¡Abre la cerveza y bébetela!
En el aeropuerto de Bombay, al pasar los controles, mi mochila la apartan a un lado.
«¡Es mía, es mía!», le digo al simpático señor de seguridad.
Me mira extrañado y me pregunta:
«¿Llevas líquidos?».
Abro la mochila y le saco mi botella de agua de dos litros y la cerveza, cortesía de JetAirways.
«¿Y esa cerveza?», dice con cara de pocos amigos.
«Pues una cerveza que me han regalado en el avión», le digo con cachondeo. ¿Por qué no me preguntas por el agua?, me hubiese encantado decirle.
No le debió hacer mucha gracia y me dice:
«Ábrela y bebe».
Pues no me parece bien. Ahora no me apetece, pensé.
Pero no me quedó más remedio que hacer lo que me decían.
Después del sorbillo de cerveza me devolvió la mochila y me dejó ir. No sin antes recordarme que no estaba permitido fumar.
Este señor se pensó que después de haber abierto la cerveza me iba a dar por encenderme un cigarro y ponerme allí de botellón.
¡Y pensó bien! Menos mal que me lo advirtió.
De todas maneras me habían requisado el mechero en el anterior control, así que…por esas que se libró el simpaticote.
Manué aún no había pasado su control y no se enteró de nada. Para los controles te dividen por sexos.
¡Con lo divertido que es que te cachee un hombre!
Cuando sale y me ve bebiéndome la cerveza, me dice:
«¿Qué haces?»
Pues nada cariño, que estaba aburrida de esperarte y me dije:
«¡Voy a empezar con el botellón!»
Una vez pasados los correspondientes y divertidos controles, buscamos la sala de descanso para pasar la laaaaarga tarde-noche.
Al llegar al final del aeropuerto, un montón de sillones nos esperan.
Buscamos el rincón más apartado y nos colocamos.
Si no hubiese sido porque cada vez que me levantaba para ir al baño alguien ocupada mi lugar a pesar de las advertencias de Manué de que aquel asiento esta ocupado, la tarde habría sido tranquila.
Lo que sí que fue divertido fue la noche.
Cada vez que cogíamos el sueño, los azafatos de la puerta de embarque más cercana venían a preguntarnos si nuestro vuelo era el siguiente.
Debían estar muy preocupados por si nos quedábamos a vivir en el aeropuerto.
A eso de las 8 de la tarde ya estábamos intentando coger el sueño.
Nos tocaba embarcar a las 7 de la mañana del día siguiente, había tiempo de sobra.
Si tenemos en cuenta que salieron vuelos cada hora y media…nos despertaron unas 7 veces por si perdíamos el vuelo a Dubai, a Delhi, a Kuala Lumpur y a no sé cuántos sitios más.
Y ahora a esas 7 veces que nos despertaron le añadimos las otras tantas que tuve que ir al baño, modo zombie.
Como sabía que estaba pillando un catarro de los buenos, otra vez, me inflé de agua y así me pasó.
Dormimos una poca m…..
¡Por fin es la hora de embarcar!
Nos levantamos alcayatados, nos acicalamos y nos ponemos a hacer estiramientos, como si allí no hubiese nadie más que nosotros.
El personal del aeropuerto nos miraba, los 30 monjes vestidos de blanco que había por allí también…pero nos daba igual.
Era eso o pedir un andador para poder llegar al avión.
Tiene narices que te miren los monjes porque estás haciendo estiramientos cuando estuvieron toda la noche mirando a La Meca, haciendo momios con las manos y levantándose y agachándose cada dos por tres, mientras otro tipo de blanco con una manta en los hombros les vigilaba por si hacían mal los movimientos, supongo.
Subimos al avión emocionados. Sabemos que habrá barra libre de cerveza y esta vez no nos pilla por sorpresa.
Además nos ha tocado un avión con tele y muuuchas pelis.
Nos ponemos «Ice Age» y esperamos impacientes la cerveza.
Al poco rato, el olor a comida nos saca de la peli.
¡Que viene la cerveza!
Nos ponen la bandejita del desayuno: un trozo de tortilla francesa, una salchica, unas patatas con cebolla y una bebida a elegir.
Puedes elegir entre: zumo de tomate, zumo de naranja, café o té.
¿Y…
Dónde
Está
Mi
Cervezaaaaaaaaa?
Con el disgusto me empora el resfriado y le pido a Manué que me haga Reiki.
Siempre me deja como nueva.
Esta vez no hubo cerveza, ni musicote, ni cola para ir al baño…ni tampoco azafatas guarrillas intentando ligar con mi chico.
¡Esto me descoloca!
Me he vuelto a quedar sin compañía aérea favorita.
¡Por fin llegamos a Bangkok!
Como estamos realmente cansados y yo no me encuentro del todo bien ¡hoy toca hotel!
Es impensable después de tantas horas de viaje que nos pongamos a patear la ciudad en busca de un hostal, con la mochila al hombro.
Reservamos un hotel por internet y pillamos un taxi que nos lleve.
Un taxi conducido por un listillo.
Primero nos pregunta que si estamos de luna de miel. Le digo que sin boda no puede haber luna de miel. Y luego le sugiere a Manu que en Bangkok hay mucha fiesta, que me deje durmiendo y salga a disfrutarla.
Todavía te comes el volante y a ver cómo sales de fiesta tú con una indigestión de airbag.
La broma del taxi y el hotel nos sale cara, por supuesto.
Pero cuando llegamos al hotel…¡ni cara ni leches!
¡Qué alegría tener un hotel donde se puede comer en el suelo, de limpio que está!
¡Una cama gigante de sábanas tan blancas que parecen transparentes!
¡Una ducha con mampara donde no tienes que meterte con las chanclas puestas!
¡En el baño hay jabón y papel higiénico!
¡Tenemos secador y caja fuerte!
¡Un pequeño saloncito con tele gigante de plasma!
¡Terraza, calentador de agua para hacernos té!
¡Bolsitas de café, té, etc…cortesía de la casa!
¡Y frigo con agua gratis!
No voy a mencionar lo del jacuzzi, la piscina y el gimnasio…
¡ME MUERO DE FELICIDAD!
Dejamos las cosas en nuestra suite y salimos a cenar algo caliente.
Mi primera cena thailandesa es…¡sopa de arroz!
Si es que tiene narices…
Pero es que me da igual. Sólo pienso en meterme en esa ducha, dormir en esa cama y levantarme temprano para ponerme morada en el buffet del desayuno.
¡Que tenemos buffet para desayunar! ¡Oleeeeeeeeeeee!
¡Palmas, palmas!
Bueno, bueno…¿y qué me decís de ese rato en el sofá de tu habitación, viendo una peli que no te importa, mientras tu chico te toca los pies?
¿Qué eh? ¿Qué?
Pues que no sé cómo será Bangkok, ni si me va a gustar Thailandia, pero empezar ha empezado cojonudamente.
Descansamos de maravilla y temprano nos subimos a desayunar a la azotea.
Ese buffet con comida de todo tipo. Esa azotea con vistas de toda la ciudad. Este tiempo maravilloso de 20 grados a la sombra.
¡Me quiero quedar a vivir aquí!
En principio, lo del hotel iba a ser sólo una noche. Pero…nos vamos a quedar otra noche más.
No hemos pisado ni el jacuzzi, ni la piscina, ni el gimnasio…
¡Necesitamos un día más aquí, con ese desayuno!
¿Habéis probado la mermelada de piña?
Yo no la había probado nunca y se acaba de convertir en mi mermelada favorita.
¡Necesito un día más de mermelada de piña!
Después de ponernos las botas en el buffet del desayuno, nos vamos a dar una vuelta por la ciudad.
En el hotel nos ponen taxi gratis para llevarnos al embarcadero donde cogemos el «taxi bote» que nos deja en el centro de Bangkok.
¡Cómo no me va a gustar este hotel! ¡Taxi gratis también!
Por si no lo sabéis, aquí hace muy poco que se ha muerto el rey y aún están de luto.
En el centro de la ciudad, por la zona del palacio, montones de thailandeses vestidos de negro lloran la pérdida de su monarca.
No sabemos si es por eso que regalan comida por la calle y los autobuses no nos han costado ni un duro.
Así que hoy hemos comido arroz con cosas por todo el morro y hemos viajado en bus sin pagar ni un céntimo.
Señor monarca, cuando se vuelva a morir usted, nos avisa que venimos otra vez.
Bangkok es una ciudad súper limpia, de gente muy agradable y donde la variedad de comida que encuentras por la calle es 100 veces superior a la que te puedas encontrar en los países que ya hemos visitado.
Ni en Sri Lanka, India o Nepal te encuentras la mitad de tipos de comida que encuentas en Bangok.
¡Puntazo para Bangkok!
Claro que, todo hay que decirlo, esta ciudad es muchísimo más cara.
No se puede comparar, es otro rollo totalmente diferente.
Es una ciudad muy limpia, de gente muy moderna, con precios mucho más caros, pero con muchas más alternativas para todo.
Hay tanta variedad de comida que nos cuesta trabajo decidir qué cenar.
¡Ostras! ¡Y nos hemos encontrado mangos por la calle!
Ni en India ni en Nepal habíamos podido comerlos. Desde que estuvimos en Sri Lanka, nada de mangos por ningún lado.
¡Casi se me saltan las lágrimas al verlos!
Cuando ya me he puesto a llorar del todo es cuando hemos preguntado el precio…
Así que nada de mangos por ahora, hasta que dejemos el hotel y recuperemos un poco el bolsillo.
El paseo por Bangkok es genial, pero estamos deseando volver a la habitación para disfrutar de la última noche.
¡Dos día de vacaciones! ¡Yujuuuuuu!
Tengo que contaos una cosa…
Ya sabéis las ganas que tenía yo de pasar la Navidad en la playa…
Pues esos planes se han ido al traste.
Pero no preocuparse que es por una buena causa.
Resulta que mi Manué quiere hacer unos cursos de «Thai Massage» (masaje thailandés), en una escuela que está al norte del país.
Estos cursos comienzan el 2 de enero, así que irse a las islas del sur para volver corriendo al norte para los cursos no era muy viable.
Es un gasto de dinero absurdo y poco realista y supone tener que verlo todo corriendo.
Así que hemos decidido subir hacia el norte desde mañana mismo.
Nos han contado que el norte de Thailandia es muy bonito, así que pensábamos visitarlo igualmente.
Pasaremos las navidades en el norte y dejaremos la playa para después.
No seré yo quien la dificulte las cosas a Manué para hacer cursos de masaje.
¡Con lo bien que me viene eso a mí luego!
Miramos trenes y buses para empezar a movernos y…¡jolines qué caros!
Aún no hemos cambiado el chip con la moneda thailandesa y al cambio con la moneda de Nepal nos parece todo carísimo.
¿Y si hacemos autostop??
Ya os contaré mañana…jijijijijij
BESAZOS DE TODOS LOS COLORES
Genial,lo mismo OS cruzais con mi Juan Carlos…. Jqjajajajjaaaa
Me encantaría! Sería graciosísimo! Dime si es alto, guapo y simpático como el padre, que así me será más fácil reconcerle ?
Q buenísimo con el tipejo de abre y bébetela…q sepas q nos hemos hartado de reir mi hermanita y yo…nos ha amenizado una jornada en el hospital.????
Como que en el hospital?