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ADIÓS CHIANGAMI, HOLA KO KOOD

23 enero, 2017 por taniacarrasco 8 comentarios

Por fin nos vamos a la playa. Aunque Ko Kood no estaba en nuetros planes, estamos deseando llegar.

El último día en Chiangmai ha sido tranquilo, esperando para coger el primer bus de un largo viaje.

Lo más interesante del día, este cartel que hemos encontrado en el baño del restaurante donde hemos desayunado.

 

¡Que no te tires pedos en el baño, leche!

¡Los pedos fuera! Ahí, donde las mesas en las que come la gente.

También ha sido interesante hacernos una caminata de narices para despedirnos del mejor Kao Soi de la ciudad, y tener que volvernos con las mismas porque ya estaban cerrando.

O cuando Manu se ha dejado el móvil olvidado en otro restaurante. Eso también ha estado bien.

Afortunadamente, lo hemos recuperado.

El pobre tiene una patata de móvil, heredado además, y yo creo que se lo había olvidado a propósito.

Bueno, pues el viaje va a ser el siguiente:

A las 18:30 nos recoge un taxi en el hostal.

Ese taxi nos lleva al bus que nos deja en Bangkok en unas 12 horas.

Cuando lleguemos a Bangkok sobre las 7 de la mañana del día siguiente, cogemos otro bus a Trat.

Después de 4 horas, llegaremos a uno de los puertos de Trat, donde un katamarán debería dejarnos en la isla de Ko Kood.

Se supone que llegamos a Ko Kood sobre las 3 de la tarde, del día siguiente claro.

Pero realmente la hora no es muy importante porque hace días que tenemos el alojamiento reservado.

Lalo, el compi de Manu que nos recomendó que viniésemos a esta isla, ya se ha alojado allí en alguna ocasión.

No es que eso nos de mucha tranquilidad, pero bueno.

Hemos reservado sólo una noche por si no nos gusta.

Si pasamos bien la primera noche ya veremos lo que reservamos.

Pero al menos cuando lleguemos a Ko Kood no tenemos que ponernos a buscar cargados con las mochilas, después de un viaje de casi un día entero.

El viaje de Chiangmai a Bangkok, como lo hemos hecho por la noche, se nos ha pasado volando.

Hemos podido dormir algunas horas, sólo interrumpidas para comer un arroz con cosas ridículo, incluído en el precio del billete.

Lo de parar a cenar pasadas las 2 de la mañana, no es que fuese el plan que más me apetecía, pero con eso de que la cena estaba incluída no habíamos tomando nada antes de montarnos en el bus.

Fue estupendo que por primera vez no me haya congelado en un viaje de bus.

El aire acondicionado estaba a una temperatura normal, lo que permitió que usase la manta de almohada y estuviese más cómoda.

Al llegar a Bangkok, como teníamos algo de tiempo antes de coger el siguiente bus, nos fuimos a desayunar.

¡Menudo tortazo con la diferencia de precios respecto a Chiangmai!

El viaje Bangkok-Trat, también fue ameno, a la par que esclarecerdor.

¡Descubrí algo importante!

Por si no lo sabes, siempre llevo encima un artículo que para mí es de primerísima necesidad: la seda dental.

Siempre me he preguntado porqué soy la única persona del mundo que depende totalmente de este material.

Para mí es impensable acabar una comida y no utilizar la seda.

¡Es pura necesidad!

Pues en este viaje he descubierto porqué a nadie más le pasa.

Después de parar a comer algo y volver a subir al bus, pude ver cómo una señora ¡usaba su pelo como seda dental!

Sin arrancárselo ni nada, como lo llevaba largo, cogía un pelo, lo enrollaba en sus dedos y se lo metía entre los dientes para sacarse los restos de comida.

Sí, muy interesante.

Y yo gastándome una pasta en seda dental de la buena.

Acabo de encontrar un motivo para seguir sin cortarme el pelo.

Ahora ya tengo una razón de peso para seguir aguantando que crezcan mis greñas…

¡¿No es fantástico?!

Antes de coger el katamarán, nos dejan un ratito para comer.

Nada más llegar al puerto, la temperatura sube considerablemente.

Nosotros que nos habíamos puesto pantalón largo con la seguridad de que si no nos congelaríamos en el bus, ahora nos estábamos cociendo.

Comimos entre sudores y esperamos al nuevo vehículo.

¡Adiós «tierra firme»!

 

¡Qué viaje más agradable navegando por el mar!

 

Este trayecto se nos hizo más largo, de las mismas ganas que teníamos de llegar.

Además, el katamarán se tuvo que desviar en una ocasión para recoger gente de otra isla.

¡Por fin llegamos a Ko Kood!

Ko Kood desde el katamarán

Bajamos súper contentos porque un taxi nos espera para dejarnos en la misma puerta del hostal.

Esta vez no tenemos que volvernos locos.

Está todo controlado.

Me descojono…

En el taxi que nos lleva al hostal, vamos con una muchacha italiana que se aloja donde nosotros.

Cuando llegamos al hostal, la dueña se asombra y nos pregunta que si hemos reservado.

Le decimos que sí y nos dice que es imposible, que sólo le queda

¡una habitación individual!

La de la italiana, claro.

Ponemos cara de: «no puede ser, te tienes que estar equivocando» y buscamos en el móvil el mensaje de confirmación de reserva.

Mientras lo buscamos, nos pregunta los nombres.

¡Se echa las manos a la cabeza!

Según ella, alguien vino ayer a reservar una habitación y dijo que era Manu Román. Además, añadió que lo sentía mucho pero que no podía quedarse más días.

Eso viene a colación de que nosotros añadimos en nuestra reserva que nos gustaría quedarnos más tiempo.

Oséa que según esta señora, la propietaria de P.D Guest House, ¡alguien se ha hecho pasar por Manu!

Y como este alguien le dijo que no se quedaría más días, canceló nuestra reserva y le ha dado la habitación a otra persona.

¡Estupendo y maravilloso!

Pero lo más gracioso de todo es que la reserva de la italina, que estaba allí con nosotros enterándose de todo, ¡tampoco la encontraba!

Luego resultó ser problema de la italiana, que venía muy segura pero había hecho la reserva para el día siguiente y se había presentado un día antes.

Allí estábamos los 4 partiéndonos de risa pero que…

¡estábamos sin habitación, otra vez!

La habitación individual se la dejamos a la italiana, efectivamente, y a nosotros no nos quedó otro remedio que salir a buscar…

La muchacha del hostal de las narices, nos deja su moto a regañadientes.

¡Encima no quiere ponernos las cosas fáciles la muy tonta del culo!

Como no habíamos pagado todavía…

Decía que su moto tenía los frenos rotos y que yo me quedase allí mientras Manu iba con alguno de sus empleados a buscar habitación.

¡A ti te falta un tornillo hombre!

O vamos los dos, o vamos los dos.

Al final nos dejó la moto y no tuvimos que buscar mucho.

Pero ya era de noche, se nos puso a llover, llevábamos el depósito en la reserva y…

¡lo de los frenos era verídico!

Lo pudimos comprobar cuando casi nos tragamos el cartel de un hotel.

En menos de una hora teníamos habitación.

Pero nos pareció insólito que a finales de enero y en una isla que se supone que no es conocida, la mayoría de los hoteles estuvieran llenos.

¡Menos mal que decía Lalo que aquí casi no venían turistas!

Pues nos habremos puesto todos de acuerdo.

El caso es que estamos en un resort de playa, y este no es como los de India que quedaban a 5 km de la orilla.

¡Estamos en la puñetera playa!

 

En una de las mejores playas de la isla, en un resort con unos jardines enormes pero…

en una habitación de hostal.

¡Ya ahí no podíamos pasarnos mucho!

Tenían bungalows libres y habitaciones con vistas y esas cosas.

Y se nos pasó por la cabeza tirar la casa por la ventana y gastar un poquito más, pero no.

La habitación que tenemos, para estar donde estamos, es muy barata y está relimpia, así que todo ha sido para bien.

Además, cuando hemos llegado al P.D Guesthouse, no nos ha gustado mucho.

Todavía le tenemos que dar las gracias a la señora por cancelarnos la reserva.

Por si todavía te estás preguntando cómo es posible que alguien se haya hecho pasar por Manu, te digo lo mismo que a Manu cuando me lo preguntaba.

Muy sencillo,

¡porque es mentira!

A la señora mentirosa del hostal le interesaría, por lo que fuese, darle la habitación a otras personas y no hay más.

Estuvo ella pensando, pensando y esa fue la mejor historia que se le ocurrió.

Pero como es de bien nacida ser agradecida: «gracias señora mentirosa por darnos la posibilidad de encontrar algo en muchísimas mejores condiciones y en una playa preciosa».

¡GRACIAS!

No tenía que ser, está claro.

Mañana tendremos que desayunar mirando al mar…

Ohhhhh, qué penaaaaaaa.

MUUUUUUCHOS BESOS

¡Cuéntame si alguna vez te ha pasado algo parecido!?

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: chiangmai, el viaje de mi vida, Ko kood, la mochila de tania, p.d guest house

¡QUE SE INCENDIA NUESTRO HOSTAL!

20 enero, 2017 por taniacarrasco Deja un comentario

¿Te acuerdas cuando decía el otro día que estábamos muy a gusto aquí pero que no quería cantar victoria? Pues eso.

Ayer por la tarde noche, antes de irnos a cenar, estábamos tranquilamente leyendo en la cama.

Yo te acababa de escribir el último post del blog y me relajaba un poco con la lectura.

De repente, empezamos a escuchar fuegos artificiales y gritos de jolgorio, cada vez que había una nueva explosión.

Como ya llevábamos unos minutos escuchando el follón y el olor a humo empezaba a entrar en la habitación, salimos a la terraza para no perdernos la fiesta.

Al abrir la puerta, una nueva explosión y una bocanada de humo, hizo que Manu retrocediese.

Pasaron unos segundos hasta que reaccionamos y nos dimos cuenta de que los cables de la luz que teníamos justo en frente de nuestra habitación ¡habían salido ardiendo!

 

Cada pocos segundos se sucedían pequeñas explosiones y el humo iba llenando la calle.

La gente gritaba, no por ningún jolgorio, sino porque parecía que la cosa se ponía fea.

Pudimos ver por la terraza que todo el barrio estaba en la calle, que los edificios de en frente se habían quedado sin luz y que nosotros no podíamos bajar del nuestro porque teníamos el problema justo delante. 

Cogimos el móvil y la llave de la habitación y subimos una planta más arriba.

Nuestra planta estaba totalmente cubierta de humo y las explosiones las teníamos a 2 metros escasos de la puerta de nuestra habitación.

 

Tengo que reconocer que me asusté bastante.

Mientras Manu mantenía la calma, yo subía corriendo las escaleras, semidesnuda.

En la planta de arriba, otra muchacha con la misma cara de miedo que debía tener yo, me preguntaba que qué se hacía en estos casos.

se incendia nuestro hostal

Pues mira, para empezar es muy importante vestirse…pensé…

Y volví a bajar a mi cuarto a ponerme al menos unos pantalones.

En caso de que tengamos que ser evacuados por los bomberos, no me veo encaramándome a la escalera de incendios con el bollete al aire.

Entro corriendo al cuarto y cojo mis pantalones.

Vuelvo a salir corriendo al piso de arriba y no me los pongo hasta que no me acuerdo de que los llevo en la mano.

Con los pantalones puestos, me tapo la nariz con la camiseta, para no respirar el humo, y me veo las tetillas.

Bueno, no voy a enseñarle el culo a los bomberos pero les enseñaré otra cosa.

Mucho mejor elegida, porque si esa es la parte del cuerpo que tengo que enseñar, no va a ser motivo de catástrofe para nadie.

No voy a distraer a ningún bombero con mis pechotes y se van a poder concentrar en salvarnos las vida.

«¡Primero a la niña, primero a la niña!», dirán los que contemplen el espectáculo.

«¡Salven primero a la niña!»

Alguna ventaja tenía que tener…

Nos quedamos en la terraza del tercer piso esperando a los bomberos.

Las explosiones ya no se producían pero cada vez había más humo.

Cuando escuchamos la sirena, yo empecé a calentar por si tenía que saltar a una cama elástica de esas que ponen en las películas.

Pero como resulta que estábamos esperando a los bomberos ¡y nos mandaron a los cazafantasmas…!

Bueno, ni siquiera nos mandaron a los 4, ¡nos mandaron sólo a uno!

¡Un barrio entero en crisis y nos mandan un sólo cazafantasmas!

Cierto es que venía con dos acompañantes, pero el que tenía la pistola era sólo él.

Ese muchacho con los pantalones amarillos y tres botellas de buceador atadas a la espalda con una goma, era el que nos iba a salvar la vida.

 

Estoy yo para rezar, ahora que tengo a todos los dioses cabreados conmigo…

Yo que sé…a ver…

«Aserejé, já, dejé…»

¡Algo habrá que decir antes de morir!

¿Y qué mejor manera de despedirse del mundo que hacerlo cantando?

Así que yo con el Aserejé, Manu imitando a Elvis y la muchacha deseando tirarse por la terraza antes que seguir escuchandonos.

La cosa se empezó a calmar.

Aunque el cazafantasmas no hizo otra cosa que mirar los cables chumascados.

Ahí los tienes…

 

A lo mejor tenía algún súper poder en la vista y sólo mirando los cables consiguió solucionar el problema.

El caso es que al poco rato de su aparición, el humo empezó a disiparse y los edificios de en frente recuperaron la luz.

Poco después, apareció otro coche de cazafantasmas y se pasaron otro buen rato mirando y tocando cables.

Cuando sentimos que el peligro había remitido, nos fuimos a cenar.

A parte de cables colgantes chumascados y la capa blanca que recubria todas las superficies afectadas, no parecía que hubiese más daños.

Lo que sí me hizo daño fue la cena, que me sentó como un tiro y he dormido fatal.

Debido a lo mal que lo pasé con mi evacuación imaginaria y a lo mal que he dormido, me he despertado con ganas de hacer taichi.

¡Mentira!

No tenía ninguna gana pero mañana nos vamos y aún me quedaba una clase pendiente que ya pagué en su momento, así que tenía que ir…

Ya cuando iba de camino me he empezado a alegrar…

Pero después de salir de la clase tengo que decir que ¡menos mal que he ido!

Muchas veces no hacemos cosas, que sabemos de antemano que nos van a sentar genial, por mera pereza.

Nos ponemos excusas, anteponiendo otras cosas que tachamos de «más importantes», cuando no hay nada que sea más importante que cuidarnos.

En fin…

Lo que tú ya sabes…

Esta tarde tenemos que ir de compras.

Se me ha roto el teclado de la tablet, y no veas lo cómodo que es escribir durante horas con el teclado táctil.

Así que no me queda más remedio que hacer un gasto extra e intentar comprarme una funda nueva…

Si Elena me está escuchando, ¡SOS!

¿Algún consejo?

Me hago 40 minutos de caminata a 30 grados a la sombra.

Allí estáis muriendo de frío, lo sé, pero el paseo que me he dado a las 3 de la tarde tampoco es lo más recomendable.

He recogido a Manu en su curso, que por fin ha acabado, y nos hemos acercado a un centro comercial.

En principio, puede pensarse que los centros comerciales están hechos para las personas, ¡pero no!

Los centros comerciales están hechos para los osos polares.

Tenemos un problema serio con los cambios de temperatura.

En el equilibrio está la virtud, no digo más.

El caso es que después de unos cuantos paseos por un centro comercial más grande que mi pueblo querido, hemos encontrado la tienda adecuada.

Gracias a todos los dioses, la funda no ha habido que cambiarla.

Al final ha sido sólo problema de un cable que se ha solucionado comprando otro, por poco más de 4 euros.

Volviendo a casa, hemos parado a tomar algo en la cafetería de una muchacha canaria de la que ya te hablé.

Después a casita, ducha, cena y a dormir…

¡que mañana empieza otra aventura!

¡Vamos a la plá-yá, vamos a la plá-yá!

MUCHÍSIMOS BESOS MOCHITER@ ?

 

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: cables quemados, chiangmai, el viaje de mi vida, incendio, la mochila de tania

SIN BRAGAS Y A LO LOCO

19 enero, 2017 por taniacarrasco 6 comentarios

Intentamos buscar la manera de recuperar mis braguitas, pero desistimos.

Después de quedarme sin ellas, no quería perder también a mi novio por la terraza.

Estos días se ha deshecho el grupete tan majo que se había formado con el curso de masaje de Manu.

Para despedirnos de Lalo y Sussi, organizamos una cenita.

Al final nos juntamos 15 personas, cuando íbamos a ser bastantes menos.

Se respiraba una energía muy buena y tuvimos una cena muy agradable.

Manu se quedó con hambre, ya sabes…

Lalo nos ha dado un montón de información para cuando vayamos a la islas.

Por si no lo sabes, en Thailandia han tenido una buena montada con el tema de las inundaciones.

Toda la zona de las islas a las que queríamos ir, permanece muy afectada.

Ese motivo nos ha hecho tener que cambiar los planes, otra vez.

Lalo, nos recomendó la isla de Ko Kood.

Según él, es una de las pocas islas que se mantienen bastante vírgenes y que tienen menos turistas, normalmente.

Lalo lo sabe porque su hermano, casado con una thailandesa, vive en Ko Kood desde hace tiempo.

Allí montó un restaurante italiano que se dedica a hacer las delicias de los visitantes.

El problema es que al estar toda la zona más turística tan afectada, ahora todo el mundo quiere ir a la zona de Ko Kood.

O al menos, eso nos han dicho en la agencia en la que preguntamos.  

El mismo Lalo, nos ha recomendado también el sitio donde se suele alojar él cuando va de visita y se cansa de estar en casa de su hermano.  

Ya hemos reservado…miedo me da…

Así que estamos apurando nuestros últimos días en Chiangmai antes de bajarnos a disfrutar de la playa.

Estuvimos baranjando muchas opciones en cuanto al transporte.

Que si avión, que si autostop, que si combinar ambas…

Al final, bajaremos a Bangkok en bus, allí cogeremos otro bus que nos deja directamente en el katamarán que nos acerca a la isla.

Al llegar a la isla, otro vehículo nos recoge para llevarnos directamente a la puerta del hostal.

Pero eso me gustaría verlo a mi…

Ya te contaré…

Saldremos de Chiangmai el sábado por la tarde y se supone que llegamos a la isla el domingo al medio día.

Podía haber sido peor…

El avión hubiese acortado bastante el trayecto pero nos hubiese salido 4 veces más caro.

Y como lo que tenemos es más tiempo que dinero, ahorramos en transporte por si allí queremos gastar el dinero en otra cosa como, por ejemplo, comer.

Nos han dicho que el bus que nos deja en Bangkok, que es el trayecto más largo, tiene baño y cena.

Puedo pasar sin cena, pero sin baño…

Y como a Manu le pasa al revés, todos contentos.

Los últimos días aquí están siendo tranquilos.

Por un lado, tenemos muchísimas ganas de llegar a la playa y por otro, estamos súper a gusto en Chiangmai y en el Chinda House.

Ayer conocí a nuestro vecino de al lado.

Un catalán llamado Álex (los catalanes nos persiguen) al que le gusta hablar por teléfono con su padre a la 3 de la mañana, todos los puñeteros días.

El chaval me pareció muy majo, pero a las 3 de la mañana lo mataba y tiraba su cuerpo por la terraza para que le hiciese compañía a mis bragas.

Como paso mucho tiempo sola, tengo la oportunidad de hablar con mucha gente.

Hombres, quiero decir.

Hoy cuando he salido a comer, un americano de mediana edad y profundos ojos azules, se ha acercado a preguntarme por mi tatuaje de la espalda.

Me ha costado entenderlo, las conversaciones profundas en inglés se me escapan un poco todavía, así que cuando ha llegado mi comida le he despachado con un «nice to meet you» (encantada de conocerte) y me he sumergido en mi sopa de arroz con jengibre.

Se me ha pasado contarte una peculiaridad de este país…

Aquí no tienen muy claro el concepto de servilletas.

A pesar de que en lo que al papel higiénico se refiere llevan un gran adelanto si lo comparamos con Sri Lanka, India o Nepal, en cuanto al tema «servilletas» andan algo confundidos.

Es un tema delicado…

Es cierto que en algunos restaurantes encuentras algo parecido a servilletas.

Te ponen en un bote trozos de papel, del mismo grosor que el humo, de manera que para limpiarte la boca necesitas coger 10 papelitos de esos.

Si tienes la mala suerte de que el picor de la comida te produzca ganas de estornudar o te provoque moqueo constante,  la cosa se complica.

Limpiarse la nariz con ese sucedáneo de papel es lo mismo que limpiarse el culete con la mano.

Debe ser que algún empresario inteligente se ha dado cuenta de la magnitud del problema y ha decidido tomar cartas en el asunto.

Es por ello que en algunos restaurantes, lo que te ponen en el botecito de las servilletas, no son servilletas.

¡Te ponen directamente el rollo de papel higienico!

Papel higiénico para limpiarse la boca

Nos limpiamos el culo y la boca con el mismo material.

En España nos echaríamos las manos a la cabeza si le pedimos servilletas a un camarero y nos trae el scotex de doble capa.

Pero si lo piensas, tampoco es tan importante.

Alguna ventaja tiene que tener.

Y si alguien la sabe que me la cuente.

Debe ser un decreto real o algo así…

Con eso de que no se puede criticar al rey, no me atrevo a indagar.

Estaba yo contándote esto tan interesante del papel higiénico, cuando han llamado insistentemente a mi puerta.

«¡El «chico de color» sin camiseta de la terraza de en frente!», he pensado…

Y he salido corriendo a abrir…

¡Pues no, oye!

Eran un par de «chicas de color amarillo» despistadas, que debían estar buscando a alguien que, evidentemente, no era yo.

Continuemos…

El hecho de que me pase el día encerrada en la habitación con este chisme que tengo debajo de las manos, no significa que no me pasen cosas interesantes.

Ayer, sin ir más lejos, escuché mucho ruido y corrí a la terraza de nuevo.

Por si «el chico de color sin camiseta» había venido a conquistarme con la tuna de su pueblo.

Tampoco oye…

Por la calle pasaban un grupo de thailandeses, vestidos de rojo y amarillo, con tambores y mucha prisa.

Podía haberlos confundido perfectamente con los seguidores de «la roja», pero como no gritaban ni nada, lo descarté.

Cuando entré a la habitación a por el móvil, para plasmarlo y poder enseñártelo, ya estaban demasiado lejos.

 

Otra de las cosas que he podido ver desde mi ventana, a colación del post sobre religión que escribí el otro día, es lo siguiente:

Son las 8 de la mañana y estoy haciendo mis ejercicios matutinos.

Voy a abrir la ventana para que se refresque la habitación (me han dicho que en España ya estáis fresquitos sin necesidad de abrir ninguna ventana) y veo llegar a un monje budista.

Al pasar por la puerta de un hostal, sale una mujer.

El monje se para y la mujer le echa dinero en un cestito.

Después se arrodilla con las manos juntas delante de la cara y permanece de rodillas frente al monje un buen rato.

Supongo que estaba rezando.

¿Esta señora será más feliz que yo, o vivirá más años?

¿Cuál es la labor de estos monjes y qué hacen con ese dinero?

No son críticas, repito, no son críticas.

Sólo preguntas que me surgen y que pongo por escrito por si alguien tiene las claves.

La vida es muy interesante desde la ventana de esta habitación, ya lo has visto…

Llegados a esta conclusión, ya no necesito que la habitación este limpia, ni que la cama sea cómoda…

¡Sólo necesito una ventana!

Mis necesidades como ser humano se están reduciendo.

¡Justo lo que quería!

De aquí a la iluminación, me queda un paso.

El día que deje de necesitar la ventana, me buscaré un zulito en una montaña y me compraré una túnica naranja y un plato de plástico, por si alguien quiere echarme algo…

Deliro…creo que necesito un paseo…

Me voy a comer y soy devorada por un mosquito carbón.  

Si es que me tenía que haber quedado en la habitación.

Ya he echado el día…

Como cuando empieza a caer el sol, los mosquitos acechan, no creo que el chico de color salga al balcón sin camiseta hasta mañana.

Estaba yo en mis pensamientos…cuando llega Manué.

Este señor, que había decidido justo ayer que se iba a comprar una cinta del pelo y lo iba a dejar crecer, viene del peluquero.

En casi 3 meses de viaje que llevamos me gana 2-0.

Se ha cortado el pelo y afeitado 2 veces y yo ya me puedo chupar las patillas.

Si me vieran mi peluquera Eva y mi peluquero Emilio, no se lo creerían.

Dicen que donde hay pelo hay alegría, ¿no?

PUES ALEGRÍA PARA TOD@S ??????

 

 

 

 

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: Bragas, chiangmai, el viaje de mi vida, Ko kood

CHINA TOWN Y BRAGAS QUE VUELAN

17 enero, 2017 por taniacarrasco 2 comentarios

Recorrido por China Town, nuevo descubrimiento culinario y pérdida de mis bragas favoritas.

Ya, lo de las bragas no suena bien, pero ahora te lo explico.

Nos gustaría hacer algunas compras de reposición de ropa mochilera y nos recomiendan los mercadillos chinos como la mejor opción.

A mí no me gusta mucho comprar en este tipo de sitios, pero no está mi presupuesto para ponerme delicada.

Nos damos un paseito que me recuerda al día que caminamos dos horas para renovar el visado. Estamos pasando por las mismas calles.

¡Pero no! En 15 minutos estamos en el mercadillo.

Puesto que es la hora de comer, lo primero que hacemos es buscar un sitio para hacer lo apropiado.

Ya que estamos en China Town, buscaremos qué es lo que se come por aquí.

En el subsuelo del mercadillo chino más grande que he visto en mi vida, había una zona provista de puestos de comida.

Escogías mesa y elegías el puestecillo que menos asco te diese.

comiendo en el mercado chino

Mientras yo guardo la mesa, Manu va a elegir el menú.

Vuelve con dos cuencos de Kao Shoi, que es una sopa de noodles típica aquí, que yo aún no había probado.

La cantidad no es grande pero el precio es barato.

Me lo echo a la boca sin demasiadas expectativas pero…¡puede que sea una de las cosas más ricas que haya probado hasta el momento!

¡Qué buena que estaba la sopa dichosa!

 

No podía parar de repetirlo…¡qué rica! ¡qué rica!

Después, con lo bien elegida que había sido la comida, pedimos un postre que llevamos viendo desde que llegamos.

No lo habíamos probado aún porque no se había dado la ocasión, pero hoy tocaba.

Era una especie de cuenco con leche y hielo, y unos trozos negros que parecían gelatina.

Teníamos la esperanza de que fuesen de chocolate o algo así, ¡pero nada que ver!

Imagínate un cuenco con leche muy dulce, al que le echan hielo y unos trozos pegajosos que saben a…ummmm…ehhhhhh…

No sabría explicarte…

¡Asqueroso!

 

Malísima inversión.

Con el buen sabor de boca que se me había quedado con la sopa…

Trás la comida, paseamos por el mercadillo.

¡Eso no tenía fin!

 

Podían ser 5 plantas, con sus correspondientes entre-plantas, con puestos de todo tipo, donde no había ni una sola prenda en condiciones…

Alguna cosa encontrabas, susceptible de ser comprada, como estos pollos verdes colgantes…

 

Espero que no sea eso lo que esté comiendo la señora porque entonces, probablemente, la hayan encontrado muerta en la entre-planta del subsuelo 21.

Los puestecillos de bragas también podían considerarse aceptables. 

A 20 bats cada braga, sentí la llamada del consumismo y me acerqué a echar un vistazo.

Luego recordé que no necesito bragas porque las dos que me traje están estupendas, todavía.

Las bragas negras que le cogí prestadas a mi hermana Nuria aún conservan su frescura.

Las bragas verdes con corazones, aunque han cedido un poco y ahora puedo usarlas como sábana, todavía me hacen buen servicio.

¡Estas son las preferidas de Manué!

Son las bragas que a todo hombre le gustaría ver puestas sobre las nalgas de su pareja.

¡Lindas, lindas!

Acabamos hasta las narices de pasear entre tanto puesto.

Ya he comprado unas limas de uñas que me hacían mucha falta.

¡Podemos volver a casa!

Queremos pasar a visitar a una amiga que hemos hecho, propietaria de una pequeña cafetería donde vamos mucho.

La mujer, que chapurrea español, se alegra bastante siempre que nos ve.

 

Nos tomamos una infusión con hielo, que fue otra de las peores inversiones del día junto con el postre del mercado chino, y charlamos un poco con nuestra amiga.

Después de ser devorados por una plaga de mosquitos y de fingir que nos encanta la infusión, nos vamos a casa y tiramos aquella bebida horrible en el primer cubo de basura que encontramos. 

Lo mejor del día…

¡Hoy he podido verle las caras a mi Puri y a mi Juani!

¡Os echo mucho de menos amigas!

Voy a aprovechar para hacer un llamamiento a toda la gente que quiero y con la que aún no he podido hablar, que es mucha.

Si en algún momento os acordáis de mi y os apetece saludarme, ¡grabadme un pequeño vídeo porfa!

¡No os hacéis una idea de la alegría que da y lo mucho que me acerca a vosotros!

Pido más que Hacienda…ya lo sé…

Llega la hora de cenar y yo no me he podido quitar de la cabeza el Khao Soi del mediodía.

¡Quiero cenar lo mismo!

Vamos a ir a un restaurante cercano que nos gusta mucho, el Lucky Too, y seguro que el Khao Soi está de muerte también.

¡Mi gozo en un pozo!

Voy a tener que volver al mercado chino cada vez que quiera repetir.

La cena esta vez no nos convence mucho, así que para solucionarlo, nos pedimos un pancake.

Hasta ahora, los pancake que habíamos probado consistían en una ligera masa de tortita con una pizca de chocolate por encima.

El pancake de hoy tiene un grosor como el de mi pierna, va relleno de crema y ocupa una superficie del tamaño de mi nuevo culo, ¡grande!

Hoy no me apetecía chocolate, es Manué el que tiene antojo, pero después del pancake se ha despertado la bestia y ahora mismo sería capaz de atracar cualquier 7eleven en busca de chocolatinas.

¡Esto se arregla durmiendo!

A la mañana siguiente, me acuerdo de mis bragas verdes…

¡Voy a lavarlas!

No me gusta llevar la ropa interior a la lavandería por si me pierden los tangas o usan mis bragas verdes de parasol.

No sé qué pasa que dentro de la habitación la ropa tarda muchísimo en secarse.

Voy a tender las bragas en la barandilla de la terraza, que les de el sol…

Ayer descubrimos un bar con dueña canaria y café español.

Queremos ir a probar y de paso charlamos un rato con la muchacha.

Tenemos que salir de la habitación un rato para que la chica de la limpieza pueda hacer su trabajo.

Llevamos aquí casi una semana y nos van a volver a limpiar la habitación.

¿No es genial?

Cuando volvemos, la dueña del hostal nos advierte de que aún no han podido limpiarnos la habitación.

No pasa nada, nos vamos a dar un paseo.

Aunque dije que ya no vería más templos, se me hace inevitable no pasar cuando veo tal maravilla arquitectónica.

 

Era un templo muy brillante y muy bonito y os lo quería enseñar. 

 

¡Que siempre estoy hablando de comida! jijijijijiji

Bien, volvemos de ver el templo…

¡No veo mis bragas en la terraza!

¡Pero si hoy no sopla el viento ni nada!

Subo despreocupada. Seguro que la señora de la limpieza las ha visto y me las ha metido en la habitación.

¡Y un mojón!

Allí están ellas en la uralita del piso de abajo. Solas. Abandonadas a su suerte. Con el tamaño que tienen seguro que han planeado un buen rato antes del aterrizaje. Su verde intenso habrá cegado a aquellos que hayan podido asistir al espectáculo.

 

Me pongo triste. A Manu, sin embargo, parece que le ha tocado la lotería.

Soñaba con este día desde hacía tiempo y el universo ha escuchado sus súplicas.

¡Me tenía que haber comprado unas bragas en el mercado chino!

Ya es tarde…tendré que superar la pérdida sin el aliciente de la sustitución.

Cuando ocurren sucesos tan trágicos, me replanteo muchas cosas…Cuesta seguir adelante…

¿Cómo llenar ese vacío?…

¡Me voy a comprar un pancake!

Como Manu veía que lo estaba pasando tan mal, me llevó a cenar a un sitio chulo.

Mientras esperábamos la cena, en la mesa de al lado, un señor se levantaba enfadado porque le habían puesto pollo y encima le querían cobrar de más.

En una mesa del fondo, un señor compraba flores a una vendedora ambulante y las escondía debajo de la mesa.

En su mesa, varios vasos. Supusimos que su novia había ido al baño y él había aprovechado ese momento para comprarle flores y darle una sopresa.

No le quitábamos el ojo de encima, expectantes por ver la cara que pondría la chica.

Al rato, aparece un señor y se sienta en la mesa.

¡Tenía noviO, no noviA!

De nuevo los prejuicios.

¿Por qué pensamos en una chica, sin dudarlo, sin establecer las diferentes opciones, sin hacer juicios?

Estamos así programados.

Lo bueno es darse cuenta, porque así habrá menos posibilidades de que se vuelva a repetir.

Nos quedamos con las ganas de ver la cara que ponía el muchacho al recibir las flores.

Estábamos muy ocupados explicándole a la camarera que una ensalada de brócoli debía llevar brócoli.

Si una ensalada de brócoli no lleva brócoli, no se puede llamar ensalada de brócoli ni me la puedes cobrar como si llevase brócoli.

Le costó un poco pero nos entendió. Se llevó la ensalada de brócoli sin brócoli y la trajo igual, habiéndole añadido 4 trozos de brócoli.

Teníamos que perdonarla.

Dentro de la ensalada había un cuenquito ¡con aceite de oliva!

¡Increíble e insólito!

Desde que compramos aceite de oliva en Sri Lanka para hacer la tortilla, no habíamos vuelto a probarlo.

Nos faltó el churrusco de pan para mojar en el aceitillo, así que Manu se lo bebió a cucharadas.

¡Placeres de la vida!

La exquisita cena que degustamos me hizo olvidar la inmensa pérdida que había sufrido hace un rato.

Pero claro, ahora cada vez que vuelvo a casa, miro por la terraza y las veo ahí…¡me da una pena…!

¡Tantos años juntas y ahora tendrán que aprender a dormir solitas!

HASTA MAÑANA MOCHITER@S

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: bragas voladoras, chiangmai, china town, khao soi, mercadillo chino, templo

CENA MINIMALISTA, CLUB DE JAZZ Y CEREMONIA

16 enero, 2017 por taniacarrasco 3 comentarios

Ceremonia de fin de curso y su correspondiente celebración, escasa de comida pero amenizada con buena música.

En el Chinda House estamos muy cómodos.

No voy a cantar victoria porque todavía puede aparecer una foca monje por debajo de la cama, pero de momento todo genial.

Algo tiene este muchacho con los bichos que todos se le acercan a él.

¡Ayer pude hablar con mi mami!

Cada día que pasa soy más consciente del gran avance que han supuesto algunas cosas, en lo que a tecnología se refiere.

Yo que suelo renegar bastante de ellas, ahora agradezco enormemente poder ver a mis seres queridos en tiempo real, aunque sea por una pantalla, desde cualquier parte del mundo.

Hablar con mi madre siempre me da energía.

Sobre todo porque la ví guapísima y tranquila.

Otra alegría fue poder hablar con mis tías Mary, Tere y Antonia y mi primita Ana. Me faltó la otra Antonia…¡Besos para ella!

Me hizo un montón de ilusión verles un ratito.

¡Qué maravillosa la tecnología!

Durante estos días, he estado intentando gastar lo mínimo posible.

Aunque tengamos una habitación barata, cuanto menos gastemos ahora, más tendremos para gastar en la playa.

Que cada vez nos queda menos para pisarla. ¡Por fin!

Ayer se me ocurrió comprar, a parte de fruta, una especie de pegote relleno de espinacas. Para aderezar el pegote, te ponen salsa de soja.

Lo pido para llevar y me lo como en casa.

Primero me como el «jack fruit», que es una fruta que me vuelve loca.

Después, abro el recipiente de los pegotes esos y les pongo la salsa de soja.

Cuando voy a comerme el primero, algo verde y gordo salta al otro lado.

¡Qué asco, un gusano enorme en la comida!

No sabía si retirarlo y hacer como si no lo hubiese visto, si tirarlo todo a la basura o si comerme el bicho también.

Se me puso tan mal cuerpo que estuve a punto de hacer ayuno.

Al final, tomé la decisión de retirarlo y seguir comiendo, cuando compruebo que ¡no era un gusano!

Era una especie de guindilla verde muy rara.

El feliz descubrimiento no facilitó que se me arreglase el cuerpo, así que continué comiendo por necesidad, más que por ganas.

¡Estoy deseando que llegue Manué porque hoy me toca masaje!

Tiene que practicar para el curso y yo soy una paciente muy buena.

No es lo mismo darle un masaje de dos horas a un tio grande como un armario, que a mí.

Yo contenta, el masajista contento, todos contentos ?

Evidentemente, me quedo frita.

Sí, lo de la tecnología está muy bien pero ¿puede haber algo mejor que un masaje?

El día siguiente se presenta interesante.

Tenemos intención de salir a cenar con los compis del curso de Manu.

Conocer gente nueva es muy interesante…

Sin embargo, el idioma a veces puede ser un problema.

La sonrisa es el idioma universal pero cuando alguien te está intentando preguntar algo, no vale con sonreír.

Si contestas a su pregunta seguro que queda más satisfecho.

¡A lo mejor con cerveza lo arreglas mejor que con la sonrisa!

Voy a practicarlo esta noche…

Cuando llega el momento, vamos al lugar acordado y esperamos.

Hemos sido los primero en llegar.

Nos ameniza la espera un espectáculo de luces y fuego que hay en la plaza.

 

Al poco rato, empiezan a llegar sus compañeros.

«Son», es un coreano muy jovencito, con una carita adorable.

«Lalo», italiano, con pinta de buscavidas y muy gracioso.

«Sussi», polaca, grandota y de preciosos ojos claros.

«Mabel», argentina afincada en España. Muy agradable y jovial.

«Max», belga con conocimientos de español, con cara de dormido, pero muy simpático también.

Y «Analisa», estadounidense de padres vietnamitas, con cara de china y que también habla un poquito castellano.

La verdad es que me pareció un grupete muy majo.

Tardamos un rato en decidir dónde iríamos a cenar.

Lalo nos quería llevar a un italiano y los demás parecían más interesados por la comida thailandesa.

A nosotros nos da igual, mientras sea barato.

La comida thailandesa está muy bien pero ¿quién diría que no a una pizza?

Al final, vamos en busca de un sitio que ya conocen, con varias opciones para poder elegir.

Nos pegamos una buena caminata y cuando llegamos ¡está lleno hasta la bandera!

Los sitios de alrededor que llamaban nuestra atención, también llenos.

Así que acabamos sentados en uno que hacía esquina, el primero en el que encontramos sitios libres y precios razonables.

Luego lo entendí…

La comida estaba rica pero venía en cantidades insultantes.

Los precios eran los típicos de los restaurantes locales pero con la mitad de cantidad en el plato.

Manu esta vez no se cabreó porque estábamos acompañados.

Se comió su sopita de noodles ínfima sin rechistar, sudando como un condenao.

¡Que no aprende este chiquillo con el picante oye!

En la mesa, me tocó enfrente de Analisa. La estadounidense vietnamita que parece china.

La muchacha intentaba explicarme, en espaninglis, en qué consistía su trabajo.

Yo tenía que aguantarme la risa porque entre la cara tan graciosa que tenía, que pasaba del inglés al español sin previo aviso y que no podía parar de imaginármela hablando en chino, me iba a dar un ataque.

 

Después de la cena, como Max y Anabel habían llegado tarde y no habían podido cenar, les acompañamos a otro sitio.

¿Quién se quedó con ellos en otro restaurante haciendo re-cena porque se había quedado con hambre?

¡Manué!, y yo de acompañante.

A Manu le vino genial poder seguir comiendo en otro sitio para no caer desmayado.

Cuando acabamos la re-cena, fuimos a buscar al resto.

La idea era tomar algo en un club de jazz en directo.

Aquello estaba a reventar de gente.

Era un sitio muy pequeño y a penas había asientos, así que la gente se agolpaba en la calle para poder disfrutar del espectáculo.

Inevitable no acordarme de mi queridísima amiga Nela, cuando el saxofonista salió a escena.

¡Nooooo, no hubo payasos!

A ella le encanta tocar el saxo, aunque creo que sólo la he escuchado hacerlo una vez, muy brevemente.

Seguro que le hubiese encantado ver el espectáculo conmigo.

Después de una bebida rara que intentaba imitar a la cerveza de jengibre que tanto me gusta, nos marchamos a casa.

El grupo de jazz tocaba genial y estábamos muy a gusto, pero sino luego no hay quien nos levante de la cama.

El día después amanece precioso.

Parece que la lluvia nos abandona por un tiempo.

¡Espero que mucho!

Cada día me gusta más este sitio ?

La ciudad, la gente, la comida, el hostal…

Levantarme por las mañanas, hacer mis ejercicios y salir a comprar fruta al mercadillo, se han convertido en una rutina muy agradable.

Manu recibe hoy el primer diploma de su curso.

Digo el primer diploma porque ha decidido hacer un nivel más.

Eso implica que nos quedamos por aquí otra semanita.

Después del examen de masaje, hicieron una pequeña ceremonia para la entrega de diplomas.

ceremonia de entrega de diplomas

¡Ahí tenéis al tío con un 9,5 de nota!

 

Y no, rotundamente no, ¡el masaje thailandés no lleva final feliz!

Que seguro que hay alguno con la mente sucia.

Ese mismo día por la noche, de nuevo hay quedada de despedida con los compis de curso.

El tercer nivel sólo lo hacen 3 personas y a los demás ya se les pierde la pista.

A mí, que no había cumplido las expectativas de trabajo que tenía para hoy, no me apetece salir con ellos.

Prefiero quedarme en el hostal terminando mi tarea.

Manu se va con su bici. Han quedado a las 7 y ya llega tarde.

A las 8:20 de la noche me escribe para decirme que aún no les han servido la cena.

Pidieron hace más de una hora y ¡aún no han cenado!

Mientras me escribe, no puedo evitar mearme de la risa.

Me lo imagino muerto de hambre, sin poder enfadarse para no parecer un gruñón delante de sus compañeros, mandándole miradas asesinas al camarero.

Cuando por fin empiezan a servirles…

¡al camarero se le había olvidado encargar su hamburguesa!

¡Mi pobre Manu es el único al que no le sirven la cena!

Me escribe, todo cabreado, para decirme que se viene para casa, después de parar a comprarse comida en algún sitio.

Para más inri, como finalmente se tuvo que quejar, escuchó cómo desde la mesa de al lado unas alemanas hacían el siguiente comentario: «un español quejándose, con lo lentos que son en España».

La muy idiota, que pensaría que además de lentos somos tontos, nunca se hubiese imaginado que ese español quejica ¡hablaba alemán y la estaba entendiendo perfectamente!

Así que ni corto ni perezoso, la respondió en alemán y la dejó totalmente planchada.

¡Cómo me gustan esos momentos y cómo me hubiese gustado porder contestarla a mí también!

El pobre regresó a casa con su plato de arroz con pollo para llevar y se puso a cenar, ya sin hambre ni nada.

Mañana hemos planeado acercanos al China Town de Chiangmai.

Toda ciudad que se precie tiene que tener su China Town para que quede constancia de quiénes se están apoderando del mundo. 

Pronto os cuento qué tal fue la cosa.

¡¡HASTA MAÑANA MOCHITER@S!! ?

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: cena minimalista, ceremonia fin de curso, chiangmai, thai massage

TURISMO EN CHIANGMAI…Y MUCHOS CHINCHES

9 enero, 2017 por taniacarrasco 9 comentarios

Ya nos tocaba hacer turismo por Chiangmai. Hay mucho bueno pero que te coman los chinches creo que no entra dentro de esa descripción.

Hemos tenido algunos problemillas…

Hace unos días, el primer día que nos cambiaron de habitación, descubrí un bichito en la cama.

Estaba yo leyendo y ví que algo pequeñito se movía.

Como no soy de matar animales (a no ser que sean mosquitos), le dí con el dedo para que bajase de la cama y seguí leyendo.

Al rato, volvió a subir. Le dí de nuevo…y repetimos la operación alguna vez más.

Me olvidé del bichito porque no lo volví a ver.

A la mañana siguiente, Manu me comunica que no ha podido dormir. Estaba inquieto.

De repente, empezó a descubrirse picaduras por todo el cuerpo: brazos, piernas, pies, espalda…

Picaduras que no eran como las de los mosquitos y que además picaban muchísimo más.

¡Entonce me acordé de aquel simpático bichito!

¡Era un chinche!

Revisamos la cama hasta que lo encontramos muerto y espachurrado.

Después de dejar a Manu sin sangre, se quedaría dormido con el atracón y murió aplastado por su víctima. Que era exactamente lo que se merecía.

A pesar de la gran cantidad de picaduras, consideramos el hecho como algo aislado y continuamos con nuestra vida.

Intenté convencer a Manu de que era muy poco probable que hubiese más, y me creyó.

Hicimos vida normal y…al día siguiente, al ir a coger mi ropa del armario para vestirme…¡otro chinche!

«¡Manu, Manu, aquí hay otro chinche!»

Manu salta de la cama, yo cojo el vestido con cuidado y entre los dos acabamos con él.

¡Para qué queremos más!

Nos ponemos a leer en Internet y nos volvemos locos buscando el supuesto foco de chiches que pensábamos que había en la habitación.

Revisamos colchones, sábanas, armarios, prenda por prenda toda la ropa, dentro de la mochila, por los muebles…

¡Media mañana nos hemos pasado buscando chinches!

Aunque no hemos encontrado ninguno más, hemos creído conveniente comunicarlo para que nos limpiasen la habitación.

Hemos leído que los chinches no tienen nada que ver con la higiene. De hecho, en este hostal la cuidan bastante y lo limpian todo mucho.

Pueden venir contigo de algún otro sitio y reproducirse en su nuevo hogar.

Así que no hay forma alguna de tomar precauciones.

Lo único que puedes hacer es rezar para no encontrarte con ellos, y en caso de encontrarte que no te piquen, como me ha pasado a mí.

Otra cosa muy divertida que hemos descubierto sobre los chinches, es que las picaduras pueden salir trascurridos unos días.

Ahora mismo lo que Manu tiene afectado son pies, piernas, brazos y espalda, pero quién sabe si dentro de unos días no le saldrán también ronchitas por la cara.

Ese pensamiento le tiene muy entretenido.

A mí me hace gracia pensar que voy a empezar a ser la guapa de la pareja ?

Como yo siempre le busco el porqué a las cosas «malas» que pasan, siempre creo que «pasan por algo», esta vez no iba a ser diferente.

Revisando nuestras pertenencias en busca de chinches, hemos encontrado la tarjeta sim del móvil de Manu, que pensábamos que estaba en la basura.

El hecho de que estuviese en la basura, suponía que había perdido todos sus contactos y además era la tarjeta asociada a la cuenta bancaria que tenemos para el viaje.

Debido a esto, nos habíamos quedado sin poder hacer operaciones por internet, porque para ello necesitábamos un código que te mandan al móvil.

Gracias a los chinches, hemos recuperado la tarjeta y la libertad de hacer operaciones bancarias por internet sin problema.

Superado el trance, bajamos a pagar a la casera la primera semana de nuestra estancia en el hostal de los chinches.

Como ya te conté, decidimos quedarnos aquí porque la oferta era muy buena.

La habitación, que cuesta 400 bats/noche, nos la dejaban por 300. Y la bici que usa Manu todos los días para ir a su curso cuesta 50 bats/día, y nos la dejaban por 30.

Una rebaja considerable, en comparación con todos los sitios en los que habíamos preguntado.

¡Nos sale la noche por 330 bats, con vehículo incluído!

Hacemos la cuenta, para llevar el dinero justo, y bajamos a pagar.

¡Nos dice la señora que 380 la noche! ¡Que la habitación son 350!

A ver…al final la vamos a liar y vamos a hacer contigo lo mismo que con los chinches…

«No, no, usted nos dijo que la habitación nos la dejaba por 300 y la bici por 30».

«¡No puede ser!», dice.

¡Claro que puede ser, y será!

Aunque no se nos notó, nos pusimos un poco nerviosos.

Enseguida, la señora se resignó e hizo la cuenta como habíamos acordado desde un principio.

No puso demasiadas pegas y la cosa quedó ahí.

Hay que andarse con un ojo…

¡Pelillos a la mar que hoy toca turismo por Chiangmai! 

Cambiamos la bici por una moto y esperamos que no nos llueva.

El tiempo lleva revuelto varios días y hoy ha amanecido igual.

De todos modos, hemos decidido coger la moto porque al final nos vamos de Chiangmai y no hemos visto casi nada.

Nos han recomendado varias cosas pero nos decantamos por ver el templo más famoso y un jardín donde crían orquídeas y mariposas.

La verdad es que estamos un poco cansados de ver templos.

¡¿Si en España no piso una iglesia por qué aquí me estoy recorriendo todos los templos del continente?!

Lo veo un poco absurdo, la verdad.

Al principio es divertido, que si los budas, que si los dioses con trompa de elefante, que si las entradas que tienes que pagar cada vez que visitas un sitio de estos, etc.

Pero…¿cómo no vas a visitar los templos más famosos ya que estás aquí?

¿No es eso lo que se dice?

Camino al templo, nos topamos con un mirador donde se paraban muchos turistas.

Para no ser menos, aparcamos la moto e inspeccionamos la zona.

Sin comerlo ni beberlo, encontramos un paraje maravilloso de cascadas y senderos verdes, que para nada entraba en nuestros planes.

 

Mucho mejor que cualquier templo.

¡Para mí, claro!

Que no digo que los templos no sean bonitos ni nada parecido, pero que hoy he visto el último templo que tenía que ver, «and point».

Disfruto mucho más viendo orquídeas y mariposas, ¿qué le voy a hacer?

 

El templo de hoy, y último templo que tenemos previsto visitar hasta que se nos olvide, se llama Doi Suthep.

Nada más llegar, el medio kilómetro de escaleras hacía que te diesen ganas de darte la vuelta.

 

Esta es la cara que se te queda cuando ya has acabado de subir:

 

Lo mejor que tenía el templo eran las vistas, pero como hoy estaba muy nublado, ¡no se veía un pimiento!

Así que no hemos tardado mucho en enfilar el camino de vuelta y marcharnos al jardín de orquídeas y mariposas.

Este sitio me lo recomendó el amigo italiano que hice en el hostal en ausencia de Manué.

Me dijo que no era un sitio muy conocido pero que la entrada era muy barata (40 bats) y que merecía mucho la pena.

La niebla que no nos había permitido ver las vistas desde el templo, duró lo que tardamos en coger la moto y alejarnos de allí.

¡Qué maja la niebla!

Al llegar a la puerta del jardín, la señorita de la entrada nos dice que son 100 bats.

¡Pero si mi amigo me dijo que eran 40!

¡A ver si nos vamos a estar confundiendo de jardín!

«¿Aquí hay mariposas?», preguntamos.

«No», nos dice la señorita, «no es temporada».

Hace unos días cuando estuvo mi amigo sí había mariposas ¿y ahora no es temporada?

¡Nos hemos confundido de sitio!

Efectivamente. Lo comprobamos con el móvil y el sitio al que queríamos ir nos lo habíamos pasado.

Vuelta para atrás.

Sabemos que esta vez estamos en el sitio adecuado cuando preguntamos por la entrada y nos dicen que 40.

¡Ya nos vamos entendiendo!

La muchacha muy maja nos pincha una orquídea en la camiseta y nos dice: «tiket».

Esa es la prueba de que hemos pagado nuestra entrada.

¡Qué original!

La visita ha sido preciosa.

Montones de orquídeas de todos los colores decoraban el jardín.

 

Sí, ya va tocando ponerse la cinta del pelo porque lo tengo ingobernable ?

Aunque el jardín no era muy grande, estaba muy bien cuidado.

Pero en realidad, lo que más ilusión nos hacía eran las mariposas.

Caminando un poco, encontramos su escondite.

Detrás de unas cortinas de plástico, que impedían la huida de estos hermosos seres, te encontrabas con otro mundo.

Entrabas a un jardín muy pequeñito pero lleno de vegetación y miles de mariposas.

Volaban por allí rozando a los visitantes curiosos y dejándose fotografiar como si fuesen modelos de pasarela.

Majestuosas, preciosas, podría parecer que vivían felices.

Entonces nos hemos acordado de la que nos ha dicho que no era temporada de mariposas.

Seguro que quería decir: «Aquí sólo hay orquídeas y vale más del doble que el de las mariposas, pero como sois muy tontos, si cuela lo de que no es temporada, me llevo 100 bats».

¡Pues no ha colao listilla!

No llevábamos allí más de unos segundos cuando una de las mariposas se me posa encima.

¡Qué momento más bonito!

Me he quedado quieta para no asustarla y que se quedase conmigo el máximo tiempo posible.

Creo que nunca he tenido una mariposa sobre mí de esa manera.

Repartidos por el jardín, trozos de plátano y piña provocaban un olor extraño.

Pero a las mariposas les debe gustar mucho porque lo ponen para ellas.

 

Puedes ver cómo pasan de posarse en las flores a posarse en los plátanos, sin ninguna discriminación.

¿Habías visto alguna vez una mariposa comiendo bananas?

Al ratito, varias mariposas más se han acerdado a posarse sobre mí.

¡Ha sido precioso! ?

Pero de repente, ha debido de llegar un bus con una de estas excursiones preparadas y aquello se ha llenado de gente.

Como ya no se podía estar allí, hemos vuelto a visitar a las orquídeas, esperando el momento para volver con las mariposas.

Intuía que Manu estaba triste porque a él no se le había posado ninguna.

Así que, ¡yo no me marcho de aquí sin que se cumpla su deseo!

Pasados unos minutos, volvemos.

Nos cuesta un poco pero al final ¡llegó el momento!

Una preciosa mariposa se posa en la mano de Manu, que ya se queda más tranquilo.

Sin embargo, es en esta segunda visita a las mariposas cuando nos damos cuenta de una cosa muy fea.

Como las tienen recluídas con una especia de techo de rejilla, algunas quedan atrapadas y no pueden volver al jardín.

Si te fijas un poco, descubres un montón de mariposas muertas, porque no han conseguido salir de la rejilla.

Ese descubrimiento ha sido muy triste…

Ya que tienes a las mariposas en cautividad para el disfrute de los turistas, qué menos que hagas lo posible para que tengan una buena vida. Unas condiciones mínimas de libertad y seguridad…

No sé, me ha dado mucho que pensar…

Lo que no quita que tener a las mariposas jugando conmigo no haya sido precioso.

La miraba mientras me daban con su trompita en el dedo y podía ver cómo me dejaban unas gotitas minúsculas, como si me estuviesen lamiendo.

Tenían un color y un tamaño espectacular.

Terminado el paseo entre mariposas y orquídeas, hemos ido a comer a un indio.

Llevábamos mucho tiempo con ganas de volver a probar esa fabulosa comida y no nos decidíamos.

Lo que en India es la comida más barata, aquí cuesta 6 veces más.

¡Menos mal que hemos ido!

Hemos podido degustar otra vez aquellos manjares que tantas veces recordamos, mientras babeamos.

¡Qué delicia!

Una de las cosas que más nos han gustado del viaje, de momento, la comida de India.

¡Y nada de lo que hemos comido hoy llevaba arroz! ?

Cambiando totalmente de tercio, hemos acabado la tarde en un centro comercial.

Estamos buscando una colchoneta para cuando hacemos ejercicio en el suelo y no la encontramos por ninguna parte.

En el centro comercial me he sentido como un bicho raro.

Allí no había mochileros ni gente vestida con botas de montaña, como nosotros.

Al llegar a la tienda de deportes y ver el precio de las colchonetas, también nos hemos sentido pobres.

¿¿¡Pero el sitio más caro de Asia no era Sri Lanka!??

En algún momento de los preparativos del viaje hemos debido mezclar informaciones…

Que no es que seamos pobres, es que ahora tenemos mentalidad de mochileros y no nos da la gana malgastar el dinero.

¡De momento!

Luego nos piden un ojo de la cara por tirarnos en cometa gigante ¡y lo hacemos sin pensarlo!

Cuestión de prioridades que se llama…

Otra cosa que nos ha sorprendido es que los centros comerciales aquí tienen párkings gigantes, sólo para motos.

¡Nunca había visto tanta scooter junta!

Paseando por el centro comercial, hemos descubierto un supermercado.

Pensábamos que aquí con los mercadillos lo arreglaban todo, pero no.

Ha sido un buen descubrimiento porque hemos podido comprar yogures para cenar y alguna cosilla más, relacionada con el mundo femenino.

Encontrarnos por sopresa con productos españoles, nos ha llenado de alegría.

paquete de chorizo

No hemos podido comprar ninguno porque hubiésemos tenido que empeñar un riñón, pero les hemos hecho fotos para que lo veas.

Sin embargo, tengo que reconocer, sin lugar a dudas, que el mejor momento de todos, el momento del día que me ha acelerado el pulso, el acontecimiento que me ha hecho dar saltos de alegría, el suceso que más me ha conmovido…ha sido encontrarme de nuevo con ¡mis queridas galletas de jengibre!

¡Cuánto tiempo que no las veía!

Me parece que hace años que no las saboreo.

¿Qué voy a hacer cuándo vuelva a España si no tengo dónde comprarlas?

Lo que no habíamos querido emplear en comprar la colchoneta, lo gastamos en comprar galletas, chocolate, yogures, miel y plátanos.

Son productos menos duraderos pero que seguro que disfrutamos más.

Cuando volvemos al hostal, nos llevamos una gran alegría al comprobar que nos han limpiado la habitación de arriba abajo.

Nos han cambiado las sábanas y han echado un producto para eliminar los chinches que hará que esta noche durmamos mucho más tranquilos.

¡Ilusa de mí!

¿BUENAS NOCHES?

 

 

 

Publicado en: MIS VIAJES Etiquetado como: chiangmai, chinches, el viaje de mi vida, la mochila de tania, mariposas, orquídeas, templo Doi Suthep, turismo en chiangmai

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