Sí, parece una broma pesada, de nuevo nos encontramos con nuestros amigos los chinches.
¿Qué probabilidades existen de que los chinches te coman dos veces en 6 meses? Apuesto a que poquísimas.
Como te conté la última vez, la segunda noche en el hostal de Herman nos cambiaron de habitación. La verdad que la habitación era una maravilla, la cama enorme y todo súper limpio.
Si por algo se caracteriza el hostal de Herman, en comparación con todos los sitios en los que hemos estado estos meses, es por lo cuidadosos que son con la limpieza. Está todo impoluto.
¿Cómo íbamos a imaginar que podía haber chinches allí?
Por la tarde, estuvimos viendo una peli en la cama sin problema. Por la noche, nos fuimos a dormir pronto y, como la cama es tan cómoda, nos costó poco trabajo coger el sueño.
A la 1 de la mañana, Manu me despierta refunfuñando, enciende la luz, se baja de la cama y mira por todos lados sin parar de rascarse.
Enseguida entendemos lo que pasa y empezamos a encontrar a estos insoportables bichitos entre las costuras del colchón, por encima de las sábanas, por el suelo…
¡Chinches otra vez!
Sin pensarlo ni un instante, salimos de la habitación llevándonos todas nuestras cosas. El guarda de seguridad que tiene Herman, para cuidar el hostal por la noche, nos pregunta qué pasa y le mostramos el descubrimiento.
El pobre hombre no sabía dónde meterse. No había habitaciones libres y teníamos que esperar en el hall hasta que viniese Herman a las 5 de la mañana.
Manu estaba picoteado de arriba abajo y yo…nada, como la vez anterior. En esta ocasión no se había librado ni su preciosa carita, que la primera vez quedó intacta.
Como ya sabemos lo que hay que hacer a continuación, revisamos la ropa que llevamos puesta, palmo a palmo, linterna en mano. Ahora hay que volver a lavarlo todo.
Nos caemos de sueño, estamos cansados, nos dan ganas de meter todas nuestras cosas en la mochila, quemarlas, y volvernos a casa aunque sea a nado.
¡Hemos encontrado chiches en el hostal más limpio en el que hemos estado nunca! Después de esto, te puedes esperar cualquier cosa en cualquier lugar, y eso no nos da ninguna tranquilidad.
Antes de las 5, Herman y su mujer aparecen por allí con cara de circunstancias. Están muy sorprendidos y lamentan muchísimo la situación. Nosotros ya llevábamos unas cuantas horas buscando un nuevo alojamiento, tipo hotel de 5 estrellas o algo parecido.
Pero, ¿quién te garantiza ahora que no puedes encontrar chinches en un hotel de 5 estrellas de Indonesia?
Lo primero que hace Herman es prepararnos un café rico de esos que hace él. Nos invita a su casa a dormir, pero rechazamos la invitación. No creo que fuésemos capaces de pegar ojo a estas horas.
Nuestra única intención es marcharnos de allí cuanto antes, pero Herman insiste y acabamos sucumbiendo. Total, sólo teníamos intención de quedarnos una noche más, así que simplemente adelantábamos la partida un día.
El caso es que al final terminamos la noche en casa de Herman, y la siguiente también.
Nos ofrece su casa para las dos noches que aún nos quedaban en Jimbaran. Pero no su casa en el cuarto de invitados, no: él, su mujer y su bebé de 10 meses, se marchan a otra casa y nos dejan la suya solo para nosotros.
Sin mencionar que la noche de los chinches no nos la cobran y que se tomaron todas las molestias necesarias para que estuviésemos bien en todo momento.
¡Qué gente más maja de verdad!
No nos lo podemos creer…igualito que nos trataron cuando nos pasó lo mismo en Tailandia.
Además, también se ofrecen a lavarnos toda la ropa sin coste alguno.
Cuando llegamos a la casa de Herman, se habían preocupado de limpiarlo y recogerlo todo para dejarnos la casa totalmente libre. Nos dieron permiso para usar la cocina, para coger lo que necesitásemos y para sentirnos libres de estar como en nuestra propia casa.
¡Así sí!
Aunque pensábamos que no íbamos a poder dormir, caemos como niños pequeños. Es una situación complicada y extraña, pero cuando te tratan bien te invade la tranquilidad y todo merece la pena.
Claro que si le preguntas a Manu, que está hasta arriba de picaduras, igual te dice otra cosa.
Sin embargo, esta vez se lo está tomando de otra manera: no se queja, agradece muchísimo lo que están haciendo por nosotros y se mantiene tranquilo a pesar de las circunstancias.
¡Bendita meditación!
De todos modos, si alguien te lleva chinches a tu hostal, poco puedes hacer a parte de solucionarlo cuando el problema salga a la luz.
Herman, su mujer y todo el personal del hostal se comportaron maravillosamente bien con nosotros.
No me puedo olvidar de comentar que lo primero que hizo Herman fue cambiar el colchón donde habíamos encontrado chinches, limpiar la habitación de arriba a abajo y quedarse a dormir él mismo en esa habitación, con el colchón nuevo, para comprobar que el problema había desaparecido.
Volveríamos allí sin duda alguna. De hecho, nuestros últimos días de viaje queremos pasarlos allí.
Vale, en otra habitación, por si las moscas, pero allí con ellos, cerquita del aeropuerto y en el hostel donde mejor nos han tratado de todos en los que hemos estado ?
Para darle color al día y aliviar las picaduras de Manu, nos vamos a la playa con Johana, la francesita que conocimos ayer. Ella aún no conoce la Karma Beach y podemos hacerle de guía.
Pasamos un día muy agradable y muy tranquilo con ella. Nos vamos a cenar juntos y charlamos de mil cosas. Se nota que está pasando algún tipo de crisis existencial y ese es el motivo de su viaje.
No tiene que ser nada fácil, cuando no te encuentras muy bien, irte a viajar sola durante un montón de meses. Hay que echarle un par de ovarios bien gordos.
Johana, si me estás leyendo, ¡ánimo con todo! El viaje va a ser genial y aprenderás tantas cosas que verás la crisis como una herramienta fabulosa para crecer. Estás en el camino, ¡adelante!
La verdad que en casa de Herman estamos súper agusto: nadie nos molesta, está todo limpio…realmente nos sentimos casi como en casa y se nos pasa el agobio.
Al día siguiente, ya toca marcharse otra vez. Cogemos la moto, el menor equipaje posible y nos vamos hacia el norte para bucear. Aunque los alojamientos que hemos visto por internet son muy caros, tenemos la esperaza de encontrar cosas más asequibles cuando lleguemos allí.
En el centro de buceo tienen habitaciones económicas, pero después de lo de los chinches, a ver dónde nos metemos que podamos dormir tranquilos…
Al llegar a Tulamben, el pueblo donde vamos a bucear, vamos directamente al centro de buceo. Ya nos imaginábamos que las habitaciones no serían para tirar cohetes así que, después de reservar el buceo para el día siguiente, nos vamos en busca de alojamiento.
No miramos mucho, se está haciendo de noche y estamos cansados. Nos quedamos en un pequeño resort con piscina, de lo más asequible que hemos encontrado y en el único donde el desayuno estaba incluído en el precio.
A parte de tener el wc lleno de orín, la habitación era bastante nueva, espaciosa y con una buena cama.
¿Limpio? Pues yo ya no sé cómo establecer los estándares, hace tiempo que me perdí. De momento, con no volver a encontarnos chinches nos va bien. No voy a mencionar las 4 arañas del tamaño de mi mano que vamos encontrando por la habitación?
Y con eso de que sólo matamos mosquitos, habrá que dormir con un ojo abierto. Si una araña de ese calibre me ataca, estoy perdida.
El caso es que el resort es bastante chulo. Aún está en construcción y las habitaciones que tienen disponibles sólo tienen 4 meses. Es decir, parece todo bastante nuevo porque sólo tiene 4 meses de mierda acumulada.
El desayuno no está del todo mal, las vistas al volcán desde el restaurante son inmejorables, y el baño que nos vamos a dar en la piscina cuando volvamos de bucear va a ser la repera.
Bucear…¡ay bucear…!?
Voy a hacer un nuevo intento, en inglés, a ver si esta vez sale todo bien. Ayer nos encargamos de que les quedase claro que necesito un equipo de niña para todo: botella de oxígeno pequeña, traje pequeño, escarpines pequeños, gafas pequeñas…
Tú lo has entendido, ¿a que sí?
Tenía que haberme imaginado que el colgado que nos atendió en el centro de buceo no se estaba enterando de nada. Era un francés que hablaba en un inglés gurutal extraño y que alternaba todo tipo de bromas con extraños movimientos.
Hizo un par de comentarios sexistas que casi le hacen perder el acento gutural al clavársele un bolígrafo en el paladar, que era de lo que me estaban dando ganas.
Mientras le escuchaba y trataba de no soltarle alguna fresca, pedía al cielo que este no fuese el instructor de buceo con el que nos íbamos a adentrar en el mar al día siguiente.
De hecho, si veo a este tipo en un psiquiátrico, vestido de buceador, me cuadra más que en la recepción de un centro de buceo cualquiera.
¡Menudo tipo más raro!
El cajero no nos da dinero, la cena nos sienta fatal, estamos reventados, tenemos que dormir rodeados de arañas y hay que madrugar un montón para ir a bucear…
El día de mañana promete, lo sé.
GRACIAS POR ESTAR AQUÍ TODAVÍA
UN ABRAZO
Realmente entiendo la situación, hace algunos días sufrí una infestación de estos pequeños parásitos en mi cama, sinceramente la pasé muy mal. No se lo deseo a nadie.
Hola Rocío!
Yo tuve suerte y a mí no me picaron, pero mi pareja lo pasó fatal.
No sé de dónde nacen estos bichos, ni qué papel ocupan en la cadena alimentaria pero si son prescindibles que la evolución haga su papel y los extermine 😉
Un abrazo y gracias por comentar