como no podemos bañarnos en la piscina privada, ni beber coca-cola, ni deshacer las mochilas, nos vamos al restaurante de la psicina común.

Al poco rato, el personal del hotel nos avisa de que nuestros amigos están aquí.

¡Biiieeeeeeeennnnnnnn!?????

Salimos prácticamente corriendo. Ellos vienen tranquilos, que están de vacaciones.

Estrujo a mi amiga, estrujo a su novio y vamos a enseñarles su nueva casa.

¡Les encanta!

 

Teníamos un poco de presión también con eso, porque fuimos nosotros los que vinimos a verla y dimos el visto bueno. Pero es muy difícil que no te guste un sitio así, aunque no está bien barrido ?

Después de esperarles para que eligiesen habitación, son los muchachos que les llevan las mochilas los que eligen por nosotros. Meten sus mochilas en la habitación de la izquierda y se olvidan de que las nuestras están en el salón también.

Ya se han dado cuenta de quién va a pagar…se nos acabaron los privilegios ?

Estamos todos hambrientos así que les llevamos a comer a un sitio muy típico. Iván coge una moto y Manu la otra. Lo cierto es que le dejamos a Iván la moto que habíamos tenido nosotros todo este tiempo porque comprobamos que la nueva no tiene los frenos en muy buen estado.

Quizá el cambio no fue buena idea, la moto que le dejamos a Iván no podía con los dos  ???? y tenían que conducir a 30 km por hora, igual que había hecho yo esa misma mañana.

Finalmente, llegamos al restaurante. Ya sabes lo que vamos a comer: arroz con cosas. Ellos te ponen el arroz y tú eliges las cosas.

Iván no tolera muy bien el picante, como Manu, pero nosotros estamos acostumbrados después de 6 meses por aquí. De hecho, María Luisa no es capaz de terminarse su plato y a Iván le cuesta. No hemos tenido mucho éxito con esta primera propuesta, prometemos mejorar…

Pero creo que ahora mismo nos da igual. Estamos tan contentos de estar juntos que lo mismo da arroz que noodles.

comiendo los 4- villa privada en Bali

Terminamos de comer tarde, damos una vuelta tranquila por la ciudad, vamos a cenar con nuestra amiga musulmana de los helados exquisitos y volvemos a la villa a descansar.

Después de un buen rato de charleta, cada mochuelo a su olivo. Se avecinan días intensos y no queremos empezarlos con cansancio acumulado.

Presiento que voy a dormir como una angelita en esta cama, con estas vistas, con esta compañía y todos los bichitos que se escuchan alrededor.

Seguro que van a ser días muuuuuy interesantes.

Sigo contándote muy pronto.

UN GRAN ABRAZO

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: amigos, arroz con cosas, Bali, el viaje de mi vida, Indonesia, Ubud, villa privada

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