Varkala nos gusta, sí. Pero la idea era ver mucho sitios más y queremos salir de aquí ya.
Aunque Varkala tiene playa, un montón de tiendas hippies, escuelas de yoga en cada esquina y comida exquisita, tenemos sitios en mente mucho más interesantes para visitar.
Lo primero que toca hacer hoy es volver a organizar el petate y salir en busca de alojamiento, otra vez. Tenemos que encontrar una habitación a la mitad de precio y relativamente decente.
Es muy importante que tenga buena conexión a Internet. Si no la tiene, ni puedo escribir en el blog ni podemos buscar la manera de movernos a otro sitio.
A las 10 de la mañana y después de desayunar unos cuantos plátanos, nos ponemos la mochila a las espaldas y a patear.
Hace unos días, cuando cogimos el avión para la India, nos dio por pesar las mochilas en el aeropuerto.
¡Llevaba un mes cargando el mismo peso que Manué!?
Como su mochila es más grande y él tiene más fuerza, se suponía que se encargaría de llevar las cosas más pesadas. No nos habíamos dado cuenta de que el reparto no estaba siendo el correcto.
Un mes para arriba y para abajo con la mochila, llevando el mismo peso que él…
Hemos solventado el problema y la verdad es que lo noto. Ahora puedo subir y bajar escaleras con la mochila, a mucha más velocidad que antes…?
Vimos muuuuuchas habitaciones esa mañana.
Hay diferencias abismales entre unos alojamientos y otros.
Al principio, cuando entras a un sitio donde te reciben indios, piensas que la habitación será más barata pero más sucia.
Si te reciben blanquitos, piensas que la habitación será mas limpia pero más cara.
Y aquí de nuevo otra vez los prejuicios.
Hemos encontrado de todo, no se pueden hacer esas distinciones.
De hecho, no me gusta alojarme en habitaciones de blanquitos porque son más caras siempre y no hay posibilidad de negociación. ¿Más limpias? Pues a veces, pero no necesariamente.
Teníamos dos ofertas muy buenas: una habitación, separada del resto del hostal, con terracita con vistas al mar y otra en el interior, un poquito más barata, sin vistas pero más amplia y luminosa.
Agobiados con la decisión y con la cantidad de horas que llevamos buscando, nos sentamos a comer antes de decidirnos.
Con el estómago lleno se ve todo de otra manera?
Aunque son las 13:30, nos pedimos un desayuno de esos que resucitan a un muerto y disfrutamos de las vistas.
Después de más de 3 horas con este calor, la mochila y sin parar de ver habitaciones, necesitamos reponer fuerzas.
Al mismo tiempo que nos ponemos finos de comida, intentamos tomar una decisión.
Tenemos dos opciones: habitación con vistas al mar por 500 rupias la noche y habitación sin vistas pero más amplia y luminosa por 400 rupias la noche.
Como aquí cada rupia cuenta, nos acabamos decantando por la más barata y vamos a por ella.
Cuando llegamos, la que nos gustaba estaba alquilada y la que quedaba nos la ofrecían por 500 ?
¡Mierda, nos teníamos que haber quedado con la que tenía vistas al mar!
Como estamos más que hartos de dar vueltas, nos quedamos allí.
Lo dueños parecen simpáticos y la habitación no está nada mal.
Tiene una cosa curiosa, muy habitual aquí, que a Manu le encanta: la ducha encima de la taza del váter.
Hay que tener en cuenta que la foto no está en su tamaño real y se ve ensanchada. En realidad, la ducha está bastante más encima del wc.
Cuando se mete a duchar Manué, dice: “cariño, los que construyen las casas aquí, antes de decidir dónde poner la ducha, escupen al aire y donde caiga ahí que la enchufan. Bueno, así puedo cagar mientras me ducho”.?
Perdonadme las expresiones pero ponerle sinónimo a eso no me resultaba tan gracioso.
Cuando por fin soltamos las mochilas, me pongo a colocar la ropa de ambos.
Abro la mochila de Manu y me encuentro: un montón de jabones ayurvédicos y un juego de sábanas…
Sí, se las había “cogido prestadas” a Santos, de ese armario que descubrí poco antes de marcharnos.
Le regaño entre risas, porque cuando me doy la vuelta me está mirando con una cara de niño malo travieso que es para comérselo.
En realidad nos lo hicieron pasar tan mal con lo de los pasaportes que por unas sábanas y unos jaboncitos tampoco pasa nada.
Me recuerda a una historia de mi padre y unas aceitunas…?
Duchados y aseados, necesitamos ir al centro a buscar un cajero y a preguntar en la estación de tren.
Aún no hemos decidido cuándo ni dónde iremos pero queremos saber las posibilidades que tenemos.
Buscamos un tuktuk que nos pide 100 rupias por llevarnos. Se acaban quedando en 70.
Pero cuando te subes al auto y lees un cartelito que pone que el kilómetro es a 10 rupias, te gustaría atizar al conductor.
¡Nuestro trayecto es de 3 kilómetros mamonazo!
Sacamos dinero después de hacer la correspondiente cola.
Está habiendo muchos problemas en India con el tema de sacar dinero de los cajeros, pero hasta el momento nosotros hemos podido sacar, casi siempre.
Tras esto, vamos a la estación de tren a mantener una conversación surrealista con el señor de las taquillas.
Dice que no se puede reservar el billete. Que si el tren sale a las 10:30 de la mañana te tienes que venir a las 8 y esperar a ver si hay asiento.
¡Esto es que te meas!?
Anonadados, pasamos por un par de tiendas de móviles a ver si solucionan lo de la línea de Manu. Compró una tarjeta que debería llevar activa 3 días y no hay manera.
Nadie nos sabe dar una solución, así que caminito para casa que tenemos mucho trabajo buscando la forma de salir de Varkala.
Como ya sabemos lo que nos tiene que costar el tuktuk, por no ser muy cutres nos ponemos 50 rupias de presupuesto, aún sabiendo que tendrían que ser 30.
Nos para un señor tuktukero y cuando le decimos lo que le vamos a pagar, arranca sin mirarnos ?
Manu: “Nos va a tocar pagar más cariño”.
Tania: “No, lo que nos va a tocar es andar más”:
Entiendo que tenga que pagar un poquito más por la gracia de ser turista, pero que me engañen en mi cara sin ninguna educación, ¡perdona pero no!
Así que caminamos, que no es más de media hora y como todo pasa por algo, durante el trayecto nos encontramos con un grupo de españoles muy majos.
Están en Varkala formándose como profesores de yoga.
Fue un encuentro rápido pero en el que nos dieron algunas claves interesantes de este país y sus costumbres.
Creo que el día de hoy ya ha dado de sí todo lo que tenía que dar, pero nos queda uno de los mejores momentos…¡la cena!
Hemos descubierto que el restaurante Abba nos encanta. Nos ponemos morados de comida india y rematamos con tarta de zanahoria.
¡Ay mamá, qué tarta de zanahoria!
Manu que no quería tarta de zanahoria y que no es muy dulcero, por poco me deja sin ella.
Todo espectacularmente rico. ¡Inauguramos el Abba como nuestro nuevo restaurante favorito!
Nos vamos pronto a casa para seguir mirando dónde irnos y, cuando intentamos conectarnos a Internet, ¡la conexión no va!
Encima, mañana hay huelga, así que no podemos comprar otra tarjeta para el móvil de Manu.
Nos queremos cortar las venas.
¡Mañana nos volvemos a cambiar a un hostal con buen wifi, hasta que tengamos narices de encontrar la forma de salir de aquí!
ABRAZOOOOSSSSS?
Chiquillos me tenéis con el alma en un hilo!!! Menos mal que se ve que os alimentais bien….si necesitáis algo, ya sabes….cuidaos mis niños, seguro que encontráis alguna forma de salir….ánimo!!!
Gracias amore!! Id mirando los vuelos a Bali!!
Tania no dejes a manu que, robe nada en la india por Dios que miedo que es peligroso muchos besitos
No te preocupes mujer! Eso no es robar ni es nada! El jaboncito nos lo tenían que haber puesto los cutres, pero como nos rebajaron el precio de la habitación no nos quisieron poner ni jabón ni papel higiénico, y eso tampoco es, no?