¿Quieres sanar el victimismo o, quizá, alejarte de esas personas que te machacan quejándose por todo?
Quejarse de todo es muuuuy cansado. El victimismo consume, agota, te deja sin energía, tanto si eres tú la persona victimista como si tienes muchas personas así a tu alrededor.
Es importante saber gestionar esta necesidad de estar siempre disconforme con lo que ocurre, porque una persona que siempre está a disgusto no puede ser feliz (ni ser una buena compañía para otras personas).
En muchas ocasiones, tú misma te haces la víctima. Vale, pocas, pero también te pasa.
Quizá no te pasa de una manera abierta pero internamente también te quejas mucho.
Vamos a ver cómo sanar el victimismo (el nuestro o el de las personas que nos rodean) porque si no es muy complicado tener una vida plena.
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CUANDO SANAR EL VICTIMISMO SE CONVIERTE EN ASUNTO DE ESTADO
En España, en general, nos gusta mucho quejarnos.
Es lo que en Eneagrama se diría que somos un país de eneatipo 4.
El miedo a responsabilizarte de tu vida es el que hace que caigas en las manos del victimismo.
Este miedo trae de cabeza a muchísimas gente, yo misma me pasé muchos años luchando para superarlo.
Pero en mi caso, el victimismo no era en forma de queja abierta y constante, si no en forma de ataques hacia las personas o situaciones de las que me quejaba.
Mis padres tenían la culpa de todo, mis amigas no eran suficientemente buenas, mi pareja no me cuidaba, mis compañeros de clase no estaban a la altura, mis profes de baile eran esto o aquello…
Era mucho mejor eso que pensar que todo lo que me pasaba en la vida era responsabilidad mía.
Mucho más fácil ir de víctima y echarle la mierda a los demás.
A ti también te pasa, ¿verdad?
Prefieres culpar de todo a cualquiera, antes que reconocer que la mayoría de las situaciones que tienes en tu vida las provocas tú.
Incluso a veces, aún sabiendo que tú tienes más responsabilidad de la que eres capaz de reconocer, sigues culpando a otras personas porque es la herramienta más fácil y que te hace sentir menos mal.
O eso crees…
Si eres una persona victimista o conoces gente que lo sea, estarás muy acostumbrada a escuchar:
“Es que todo me pasa a mí…”
“¿Qué habré hecho yo para merecer esto?”
“¿Por qué todo me sale mal?”
“La gente es gilipollas…”
“Mis padres me han educado fatal…”
Y así un largo etcétera de frases ingeniosas.
Las personas victimistas, prefieren compadecerse de sí mismas y echarle la culpa a los demás, con tal de evitar la culpabilidad.
Aunque si eres la mujer que creo que eres, este rasgo no es exactamente lo que te pasa a ti. Tú no te compadeces de ti misma, tú tiras para delante y te castigas internamente sin que nadie se dé cuenta.
EL VICTIMISMO DE UNA SUPERWOMAN
Las mujeres con síndrome de Superwoman actúan de forma diferente en esto del victimismo.
Ellas son seguras, auto suficientes, fuertes, optimistas…no pueden quejarse abiertamente porque eso les haría parecer débiles. Además, si ellas mismas no soportan a la gente victimista sería absurdo que actuasen así.
Pero no te engañes, tú también te quejas por muy Superwoman que seas. Sin embargo tú te quejas de otra forma…
Mientras las personas consideradas victimistas se comportan de la siguiente manera:
- Siempre tienen la queja y la pena en la boca.
- Utilizan sus penas para generar atención en la otra persona.
- En su cabeza se cuentan la misma película continuamente: «Cómo puedo tener tan mala suerte siempre».
- Se apalancan en la queja y no hacen absolutamente nada para superarlo porque siempre encuentran mil excusas.
Las mujeres con síndrome de Superwoman son más «cucas», que dirían en mi pueblo:
- Se quejan como todo el mundo pero utilizan la ironía y la broma para hacerlo, esta es su forma de generar atención en la otra persona.
- En su cabeza no se cuentan eso de que tienen mala suerte, se cuentan otra cosa: «El mundo no está a mi altura y por eso yo no evoluciono».
- No se apalancan en la queja porque están demasiado ocupadas intentando cambiar a l@s demás.
Al fin y al cabo sigue siendo habiendo que sanar el victimismo en ambos casos. Sea como sea como se manifieste te hará daño.
«DA IGUAL LO QUE ME DIGAS, YO ES QUE TENGO MUY MALA SUERTE»
¿Cuántas veces has escuchado a alguien echarle la culpa a la suerte?
Cuando no hay un blanco claro a quien colgarte el muerto: la culpa es de la suerte.
Estas personas tienen muuuuuy mala suerte, es horrible.
Pero…¿Alguien podría explicarme qué es la suerte?
Tiramos de google:
– Causa o fuerza que supuestamente determina que los hechos y circunstancias imprevisibles o no intencionados se desarrollen de una manera o de otra.
– Conjunto de sucesos o circunstancias que se consideran predeterminados para la vida de alguien.
En efecto, si tienes tu coche bien aparcadito y un energúmeno se estrella contra él, podías decir que tienes mala suerte.
Si te vas de vacaciones y a la vuelta te han robado en casa, a pesar de tener tu alarma en orden, podríamos decir que has tenido mala suerte.
Si no has echado nunca a la lotería, un día te da por ahí, y te toca el premio gordo, puede hablarse de buena suerte.
Pero si se te escapa el gato porque te has dejado la ventana abierta, de mala suerte nada.
Si vas a 200 por la carretera y te estrellas, siniestrando tu coche nuevo, no tienes mala suerte sino que ¡eres una ceniza!
Parto de la base de que yo no creo en la suerte.
Creo más bien en que cada persona elige y da forma a sus circunstancias.
Incluso en aquel caso en que se te ha escapado el gato, puedo pensar que ha sido algo “premeditado inconscientemente”.
Estás hasta las narices del gato y no es que te importe mucho que se haya ido por la ventana, así que te quejas de que se ha escapado, pero habías soñado muchas veces con ese momento. ¡Quedarte sin el puñetero gato de una vez!
En el caso de la persona que nunca juega a la lotería, juega una vez, y le toca el gordo, puedo pensar que lleva tanto tiempo poniendo el foco en hacerse más rica, que al final ha atraído aquello en lo que ha estado centrando sus pensamientos.
Tus circunstancias y lo que te pasa viene determinado por tus decisiones, en el mayor número de los casos.
CÓMO SANAR EL VICTIMISMO PUÑETERO DE UNA VEZ
Si eres una persona fría y distante, porque tuviste mucha falta de cariño en tu infancia, y ya te has dado cuenta, ¡actúa!
Si sientes que cada vez que vas al trabajo te puede la ansiedad, por no encontrarte con ese compañero toca pelotas, trabaja para superarlo.
Pero en lugar de trabajar para superar tus miedos o traumas, intentas cambiar a los demás.
Intentas cambiar a las personas a las que has decidido culpar de tus traumas.
Intentas que tus padres sean más cariñosos, intentas que el compañero toca pelotas se de cuenta de que molesta y se haga un curso de magia para aprender a desaparecer, intentas que tu pareja deje de interesarse por el fútbol y empiece a gustarle el cha cha chá…
¿Por qué no dejas a los demás en paz?
Si quieres que tus padres sean cariñosos, dales cariño.
Si quieres que tu compañero toca pelotas cambie, busca la forma de cambiar tú para que no te afecte su actitud.
Si quieres que tu pareja se interese por el cha cha chá, prueba tú primero a interesarte por su fútbol.
Quien da, recibe.
Quien da recibe. Clic para tuitearNo te sientes en el sofá a lloriquear…¡haz algo para no sentirte así!
Deja de esperar a que sean los demás los que hagan algo por ti.
Si no inviertes en libros, terapias, autoconocimiento, será bastante complicado que salgas de ahí.
Ni tus padres, ni tus compañer@s de trabajo, ni tus amig@s, ni tu pareja, tienen la culpa de la situación en la que te encuentras o de las cosas que te pasan.
Deja de mirar con ironía a las personas que crees que lo hacen todo mal y que con esa forma de actuar te perjudican, y conviértete tú en la persona a la que no le afecten las formas de actuar de las otras personas.
CONCLUSIONES + EJERCICIO
No hay forma humana de aguantar mucho tiempo a las personas victimistas.
Sin embargo, como tú has aprendido muy bien a disfrazar ese victimismo, te mueves tranquila sintiéndote capacitada para juzgar al resto.
La vida que tienes la has elegido tú, las personas que están a tu lado también, y lo que piensas de cada cosa que te pasa también lo eliges.
Puede que haya habido cosas a las que no has podido negarte y ahora te atormentan.
En su momento no pudiste negarte, pero ¿y ahora?
Una vez que te has dado cuenta de que te dejaste llevar por lo que querían otros, ¿no puedes cambiar tu decisión y hacer aquello que quieres?
Quejarte en lugar de hacer cambios, hace que parezca que lo estás intentando pero a mí no me engañas.
Al menos, si no estás dispuesta a hacer cambios, cambia la actitud y empieza observar lo bueno de la vida.
Empieza a pensar en qué puedes aprender de esas situaciones horribles a las que te han empujado los demás, y por lo menos quédate con las lecciones.
Todo lo malo malísimo que te pasa, esconde un aprendizaje del que puedes sacar algo bueno.
¡Todo!
No sufras en balde, por lo menos que sirva para algo.
Aprende del sufrimiento.
La felicidad no está en la queja.
La felicidad está en la aceptación y el deseo por mejorarnos como personas.
Si los demás no quieren mejorarse, no puedes forzarles.
Pero en lo que a ti respecta, ¡libérate del victimismo y pasa a la acción!
Te propongo un ejercicio muy sencillo:
Apunta donde quieras todos las cosas por las que te gustaría quejarte. Tienes 5 minutos cada día para escupirlas por la boca.
Pasados esos 5 minutos, ¡no hay más quejas hasta el día siguiente!
¿Hay trato?
Igual que gestionas tu agenda para hacer esto o aquello, inserta en tus hábitos los 5 minutos de queja diarios.
Quédate a gusto quejándote de todo.
Pero luego, cada vez que te sorprendas quejándote, cambia esa queja por un pensamiento positivo. Por un agradecimiento, por ejemplo.
Que tu madre se retrasa con la comida y vas a llegar tarde al curro. En lugar de pensar: “si es que mi madre no piensa en mí, sabiendo la hora a la que tengo que entrar”, mejor piensa: “qué suerte tengo de no haber tenido que preparar comida”.
Y si tu madre siempre te hace las mismas, no vayas a comer con ella los días laborales.
Pero deja de echarle la culpa.
Tú decidiste que ella se encargase de la comida.
El victimismos no te acerca a tus objetivos.
Es la gente valiente que ha dejado de compadecerse de sí misma la que va a cambiar el mundo.
Me interesa mucho conocer tus quejas.
Si te consideras una persona victimista, si conoces mucha gente que lo es, si tú lo eres a veces, de qué te quejas, qué haces para cambiarlo…
CUÉNTAMELO TODO EN LOS COMENTARIOS
Y COMPRATE PORFA 😉
Un artículo genial! Todos somos un poco víctimas, porque tenemos días de todos. Lo importante es saber porque haces esto o lo otro y si no te gusta, ….está en tu mano cambiarlo.
Gracias cariño mío! Me alegra mucho que te haya gustado. No eres tú una persona muy victimista que digamos, te quejas de menos diría yo! jejeje. Y en realidad es mejor no ponerse etiquetas. Porque como muy bien dices en tu comentario: toda persona tiene días de todos. Eso hay que aceptarlo y no castigarse. Cuánto aprendo de vosotras en cada momento. Todo comentario es un chute de alegría para mi. GRACIAS AMIGA
Ufff, sí que me ha llegado profundo. No me había dado cuenta que era tenía tantos rasgos victimistas.
Me encantó el artículo, lo guardo y reeleré todos los días para recordar que debo cambiar. Muchas gracias! Un abrazo desde Chile.
Hola Loreto!
Me alegro mucho de que te haya llegado y hayas visto cómo poder re-conducirlo.
Sin embargo, la idea de que «debes cambiar» te va a generar presión y no te va a permitir avanzar porque de esa idea se entiende que hay algo muy malo en ti que debe ser modificado. Tú eres perfecta como eres, solo son patrones y programas mentales que has recogido y creado durante tu vida y que te hacen comportarte de esa manera. Eso es lo que tiene que cambiar, esos patrones y programas heredados y adquiridos. Pero tú eres perfecta.
Un abrazo grande,
Tania