«Sentirse perdida en la vida» era una sensación totalmente ajena para mí…Ha llegado por sorpresa y quiero contarte cómo ha sido el proceso.
¿Has tenido la sensación alguna vez de no saber quién eres?
¿Has tenido la sensación en algún momento de tu vida de haber perdido el rumbo?
¿Te has sentido perdida sin saber hacia dónde tirar?
¿Has sentido que has cambiado tanto que no te reconoces?
Sentirse perdida en la vida es una sensación más común de lo que piensas.
Conozco mucha gente que en algún momento de su vida han pasado por alguna crisis existencial que ha derribado los cimientos de todo aquello en lo que creían hasta ese momento.
Crisis existencial como tal, no tengo sensación de haber vivido muchas. De hecho, creo que sólo he tenido una y está en plena ebullición.
Darme cuenta de la cantidad de complejos que tenía me ha ayudado mucho.
Si tú ya has pasado por alguna, sabes que una situación de estas características hace que te lo cuestiones todo. Sentirse perdida en la vida no es una sensación que le guste a nadie.
En mi caso, puede que el problema venga de esa necesidad mía, casi patológica, de ir al revés del mundo. Voy a intentar explicarme…
Mientras la gente se pasa la vida haciendo las cosas con el orden “lógico”, a mí me pasa que tengo tendencia a ir a contracorriente. No por dar por saco ni por sentirme especial, es una virtud que he debido heredar desde mi nacimiento, o quizá antes, y que no puedo evitar.
Los órdenes establecidos, las cosas lógicas y cualquier tipo de moda, me han producido urticaria de toda la vida. Siempre y cuando estemos hablando de cosas importantes.
En otras cosas menos trascendentes soy de lo más lógica, ordenada y metódica. Siguiendo mi método y mi lógica, claro. Como a alguien se le ocurra imponerme ritmos o formas intransigentes de hacer las cosas, no obtendrán resultados de mi.
Por lo general, tengo que reconocer que tengo dos formas de hacer las cosas:
– Antes de tiempo
– O cuando ya hace mucho que pasó el momento
¿Qué le voy a hacer?
En este artículo me gustaría contarte cómo he llegado a experimentar la gran crisis existencial de mi vida, que aún no he superado y que no sé ni dónde me llevará, y qué estoy haciendo para no dejarme abatir por ella, por si te sirve a ti.
Sentirse perdida en la vida no es el fin del mundo, al contrario, se puede aprender mucho de ello, ¡ya verás!
¿QUÉ SIGNIFICA SENTIRSE PERDIDA EN LA VIDA?
A esta sensación puedes llamarla crisis existencial, depresión existencial o simplemente «sensación de no saber quién soy»…
En todos los casos el patrón es muy parecido:
- Sientes que has perdido el rumbo.
- No tienes ni idea de lo que quieres.
- Te cuestionas incluso lo que eres.
- No te reconoces.
- Estas sensaciones te provocan sufrimiento.
Y justo todas esas sensaciones que tú habrás experimentado en algún momento, las estoy viviendo yo ahora mismo.
CADA CUAL TIENE SU CRISIS EXISTENCIAL CUANDO LE DA LA GANA
Y yo he decidido tenerla ahora, ¿qué pasa?
Ahora, a mis 34 años recién cumplidos y después de volver de un viaje mochilero por Asia.
La mayoría de las personas que conozco que han pasado por algún tipo de crisis existencial, la han tenido a raíz de cuestionarse su situación actual y hacia dónde querían encaminar el resto de sus vidas.
Es curioso también, que estas personas de las que te hablo hayan optado por hacer un gran viaje para tomar perspectiva y encontrarse a sí mismas, a raíz de dicha crisis existencial.
Sin embargo, a mi me ha pasado justo al revés. Tenía una vida magnífica pero algo más grande que yo me empujó al vacío, dejé todo para hacer un gran viaje cuando en realidad tenía una vida con la que estaba bastante conforme, y a la vuelta del viaje…
¡Ostión! Otra vez vas al revés del mundo bonita…
“¿Crisis existencial ahora? ¿Y no la podías haber tenido antes del viaje como todo el mundo?”…
MI VIDA ANTES DE MI GRAN VIAJE
La sensación de sentirse perdida en la vida no es cómoda, ni mucho menos. De hecho, muy pocas veces me he sentido así. Llevo esforzándome por evitar la sensación de no saber quién soy desde que tengo uso de razón.
Me voy a remontar unos pocos años atrás, aunque ahora con la perspectiva del tiempo intuyo que todo viene de mucho antes (del día de mi nacimiento por lo menos 😉 ).
– En 2010 cambié toda mi vida para irme a vivir a otra ciudad con el “hombre de mis sueños”. Cuento un poquito de esta locura en este artículo, pero te prometo que seguiré con ella más adelante porque ahí hay mucha tela que cortar.
– Ese mismo año monto mi propio negocio en la nueva ciudad a la que me había mudado para estar con el “hombre de mis sueños”.
– En 2011 me caso. Mi relación y mi negocio van viento en popa.
– En 2013, un poquito antes de mi segundo aniversario de boda, mi marido me deja y yo me agarro a mi negocio para salir a flote; ya lo único que iba viento en popa era el negocio. Sin embargo, ni en ese momento me sentí tan perdida. ¿Sentirse perdida en la vida Tania Carrasco? No hombre, no.
– Superado el batacazo, conozco a otro “hombre de mis sueños” (mientras no se demuestre lo contrario), y sigo trabajando en mi maravilloso negocio con la misma ilusión de siempre.
– En 2015, cinco años después de haber puesto mi vida patas arriba, de haber abierto mi propio negocio y de haber protagonizado una historia de amor de esas de las pelis de Antena3 los sábados por la tarde, me da por volverme loca de remate y tomo la decisión de dejarlo todo (bueno, casi todo…).
Ósea que no me vuelvo loca con el drama del divorcio y justo cuando estoy más tranquilita que en toda mi vida ¡se me va la olla por completo!
Así “semos”…
UNA DE LAS MAYORES DECISIONES DE TODA MI VIDA
Como te decía…
Estaba yo tan a gustito, tipo José Ortega Cano con dos copas de vino:
– Con mi propio negocio,
– mis 4 días laborables a la semana,
– mi sueldazo,
– mi novio estupendo,
– mi coche nuevo,
– mi piso de alquiler en pleno centro,
– en una ciudad comodísima
– súper cerca de mi familia cuando…,
…sospecho que debido al exceso de comodidad, ¡pierdo la cabeza sin remedio!
Nada oye, que me levanto un día y me digo: “¿y para qué quieres vivir tú tan a gusto cuando te está esperando ahí fuera la mayor crisis existencial de toda tu vida?”.
A esa voz absurda, mi “yo prepotente” le responde: “¡qué crisis ni qué crisis! ¡Anda y vete por ahí a ver si te da el aire!
Una crisis existencial…¿tú? ¡Venga ya! Vete de viaje unos meses que seguro que a la vuelta te está esperando otro negocio mucho mejor, ya montadito, para que no tengas que hacer nada y sigas pensando que tienes una flor en el culo.
Sentirse perdida en la vida no es algo que te vaya a afectar a ti”.
No poco.
Así que nada, decido dejarlo todo menos al churri, cogerme la mochila e irme a recorrer Asia. ¡Muy típico de personas con crisis existenciales!, ya, ya lo sé. ¡Pero yo estaba bien, a mí no me pasaba nada! O eso pensaba…
Tomar la decisión de dejarlo todo y marcharme no fue difícil, en tomar decisiones de ese estilo suelo tardar unos…¿5 minutos? Eso sí, no me invites al cine y me hagas escoger la película porque ahí entonces igual cambian la cartelera y aún no me he decidido.
Lo difícil fue convencer a mi “voifren” y comunicárselo a todo el mundo.
A pesar de que la idea ya me rondaba en 2015, tardé más de un año en materializarla, esta vez quería hacer las cosas bien, despacio.
Lo normal en mi hubiese sido tomar la decisión y ejecutarla de forma inmediata, pero quería intentar hacerlo mejor que de costumbre y meditar bien cuáles iban a ser los siguientes pasos.
Ya sabes:
Si quieres resultados distintos no hagas siempre lo mismo.
A finales de 2015 parece que la decisión es definitiva y hay que empezar con los preparativos. Además, quisimos hacerlo en secreto y comunicar lo que hubiese que comunicar cuando ya no hubiese marcha atrás.
Así nos ahorrábamos que nadie nos calentase la cabeza (como dice mi amiga Puri).
Lo teníamos más que decidido y no queríamos dejarnos influenciar por ninguna opinión.
Lo que más me costó fue decirlo en el trabajo. Ese trabajo que había sido toda mi vida durante 6 años y del que ahora quería desprenderme para siempre.
Pero la decisión estaba tomada y había que ponerse en marcha.
Sinceramente te digo que en ese momento no sentía estar huyendo de nada, no sabía lo que era sentirse perdida en la vida, de verdad. Simplemente sentía que necesitaba salir de mi zona de…
¿De qué?
¡Eso es! ¡Mi zona de confort! Que vamos a gastar la palabrita de tanto usarla.
Pues eso, que necesitaba salir de mi zona de confort, vivir nuevas experiencias, ponerme a prueba, cambiar de aires, conocer otras culturas, experimentar con otros trabajos, aprender y arriesgar.
Sí, soy de las que arriesga, aunque no siempre me salga como me gustaría.
“He aprendido a derrapar y a chocar con la pared”, como diría Fito, y hasta le he cogido el gustillo.
Y UNA DE LAS MEJORES DECISIONES DE TODA MI VIDA
Así que nada:
-Dijimos adiós a nuestros trabajos,
– cogimos las mochilas,
– las llenamos con lo justo y necesario
– y empezamos por Sri Lanka un viaje que duraría 7 meses
– y en el que hubo que ir haciendo los planes sobre la marcha.
¡¿Improvisando yo?! ¡Incrédibol!
No era propio de mí dejarle el control de mi vida a la vida, valga la redundancia.
Recorrer Asia con mi pareja durante 7 meses ha sido una de las mayores y mejores decisiones de toda mi vida, por muchos motivos:
– He hecho el viaje que jamás pensé que sería capaz de hacer
– He conocido países alucinantes
– He comprobado que puedo ser mochilera cuando me dé la gana y que la filosofía minimalista va conmigo totalmente
– He reforzado mi relación de pareja
– He conocido gente maravillosa
– He vivido experiencias alucinantes
Pero efectivamente, volví del viaje con la sensación de que eso mismo que yo había vivido lo puede vivir cualquiera.
Sentía que, mientras Manu (mi «voifren») había cambiado un montón, yo volvía prácticamente igual que me fui.
¡Qué equivocada estaba!
Y, como todo lo que empieza tiene que acabar, había que volver en algún momento.
Quizá si no fuese porque tengo un sobrino que me ha robado el corazón y porque una de mis mejores amigas se casaba, no habría experimentado esto de sentirse perdida en la vida porque no habría vuelto tan pronto 😉
Justo en el mejor momento del viaje, cuando estábamos más que hechos al tipo de vida nómada al que jamás hubiésemos pensado que nos acostumbraríamos, ¡zas!, ¡pa´ casa!
LA DURA VUELTA A LA REALIDAD
Lo que más mola, por no decir lo único, de volver a casa son los reencuentros con los seres queridos.
Si tenemos en cuenta que hemos vuelto del viaje con un poco de autismo (no llevamos muy bien lo de estar con mucha gente al mismo tiempo), con unos achuchones y unos saluditos hemos tenido más que de sobra.
Pero claro, ¡no tenemos casa propia a la que volver!
Después de 7 meses a nuestra bola en países lejanos y de 17 años viviendo independiente, ahora había que volver a casa de los papis hasta volver a reconducir nuestras vidas.
¡Chungo que te cagas!
Por no añadir a lo de volver a casa de tus padres, lo de volver sin trabajo a la vista, sin sueldo a la vista y con un mar de incertidumbre a tu alrededor.
¡Y voluntariamente! ¡Que es lo más gracioso!
Si dijeses: “Bueno, tengo una mala situación, no aguanto más, lo mando todo a tomar por saco, me voy de viaje y a la vuelta ya veremos”…
Pero no, ese no era mi caso desde luego.
Tengo que reconocer que la vuelta a casa ha sido dura por todos esos motivos:
– Por no tener casa propia
– Por no tener trabajo
– Por tener que asumir que si no tengo nada de eso ha sido porque así lo he querido
– Por estar rodeada de incertidumbre mire para donde mire…
Ahí me di cuenta de que sí, en efecto, estaba atravesando la mayor crisis existencial de toda mi vida. Empecé a entender lo que significa perder el sentido de la vida…La sensación de sentirse perdida en la vida había venido para quedarse, un tiempo.
CÓMO ME DI CUENTA DE QUE ESTABA EN PLENA DEPRESIÓN EXISTENCIAL
Como te comentaba antes, cuando tomé la decisión de dejarlo todo para marcarme un gran viaje, mi intención a la vuelta era clara:
– Asentarme en una ciudad bonita,
– montar otro negocio por lo menos igual de floreciente que el anterior,
– y estarme quietecita hasta mi próximo cruce de cables.
Esos eran mis planes porque, yo, era de esas personas que siempre hacen planes. Era de esas personas que lo apuntan todo en una agenda para ser más eficientes. También era de esas personas que intentan tenerlo todo controlado y, si los planes no salen según lo establecido, las lía pardas.
¡Así era yo!
La idea de haber hechos tantos cambios en mi vida de forma voluntaria, de haber viajado con una persona que había cambiado tanto, y de preocuparme de no tener planes fijos para la vuelta, me hizo pensar que yo no había cambiado nada durante el viaje.
Esto no significa que todo el que se va de viaje tenga que cambiar pero, en mi caso, que lo había hecho con las ansias de alguien que quiere seguir aprendiendo y evolucionando, pensar que no había conseguido mis objetivos me frustraba un poco, la verdad.
Y de repente, yo que:
– siempre había sabido lo que quería,
– siempre lo había tenido todo controlado,
– siempre me había mostrado segura y optimista,
– siempre había sido consecuente con mis decisiones,
– siempre me había ganado la vida por mí misma,
– siempre tenía un rumbo fijo hacia el que mirar…
¡Había desaparecido!
¡Esa persona con la que llevaba conviviendo 34 años, había desaparecido!
Claro que había cambiado ¡y mucho! Sólo que no me había dado cuenta…
Era una sensación rara…no sé bien cómo explicártelo, pero dejé de reconocerme.
Me empezaban a pasar cosas raras:
- Me sentía perdida
- Había días que estaba triste
- Me sentía muy cansada
- No tenía nada claro
- No conseguía elegir un rumbo fijo
- No era capaz de entender qué narices hacía yo en esa situación
- Me miraba en el espejo y no me reconocía
- La gente me decía que me notaba diferente
- Y yo no sabía si tomármelo a bien o a mal…
¡Nunca en mi vida me había sentido de esa manera! ¡Tan perdida! ¡Tan confusa! Tan…tan…otra persona.
Lo peor de todo: la incertidumbre.
No era sólo que yo me sintieses perdida y sin rumbo, era la sensación de no saber quién soy, de que todo estaba en el aire. Toda mi vida estaba en el aire y parecía que no había nada que yo pudieses hacer para controlarlo.
¡Había perdido el control de mi vida!
¡Horror!
CÓMO GESTIONAR LA INCERTIDUMBRE SIN MORIR EN EL INTENTO
Aprender a gestionar la incertidumbre no es nada fácil. De hecho, pensé que nunca en la vida podría entenderme con ella.
Si me cuentan hace unos años que iba a pasar por esta situación y que la iba a llevar tan bien, ¡no me lo creo!
Lo de gestionar la incertidumbre ha sido muy natural.
Siento que no he tenido que hacer demasiado esfuerzo para entenderme con ella, a pesar de tener clarísimo que me costaría la misma vida poder convivir con una sensación tan confusa.
Lo único que he tenido que hacer es ¡ACEPTARLA!
Aceptar la situación que yo misma he elegido y que la vida me ha concedido.
Porque si yo misma he elegido esta situación y encima la vida está de acuerdo, es porque algo importante quiere enseñarme.
¿Yo no quería aprender cosas nuevas, experimentar y evolucionar?
Pues el universo ha dicho: “¡Claro mujer! Tú pide por esa boquita verás qué bien nos lo vamos a pasar…”
Y aquí estoy, más perdida que Peppa Pig en una manifestación del PP.
LO QUE YA HE APRENDIDO DE ESTA CRISIS EXISTENCIAL
Aunque pasé unos días jodidos, no sé cuántos, he tardado poco en reconducir la situación y sacarle el lado positivo.
Cuando la sensación de sentirse perdida en la vida te atrapa, no te queda otra que aprender y salir reforzada.
¡Y eso pienso hacer yo!
Me sigo sintiendo igual de perdida que antes, o más, la diferencia entre antes y ahora es que:
¡Ya no lucho contra ello!
Esto acaba de empezar y ya he aprendido muchísimo:
– He entendido que las etiquetas nos las ponemos nosotras, pero que podemos ser lo que queramos.
– Me siento más libre que nunca.
– Ahora sé lo que significa «zona de confort» y lo enriquecedor que es salir de ella.
– Soy más tolerante conmigo misma y, de rebote, con los demás.
– Mi lista de prioridades ha cambiado muchísimo.
– Me amo como nunca lo había hecho.
– Reflexiono, de vez en cuando, en lugar de tomar decisiones por impulso.
– He aprendido a gestionar la incertidumbre, como te he contando antes.
– He aprendido a poner los pies en la tierra.
– He aprendido a esforzarme cuando tengo que hacer algo que no me gusta mucho, pero es necesario que haga.
– He aprendido a fluir.
– Me siento tranquila.
– Estoy aprendiendo a dejar salir mis emociones en lugar de reprimirlas.
– He entendido que soy fuerte pero no de hierro, y que tampoco quiero intentar serlo…
Pero uno de los mayores aprendizajes ha sido experimentar lo que significa sentirse perdida en la vida, como una experiencia más en el proceso de mi evolución personal.
CÓMO PUEDES APROVECHAR UNA CRISIS EXISTENCIAL
Sentirse perdida en la vida es una putada monumental, tanto si tienes las herramientas para sobrellevarla con éxito como si te hundes en el fango. No es fácil, se mire por donde se mire.
¿Por qué es tan difícil luchar contra la sensación de sentirse perdida en la vida y qué puedes hacer tú para soportar las crisis existenciales?
1. Pon el foco en el lado positivo.
Si la sensación de sentirse perdida en la vida te parece una catástrofe es porque prestas más atención a la parte negativa del asunto que a lo verdaderamente importante.
Cuando cambias el pensamiento sobre algo que te parecía negativo y empiezas a mirarlo en positivo, cambia tela.
Por ejemplo:
- En lugar de pensar en lo plasta que es tu madre, piensa en la suerte que tienes de tener una madre que se preocupa por ti.
- Si en lugar de pensar que tu piso es demasiado pequeño, piensa que es la mejor forma de perder menos tiempo limpiando y de acumular menos trastos.
- Si tener celulitis te parece algo negativo, piensa que es la señal perfecta para que introduzcas algún hábito saludable (como salir a caminar cada día o dejar de ponerte esa ropa tan ajustada).
- Si sentirse perdida en la vida te parece horrible, piensa que podría haber sido peor si no te hubieses dado cuenta y estuvieses viviendo tu vida por inercia, como tanta gente hace.
Siempre hay dos formas de ver las cosas (o más), que no se te olvide y una crisis existencial es el momento perfecto para hacer todos esos cambios que tienes en la cabeza desde hace tanto tiempo y que pueden hacerte mucho más feliz.
2. Aprovecha para experimentar.
Sentirse perdida en la vida es la mayor oportunidad para probarlo todo. Puesto que no sabes lo que quieres, tienes todo un mundo de posibilidades que se abre ante tus ojos.
Si tuvieses clarísimo que quieres vivir en Murcia no te molestarías en investigar otras ciudades. Sin embargo, si te quieres mudar pero no sabes dónde, eso te servirá para visitar y conocer un montón de sitios que te llaman la atención hasta que des con el que quieres.
- Haz cosas que siempre has querido hacer y nunca has hecho.
- Intenta conocer personas nuevas.
- Dedica tiempo para estar en soledad contigo misma, necesitas escucharte.
- Prueba caminos diferentes para ir a los lugares de siempre.
- Transita los mismos caminos pero obsérvalos bien que seguro que se te ha pasado algo.
3. Aprende a gestionar la incertidumbre.
Tanto tú como yo, este punto es algo que no llevamos bien. El caso es que hasta que no me he visto envuelta en un mar de dudas e incertidumbre tampoco he sido consciente de que no es para tanto.
Le tienes miedo a la incertidumbre, a no tener la seguridad que te sostenía hasta ahora, pero te garantizo por propia experiencia que no es tan grave como te crees.
Y como cuando estamos hablando del sentimiento de sentirse perdida en la vida, la sensación de incertidumbre va a estar ahí lo mires por donde lo mires, lo mejor y más práctico es aprender a gestionarla.
Bien, no sabes qué quieres, hacia dónde vas, qué pasará mañana (aunque realmente esto no lo has sabido nunca), pero si te resistes será peor.
Para gestionar la incertidumbre, como te decía antes, lo primero que tienes que hacer es aceptarla, hacerla tu amiga y no dejar que te derrote.
4. Date permiso para estar perdida.
Eres humana, tienes momentos de todos como todo el mundo. Deja de huir del sufrimiento, de buscar la perfección, de esconder tus emociones. La sensación de sentirse perdida en la vida no te va a matar, nadie te meterá a la cárcel por ello y no es motivo para arruines tu presente con lamentaciones.
Te sientes mal, te sientes perdida, ¡no pasa nada!
- No te avergüences.
- No lo enmascares.
- Trátate con compasión y amor.
5. Sin prisa pero sin pausa.
Igual que te digo que no te preocupes, que estés tranquila, que esto no es el fin del mundo, también te digo que para hacer los cambios que necesitas o para encontrar una salida: hay que mover el culo.
Está bien que te des permiso a sentirte así pero sin convertirte en una víctima de tus circunstancias.
Cada persona tiene su camino y yo aún estoy buscando el mío. Y no hay caminos mejores ni peores, así que elijas lo que elijas, si es que has de elegir algo, te llevará siempre a un aprendizaje que necesitabas para seguir evolucionando.
Es importante que tengas en cuenta que:
Dudar también es una opción.
CONCLUSIONES
Una crisis existencial es un motivo de peso para poner orden en tu vida.
Por eso, este proyecto, tiene como filosofía de vida el Minimalismo existencial, aunque a veces no lo parezca.
Todo está relacionado con Minimalismo cuando de lo que se trata es de que en tu vida solo permanezca contigo aquello que te ayuda a sentirte en paz.
Y cuando viene una crisis existencial, es un gran momento para deshacerte de todo aquello que te está impidiendo ver el camino.
Aunque me siento muy diferente a como era antes de irme de viaje, creo que el viaje lo único que ha hecho ha sido darme la libertad necesaria para sacar a la luz todo lo que llevo aprendiendo durante tantos años de terapias, formaciones y búsquedas incesantes.
La persona en la que me estoy convirtiendo estaba en la puerta, esperando que yo mismo la abriese y le diese permiso para ser, para mostrarse, para liberarse de una vez.
Sentirse perdida en la vida es una manera estupenda para pararte a buscar un camino mejor.
Cuando hables conmigo tienes que tener en cuenta que casi siempre veo más lo positivo que lo negativo así que, es muy probable, que esté peor de lo que creo y aún lo esté enmascarando con tanta psicología positiva.
No te digo yo que no…
Lo que está claro es que reprimir las emociones ya no me ayuda y para llegar a entender quién eres viene genial dejar salir toda emoción.
Al mismo tiempo, quiero empezar a ser un poco más realista, no para convertirme en la mujer que a los demás les gustaría que fuese, sino para asumir los malos momentos, dejar salir mis emociones de verdad y ser cada día más y más libre.
Crisis existencial: ¡Bienvenida!
Espero que aprendamos mucho juntas.
Te dejo un vídeo cortito donde hablo un poquito más de esto.
Ya no tengo miedo de no saber quien soy.
¿Y tú?
Si aún te sientes perdida, te animo a solicitar una sesión de valoración conmigo para que juntas vemos para dónde tienes que tirar.
¿Te has sentido así alguna vez, tal y como te cuento en el artículo?
¿Qué has hecho para superar tus crisis existenciales?
¡Me encantaría conocer tu historia en los comentarios!
Un gran abrazo