• Ir al contenido principal
  • Ir a la barra lateral primaria

RevolucionaT

Minimalismo para sanar la autoestima

MIS VIAJES

EL VIAJE DE REGRESO MÁS LARGO DE LA HISTORIA

1 junio, 2017 por taniacarrasco 12 comentarios

No ha sido un viaje de regreso del todo fácil…Me he prometido a mi misma que nunca más volveré a hacer un viaje con 3 escalas. ¡Me niego!

Como el taxi nos recogía a las 4:30 de la mañana, a las 3:30 ya estaba sonando el despertador. Duchita de agua fría, café del bueno y mochila a la espalda, para hacer el último trayecto de este viaje apasionante.

En el coche, vamos escuchando a Bruno Mars mientras miramos por la ventana, diciendo adiós a Bali y a tantos buenos momentos que nos ha regalado esta isla.

Nos hemos puesto nuestras mejores galas para la ocasión: Manu va con el pantalón vaquero que le regaló Iván y la camiseta azul que heredó de Isaac, y que Isaac había heredado de Lucas previamente. No es extraño que se haya querido poner esta camiseta porque desde que se la regaló su amiguito del alma no se la ha quitado casi ningún día.

¿Para lavarla dices? Si…eso sí…a veces se la ha quitado para lavarla…a veces…

Yo me compré un pantaloncito rosita muy mono, ancho para que me fuese cómodo el viaje y un poco más arregladito que de costumbre, para causarle buena impresión a mi madre.

 

Sé que está preocupada porque la última vez que hice un viaje de este estilo a la vuelta no me reconoció de lo cambiada que volvía. Curiosamente, esa vez también me dio por rizarme el pelo y por coger algunos kilillos.

Sin embargo, creo que este viaje me ha sentado mucho mejor y al menos vuelvo morena y con la piel estupenda.

Como sabes de sobra, sobre todo si eres mujer, nuestra «amiga mensual» siempre aparece en los momentos más inoportunos, así que me toca viajar combinando el rosa con el rojo (patada en el ojo).

El viaje de regreso va a durar unas 36 horas, si todo va bien, y va a constar de 4 vuelos diferentes con sus 3 escalas:

  • Bali-Kuala Lumpur
  • Kuala Lumpur-Teherán
  • Teherán-Estambul
  • Estambul-Madrid

La que hemos liado con las escalas por ahorrarnos unos eurillos…¡la próxima vez vuelo directo o me quedo a vivir en el aeropuerto!

 

1ER VUELO: BALI-KUALA LUMPUR

Llevamos bastante dinero indonesio encima, así que nuestra obsesión es llegar al aeropuerto con tiempo para gastarlo.

Pasamos los controles y nos damos una vuelta por el duty free. Hace tiempo que me di cuenta que lo del duty free era un timo manifiesto, y aún así ves mogollón de gente comprando regalos que fuera del aeropuerto le habrían costado menos de la mitad.

Nos dio por mirar, por curiosidad, el precio del café que llevábamos para regalar a nuestros padres y allí valí 3 veces más. Y eso que es duty free…si llega a ser duty fró hay que hipotecarse para comprar café. ¡Cómo nos engañan!

Después de la vuelta de rigor por las tiendas libres de impuestos, embarcamos sin problema, para hacer el primer trayecto Bali-Kuala Lumpur. Una vez allí, tenemos un trasbordo de 10 horas hasta poder coger el segundo avión.

¿Se te ocurre un plan mejor que pasar 10 horas en un aeropuerto? Ya…a mi tampoco…?

El viaje empieza bien…Según subimos al avión, a Manu le parece que el azafato es un poco grosero al decirnos que los compartimentos para las mochilas están llenos, así que le aconseja que por favor sonría y sea más agradable.

Claro, el azafato flipa con la sugerencia pero a partir de ese momento se convierte en el chino más feliz del mundo?

Nos pasamos las 3 horas de vuelo dando cabezadas e intentando no morir de hipotermia. Viendo que no lo estábamos consiguiendo, me levanto de mi asiento para pedir una manta: «lo siento señorita, las mantas son de pago», me dice el mismo azafato de antes, con una sonrisa de oreja a oreja…

Nada, me cacheo para entrar en calor y en un pis pas llegamos a Kuala Lumpur.

 

¡Menos mal que nos hemos puesto las botas de montaña para los momentos de frío extremo! Y porque no llevamos el plumas que sino…

Si en lugar de hacer ese trasbordo en Kuala Lumpur lo hubiésemos hecho en cualquier otra ciudad, saldríamos a la calle a que nos diese la luz del sol, pero en Kuala Lumpur es mejor que no te de para no morir desintegrada.

¡Nunca había estado en una ciudad tan calurosa! Sí sí, más que Linares.

Así que nos quedamos en el aeropuerto, tan fresquitos. Damos una vuelta por los pasillos para estirar las piernas, pasamos varias veces al baño para darle emoción a la espera, seguimos recorriendo pasillos, miramos el móvil, sacamos la tablet, hablamos con Tim (nuestro amigo malayo) que estuvo a punto de coger un bus y venir a vernos…y van pasando las horas.

A media mañana nos tomamos el último coco hasta no se sabe cuándo…

Aunque no fue el mejor coco de todos los que hemos probado estos meses, nos supo genial porque tenemos muy claro que esa es una de las cosas que más vamos a echar de menos.

Hacemos hora para comer sentaditos en unos sillones muy cómodos, nos quitamos las botas y yo me pongo a escribirte para que luego no se me olvide nada de nada.

Pasadas unas horas, pedimos varios platos típicos llenos de noodles (yo una sopa, por supuesto) y nos ponemos las botas, yo y mi pantalón rosa sobre todo.

Cada vez que un noodle se me escapaba del tenedor caía en el cuenco, como un deportista de salto de trampolín mal entrenado, y me salpicaba de arriba abajo mi «modelito para vueltas a casa».

Ahora coge el pañuelo que llevas al cuello, échale agua y restriega ahí hasta que el rosa palo vuelva a ser rosa palo. ¡Imposible!

Bueno, llevo un pantalón de lunares, no pasa nada, ya no soy la Tania de antes, ya no me importa parecer una cochina…Hago como que no me afecta y sigo comiendo y restregando, comiendo y restregando…sin ningún éxito.

La tarde se nos echa encima y aunque llevamos tiempo de sobra porque no tenemos que facturar, sí que tenemos que recoger la tarjeta de embarque en el mostrador.

El siguiente destino es Teherán (Irán), donde nos han advertido que me tengo que bajar del avión con el velo puesto en la cabeza y que suelen tardar bastante en darte las tarjetas de embarque.

No queremos imprevistos en el viaje, por ello, Manu se ha leído todo los foros del mundo y estamos tranquilos. Los españoles no necesitamos visado para hacer escala en Teherán y se supone que no debería haber ningún problema. Se supone…

Nos dirigimos a la ventanilla de Air Asia-Kuala Lumpur para recoger nuestras tarjetas de embarque y el chico del mostrador nos dice que si llevamos euros en efectivo…Tú eres un poco cotilla, ¿no?

Manu, que llevaba la mosca detrás de la oreja, pregunta por qué pero el chico no se explica muy bien. Dice no sé qué del visado y que sino le enseñamos 75 euros por cabeza no nos deja subir al avión.

Intentamos explicarle que hemos leído todo lo que había que leer sobre viajar a Teherán y que los españoles no necesitamos visado de ningún tipo para pasar por allí, pero insiste en que si no le enseñamos el dinero no volamos.

Manu pide la hoja de reclamaciones y el chico nos indica que vayamos a otro mostrador. En ese otro mostrador, el muchacho más serio del mundo mundial nos dice más o menos lo mismo: si no llevamos encima 150 euros no subimos al avión porque, aunque ellos también creen que no lo vamos a necesitar, si lo necesitásemos y no lo tuviésemos nos devolverían a Kuala Lumpur y la compañía aérea tendría que pagar una multa.

Una chorrada como una casa que a día de hoy seguimos sin entender…

Como no llevábamos esa cantidad de euros encima ni muchísimo menos, tuvimos que sacar moneda malaya en un cajero e ir después a una tienda de cambio de moneda a que nos lo cambiasen por euros.

Si llevábamos tiempo de sobra, ya no lo llevamos.

Corre por el aeropuerto y vuelve al mostrador a que te den las tarjetas de embarque, después de enseñarles el dinero a los simpáticos azafatos de Air Asia.

Mientras hacíamos la cola para recoger las tarjetas de embarque por segunda vez, observábamos cómo los demás extranjeros tenían las mismas reacciones de asombro que nosotros cuando los azafatos les pedían 75 euros.

Como veíamos a la gente agobiada, directamente les prestábamos nosotros nuestro dinero y lo íbamos pasando de mano en mano para enseñarlo en el mostrador, convencidos de que en Teherán no nos haría falta. Y más nos valía.

A las últimas chicas a las que quisimos prestarle nuestro dinero para que las dejasen embarcar, como eran inglesas les obligaron a llevar libras y tuvieron que ir corriendo a sacarlas con el tiempo demasiado justo. Quedaban 20 minutos para que cerrasen la puerta de embarque.

Como en los vuelos baratos ya no te dan comida y nos quedaba un viaje de 8 horas hasta llegar a Teherán, pasamos a una tienda a comprar sándwiches y dulces varios.

Estábamos pagando cuando empezamos a escuchar gritos que avisan de que el vuelo a Teherán va a cerrar su puerta de embarque ?

¡Otra carrerita!

Pagamos sin esperar a que nos devolviesen el cambio y echamos a correr como alma que lleva el diablo. Las mochilas nos daban en la cabeza y la gente nos achuchaba por el pasillo para que corriésemos más rápido.

Pero ese pasillo no se acababa nunca…

Yo alternaba carrera con marcha, porque ya no me daban las piernas. Pensaba: «que llegue Manu que seguro que consigue que me esperen sin problema», pero de repente me venía a la mente el día que me pasó algo parecido en un vuelo Londres-Madrid con mi prima Bea, y corrí tanto que ella casi se queda en tierra sola.

Allí no esperan por nadie.

Y en ese momento iniciaba mi carrera otra vez…sudando como un pollo y descojonada de la risa pensando en lo que se tenían que estar riendo los demás.

Cuando llegamos a la puerta de embarque, chorreando de sudor y con el morro torcido, allí estaba todo el mundo sentado tan tranquilo. ¡Aún no habían abierto la puerta de embarque los cabrones!

Nos dio la risa, del mismo modo que nos podía haber dado por asesinar, pero no nos apetecía pasar por una cárcel asiática…vaya a ser que no podamos volver a salir.

Manu se tuvo que cambiar de ropa de lo mucho que sudaba y yo, que llevaba mi modelito nuevo lleno de lamparones de sopa, intentaba tranquilizarme para que el sudor no me siguiese bajando por la espalda.

Finalmente conseguimos embarcar.

 

2º VUELO: KUALA LUMPUR-TEHERÁN

Siempre que me subo a un avión me surgen las mismas preguntas…¿por qué les toca ventanilla a las personas que se duermen antes de que el asiento les roce el culo? ¡La vida es muy injusta!

Voy al baño antes de despegar y…¡premio!…¡qué suerte!, ya no sólo tengo lamparones de sopa sino que ahora me he manchado el culete de sangre…

Dice Manu: «¿y eso lo vas a contar?»…Este niño no me conoce todavía, no tengo secretos para ti ?

Los días femeninos de este mes empiezan en el vuelo Kuala Lumpur-Teherán y tiran por tierra lo que la sopa de noodles no ha conseguido. Ya no tengo más remedio que cambiarme el modelito.

Por lo menos no me duele la barriga, que ya es un paso.

Voy preciosa con mi pantalón rosa palo lleno de lunares hechos con sopa de noodles y con una mancha oscura cerca de donde se sospecha que está uno de mis orificios más íntimos.

Lo cierto es que la mancha se ve más por dentro que por fuera, pero ahí está y yo ya no me siento una mujer decente. ¡Ay si la antigua Tania levantase la cabeza…!

Además, es que ir a los baños de los aeropuertos es muy curioso porque siempre te encuentras mujeres emperifollándose de arriba abajo. En esta ocasión había chicas incluso con el rizador de pestañas ahí dale que te pego, como si no hubiese un mañana.

Y yo…de mochilera pordiosera engullidora de sopa a 35 grados a la sombra y en mis mejores días del mes.

¡Como para rizarme las pestañas estaba yo! No sabía usar ese aparato antes pues imagínate ahora…

El vuelo de 8 horas rumbo a Teherán también pasó sin imprevistos y casi todo el tiempo estuvimos intentando dormir. Unas veces lo conseguíamos mejor que otras, pero al menos no se nos hizo muy largo.

¡Llegamos a Teherán!

Manu está preocupado por varias cosas: por el tema de que me tengo que poner velo, por el problema del dinero que supuestamente nos van a pedir y porque ha leído que con los iraníes no es muy fácil entenderse…

Cojo mi pañuelo y me lo planto en la cabeza. ¡Ahora sí que estoy total!

Pantalones rosas con lamparones de todo tipo, sudadera deportiva para evitar hipotermias, pañuelo de desigual lleno de colorines cortesía de mi amiga Montse para el cuello, y otro pañuelo en tonos azules para la cabeza. Este año me llaman de Cibeles seguro.

 

Ver a todas las turistas colocándose sus pañuelos resultaba entre gracioso y deprimente…Hay que decir que se notaba perfectamente quiénes éramos de allí y quiénes no.

A las iraníes no les falta detalle, tanto en las superficies de su cuerpo que muestran al exterior que las llevan bastante operadas, como en la elegancia con la que combinan los pañuelos de la cabeza con el resto de su indumentaria.

Las turistas parecíamos una mezcla entre mochileras pordioseras, vagabundas y locas de atar.

Había un par de nórdicas en pantalón de pijama, otra chica viajando sola que no llevaba pañuelo y había decidido que una camiseta de lycra con las mangas anudadas al cuello era la mejor opción, yo con mis lamparones, etc, etc, etc…

Al llegar a inmigración, tuvimos que entregar todos los pasaportes juntos para que un muchacho los recogiese mientras quedábamos a la espera de noticias.

Teníamos 5 horas de escala pero el tiempo pasaba y por allí no aparecía nadie para devolvernos nuestros pasaportes y darnos las tarjetas de embarque.

Era como estar perdidos en tierra de nadie, porque no hubo noticias en ningún momento. Estábamos todos tirados por el suelo, entreteniéndonos como podíamos. En mi caso, ir y volver al baño fue mi máxima distracción.

No, no me cambié de ropa aún…tenía pensado hacerlo antes de coger el último vuelo Estambul-Madrid, para tener el mínimo tiempo posible para volver a mancharme.

Al cabo de unas tres horas, aparece el chico que se había llevado los pasaportes y se pone a repartirlos, pero los nuestros no llegan.

Nuestra preocupación va en aumento, sólo han faltado unos cuantos pasaportes por entregar y entre ellos están los nuetros. ¡Estupendo! ¿Será por las pintas que llevo??

Nos indican que subamos unas escaleras y esperemos en otro lugar…Es madrugada en Teherán pero el aeropuerto tiene muchísimo movimiento de gente.

Miro la tienda de caviar iraní mientras pienso en las ganas que tengo de que se acabe el puñetero viaje…

Y no me refiero al viaje de 7 meses sino al viaje de vuelta a casa donde ya sólo piensas en pisar suelo español y abrazar a tus padres.

Seguro que están haciendo noche en el aeropuerto de las ganas que tienen de ver a su hija y a su yerno…¡JÁ!

Sólo queda media hora para que cierren la puerta de embarque de nuestro vuelo Teherán-Estambul cuando llega el muchacho con nuestros pasaportes y nuestras tarjetas de embarque ?

Ni hubo que pagar 75 euros, ni tuvimos absolutamente ningún problema para subir al avión. Si pudiese hablar con los azafatos de Air Asia en Kuala Lumpur me iban a escuchar.

 

3ER VUELO: TEHERÁN-ESTAMBUL

El tercer vuelo era sólo de 3 horas y media. Aunque nos tocó separados, al final pudimos sentarnos juntos porque Manu no tenía a nadie al lado.

Él se cogió la ventanilla y a mi me dejó en medio, al lado de un señor que era 3 veces mi padre de grande y que consiguió dormirse en vertical sobre su propio pecho sin dar ni una cabezada más.

Tronchó el cuello hacia delante y ahí se quedó durante todo el trayecto. ¡Qué facilidad!

El día que yo baje la cabeza y me toque el pecho con la barbilla será porque se me ha ido la pinza y me he puesto unas tetas como las de Yola Berrocal. Espero no llegar a ese extremo…

En este viaje también dormimos un poquito porque queremos llegar descansados para que no nos cueste tanto adaptarnos a los horarios españoles.

Antes de darnos cuenta ya habíamos llegado a Estambul, donde sólo teníamos que esperar unas 3 horitas. Estuvimos comiendo algo en un restaurante italiano y después nos metimos al baño, por turnos, para acicalarnos y ponernos ropa «limpia».

Esa manía de ducharse todos los días es una soberana gilipollez, lo siento. Con llevar un paquete de toallitas refrescantes encima es más que suficiente para sentirte aseada.

Vaaaaaaaale, no es suficiente, pero te ayuda a salir del paso en estas ocasiones ?

El caso es que yo me sentía la mar de limpia y de estilosa con mis mallas negras de decathlon, el top deportivo de Bárbara y la camiseta que más me había puesto durante estos 7 meses.

A tomar por saco las botas de montaña y vuelta a las sandalias para que el pie pueda respirar. Lo único que nos importa es llegar de una vez.

En la puerta de embarque de este vuelo ya predomina el viajero hispano parlante. ¡Qué alegría!, supongo…

 

4º VUELO: ESTAMBUL-MADRID

Sólo 5 horas nos separan de mi querido Madrid, de mis queridos padres y de mis queridos suegros. El viaje se nos estaba haciendo más llevadero de lo que pensábamos, hasta que subimos a este avión. El último trayecto se nos hizo eterno.

Fueron 5 horas, ya de día, sin sueño ninguno y con la emoción del regreso.

Se me pusieron las piernas como botellas de butano de tantas horas de viaje y tantos cambios de presión: duras, llenas de gas y a punto de explotar.

Como me tocó ventanilla y a Manu al lado de mi, hicimos levantarse al chico al que le había tocado el pasillo como medio millón de veces.

Si ya soy meona sin estar en mis días femeninos, cuando los tengo no te lo puedes ni imaginar. Pero el chaval aguantó como pudo sin protestar ni una sola vez.

¡Calla, calla que está hablando el piloto!

«Empezamos el descenso sobre Madrid».

La emoción nos embarga y a mi se me llenan los ojos de lágrimas.

aterrizando- viaje de regreso

Hace un día soleado precioso, se ve la ciudad perfectamente, nos cogemos de la mano mientras miramos por la ventanilla y susurramos: «Ya estamos aquí…», con una mezcla de alegría y nostalgia.

Bajamos del avión lo más rápido que podemos, he avisado a mi madre de que ya hemos aterrizado. Me la imagino impaciente detrás de la barrera, ansiosa por tirarse en mis brazos.

Recorremos los pasillos casi a la misma velocidad que cuando hemos tenido que correr para no perder el vuelo a Teherán. De hecho, nos pasamos la puerta de salida con tanta prisa.

Se abre la puerta y…me tengo que tirar a los brazos de mis suegros porque mis padres están fuera fumando tranquilamente, como si la cosa no fuese con ellos…¡Ay señor!?

No pregunto por mis padres porque sé perfectamente dónde están, así que salgo para afuera y me tiro yo a sus brazos sin otro remedio.

Mi padre no tiene muy claro si abrazarme un segundo o un segundo y medio, dice que no quiere que le peguemos los chiches…¿No es para coger otro avión?

¡Hogar, dulce hogar!

 

¿Pero cómo puedo querer yo tanto a esta gente?

Pues porque luego siempre lo arreglan y acabamos comiendo carabineros en una marisquería porque mi papi sabe que le encantan a su niña.

 

NO CREAS QUE ESTE VIAJE SE HA ACABADO

Aún tengo mil cosas que contarte y no te puedes perder nada, así que ten muy claro que pronto estoy aquí otra vez.

La vuelta al mundo real está siendo interesante…

 

ME ENCANTA SENTIR CÓMO ME LEES

Comenta para que me quede claro que sigues conmigo, eso me encanta ?

UN ABRAZO ENORME, ya desde España y sin mochila.

Archivado en:MIS VIAJES Etiquetado con:anécdotas, aventuras, Bali, el viaje de mi vida, reencuentro con la familia, viaje de regreso

EL FIN DE NUESTRA GRAN AVENTURA DE 7 MESES RECORRIENDO ASIA

29 mayo, 2017 por taniacarrasco 10 comentarios

Y ahora sí que sí…¡SE ACABÓ ESTA GRAN AVENTURA! Aunque me quedan muchas reflexiones por hacer y muchos artículos sobre el viaje que ya tienen forma en mi mente, la aventura en sí, ha llegado a su fin y quiero contarte las historias de estos últimos y emocionantes días.

Mientras escribo esto no sé si reír o llorar…pero como aún no te he contado cómo han sido los últimos días antes de volver para España, me voy a guardar la emoción y a hacer memoria, porque de esto ya hace días…

Después del reencuentro con Silvia e Isaac, volvieron a marcharse a bucear a Lembongan, mientras nosotros le esperábamos en Bali.

¡Qué a gusto estamos aquí!

Como te decía en el post anterior, estos días hemos acudido bastante al restaurante de David, el Jiwa Juice. Si pasas por Bali tienes que ir a comerte una hamburguesa, un gazpacho…¡lo que sea! Todo lo que probamos estaba riquísimo.

 

Estos últimos días quería habérmelos tomado más como unas vacaciones: levantarte cuando quieras, desayunar tranquilamente, playa, piscina, alguna cervecita y a la cama prontito para descansar. Lo malo es que me gusta mucho escribirte y no he podido estar sin hacerlo ?

Sin embargo, hemos ido a nuestra querida Karma Beach casi todos los días, hemos comido muy bien y hemos tenido el placer de compartirlo todo con buenos amigos.

Silvia e Isaac nos comunican que Barbara y Lucas (la otra parejita con la que estuvimos en Malaysia) también vienen para Bali.

¡Volveremos a estar los 6 juntos por última vez en este viaje!

 

Por supuesto, echando mucho de menos a Tim, que deja un hueco muy feo en la foto ?

Al día siguiente de estar todos juntos, Barbara y Lucas cambian de ciudad y Silvia e Isaac cambian de país. De los primeros nos despedimos anoche pero con Silvia e Isaac vamos a poder disfrutar todo el día. 

Al cuarteto, se ha unido recientemente Sabine, una alemana afincada en Barcelona que se trajo Silvia de Lembongan y que le pasa lo que a ella: habla con las piedras ?

Nunca había conocido a una alemana tan simpática y dicharachera, un encanto de niña la verdad.

El último día de «Sil-Sac» (Silvia e Isaac ya se hace largo) es nuestro penúltimo día y el cumple de la niña de Herman. Así que dejamos el estupendo alojamiento con piscina que teníamos para volver con el tito Herman que tan bien nos cuida.

Aunque en casa de Herman estamos fenomenal, nos costó un poco despedirnos de esta gente y este sitio, donde cada mañana las libélulas venían a hacernos compañía en la piscina, donde lo últimos que veíamos antes de dormir eran las estrellas…

 

Donde por la mañana te encontrabas ranitas en el cuarto de baño, como nos pasaba los días que estuvimos en la villa con María Luisa e Iván, donde con el desayuno tenías para todo el día, donde sólo el olor de las toallas ya te daba ganas de comprar ese lugar…

 

Pero queríamos pasar las dos últimas noches del viaje en el «20 Four 7» por el cumple de Joy, por estar con nuestros amigos Sil-Sac hasta el último momento y por estar en un lugar tranquilo para poner en orden nuestras emociones, antes del retorno.

Pasamos la mañana en la playa. Hemos descubierto que si vas a las 10:30/11 de la mañana, justo cuando la marea empieza a bajar, la playa se convierte en una piscina de agua cristalina y calmada. ¡Muy pocas veces hemos encontrado la playa así!

Pero sin duda, lo más importante del día es el cumple de la hijita de Herman y que esta vez nos despedimos de Sil-Sac sin saber cuándo nos volveremos a ver…

Estos días estoy como una moto. Tan pronto me pongo histérica como me da por reír, como por emocionarme o como por querer marcharme corriendo a España…

Después de la playa, de la comida y de la correspondiente ducha, nos vamos para casa de Herman. Hoy y mañana, antes de la vuelta, dormirmos allí, y además hoy hay barbacoa por el cumpleaños de Joy. 

Herman ha invitado a toda la familia, amigos, personal del hostel y a todos los huéspedes. ¡Qué mejor manera de despedirse de Bali!

El patio empieza a llenarse de gente, las mesas empiezan a llenarse de comida y los globos y las pancartas con la foto de Joy decoran toda la casa.

 

Han cocinado arroz, pescado y carne de varios tipos, salsas dulces, salsas saladas, verdura…Allí hay comida para 2 meses.

Lo mejor de todo fue el «pez gato», jamás lo había probado y me pareció exquisito. El sambal casero (salsa de tomate picante) también me chifla, pero el arroz no lo tocamos ninguno de los extranjeros que estábamos allí.

¡Estamos de arroz hasta…!

Justo cuando sacan la tarta y empiezan a cantar el cumpleaños feliz en varios idiomas, llega el taxi de Silvia e Isaac…Abrazos emocionantes y varios: «nos vemos en Málaga»…así que tendrá que cumplirse el deseo para que podamos recordarlo todo juntos, pero esta vez comiendo y bebiendo en condiciones.

Ya empezaba a resultar aburrido comer los 3 mientras Isaac sigue intentando alimentarse de aire. Espero que te guste el Kotu…?

Tras la despedida, nos quedamos un ratito más en la fiesta. Marco, el señor que cuida el hostal por las noches, sabe tocar la guitarra y se empeña en cantar el «bésame, bésame mucho…», luego lo intenta con el «bamboleo» del que sólo conoce una frase y al final terminamos mirando la letra de las canciones en internet para poder cantar algo decente.

fiesta de Joy- gran aventura

La fiesta estuvo divertida y la comida muy rica. La pobre Joy no estaba muy convencida de lo que era aquello pero ser portó fenomenal y la llenaron de regalos.

Nosotros le trajimos un peluchito con el alfabeto bordado, al que le hizo algo de caso al principio…Luego, vuelta a mirar la tablet que es mucho más divertida, claro.

Nos metemos en la cama cuando aún la fiesta no ha terminado. Hay mucho jaleo en el patio pero lo tomamos con paciencia y acabamos durmiéndonos.

¡Mañana es el último día de esta gran aventura!

¡No nos lo podemos creer!

 

«SÉ FINÍ…»: EL ÚLTIMO DÍA DE NUESTRA GRAN AVENTURA

Nos despertamos temprano, como siempre. Como el desayuno no me entra de lo nerviosa que estoy, ya se encarga Manu de comerse los dos platos de noodles con huevo que nos han puesto para empezar el día con energía.

Intento dedicarle unas horitas al blog antes de ir a despedirnos de la playa.

Aunque el día está cargado de melancolía, en la playa nos reímos bastante. Estábamos sentados en la arena tomando el sol cuando se me ocurre el «juego de la exfoliación».

Empiezo a restregarme la arena por todo el cuerpo, al mismo tiempo que invito a Manu a probarlo también. Nos frotamos los pies, las piernas, los brazos, pecho, espalda ¡y hasta la cara!

Cuando ya no quedaban zonas de nuestro cuerpo por donde frotarnos la arena, no nos quedó más remedio que meternos en el agua a limpiar aquello.

¿¡Tú sabes qué piel más suave se nos quedó!? ¿Cómo no se me habrá ocurrido antes?

7 meses sin usar una esponja para ducharme ¡y se me ocurre ahora este juego! Anda que yo también…

Menos mal que el último día tuve este momento de lucidez y nos quitamos todas las pieles muertas (por no decir roña) acumuladas durante estos 7 meses.

Que no es que nos hayamos puesto muy morenos, es que hemos acumulado muchas «pieles muertas»…

Nos despedimos de nuestra playa favorita, subimos las más de 300 escaleras y vamos a darnos un último homenaje al Jiwa Juice.

adiós karma beach- gran aventura

Por la tarde, la mayor parte del tiempo lo pasamos buscando algún sitio donde poder comprar tampones. ¡Qué difícil esto oye!

Sólo encontramos tampones en un súper bastante caro, a precio europeo y de una sola marca, nada de varias opciones para elegir…Aunque uso la copa menstrual, cuya utilización os recomiendo a todas, me siento más segura llevando tampones en el bolso, por lo que pueda pasar…

Por la carretera que separa la playa de la casa de Herman, pasamos por varios prados donde pastan las vacas, mientras los niños se reúnen allí mismo para jugar a volar sus cometas.

A cualquier hora que mires el cielo de Bali podrás observar montones de cometas que lo llenan de color y bailes majestuosos.

¡Voy a echar mucho de menos estas cometas!

Me resulta imposible no recordar un libro de Raimon Samsó que leí ya hace bastantes años: «El maestro de las cometas», y que seguro que te encantaría.

Volvemos al hostel y Herman se empeña en que cojamos su moto para dar una vuelta. Su moto no es una scooter cualquiera claro. Me tenías que haber visto de paquete, a 100km/hora con un pantalón muy corto de tela que a esa velocidad parecía más un paracaídas, y sin nada debajo.

A eso le añadimos que el seguro médico nos cumplió ayer y lo que menos me preocupa de ir a esa velocidad es que se me acabe viendo el culo vaya. Estaría gracioso tener algún percance el último día y estando ya sin seguro.

¡Manué tira pa casa!

Nos duchamos, preparamos el equipaje y nos bajamos a charlar con Heman. ¡Es más majo que las pesetas! Nos ha regalado una bolsa enorme llena de café de ese tan rico que nos hacen para desayunar y que a mi me gusta tanto. Si es que le tenemos que querer…

Mientras yo escribo un poquito Manu se pone a jugar a las damas con Herman. La segunda vez que gana Herman decidimos irnos a cenar: sopa de noodles para mi y arroz con cosas para Manu, que aún no ha escarmentado.

Es una noche rara…no hablamos mucho. Estamos pensativos, a veces tranquilos, a veces nerviosos…Creo que esta noche toca no dormir.

Nos metemos en la cama después de despedirnos de Herman y de que Manu jugase un rato al ajedrez con Marco. Contra todo pronóstico, aunque nos cuesta un poco, nos acabamos durmiendo.

A las 3:30 de la mañana suena el despetador…¡Empieza la vuelta a casa! 4 vuelos diferentes y 36 horas de aeropuertos nos separan de mi querido Madrid. Una de las escalas es en Teherán (Irán), donde me tengo que bajar del avión con el velo puesto. ¡Muy divertido todo!

Este viaje de vuelta puede ser muy interesante así que mantente a la espera que pienso contártelo con pelos y señales.

ABRAZOS MOCHITER@S, REVOLUCIONARI@S Y LLENOS DE EMOCIÓN

Me vienen muy bien tus comentarios en estos días con la sensibilidad a flor de piel.

¡Te espero abajo!???

 

Archivado en:MIS VIAJES Etiquetado con:Bali, con amigos, el viaje de mi vida, Indonesia, jimbaran, Jiwa Juice, karma beach, Pecatu, Twenty4seven Bed and Breakfast

CUANTO MÁS NOS GUSTA BALI MÁS CERCA ESTÁ LA VUELTA…

25 mayo, 2017 por taniacarrasco 6 comentarios

A ver quién nos arranca de Bali ahora…Me va a costar la vida dejar este lugar y regresar a España, a una vida de incertidumbre y gente que viste «normal»…

Si no fuese por las ganas que tenemos de ver a la familia y a los amigos, no nos sacaban de aquí ni a golpes.

¡Necesito ver a mi bebé ya!

Dejamos el hostal de Ubud para volver a Jimbaran (Bukit), donde estuvimos ya varias veces en el hostal de Herman, donde conocimos las mejores playas de Bali y donde tuvimos la suerte de encontrarnos con grandes personas como Judith, Nacho, Johana y la familia de Herman.

Lo que no sabíamos es si volveríamos a ver a Silvia e Isaak…Estaban en la isla de Flores y nos habían comentado que a lo mejor adelantaban su vuelo para volver a Bali antes de lo previsto. En ese caso volveríamos a verles…

Nos dan una alegría cuando, un día antes de dejar Ubud, nos dicen que ya han cambiado el vuelo y reservado habitación en el hostal de Herman así que ¡nos volveremos a ver muy pronto!

Menos mal…estaba temiendo por la salud emocional de Isaac y Manué. No tenía claro si podrían soportar mucho más tiempo sin verse…

Aunque coincidiremos en Jimbaran varios días, nosotros esta vez no nos alojaremos en el hostal de Herman hasta los últimos días de nuestro viaje. Como ya no nos queda nada para volver a España queríamos un sitio más tranquilo, con piscina y más cerca de Karma Beach, nuestra playa favorita de Bali.

Manué ha reservado algo por internet, pero yo ni siquiera he visto fotos del sitio…Espero que sea lo que buscamos.

Nos despedimos del personal de Kudesa Homestay, con los que en los 10 días que habíamos estado tampoco habíamos tenido mucho trato, y cuál es nuestra sorpresa cuando nos dan una despedida totalmente inesperada.

Salió toda la familia a abrazarnos, a desearnos suerte, a darnos las gracias y a pedirnos que volvíesemos otra vez ¡con nuestros hijos!

No sé si es porque me ven mayor y me insinúan que a qué estoy esperando, si es porque quieren ver qué personitas salen de nuestra mezcla peculiar o si es para dar por saco.

Pero nunca se sabe oye…lo mismo algún día me compro el reloj biológico, ya que no lo traigo de serie, y nos ponemos a ello.

¿Podré comprar ese tipo de relojes en algún sitio?

Lo malo de todo esto es que he perdido la vena consumista y ya no me apetece hacer compras innecesarias. Lo he descubierto cuando he querido ir de compras para buscar indumentaria para la boda de mi queridísima Araceli.

Ojo tener que comprarme un vestido nuevo cuando tengo mil en casa…Pero claro, esos vestidos igual ya no me entran…?

Y es que tampoco me apetece vestirme de tarta de cumpleaños…Todos los vestidos que tengo son demasiado de boda…¡qué pereza!

Seguro que a Araceli no le importa que vaya con mis pantalones de elefante…Manu quiere ir con falda y descalzo, así que nadie se fijaría en mi.

Tengo que meditar todo esto…

Como no me apetece comprar y tengo muchas ganas de llegar a Jimbaran para ver nuestro nuevo alojamiento, llegamos antes de lo previsto. La primera sensación no es muy buena, no sé porqué…

Como el muchacho que lleva el hostal estaba limpiando lo tenía todo manga por hombro.

Allí sentados en la recepción había una parejita de alemanes que se marchaban a otro lugar. Mientras esperamos a que nos atiendan, el chico alemán nos cuenta lo a gusto que han estado en este hostal. Se querían quedar una noche más pero cuando han ido a reservarla estaba todo ocupado para hoy.

¡Vaya! ¡Parecían majos! Hubiésemos hecho buenas migas y Manu había estado todo el día practicando su alemán, mientras yo miro y sonrío, como si estuvise enterándome de algo.

Cuando por fin nos atienden, nos dice el chico de la recepción que si hemos venido solos…»Ehhhh, sí, ¿por?»…

«No, por nada, como habéis reservado dos habitaciones para hoy», nos dice el chaval.

¡Manuelada al canto!

El chico alemán sonríe…no se han podido quedar una noche más porque Manu ha reservado dos habitaciones por equivocación…Yo no hubiese sonreído tanto.

«Será el destino», dice el alemán.

¡Ves qué majo!, ya sabía yo que me iba a gustar esta gente…

Menos mal que como vamos a quedarnos 10 días aquí, no nos van a cobrar las dos habitaciones para esta noche.

Una vez que nos centramos un poco, que vemos la piscina, las vistas desde la recepción y la magnífica habitación que tenemos, la primera impresión pasa de ser regulera a ser maravillosa.

nuevo hostel en Bali

Es por esto que no hay que juzgar nada por la primera impresión, por mucha intuición que tengas siempre te puedes equivocar.

Dejamos las cosas y vamos al hostal de Herman en busca de nuestros amigos. La verdad es que también teníamos ganas de ver a Herman y a su mujer.

Cuando llegamos, Herman y Wiji están en el patio y se levantan muy contentos a darnos la bienvenida. Nos abrazamos, nos hacemos las preguntas de rigor y lo primero que hace Herman es ofrecernos un café de esos exquisitos que preparan allí.

¡Home, sweet home!

Llegar al hostel de Herman es sentirte como en casa.

Después de un rato de charleta, subo a la habitación a despertar a Silvia e Isaac, que supuestamente estaban durmiendo. Otros cuantos abrazos, otras cuantas preguntas de rigor y nos reunimos todos en el patio para ponernos al día.

Isaac y Manu, emocionados, se abrazan y se sientan juntos para contarse lo mucho que se han echado de menos y lo difícil que se les hace vivir el uno sin el otro.

Menos mal que Silvia y yo también nos queremos y podemos estar hablando horas sin parar, que sino sería una situación un tanto extraña.

Empieza a anochecer y nos vamos a «cenar». Le pongo comillas al término porque esto que llamamos «cenar» suele suceder alrededor de las 5 de la tarde. No sé yo hasta qué punto será viable mantener estas estupendas rutinas cuando volvamos al mundo occidental.

Hemos comprobado que levantarnos a las 5 de la mañana, acostarnos a las 9 de la noche y cenar antes de que se ponga el sol, nos sienta tan bien que nos gustaría continuar viviendo de esta manera.

Mami, suegri, tomad nota: a partir de ahora se cena a las 5 de la tarde.

Cenamos y hablamos todo el tiempo que nos permiten Isaac y su culillo inquieto. Tiene suerte de que le comprenda, como si fuésemos del mismo signo del zodíaco, y entienda sus rarezas.

Estos días son de playa, piscina, reláx e ir preparándose mentalmente para la vuelta a casa.

 

Esto de acabar el día tumbada en una hamaca, viendo las estrellas, me va a costar dejarlo atrás. Levantarme con el ruido de los pájaros, hacer Chikung en el jardín y sentarme a que me sirvan el desayuno mientras te escribo, también son costumbres que voy a echar de menos…

Ya tenemos el pie más dentro que fuera y muchos de nuestros comportamientos nos recuerdan continuamente que el momento de regresar está muy cerca.

Por ejemplo, cuando entramos en las tiendas de souvenirs en busca de regalitos para la familia, una bofetada de realidad nos recuerda que la vuelta es inminente.

Hoy, comprando en un supermercado, un chico se ha puesto a nuestro lado y nos ha reconocido como españoles. Nos hemos pasado hablando un buen rato de todo y de nada.

David, malagueño de nacimiento, lleva 12 años viviendo en Bali y está casado con una balinesa que ya espera su primer hijo. Juntos, tienen un restaurante de comida española por el que hemos pasado con la moto en varias ocasiones.

Nos acordamos de este restaurante porque un cartel en la puerta anuncia la existencia de paella. Siempre que pasamos por allí pensamos con ironía: «me gustaría ver la paella que hacen aquí».

En ningún momento se nos pasó por la cabeza que el dueño fuese español.

Por supuesto, nos invita a pasarnos por allí a degustar su pan tumaca, su aceite de oliva, su gazpacho…¡Gazpacho! ¡Que le den a la paella que está llena de arroz, a mi me pones gazpacho!

Al día siguiente, a la hora de «meriencenar», que es como hemos llamado a los que hacemos a las 5 de la tarde todos los días, nos presentamos en el restaurante de David.

Nos atiende con la simpatía que le caracteriza y con pintas de albañil en plena faena. Está haciendo un horno de leña con sus propias manos y se pasa el día intercalando las chapuzas con las paellas.

Pedimos el zumo de la casa, un gazpacho por supuesto, un bocata que él mismo nos recomienda y unas gambas al pil pil. Era una propuesta arriesgada porque soy una apasionada del gazpacho y porque cualquier bocata con el pan de aquí es toda una aventura.

Primero llega el zumo de Manué, acompañado de una cerveza para mi, aunque siempre que pedimos un zumo y una cerveza la cerveza se la ponen a él…¿Qué trabajo les costará preguntar en lugar de hacer suposiciones absurdas?

La cerveza sabía a cerveza efectivamente, es un tema con el que no soy muy crítica, y el zumo estaba riquísimo. Cuando llega el gazpacho tenemos un poco más de miedo pero…cuál es nuestra sorpresa cuando lo probamos y está exquisito.

 

El bocata, en pan de chapata, delicioso y las gambas al pil pil, aunque pocas, muy ricas también. ¡Hemos triunfado!

 

Sin duda el Jiwa Juice será uno de los sitios que más pisaremos en lo que nos queda de viaje.

 

Cuando estábamos terminando de comer, mientras charlábamos con David, llega Luis, un madrileño muy simpático con un blog muy chulo que hace que me muera de envidia.

Luis se dedica a viajar por el mundo para contar las diferentes situaciones en las que se encuentra la mujer a lo largo del globo terráqueo. Trata temas de violencia de género, igualdad, sociología, desde un prisma humano y sumergiéndose de lleno en la cultura de la que habla.

Su blog, generoporelmundo.com te puede enseñar muchas cosas a cerca de todo el camino que aún nos queda por recorrer en favor de la igualdad de género, y ya sabes que este tema me toca mucho. Te dejo aquí un post mío relacionado, por si aún no lo habías leído.

¡Uy! ¡Casi se me olvida contarte la «manuelada» de hoy!

Nos disponemos a visitar una playa que aún no concíamos y que, por cierto, no hace falta visitar: Green Bowl. Aparcamos la moto y decidimos dejar la mochila dentro de la moto para no tener que estar bañándonos al mismo tiempo que vigilamos nuestras pertenencias.

Justo antes de empezar a bajar los más de 300 escalones hiper empinados que te llevan a la playa, Manu me dice:

«Cariño, voy a volver a por las cosas a la moto porque seguro que cuando bajemos te va a apetecer hacer alguna foto y no llevamos el móvil».

«Ah pues sí cariño, muy buena idea», le digo yo.

Se acerca a la moto, coge la mochila y empezamos a bajar.

Cuando llegamos abajo, tal y como Manu preveía, quiero sacar el móvil para hacer fotos desde las escaleras. Como el que llevaba la mochila era él, le digo:

«Cariño dame el móvil que te voy a hacer uns fotillos a ti».

¡Los ojos como platos! De un salto, se da la vuelta y empieza a subir las escaleras corriendo, de dos en dos, como alma que lleva el diablo. 

Había venido siguiendo las indicaciones del google maps hasta la playa y se había dejado el móvil en la moto, por fuera, a la vista de personas, monos y demás seres vivientes.

Me quedo abajo y espero…espero…espero…Tarda tanto que mi cabeza empieza a dar vueltas:

«Ya está, ha llegado arriba, no estaba el móvil y se ha puesto a dar gritos y a pegar patadas para que quien lo haya cogido se lo devuelva. Alguien le habrá tenido que sujetar, le habrá dado un jamacuco y yo aquí viendo el mar…¿Y ahora? Pues nada, él no tiene móvil, yo tampoco, escribiré a mi hermana por facebook y así nos apañaremos hasta la vuelta. Y este niño que no baja…Tranquila que seguro que no ha pasado nada. ¿Subo o espero un poco más? ¡Mierda de playa! Si es que teníamos que haber ido a la Karma Beach como siempre…Bueno pues si alguien se ha llevado el móvil, no pasa nada, esto no nos va a arruinar los últimos días de viaje. Al menos a mi, a él a lo mejor si que se le arruinan cuando lo pille…»

Y en esas estaba yo cuando veo una sombra que aparece detrás de un arbusto, desde lo alto de la escalera. Manu bajaba despacio, como cojeando, respirando alterado y empapado en sudor. En las manos sólo traía la botella del agua.

«¡Más le vale a este haberse roto algo por las escaleras para que le compadezca, porque como nos hayan robado el móvil no respondo!», decía mi cabeza, que nada tiene que ver conmigo?

Y efectivamente, saca mi móvil de su riñonera y entonces sonrío, subo en su busca pensando que le había pasado algo en la pierna y compruebo tranquila que es simple cansancio de la paliza de escaleras que se acaba de pegar.

¡Ay mi cari…! (mi móvil digo)?

No nos falta diversión, como puedes comprobar.

Te sigo contando pronto y espero que tú también me cuentes cosas en los comentarios.

UN ABRAZO FUERTE

Archivado en:MIS VIAJES Etiquetado con:Bali, Bandung, Indonesia, jimbaran, Jiwa Juice, Villa Thierry

NOS QUEDAMOS A VIVIR EN UBUD PARA SIEMPRE

18 mayo, 2017 por taniacarrasco 6 comentarios

Nos encanta Ubud. Es la tercera vez que nos alojamos en esta ciudad y estamos pensando en quedarnos para siempre.

Familia y amigos, no asustarse que de momento volvemos. Lo de quedarnos para siempre en Ubud es una forma de hablar, aunque no nos importaría nada.

La idea inicial para estos días era irnos a Lombok a encontrarnos con Silvia e Isaak pero, aunque nos apetece mucho verles, movernos no nos apetece tanto.

Es pensar en coger un tren, un bus, un barco…y morimos de la pereza. Con lo a gusto que vamos en nuestra motito…

Así que vamos a alargar la estancia en Ubud y luego ya veremos.

El hostel donde estamos ahora: Kudesa Home Stay, no está nada mal. El precio es muy bueno para tener piscina e incluír desayuno. Tienen habitaciones molonas pero esas se nos salen del presupuesto, así que hemos cogido una habitación sencillita pero que nos está resultando muy cómoda.

Que el baño huele a pipí porque el wc no está bien sellado de abajo…¡no pasa nada!

Que no saben lo que es un estropajo ni lo van a usar en su vida…¡no pasa nada!

Que ningún huésped nos devuelve el saludo cuando nos cruzamos…¡no pasa nada!

Estamos pasando unos días tranquilos que nos merecen mucho la pena. De hecho, nos íbamos a quedar 5 días y hemos estado 10.

 

Nos han pasado muchas cosas estos días, así que voy a ir por partes, ¿vale?, así no te pierdes ?

 

NOS DESAPARECEN 200 EUROS

Ya estábamos en Ubud, después de venir de Tulamben de bucear, cuando nos pasan varios cargos del banco, cuyo importe no habíamos retirado.

En Tulamben, necesitamos sacar dinero pero no pudimos hacerlo porque el cajero no nos dejaba. De las 3 veces que probamos, sólo nos dio dinero una vez, sin embargo, las otra dos veces que no conseguimos sacar dinero se reflejan en nuestra cuenta como si lo hubiésemos hecho ?

A Manu no se le ocurrió mejor idea que ponerse a buscar en internet temas relacionados, para descubrir que las duplicaciones de tarjetas y este tipo de cosas son bastante comunes en Bali.

¡Genial! ¡Nos han podido duplicar la tarjeta y nos han dejado sin 200€!

¿Tú sabes lo que podemos hacer aquí con 200€?

Y si hemos tenido suerte y ha sido un fallo del banco, espero que nos lo devuelvan pronto…Ya veremos…

Lejos de preocuparnos y amargarnos las semanas que nos quedan, esperamos que, si nos lo ha robado alguien, le hiciese mucha falta y le esté viniendo muy bien.

Total, lo que íbamos a hacer con ese dinero era bucear, así que creo que podemos vivir sin ello.

MANU E ISAAK SE DECLARN SU AMOR POR FIN

Como supuestamente teníamos que encontrarnos en Lombok con Silvia e Isaak y hemos cambiado de planes, tenemos que comunicarles a nuestros amigos que no nos vamos a ver, tal y como estaba previsto.

¡Nos quedamos en Ubud que estamos más a gusto que un arbusto!

Isaak que es muy listo, ya se da cuenta de que el reencuentro tendrá que ser en otro momento y nos manda un par de audios.

En el primer audio, se escucha a Silvia partirse de risa mientras nos explica que Isaak está echando mucho de menos a Manué.

Estos dos individuos, que son especiales y no congenian con cualquiera (a diferencia de nosotras), se han cogido cariño y les está costando estar separados tanto tiempo.

Silvia y yo estamos muy preocupadas, no queremos que nuestros novios entren en una depresión, así que estamos pensando en la manera de volver a vernos pronto y cogerles una habitación para ellos dos ?

 

LA TRISTE HISTORIA DE LANKA

Esto que te voy a contar ahora no es tan agradable…

En Bali, y por lo general en toda la parte de Asia que estamos conociendo, los perros no tienen el papel de compañeros del ser humano que solemos darles en España.

Los perros por aquí están solos, sucios, tirados por las cunetas, enfermos en la gran mayoría de casos y como drogados. Una cosa muy rara.

En Ubud es exactamente lo mismo, casi en todas las casas encontrarás un perro, pero al que nadie cuida ni hace caso.

Un día de estos, que habíamos planeado ir a Kuta para hacer unas comprillas, justo cuando íbamos a salir del hostal, nos encontramos con un cachorrita.

Al parecer, se había metido en nuestro hostal pero no tenía dueño, ni la madre aparecía por ningún sitio.

Como los dueños del hostal no se la querían quedar, la estaban sacando a la calle para dejarla abandonada a su suerte. ¡Nos negamos!

Cuando te acercabas a ella y le hacías cualquier mimito, se deshacía en tus manos como si nunca jamás nadie la hubiesen hecho caso. Nos dio una penita…

Pero de repente, empezaba a huir, se escondía, lloraba y no se acercaba a ti cuando la llamabas. Una actitud muy extraña.

Le preguntamos a uno de los trabajadores del hostal que qué podíamos hacer con ella y nos habló de varios refugios…así que allá que vamos en busca de un hogar para Lanka.

Ya nos habíamos dado cuenta que algo malo le pasaba a la perrita porque de vez en cuando se quedaba bloqueada mientras hacía gestos extraños con la boca. En algunas ocasiones incluso le salía espuma y todo, y el culete lo llevaba lleno de caquita blanda que salía poco a poco, pero sin parar.

Una situación de esas en las que se te cae al alma a los pies.

Fui a la habitación a por una toalla para envolverla, la cogí entre mis brazos y nos subimos a la moto, en busca de un lugar mejor para ella.

Las llevamos a 3 refugios diferentes y ¡en los tres la rechazaron por falta de espacio!, a una cachorrita diminuta.

Era tan bonita que incluso se nos pasó por la cabeza traérnosla para España. Claro que esa idea se nos quitó rápido cuando nos dijeron que los trámites costaban más de 1000€.

De verdad que esto de que las adopciones de personas y animales cuesten tanto dinero no lo puedo entender.

¡Con la falta que hace que la gente adopte y no te ponen nada más que trabas por todos lados!

En fin…

Mientras íbamos de albergue en albergue con la perrita dormidita entre mis brazos, no podía parar de mirarla y buscarle un nombre. Mi sentido común me dijo que seguro que si le ponía un nombre me encariñaría aún más con ella, así que mejor evitarlo…

Parece ser que en el tercer refugio tenían algo más de ganas de ayudar y llamaron a un veterinario. Se dieron cuenta de que la perrita tenía algún problema serio y no se atrevían a tratarla ellos mismos.

Supuestamente, llamaron al veterinario más cercano, que se comprometió a hacerle un chequeo y a responsabilizarse de ella. Sólo teníamos que llevarla hasta allí y olvidarnos del tema. Poco más podíamos hacer.

Hicimos otro montón de km con la perrita en la moto, hasta que llegamos al veterinario.

Una vez allí, la situación fue un poco extraña.

Nada más llegar nos inflaron a preguntas, cuando se suponía que ya habían hablado con el refugio que nos había mandado hasta dicha clínica.

Nos hicieron rellenar unos papeles con nuestros datos y me «obligaron» a ponerle nombre a la perrita.

¡Mierda!

Fue fácil porque había tenido muchos kilómetros para pensarlo, pero no fue agradable ponerle nombre a una perrita a la que no iba a volver a ver.

El nombre elegido fue Lanka, que significa «bonita», en honor a esta viaje que empezamos en Sri Lanka y que nos ha dado tantos motivos para estar agradecidos con la vida.

Mientras la veterinaria se hace cargo de la perrita, nos preguntan que quién va a pagar la factura…

¡¿Cómo que quién va a pagar la factura?!

Manu y yo nos miramos perplejos sin entender lo que estaba pasando. ¿No habían sido ellos, los del veterinario, los que les habían dicho a los del último refugio que se harían cargo de todo?

¡Esto empieza a oler mal!

Le decimos a la secretaria que no sabemos quién se va a hacer cargo de la factura, que ellos verán.

Después de hacer varias llamadas y preguntarnos otras cuantas cosas, nos dice que se han hecho cargo de la factura en el primer refugio en el que estuvimos. ¡Perfecto!

Sin embargo, nos sugieren desde el mismo refugio que hagamos una donación para cubrir parte del tratamiento que le tengan que poner a Lanka.

«¡Vamos que al final pagamos nosotros la factura!», le digo a Manué.

Vamos a hacer una cosa: les pedimos que nos den la factura, a ver cuánto va a costar, y en función de eso ya vemos la donación que hacemos.

Todavía no teníamos ni idea de lo que le pasaba a la perrita y lo mismo hacíamos la donación y pagábamos de más, y no estamos para ir regalando dinero.

Cuando nos traen la factura, ¡ascendía a más de 100€! que en rupias balinesas vienen a ser más de un millón. ¡Un susto de factura vamos! Teníamos pensado dejar 100.000 rupias así que ¡imagínate la diferencia!

Bueno, dejaremos entonces un poquito más de lo que habíamos pensado, pero ni de broma podemos pagar esa factura, ni estamos dispuestos, cuando nos habían dicho que se hacían cargo ellos sin problema.

Estábamos decidiendo el dinero que íbamos a dejar para marcharnos inmediatamente, a ver si nos daba tiempo a hacer las compras que pensábamos hacer, cuando nos piden que esperemos por si nos tenemos que llevar a Lanka otra vez.

¿Pero cómo? ¡Qué narices nos vamos a llevar otra vez a la perrita! Ni es nuestra, ni podemos cuidarla y nos lleváis mareando toda la mañana de un lado para otro. Nos daban ganas de salir corriendo sin decir ni adiós y arreando que es gerundio.

En esas estábamos cuando sale la veterinaria y nos pregunta si queremos pasar a verla. ¡A ver cómo le decías que no con el cariño que le habíamos cogido a esa preciosidad!

Pasamos a la consulta: Lanka estaba tumbadita en la camilla de metal mientras una de las enfermeras la sujetaba. Parecía tranquila. La veterinaria empieza a explicarnos las pruebas que le han hecho y nos cuenta que el pronóstico no es muy bueno.

Lanka ha dado positivo en un virus muy peligroso, que se contagia rápidamente, sólo entre animales, y nos dice que lo mejor sería sacrificarla porque no la pueden curar. 

«Así que lo que vosotros digáis», nos dice la veterinaria.

¿Estáis de broma o qué?

¿Nosotros? ¿Que decidamos nosotros si sacrificáis a Lanka o no? ¡Pero qué dices! ¿Nosotros por qué?

«Vosotros veréis que sois los profesionales», les dice Manu.

Parece que aún no ha quedado claro que la perrita no es nuestra, que la hemos encontrado en la calle y que lo único que queríamos era encontrarle un hogar.

Yo ya no puedo hablar, se me han llenado los ojos de lágrimas de pensar que todo lo que hemos hecho no ha servido para nada y Lanka será sacrificada.

Con Lanka en Ubud

Manu sigue intentando hacer entender a la señorita veterinaria que nosotros no vamos a tomar esa decisión, así que nos despedimos de Lanka con mucha tristeza, dejamos el donativo en recepción y nos marchamos.

El día estuvo marcado por el suceso y eso hacía que lo único en lo que podíamos poner la atención era en la cantidad de perritos tristes que veíamos por todos sitios. 

Cuando he tenido perrito no he sido una buena cuidadora, nunca. Al final, siempre era mi madre la que se acababa haciendo cargo de todos los animales que iban entrando en casa.

A lo mejor todo esto me está pasando para quemar el karma de las veces en las que yo misma no me he comportado como me tenía que comportar con los animalitos que han formado parte de mi vida ?

No volverá a pasar.

Todos los seres vivos nos merecemos respeto y amor…¡menos los mosquitos! A los mosquitos muerte sin piedad que son muy joputas.

Pero vamos a cambiar de tema ya mismo.

 

YA NO SOY NEPALÍ, AHORA SOY BALINESA

Si recuerdas mi paso por Nepal, recordarás la cantidad de veces que me preguntaron los autóctonos si yo también era nepalí. Era tan frecuente que acabé aprendiendo algunas palabras para vacilar a los que me volviesen a preguntar.

El otro día me acordé de aquellos momentos cuando, en uno de los refugios a los que llevamos a Lanka, una de las trabajadoras empezó a hablarme en balinés. Yo percibía que me miraba y emitía sonidos extraños, pero estaba tan ocupada abrazando a mi perrita que no me percaté.

Fue Manu el que tuvo que decirle: «No te entiende, no es balinesa»?

La chica, después de pedirme diculpas mil veces, como si aquello me hubiese ofendido, continuó las explicaciones en inglés.

Lejos de ofenderme, me hace gracia e incluso me gusta. En Nepal y Bali hemos encontrado las mujeres más atractivas de todos los países que hemos visitado. Si esto me hubiese pasado en Malaysia sí que me hubiese preocupado.

No había caído yo hasta hace unos días de que en España usamos una expresión que refleja claramente lo guapa que es la gente en Malaysia: «esa chica/ese chico es un cayo malayo». Que viene a decir algo así como: «eres más fea que el bú».

Si me hubiesen confundido con una malaya sí que me mosqueo.

¡Por dios! ¡A veces digo unas cosas!

Son estos pensamientos que te vienen a la cabeza y que por lo general te guardas para ti por ser políticamente correcta. Lo malo que tengo yo es que no soy muy de política ni muy de correcta, y oye, si me parece que en Malaysia son feotes ¿qué le hago? Tampoco pasa nada, ¿no??

Sí, puede que a veces yo también sea un poco «sifisusi«…?

 

Y PARA IR TERMINANDO

Han pasado varias cosas más en estos días, y al querer contártelas todas de golpe me sale un post muy largo, así que resumo de una vez.

Hemos tenido avería de moto, fácilmente solucionable y sin incidentes destacados. Pero lo mejor es que ¡ya he empezado a tener varias consultorías gratuitas! Varias personas se han empezado a poner en contacto conmigo para solucionar algún tipo de problema que les bloquea en sus vidas.

¡Qué felicidad cuando la gente empieza a confiar en tu trabajo!

 

Y ahora tendrás que contarme algo tú jolines, que llevo un buen rato sin parar de hablar ?

TE ESPERO EN LOS COMENTARIOS

GRACIAS POR SEGUIR DENTRO DE MI MOCHILA

 

 

 

 

 

Archivado en:MIS VIAJES Etiquetado con:Bali, descubriendo Ubud, Indonesia, Kudesa Homestay, maltrato animal en Bali, refugios para perros en Bali, Ubu, viajar a Bali

BUCEO EN TULAMBEN Y VISITA AL VOLCÁN

13 mayo, 2017 por taniacarrasco Dejar un comentario

Tulamben es un pueblo que no tiene absolutamente nada más que centros de buceo.

He dicho pueblo, pero es una calle al ladito del mar, con establecimientos a los lados.

Aunque la habitación estaba plagada de arañas, hemos dormido muy bien, el desayuno no está nada mal y tenemos muchas ganas de ver qué esconde el fondo submarino de esta isla.

Llegamos al centro de buceo y el colgado del otro día no está en la recepción…¡Mierda! ¿Se estará cambiando de ropa para ser nuestro instructor?

Enseguida sale otro muchachito muy simpático y me responde a mi pregunta: no, el loco de la colina no será nuestro instructor, nuestro instructor será otro chico francés, muy agradable y con los brazos llenos de pulseras. Así no necesita ponerse lastres para bucear…muy buena idea.

Como ayer apuntaron nuestra talla para darnos la equipación adecuada, enseguida me sacaron un traje de niña, unos escarpines de niña y unas gafas de niña. Ellos dicen que son de niño, pero entiendo que están usando el puñetero género neutro a pesar de que están hablando conmigo, que tengo vagina. 

Corramos un estúpido velo…

Tengo que reconocer que con el traje acertaron esta vez, era de niña, muy pequeña. Me hice una herida en un dedo de tanto tirar del neopreno para que la parte de la entrepierna se juntase con mi cuerpo. No lo conseguí.

Y ahora me meo…vete al baño, bájate el neopreno y luego intenta volverlo a subir…Misión imposible.

Menos mal que Manu me ayuda con todo: él agarra mi neopreno, tira hacia arriba con fuerza y yo salto como un conejillo para ver sin la gravedad juega a nuestro favor.

Lo que vamos a hacer hoy no es meternos a bucear directamente. Como llevamos más de un año sin hacerlo, primero haremos un «refresh» para repasar y recordar conocimientos, y luego una pequeña inmersión para ir abriendo boca.

En un ratito con el instructor, nos enseñó bastante más detalles de los que aprendimos en España: ????✊☝????

¡Ay que lío!

Y en inglés, claro está…

Después de esta intensa explicación, nos vamos a la playa. Llevamos encima todo el equipo menos la botella de oxígeno, que ya la han llevado previamente para que no tengamos que cargar con tanto peso.

La playa estaba cerquita, a unos 5 minutos. Cuando llegamos al lugar donde estaban las botellas de oxígeno para acabar de equiparnos para la inmersión, observamos que las 3 botellas son iguales. Iguales de grandes, quiero decir.

De nuevo y contra todo pronóstico, porque hasta ahora habían entendido bastante bien mi problema de tamaño, me vuelven a poner una botella de oxígeno que es casi como yo de alta. 

Al instructor no parece sentarle muy bien tener que ir a por otra botella. ¡Qué culpa tenemos nosotros de que hayáis puesto a un colgado en la recepción! Le explicamos perfectamente que yo necesitaba una botella pequeña, pero estaba demasiado ocupado diciendo tontás y movimiéndose de un lado para otro.

Bueno, al final conseguimos equiparnos y meternos en el agua. La temperatura era perfecta y el agua estaba súper clara y súper limpia.

Nos ponemos las aletas dentro del agua, lo que no es tarea fácil al menos para mi, y vamos que nos vamos. 

Esta vez no hubo dolor de oídos, ni ningún percance extraño. El chaleco funcionaba como tenía que funcionar, el lastre que llevaba era el adecuado y yo me mantuve tranquila en todo momento.

Después de repasar los conocimientos técnicos, preparar el equipo y sumergirte, te queda hacer otros cuantos ejercicios con el profe, pero ya en el fondo del mar.

Por señas, nos va invitando uno a uno a recuperar el respirador en caso de pérdida, a usar el respirador de emergencia, a quitarnos las gafas y volverlas a poner, etc.

No es mi parte favorita, pero creo que es muy necesaria para poder hacer frente a cualquier problema que pudiese aparecer.

Después de esto, nos queda media hora para bucear, así que vamos aprovecharla. 

Se ven peces de todos los tamaños, formas y colores. Lo que más ilusión me hizo encontrar fue gran cantidad de estrellas de mar y un pez manta pequeñito, que Manu dice que era un lenguao.

Además, en la zona en la que estuvimos buceando, había ciertas figuras de piedra en el fondo, junto a un Buda tumbado, que todo lleno de musgo y rodeado de peces tenía un aspecto curioso.

Ni pasé frío, ni nervios, ni nada parecido, pero me cansé mucho. 

Me cansé tanto que cuando salí decidí que ya había tenido bastante buceo hasta el año que viene. Sin embargo, habíamos reservado 3 inmersiones más y no me dio tiempo ni a reaccionar.

Al ratito, después de bebernos un té, ya estábamos otra vez en el agua. 

La segunda inmersión fue un poco frustrante. Las gafas se me empañaban tanto que a penas veía y en el fondo de la zona de buceo había más buceadores que peces.

Es normal, teniendo en cuenta que debe haber unos 15 centros de buceo en la misma calle.

Esta sí que va a ser la última…por ahora…

Sin embargo, Manu no ha tenido suficiente, y le convencen para volver a bucear mañana a las 5:30 de la mañana. Muy buena hora esa para levantarse, pero yo me voy a quedar buceando en la piscina, que no me cansa tanto.

Después de la mañana de buceo, encontramos un sitio de estos locales y baratísimo para comer, pasamos la tarde en la piscina del hostal y nos damos cuenta de que somos los únicos huéspedes.

Eso nos gusta, no tenemos que compartir las zonas comunes ni los pipís de nadie en la piscina.

Nos llevamos una gratísima sorpresa cuando volvemos de bucear y nos percatamos de que nos han limpiado la habitación de arriba a abajo. ¡Oleeeeeeee! ¡Palmas, palmas!

A buenas horas mangas verdes, que mañana nos vamos. A lo mejor es algún tipo de chantaje emocional para que nos quedemos más tiempo…Casi picamos…

Pero no, al día siguiente seguimos nuestra ruta, queremos llegar al Monte Batur, a ver el lago Batur y acercarnos un poquito más al volcán que sirve de reclamo turístico en esa zona. 

 

No te va a extrañar que hiciésemos un trayecto de hora y media, por una carretera de montaña cuesta arriba, llena de curvas, con unos agujeros en el suelo magníficos para ir en moto y con el cielo amenzando tormenta.

Segurísimo que había otra forma de subir, pero ya sabes que los caminos fáciles no nos gustan. Y al gps tampoco. 

Se me había olvidado lo que era pasar frío…En esa zona debe haber microclima. Nosotros en ropa de playa y allí cayendo chuzos de punta.

Cuando conseguimos llegar al pueblito que hay en el valle, lo primero es buscar alojamiento. Por internet no hemos encontrado nada que nos haya convencido y preferimos ver los hostales en persona.

Los baratos no cumplían con las condiciones mínimas para dos personas que acaban de ser atacadas por chinches, y los caros no cumplían las condiciones mínimas para pagarles lo que pedían. 

Así que nada, ya hemos visto el pueblito, el laguito y el volcancito. Vamos a comer y seguimos con la ruta.

Tengo que contarte que, aunque parecía que los chinches sólo se habían cebado con Manué, varios días después están empezando a aparecer mis picaduras.

Sí, esto puede parecer inverosímil pero es cierto como que ahora me parezco a Nina la de OT.

Los chinches te pican y las picaduras pueden tardar varios días en aparecer. Suerte que las mías no molestan demasiado. La reacción que le provocan a Manué cuando le pican, nada tiene que ver con los efectos que me provocan a mi, que ni me entero.

Según subíamos por otro camino para salir del valle dirección a nuestra querida Ubud, nos paramos en un restaurante y aprovechamos para sacar las sudaderas.

Antes de sentarnos siempre miramos los precios de la carta para no llevarnos sustos. Este restaurante parece asequible y tiene vistas al lago y al volcán, así que nos quedamos.

La segunda vez que miramos la carta, dispuestos a pedir la comida, nos damos cuenta de que no habíamos visto que el 21% de tasas no estaba incluído en el precio. 

No nos queda otra que levantarnos e irnos.

En ese momento, llegan los camareros que nos habían atendido con mucha simpatía y les explicamos que nos tenemos que marchar porque con el 21% de tasas la comida se nos va de madre.

«¡No os preocupéis, os cargamos sólo el 10%, ¿vale?!», nos dice el que parecía el jefecillo.

Aceptamos. Habían sido muy agradables. 

Sin tener en cuenta que cuando nos han visto bajarnos de la moto con las pintas que llevábamos nos han preguntado si veníamos de hacer algún treking. No hijo no, no acostumbramos a hacer trekings en chanclas de piscina cuando de un momento a otro va a caer la del pulpo.

Manu dice que no va a llover, pero…¿qué te juegas?

lago Batur

Comemos divinamente y nos tomamos la libertad de pedir postre. Después, vuelta a la moto y camino de Ubud, a ver si encontramos un alojamiento en condiciones.

Esta vez, la carretera es buena y no hay demasiado tráfico, pero claro…a los 5 minutos empieza a llover con ganas. 

¡Lo sabía! No porque yo sea muy lista ni tenga habilidades especiales para predecir el tiempo, sino porque el cielo llevaba negro todo el día y hacía frío y viento. Blanco y en botella.

Lo cierto es que me importa un pimiento mojarme. Me gusta tanto la idea de volver a Ubud que voy muy contenta. 

Vamos a ver dos alojamientos que nos han gustado en booking y luego ya reorganizamos los planes para los próximos días.

En principio habíamos quedado en reencontrarnos en Lombok con Silvia e Isaak, pero no nos apetece mucho el tema barcos…Volver a reunirnos nos apetece mogollón, pero la decisión aún está en el aire.

¡Miss you guys!

 

Te sigo contando más pronto que tarde.

BESITOS Y ABRAZITOS VARIOS

 

 

Archivado en:MIS VIAJES Etiquetado con:bucer en Bali, el viaje de mi vida, Indonesia, lago Batur, monte Batur, tulamben, volcán

SEGUNDA VEZ QUE LOS CHINCHES SE COMEN A MANUÉ

12 mayo, 2017 por taniacarrasco 2 comentarios

Sí, parece una broma pesada, de nuevo nos encontramos con nuestros amigos los chinches.

¿Qué probabilidades existen de que los chinches te coman dos veces en 6 meses? Apuesto a que poquísimas.

Como te conté la última vez, la segunda noche en el hostal de Herman nos cambiaron de habitación. La verdad que la habitación era una maravilla, la cama enorme y todo súper limpio.

Si por algo se caracteriza el hostal de Herman, en comparación con todos los sitios en los que hemos estado estos meses, es por lo cuidadosos que son con la limpieza. Está todo impoluto.

¿Cómo íbamos a imaginar que podía haber chinches allí?

Por la tarde, estuvimos viendo una peli en la cama sin problema. Por la noche, nos fuimos a dormir pronto y, como la cama es tan cómoda, nos costó poco trabajo coger el sueño.

A la 1 de la mañana, Manu me despierta refunfuñando, enciende la luz, se baja de la cama y mira por todos lados sin parar de rascarse.

Enseguida entendemos lo que pasa y empezamos a encontrar a estos insoportables bichitos entre las costuras del colchón, por encima de las sábanas, por el suelo…

¡Chinches otra vez!

 

Sin pensarlo ni un instante, salimos de la habitación llevándonos todas nuestras cosas. El guarda de seguridad que tiene Herman, para cuidar el hostal por la noche, nos pregunta qué pasa y le mostramos el descubrimiento.

El pobre hombre no sabía dónde meterse. No había habitaciones libres y teníamos que esperar en el hall hasta que viniese Herman a las 5 de la mañana. 

Manu estaba picoteado de arriba abajo y yo…nada, como la vez anterior. En esta ocasión no se había librado ni su preciosa carita, que la primera vez quedó intacta.

Como ya sabemos lo que hay que hacer a continuación, revisamos la ropa que llevamos puesta, palmo a palmo, linterna en mano. Ahora hay que volver a lavarlo todo.

Nos caemos de sueño, estamos cansados, nos dan ganas de meter todas nuestras cosas en la mochila, quemarlas, y volvernos a casa aunque sea a nado.

¡Hemos encontrado chiches en el hostal más limpio en el que hemos estado nunca! Después de esto, te puedes esperar cualquier cosa en cualquier lugar, y eso no nos da ninguna tranquilidad. 

Antes de las 5, Herman y su mujer aparecen por allí con cara de circunstancias. Están muy sorprendidos y lamentan muchísimo la situación. Nosotros ya llevábamos unas cuantas horas buscando un nuevo alojamiento, tipo hotel de 5 estrellas o algo parecido.

Pero, ¿quién te garantiza ahora que no puedes encontrar chinches en un hotel de 5 estrellas de Indonesia?

Lo primero que hace Herman es prepararnos un café rico de esos que hace él. Nos invita a su casa a dormir, pero rechazamos la invitación. No creo que fuésemos capaces de pegar ojo a estas horas.

Nuestra única intención es marcharnos de allí cuanto antes, pero Herman insiste y acabamos sucumbiendo. Total, sólo teníamos intención de quedarnos una noche más, así que simplemente adelantábamos la partida un día.

El caso es que al final terminamos la noche en casa de Herman, y la siguiente también.

Nos ofrece su casa para las dos noches que aún nos quedaban en Jimbaran. Pero no su casa en el cuarto de invitados, no: él, su mujer y su bebé de 10 meses, se marchan a otra casa y nos dejan la suya solo para nosotros.

Sin mencionar que la noche de los chinches no nos la cobran y que se tomaron todas las molestias necesarias para que estuviésemos bien en todo momento.

¡Qué gente más maja de verdad!

No nos lo podemos creer…igualito que nos trataron cuando nos pasó lo mismo en Tailandia.

Además, también se ofrecen a lavarnos toda la ropa sin coste alguno.

Cuando llegamos a la casa de Herman, se habían preocupado de limpiarlo y recogerlo todo para dejarnos la casa totalmente libre. Nos dieron permiso para usar la cocina, para coger lo que necesitásemos y para sentirnos libres de estar como en nuestra propia casa.

¡Así sí!

Aunque pensábamos que no íbamos a poder dormir, caemos como niños pequeños. Es una situación complicada y extraña, pero cuando te tratan bien te invade la tranquilidad y todo merece la pena. 

Claro que si le preguntas a Manu, que está hasta arriba de picaduras, igual te dice otra cosa.

Manu comido por los chinches

Sin embargo, esta vez se lo está tomando de otra manera: no se queja, agradece muchísimo lo que están haciendo por nosotros y se mantiene tranquilo a pesar de las circunstancias. 

¡Bendita meditación!

De todos modos, si alguien te lleva chinches a tu hostal, poco puedes hacer a parte de solucionarlo cuando el problema salga a la luz.

Herman, su mujer y todo el personal del hostal se comportaron maravillosamente bien con nosotros.

No me puedo olvidar de comentar que lo primero que hizo Herman fue cambiar el colchón donde habíamos encontrado chinches, limpiar la habitación de arriba a abajo y quedarse a dormir él mismo en esa habitación, con el colchón nuevo, para comprobar que el problema había desaparecido.

Volveríamos allí sin duda alguna. De hecho, nuestros últimos días de viaje queremos pasarlos allí.

Vale, en otra habitación, por si las moscas, pero allí con ellos, cerquita del aeropuerto y en el hostel donde mejor nos han tratado de todos en los que hemos estado ?

Para darle color al día y aliviar las picaduras de Manu, nos vamos a la playa con Johana, la francesita que conocimos ayer. Ella aún no conoce la Karma Beach y podemos hacerle de guía.

Pasamos un día muy agradable y muy tranquilo con ella. Nos vamos a cenar juntos y charlamos de mil cosas. Se nota que está pasando algún tipo de crisis existencial y ese es el motivo de su viaje.

No tiene que ser nada fácil, cuando no te encuentras muy bien, irte a viajar sola durante un montón de meses. Hay que echarle un par de ovarios bien gordos.

Johana, si me estás leyendo, ¡ánimo con todo! El viaje va a ser genial y aprenderás tantas cosas que verás la crisis como una herramienta fabulosa para crecer. Estás en el camino, ¡adelante!

La verdad que en casa de Herman estamos súper agusto: nadie nos molesta, está todo limpio…realmente nos sentimos casi como en casa y se nos pasa el agobio. 

Al día siguiente, ya toca marcharse otra vez. Cogemos la moto, el menor equipaje posible y nos vamos hacia el norte para bucear. Aunque los alojamientos que hemos visto por internet son muy caros, tenemos la esperaza de encontrar cosas más asequibles cuando lleguemos allí.

En el centro de buceo tienen habitaciones económicas, pero después de lo de los chinches, a ver dónde nos metemos que podamos dormir tranquilos…

Al llegar a Tulamben, el pueblo donde vamos a bucear, vamos directamente al centro de buceo. Ya nos imaginábamos que las habitaciones no serían para tirar cohetes así que, después de reservar el buceo para el día siguiente, nos vamos en busca de alojamiento.

No miramos mucho, se está haciendo de noche y estamos cansados. Nos quedamos en un pequeño resort con piscina, de lo más asequible que hemos encontrado y en el único donde el desayuno estaba incluído en el precio.

A parte de tener el wc lleno de orín, la habitación era bastante nueva, espaciosa y con una buena cama.

¿Limpio? Pues yo ya no sé cómo establecer los estándares, hace tiempo que me perdí. De momento, con no volver a encontarnos chinches nos va bien. No voy a mencionar las 4 arañas del tamaño de mi mano que vamos encontrando por la habitación?

Y con eso de que sólo matamos mosquitos, habrá que dormir con un ojo abierto. Si una araña de ese calibre me ataca, estoy perdida.

El caso es que el resort es bastante chulo. Aún está en construcción y las habitaciones que tienen disponibles sólo tienen 4 meses. Es decir, parece todo bastante nuevo porque sólo tiene 4 meses de mierda acumulada. 

El desayuno no está del todo mal, las vistas al volcán desde el restaurante son inmejorables, y el baño que nos vamos a dar en la piscina cuando volvamos de bucear va a ser la repera.

 

Bucear…¡ay bucear…!?

Voy a hacer un nuevo intento, en inglés, a ver si esta vez sale todo bien. Ayer nos encargamos de que les quedase claro que necesito un equipo de niña para todo: botella de oxígeno pequeña, traje pequeño, escarpines pequeños, gafas pequeñas…

Tú lo has entendido, ¿a que sí?

Tenía que haberme imaginado que el colgado que nos atendió en el centro de buceo no se estaba enterando de nada. Era un francés que hablaba en un inglés gurutal extraño y que alternaba todo tipo de bromas con extraños movimientos.

Hizo un par de comentarios sexistas que casi le hacen perder el acento gutural al clavársele un bolígrafo en el paladar, que era de lo que me estaban dando ganas.

Mientras le escuchaba y trataba de no soltarle alguna fresca, pedía al cielo que este no fuese el instructor de buceo con el que nos íbamos a adentrar en el mar al día siguiente. 

De hecho, si veo a este tipo en un psiquiátrico, vestido de buceador, me cuadra más que en la recepción de un centro de buceo cualquiera.

¡Menudo tipo más raro!

El cajero no nos da dinero, la cena nos sienta fatal, estamos reventados, tenemos que dormir rodeados de arañas y hay que madrugar un montón para ir a bucear…

El día de mañana promete, lo sé. 

GRACIAS POR ESTAR AQUÍ TODAVÍA

UN ABRAZO

 

Archivado en:MIS VIAJES Etiquetado con:Bali, bucear, chinches, Indonesia, tulamben

  • « Ir a la página anterior
  • Ir a la página 1
  • Ir a la página 2
  • Ir a la página 3
  • Ir a la página 4
  • Páginas intermedias omitidas …
  • Ir a la página 18
  • Ir a la página siguiente »

Barra lateral primaria

Copyright © 2021 · Genesis Sample en Genesis Framework · WordPress · Iniciar sesión

Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros para recopilar información estadística sobre su navegación y mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias, generada a partir de sus pautas de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Acepto Leer Más
Política de cookies

Privacy Overview

This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necessary
Siempre activado

Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.

Non-necessary

Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.

GUARDAR Y ACEPTAR